miércoles, 30 de noviembre de 2011

CINE DE LOS 90: "ENTREVISTA CON EL VAMPIRO"


TÍTULO: ENTREVISTA CON EL VAMPIRO

DIRECTOR: NEIL JORDAN

REPARTO: TOM CRUISE, BRAD PITT, ANTONIO BANDERAS, KIRSTEN DUNST, CHRISTIAN SLATER, STEPHEN REA

DURACIÓN: 119 min.

AÑO: 1994

GÉNERO: TERROR

  • EL DR. JEKYLL DICE:

  • En Hollywood suele suceder, aunque con poca frecuencia, que una película resulte polémica antes incluso dar comienzo su rodaje por causas ajenas a la propia realización. Enfrentamientos entre creadores, lucha de egos entre intérpretes que comparten cartel, aceptación de caprichos extravagantes a las estrellas de la función, etc. Ahora bien, que estos problemas vengan causados por los autores literarios en los que se basan las películas rodadas a causa de una desaprobación total por parte del reparto de la misma, sí suele ser una excepción casi absoluta a la regla. Y, sin embargo, eso es lo que comenzó a dar publicidad a la adaptación cinematográfica de su novela "Entrevista con el vampiro" escritas por Anne Rice, puesto que la autora se mostró contraria desde el inicio a que una súper estrella como Tom Cruise diera vida a su personaje principal, el vampiro Lestat. Aunque, lo cierto es que, polémicas entre novelista y productores aparte, "Entrevista con el vampiro" se convirtió en todo un acontecimiento no sólo por el cambio en la fulgurante carrera artística que suponía este personaje para Cruise, sino por el reparto tan impactante con el que contaría el film, así como por la violencia nada disimulada de algunas escenas, y argumento.


    La acción comienza cuando Louis de Pointe du Lac (Pitt) le relata a un periodista (Slater) la historia de cómo se convirtió en vampiro, más de doscientos años atrás. Siendo Louis un joven acomodado perteneciente a la alta sociedad burguesa del sur de Estados Unidos, a finales del siglo XVIII, quedó traumatizado por la repentina muerte de su esposa e hija. Deprimido y sin ganas de vivir, una noche es atacado por una misteriosa criatura. Ésta resulta ser Lestat (Cruise), un vampiro que decide convertirle en uno de los suyos para liberarle del dolor y, además, poder tener alguien con quien compartir su no-vida. Sin embargo, Louis no se hace a la idea de cómo debe "vivir" su nueva existencia por lo que, junto con Lestat y Claudia (Dunst), una pequeña niña abandonada tras la muerte de su madre, se muda a Londres tras prender fuego a todas sus propiedades en territorio Americano. Allí, conocerá a Armand (Banderas) un vampiro que lo apoyará cuando Louis decida cobrarse su peculiar venganza contra quienes lo han convertido en lo que es.


    Son varios calificativos que se le podrían otorgar a "Entrevista con el vamprio": faustuosa, cuidada, elegante, violenta, fascinante, poderosa... El largometraje dirigido por el irlandés Neil Jordan es una verdadera maravilla visual, donde la sociedad de finales de siglo XVIII es retratada con todo su esplendor, ocupando una parte importantísima del largometraje la plasmación de la vida de los vampiros a los que dan vida los intérpretes principales. A nivel técnico es prácticamente impecable: la decoración de Dante Ferretti es sensacional (ver al respecto, la recreación de esa Nueva Orleans victoriana, o del teatro de los vampiros en la capital inglesa); la fotografía de Philippe Rousselot consigue captar esa sensación de suciedad y, al mismo tiempo, de refinamiento propio de los ambientes más sofisticados de una decadente Nueva Orleans; el vestuario logra definir a los personajes casi por sí solos; y la música compuesta para la ocasión por Elliot Goldenthal -sustituyendo al inicialmente previsto George Fenton- es una de las bandas sonoras más escalofriantes y fabulosas que se han escuchado para una película de estas características (mención aparte merece la primera pista, Libera me, en la que un coro de voces infantiles es capaz de captar la esencia de película de terror con una eficacia pocas veces vista; o el tema Sympathy for the devil que versionan los Guns N' Roses al final de la película, mientras Lestat asesta su golpe final a bordo de un coche).


    Por su parte, el director Neil Jordan, consciente del caramelo que tiene entre manos, le saca todo el jugo posible a una historia que contaba con una alta probabilidad de perderse entre la suntuosidad de su ambientación. En cambio, Jordan retoma la puesta en escena intrigante y misteriosa que ya había desarrollado con éxito en su espléndida "En compañía de lobos - The company of wolves, 1984", para dotar al peligroso juego de seducción y muerte de Lestat de una ambientación que funciona de maravilla con el resto de la historia. Buen ejemplo de ello es tanto el travelling inicial en el que la cámara recorre las calles de San Francisco hasta llegar al piso en el que Luois aguarda al periodista, como la primera aparición del vampiro ante un moribundo Louis en su habitación, o la famosísima secuencia del incendio que provoca Louis en el teatro de los vampiros en el instante en que perpetra su particular venganza.


    Finalmente, en lo que a las interpretaciones se refiere, si hay un nombre que merezca la pena destacarse por encima del resto -por cuestiones diferentes a las derivadas del estatus personal- es el de Tom Cruise. Cruise, tal y como acabó reconociendo la misma Anne Rice, ofrece una de sus mejores interpretaciones como ese ambiguo vampiro que disfruta condenando a una no-vida de asesinatos indiscriminados a otros seres humanos (atención al momento en que logra seducir a dos prostitutas con el fin de beber su sangre, o como cuando se ríe ante la voracidad con la que Louis bebe de su propia sangre). Desgraciadamente, la interpretación de Brad Pitt no se encuentra a la misma altura que la de su compañero de reparto, ya que éste parece perdido en ocasiones entre una interpretación más "pasiva" de su personaje, al que no dota de la misma intensidad (sus miradas perdidas parecen más propias de su personaje de Tristan en "Leyendas de pasión - Legends from the fall, 1994" que no de un vampiro que sufre una condena eterna). Por fortuna, el resto de actores secundarios acaba animando la función (Banderas borda su breve intervención, y Dunst se convirtió en el auténtico descubrimiento de este largometraje) y haciendo de "Entrevista con el vampiro" un film violento pero fascinante, un auténtico placer para poder disfrutar de las películas de vampiros alejado de los clichés más sobre explotados, y como pocas veces se había mostrado hasta el momento.



  • MR. HYDE DICE:

  • Cuando se estrenó en los cines "Entrevista con el vampiro", no me la dejaron ver. Se ve que mis padres pensaron que una historia sobre vampiros que no paran de cargarse a gente a base de chuparles la sangre, no le podía hacer mucho bien a su retoño (ya veis...). Supongo que por eso, las ganas de verla no hacían más que crecer -ya sabéis cómo va esto- así que, cuando tuve la oportunidad de verla, no sólo lo hice con gran expectación, sino con ganas de que me gustara de verdad. Y me gustó. Mejor dicho, me encantó. Me quedé flipado con lo cojonudos que son los vampiros, desde los más "inocentones" hasta los cabrones más retorcidos. Pero lo chulo de "Entrevista con el vampiro" es que no te sueltan el típico rollazo de Drácula y compañía, sino que los vampiros aparecen como seres atormentados y rallados con eso de tener que matar para poder seguir por el mundo.


    Evidentemente, ni qué decir tiene que "Entrevista con el vampiro" no tiene nada que ver con esos truños de "Crepúsculo" donde lo que entienden por vampiros es a cuatro lactantes imberbes (para los de la E.S.O., "lacatantes imberbes = niñomierdas depilados") que no tendrían ni media leche si Lestat se plantara ante ellos. En esta peli, todo es alo grande, desde los decorados que ya decía Jekyll hasta lo pipa que se lo tienen que pasar todos haciendo de chupa sangres. Además, otra cosa buena que tiene "Entrevista con el vampiro" es la historia, que interesa desde que empieza en el presente, hasta que te cuenta lo que pasa doscientos años atrás.


    La pena es que Pitt parezca más perdido que un pollo sin cabeza, porque el pobre hombre se pasea como si le hubiera dado un aire (se ve que él pensó que los vampiros con remordimientos de conciencia tenían que ir empanados por la vida, digo yo). Pero el resto, lo borda, y eso que no soy ningún fanático de Tom Cruise, pero he de reconocer que aquí se sale haciendo de vampiro. Eso sí, a veces no tienes muy claro si es un vampiro al que le gusta más la carne o el pescado -no es muy normal ser tan amiguito de Brad Pitt en la peli, por muy fiambres que estén los dos-, pero hasta le da como una especie de morbillo adicional que está muy guapo (me encanta el trozo ese en el que se pone de decirle horteradas a una puta para hacer que se confíe y beberse luego su sangre, pinchándola con una especie de dedal puntiagudo que lleva).


    En fin, que "Entrevista con el vampiro" es una peli cojonuda, que no tiene nada que ver con lo que hemos visto ya mil veces antes de vampiros y demás monstruos, sino que aquí la historia va mucho más allá y te cuenta una parte nueva que no habíamos visto antes. Además, si a eso le sumas una música que da canguelo y unos decorados y trajes de época de lo más currado, lo que queda es una peli estupenda, interesante hasta un final que no te esperas, y que te gusta a pesar de que haya sangre y muertos a tutiplén. Ah, y un consejo para las chicas: no asusta ni hay cosas así en plan peli de terror, así que no digáis que no la queréis ver porque no os gustan las de miedo, que "Entrevista con el vampiro" no va de ese palo. Y, si no me creéis, comprobadlo vosotras mismas. A mí, desde luego, me encantó.



    martes, 29 de noviembre de 2011

    CINE DE LOS 80: "EL PRECIO DEL PODER"


    TÍTULO: EL PRECIO DEL PODER

    DIRECTOR: BRIAN DE PALMA

    REPARTO: AL PACINO, STEVEN BAUER, MICHELLE PFEIFFER, ROBERT LOGGIA, F. MURRAY ABRAHAM, MARIA ELIZABETH MASTRANTONIO

    DURACIÓN: 173 min.

    AÑO: 1983

    GÉNERO: POLICIACO

  • EL DR. JEKYLL DICE:

  • La lista de las películas que, tras su estreno, se convierten, casi al instante, en films de culto, a pesar de no haber resultado un gran éxito comercial, no es muy larga. Pero si, el largometraje en cuestión, además, es un remake de una de célebre película de cine negro clásico, está protagonizado por uno de los mejores actores de la historia del cine y dirigido por un genio del suspense moderno, la lista se reduce aún más si cabe. En este caso, el clásico revisado es el film de Howard Hawks “Scarface, el terror del hampa – Scarface, 1932”, el mítico actor es Al Pacino, el nombre del cineasta que orquestó la puesta en escena Brian de Palma, y el nombre que se le dio en nuestro país a la película resultante “El precio del poder”.


    Tony Montana (Pacino) es un exiliado cubano que llega a Miami junto con su mejor amigo, Manny Ribera (Bauer) y muchos expatriados más. Una vez allí, consigue ganarse el favor de uno de los capos locales llamado Frank López (Loggia), quien lo introduce en el mundo del tráfico de drogas. Tony, poco a poco consigue ganarse el favor de los grandes narcotraficantes, hecho que lo enfrenta directamente con Frank y con su mano derecha, Omar Suárez (Murray Abraham). Sin embargo, la gota que colmará el vaso será la atracción nada disimulada que empieza a sentir Tony por Elvira (Pfeiffer), la novia de Frank, lo que llevará al joven delincuente a decidir asestar a Frank el golpe definitivo para hacerse con todo el negocio. La cosa se complicará cuando también entre en escena Gina (Mastrantonio), la hermana pequeña de Tony, de quien Manny se enamora.


    “El precio del poder” es un retrato brutal del hampa vinculado no sólo con el tráfico de drogas, sino también con todo lo relacionado con este mundo del crimen organizado: chantaje, asesinatos, ajustes de cuentas, etc. A lo largo de sus más de dos horas, De Palma orquesta la impresionante odisea de un individuo cualquiera (la primera impresión que uno tiene de Tony Montana desde que Pacino aparece pro primera vez en la pantalla es que se trata de un charlatán descarado) que, dispuesto a salir de la miseria y de convertirse en alguien importante a cualquier precio, asciende dentro de los negocios sucios vinculados con el narcotráfico. Sin embargo, De Palma no se limita a contar únicamente este ascenso meteórico (y que ocupa la primera hora de metraje), sino que, consciente también de que cuanto más alta es la escalada más alta es la caída, se preocupa por retratar el descenso a los infiernos de un personaje que, incapaz de darse cuenta de que ha alcanzado mucho más de lo que jamás hubiera podido imaginar (tremenda la secuencia en que, tras ocupar la que había sido la casa de su mentor, aparece en el cielo un dirigible con un rótulo luminoso en el lateral, en el que se puede leer El mundo es tuyo), se empeña en abarcar aún mucho más.


    Sin embargo, como ya comentábamos, De Palma no parece haber tenido ningún reparo a la hora de rodar algunas de las escenas más violentas que se recordaban –al menos hasta ese momento- en una película de cine comercial. Al respecto, citar la secuencia de tortura que un grupo de traficantes aplica a base de motosierra sobre uno de los compañeros de Tony en el interior de una bañera, o la forma en que un narcotraficante sudamericano se deshace de un soplón desde un helicóptero. Y, por supuesto, todo el final, cuando Tony, recluido en su gigantesca mansión y esnifando una montaña de cocaína, hace frente a los enviados por su ex-socio sudamericano para liquidarlo. Sea como sea, “El precio del poder” es mucho más que simple violencia plasmada en una película -la huella de Oliver Stone como guionista de la película se hace más que patente-. Es una obra personal impresionante, que dio mucho de lo mejor de su director y estrella protagonista principal. De hecho, a día de hoy es raro quien no recuerda la insuperable interpretación de Al Pacino, quien no sólo hizo olvidar casi del todo al film original en el que se basa (de hecho, no sería nada exagerado que se conoce la versión de Hawks gracias al remake de De Palma), sino que creó un personaje único en la historia del cine, célebre tanto por su falta de escrúpulos y conciencia como por la forma de hablar –y vestir- y, sobretodo, de comportarse de acuerdo con unos principios puramente mafiosos (atención al momento en que jura que él no matará a su mentor para, acto seguido, ordenárselo a su mano derecha).


    Afortunadamente, el tiempo ha tratado bien a “El precio del poder”. Es cierto que tanto la fotografía de John A. Alonzo como la música de Giorgio Moroder le dan un toque más retro para las estéticas más actuales, por no resulta ningún impedimento para que, hoy en día, siga siendo un espectáculo tan exageradamente violento que casi resulte nostálgico. Además, cada plano contiene una magia especial que hace que el espectador, a pesar de lo cruda de la historia, no pueda apartar los ojos de la pantalla. Y esto es un efecto que muy pocas películas logran seguir consiguiendo pasados los años.



  • MR. HYDE DICE:

  • ¡Jo, qué pasada de peli! Cuando la vi por primera vez (creo que ya la he visto unas cuatro o cinco veces), me impresionó bastante su violencia. No porque haya muertos a mansalva, como en cualquier película de Rambo, sino porque los asesinatos y las matanzas son tan realistas que casi parece que se están cargando a la peña delante de tus narices (agüita con la escena de la sierra mecánica en el baño). Pero es una especie de violencia que le pega a la historia. Es como cuando se pegan tiros en “El padrino – The godfather, 1972”, que no intentan hacerlo en plan fingido sino que, cuanto más real y auténtico, mejor.


    Al Pacino está impresionante haciendo de mafioso cubano, un poco sobreactuado, pero cojonudo. Es más, cuando está haciéndose con el control de la organización en Miami, lo ves así como con pinta de cabrón que le quiere clavar el cuchillo por la espalda a su jefe a la mínima oportunidad; y, cuando ya está como Dios en el Sinaí, lo ves con una mirada en plan vicioso que te rilas. Además, lo que me llama la atención es que Tony Montana es un tío que en su puta vida parece que vaya a ser feliz, sino que siempre quiere más, aunque no pueda disfrutar de todo lo que consigue. Y si no, daos cuenta de una cosa: consigue hacerse con el negocio de Miami, le roba la chica a su jefe, se hace con el control del trapicheo de droga en toda la Costa Este (¿ésa es la parte en la que está Miami, no?), consigue encontrarse con su hermana, y vive en una mansión que ni la de Falcon Crest. Pero, en lugar de mantenerse y aprovecharlo, lo manda todo a tomar por saco por querer involucrarse en más y más cosas. Creo que por eso me encantan tanto los dos momentos en los que aparece la frase mítica esa de The world is yours, tanto cuando ha conseguido ser en “rey”, como cuando la peli acaba y se puede leer en una estatua que hay dentro de una fuente (y no diremos más al respecto).


    Además, la forma que tiene el director de hacer la peli es brutal. Y no sólo porque no se corte un pelo en enseñar tiroteos y droga a cascoporro, sino porque sabe que Tony Montana es un tío con los huevos tan bien puestos que no le importa exagerar con algunas cosas: meter la jeta en medio de una montaña de cocaína, así como forma de pirámide, que tiene sobre su mesa, y luego va con la cara como si hubiera estado amasando pan; la decoración recargada que te cagas de toda la casa y, en especial del cuarto de baño –toda mi casa cabe en ese cuarto de baño; o la forma de vestir tan hortera de todos los que salen, con los cuellos de las camisas abiertos hasta los hombros y por encima de las solapas de las americanas.


    En fin, que “El precio del poder”, a pesar de durar prácticamente dos horas y media, no se hace larga para nada, y resulta muy interesante –sobretodo porque tienes esa cosa dentro de saber si, al final, la cosa le sale bien al pollo, o le dan matarile-, y está chulísima. Ah, y atención a otra frase mítica: cuando, al final, Al Pacino se quiere cargar a los que asaltan su casa y, mientras coge un fusil de asalto y apunta poniéndoselo entre las piernas, grita: “¡Saludad a mi amiguita!” ¡Juas, qué brutal!





    lunes, 28 de noviembre de 2011

    CINE CLÁSICO: LA MUERTE TENÍA UN PRECIO"


    TÍTULO: LA MUERTE TENÍA UN PRECIO

    DIRECTOR: SERGIO LEONE

    REPARTO: CLINT EASTWOOD, LEE VAN CLEEF, GIANMARIA VOLONTE, KLAUS KINSKI, LUIGI PISTILLI

    DURACIÓN: 125 min.

    AÑO: 1965

    GÉNERO: WESTERN

  • EL DR. JEKYLL DICE:

  • A principios de los años sesenta, comenzó a destacar en el panorama cinematográfico italiano la obra de un particular director, cuyos primeros largometrajes ambientados en el Oeste norteamericano se consideran hoy mitos del séptimo arte, tanto por el modo en que están realizados, como por la fama que le supuso a su principal actor –Clint Eastwood-, como por la música del genio Ennio Morricone que las ambientaba. Su nombre era Sergio Leone, y esos films, los llamados “La trilogía del dólar”, entre los que se encontraban “Por un puñado de dólares – Per un pugno di dollari, 1964” y “El bueno, el feo y el malo – Il buono, il brutto, il cattivo, 1966”, a los que, en su conjunto, también se les acabaría conociendo por el término "spaghetti-western", al tratarse de co-producciones italoamericanas. Para el caso que hoy nos ocupa, “La muerte tenía un precio es el segundo largometraje de esta trilogía.


    En mitad de una polvorienta región del centro de los Estados Unidos, dos hombres dedicados a la caza de delincuentes por la que ofrecen una suculenta recompensa, llegan a un pueblo en mitad de ninguna parte. Uno de ellos, apodado “El Manco” (Eastwood) únicamente pretende dar caza a uno de los maleantes más cotizados, El Indio (Volonte). Sin embargo, el otro, un coronel retirado del ejército americano llamado Douglas Mortimer (Van Cleef), parece tener otras motivaciones que lo impulsan a cazar a El Indio, aparte de la recompensa. Pronto, ambos caza-recompensas coinciden pero, lo que al comienzo parece un enfrentamiento entre ambos, acaba convirtiéndose en una curiosa colaboración, no sólo para dar caza a El Indio, sino también a toda su banda. Evidentemente, ni El Indio se entregará por las buenas, ni les pondrá fáciles las cosas a ambos justicieros.


    "La muerte tenía un precio" es, por encima de todo, una película de autor, aunque no como tal y como se entiende hoy en día por tal denominación. En este caso, Sergio Leone creó un estilo propio que impregnaba todos y cada uno de los fotogramas de estos "spaghetti-westerns", y que se pueden identificar en momentos tan abundantes como esos primerísimos planos de los ojos de los personajes cuando están a punto de embarcarse en un duelo o disputa, o cuando pretende resaltar algún aspecto de la rudeza de los mismos. Asimismo, si por una parte hemos mencionado la cercanía de esos planos, Leone también recurre a justo lo contrario: a grandes planos panorámicos donde el protagonista no es más que una mota de polvo en el horizonte aunque, aun así, al público le es fácil identificarlo.


    En cualquier caso, Leone, arropado por el equipo eficaz que lo acompañó durante la realización casi encadenada de la trilogía, adorna todo el conjunto con un ritmo incesante (ni siquiera las breves sencuencias en las que no suena un solo disparo decrece la tensión que ha ido acumulando), y un interés continuado a lo largo de todo el largometraje ya que, si bien sí que se conocen los motivos que llevan a El Manco a actuar como lo hace, tal objetivo no está tan claro en lo que respecta a la misteriosa figura del Coronel. Y, evidentemente, cuando llega el momento final del duelo, todo queda claro.


    En fin, que sea como sea, más allá de la moda que marcaron estos "spaghetti-westerns", lo que nos queda, especialmente con "La muerte tenía un precio" es una estupenda película cuyos defectos -que los tiene- son suplidos por el increíble dinamismo de Leone, del ritmo trepidante del conjunto, y de un Eastwood tan inconmensurable como las melodías de Morricone que lo acompañan.



  • MR. HYDE DICE:

  • Por mucho que diga el listillo de arriba, yo creo que las pelis de uno bueno contra doscientos malos empezaron con John McLane en las de “La jungla de cristal” –y cuidado, que esa peli me encanta-. Y, también, por mucho que digan los que creen que todas las pelis del Oeste son iguales, “La muerte tenía un precio” y las otras parecidas en las que sale Clint Eastwood pegando tiros por Almería, no tiene nada que ver con las pelis de John Wayne, aparte que todas están ambientadas en el Far West. Y quienes hayan visto alguna de estas pelis (me refiero a las de “la trilogía del dólar” que mencionaba antes el colega Jekyll), sabrán que aquí no tiene nada que ver ni el séptimo de caballería, ni los indios al galope con sus coronas de plumas, ni todas esas chuflas que hemos visto ya quinientas veces en las pelis del Oeste. Aquí, aunque parezca mentira, lo que pasa es lo mismo que le sucedía a Bruce Willis en los rascacielos, a Antonio Banderas en México vestido de mariachi, a Steven Seagal en un portaviones, etc. Es decir, que el bueno se tiene que enfrentar a un huevo y medio de malos, a los que da matarile a punta de pistola, no dejando títere con cabeza. Así que supongo que es lo que podíamos llamar las machomovies de hace cuarenta años, pero ambientadas en el Oeste.


    A mí me han encantado todas las de Clint Eastwood en Almería (lo que ya no sé deciros es por qué el listo de arriba ha querido empezar por ésta, y no por “Por un puñado de dólares” que, al fin y al cabo fue la primera; en fin, movidas suyas…), y ésta en particular. Cuando la peli empieza, no tienes muy claro quién es el bueno –si Eastwood o Van Cleef-, y qué quiere cada uno de ese pueblo cochambroso al que van a parar. Pero la historia tiene ese “algo” que te engancha y hace que crezca el interés por averiguarlo. Además, la forma que tiene Sergio Leone de hacer la peli está chulísima (con cada duelo, aunque das por hecho que a los supuestos buenos no les va a pasar nada, estás sin parpadear ni un solo segundo) y, hasta cierto punto, hasta te conmueve (fijaos en la parte final, cuando El Indio se enfrenta al Coronel Mortimer, y suela la melodía esa de los relojes de bolsillo que a los dos les recuerda a la chica muerta; son casi dos minutos -cancióncita del reloj incluída- en que aguantas la respiración con ellos).


    Por lo que respecta al resto, “La muerte tenía un precio”, quitando esos momentos, ya os digo que está chulísima. Es como si vieras una peli de acción de las de Stallone y demás, pero en mitad del Oeste ya que, a fin de cuentas, los dos protagonistas principales son caza-recompensas… y ya sabemos todos lo que quiere decir eso. Tiene disparos y muertos a mansalva, tiroteos a cascoporro, trampas de los buenos a los malos y persecuciones como cualquiera de estas otras pelis modernas que os estoy diciendo. A mí, por ejemplo, me encanta el momento ese en el que tanto El Manco como el Coronel se unen para cargarse a la banda de El Indio, y se pasean pro el pueblo cepillándose a todos esos tontainas que no saben con quién se las están viendo. Y, en mitad de todo ello, Eastwood con su cara de estar chupando un limón todo el rato (será por la pestuza que tenía que salir del caliqueño ese asqueroso que chupeterreaba todo el rato), y su poncho mugriento, y Lee Van Cleef con cara de “chaval no te metas conmigo que te reviento de dos sopapos”. Y, por supuesto, mucha acción –de la de entonces, por supuesto, pero acción al fin y al cabo- y emoción al ritmo de la música de Ennio Morricone (cojonuda en todas las pelis de la serie).


    En resumen, “La muerte tenía un precio” es un clásico del Oeste que no debería ser considerado una peli más de indios y vaqueros –que no lo es-, y darle una oportunidad para disfrutar en algo más que no sean las infumables tardes de “Cine del oeste” que ponen en algunas cadenas de televisión. Si podéis verla, hacedlo, porque os aseguro dos cosas: que veréis que no todas las pelis clásicas del Oeste son iguales, y que éstas de Clint Eastwood son la caña, ¡y nunca mejor dicho!





    domingo, 27 de noviembre de 2011

    CINE EN CARTEL: "UN DIOS SALVAJE"


    TÍTULO: UN DIOS SALVAJE

    DIRECTOR: ROMAN POLANSKI

    REPARTO: JODIE FOSTER, KATE WINSLET, JOHN C. REILLY, CHRISTOPHE WALTZ

    DURACIÓN: 75 min.

    AÑO: 2011

    GÉNERO: DRAMA


  • EL DR. JEKYLL DICE:


  • Que un cineasta como Roman polanski, con la filmografía tan destacada que tiene a sus espaldas, estrene un nuevo largometraje, es casi motivo de celebración. Cierto es que el realizador polaco cuenta en su haber con obras maestras del cine como “Chinatown – Chinatown, 1974” o, incluso, otras películas de lo más destacables como “Tess – Tess, 1979” o “El pianista – The pianist, 2002”, por lo que llama la atención que, para su útlimo film tras las cámaras, se haya decantado por la adaptación cinematográfica de la obra teatral “Un dios salvaje”, escrita por Jasmina Reza. Y llama la atención no porque Polanski haya visto en la obra de Reza una oportunidad para experimentar con nuevas formas de lenguaje visual, o para dar rienda suelta a su evidente creatividad y destreza como director (algo que otros realizadores como, por ejemplo, Brian de Palma sí suelen conseguir al variar de estilo en cada proyecto), sino por la forma cruda y directa con la que retrata el brutal enfrentamiento dialéctico de dos matrimonios en un mismo escenario, gracias a una soberbias interpretaciones de sus cuatro actores principales.



    Penélope y Michael Longstreet (Foster y Reilly, respectivamente) invitan a su casa al matrimonio formado por Nancy y Alan Cowan (papeles interpretados por Winslet y Watlz). El motivo no es otro que la agresión perpetrada por el hijo de los Cowan al de los Longstreet. Sin embargo, lo que comienza siendo una charla amistosa y cordial, poco a poco se va convirtiendo en un tenso enfrentamiento entre los dos matrimonios e, incluso, entre los propios cónyuges.



    “Un dios salvaje” es una película de actores. Polanski realiza una impresionante labor como director de actores (su puesta en escena no puede ser más teatral), consiguiendo unos resultados fabulosos de todos los intérpretes, que dejan buena muestra de su calidad artística. No obstante, a pesar de ello, mención especial merece Kate Winslet, quien se adueña de la película con una facilidad pasmosa, incluso en aquellos momentos en que la acción parece estancarse, o perderse entre conversaciones intrascendentes que no ayudan a la progresión dramática del film (ver al respecto el momento en que, mientras discuten Michael y Alan, vomita sobre la mesa de los Longstreet). Por su parte, otra estupenda actriz como Jodie Foster parte con la desventaja de tener que encarnar a un personaje tan traumado interiormente como aflora a través de mordaces pero innecesarias réplicas (los instantes en que se empeña en utilizar determinadas coletillas para puntualizar determinados comentarios de los Cowan, o cuando se entromete en la forma en que éstos mismos están educando a su hijo no hacen más que reforzar este punto de vista), hecho que impide al público identificarse con ella todo lo que seía deseable –no olvidemos que los Longstreet son considerados las “víctimas” indirectas de la agresión sufrida por su hijo-.



    En lo que a las interpretaciones masculinas se refiere, éstas parecen, en ocasiones, condicionadas a las de sus parejas de reparto, que son quienes llevan la voz cantante de toda la función. Sin embargo, Christopher Waltz aporta de forma admirable un porte frío y calculador, tal y como hizo en la estupenda película de Quentin Tarantino “Malditos bastardos – Inglorious basterds, 2009” por la que obtuvo la aclamación de la crítica mundial. Y, en honor a la verdad, hay que reconocer que lo borda (sólo es es capaz de insultar a los Longstreet como lo hace para, acto seguido, pasar a elogiar la calidad del whisky que le sirve Michael –atención al momento en que ambos hombres discuten sobre cuál de los dos tiene un empleo de más categoría-). Por su parte, John C. Reilly cumple a la perfección con el rol de parte conciliadora, que procura que ambas partes alcance un entendimiento satisfactorio, a pesar tanto de las reticencias de los Cowan como de su propia mujer (atención al momento en que éste no puede contenerse más y explota, afirmando que, en realidad, él es un “hijoputa con muy mala leche”).



    Por lo demás, lamentablemente, “Un dios salvaje” parece perderse entre las líneas de un afilado texto cuya puesta en escena (ni su contenido) consigue trascender nunca la importancia que sus intérpretes se empeñan en querer otorgarle. Ello explica que el público –disculpen la generalización- se muestre siempre distante desde que la discusión se sube de tono, no consiguiendo ni emocionar al espectador, ni haciendo que se decante a favor de ninguno de los cuatro personajes. En resumen, es un intento fallido por parte de Polanski de querer ir más allá de lo que había realizado hasta la fecha, y de sus excelentes actores, cuyos esfuerzos caen en saco roto. “Un dios salvaje” es una película totalmente innecesaria. No mala, pero sí prescindible.




  • MR. HYDE DICE:


  • No sé muy bien cómo empezar a hacer la crítica de “Un dios salvaje”. No es que sea una mala película, que no lo es para nada. Pero me parece totalmente inútil. Me explico: ver “Un dios salvaje” es ver cómo cuatro personas se parten la cara –metafóricamente- durante una hora y cuarto. Punto. Ya está, no hay nada más. A partir de un problema serio, y de un intercambio de opiniones de lo más normal, la cosa se desmadra hasta que te ponen a prueba la paciencia. De hecho, hay un momento que Jodie Foster dice algo así como “¿Pero qué necesidad tenemos de estar aquí?” Pues fíjate que yo pensaba exactamente lo mismo. Y, repito, no es que sea mala. De hecho, los actores (los cuatro), lo bordan. Pero es que más allá de verlos actuar, la peli no tiene ningún interés en absoluto. Si aún dijeras que Polanski se ha salido rodándola, o que ha revolucionado algo de grabar en un mismo escenario, o alguna cosa de esas, aún lo podría comprender. Pero pasarte una hora y pico viendo como cuatro capullos –porque, al final, se portan como tales- se dicen de todo menos bonito, pues qué queréis que os diga… que para eso me alcanza cuando discuto yo, y que no necesito ver cómo lo hacen los demás.



    Además, hay cosas que me ponen un poco de los nervios. En primer lugar, cualquier persona con dos dedos de frente, se habría ido de casa de los padres del crío al que han zurrado a los diez minutos de haber llegado. Pero claro, no habría peli, así que vale, entiendo que, como decía Freddy Mercury, the show must go on. Bien, seguimos. En cuanto a los personajes, dos me caen bien, y dos mal. Los que bien son el que hace de marido de Jodie Foster, y Kate Winslet. Porque a los otros dos, te dan ganas de meterles dos yoyas y dejarlos serenos. El marido ves que intenta apaciguar a ambas partes, quitarle hierro al asunto y procurar que tanto el chaval que ha desdentado a su hijo como los padres se excusen. Perfecto, eso es de lo más normal y comprensible. Después, Kate Winslet hace el mismo papel, pero como madre, es decir, que comprende que su hijo se ha pasado cuatro pueblos y quiere tranquilizar a los padres del otro chaval prometiéndoles que castigará a su hijo y que éste se excusará.



    Pero ahí acaba la sensatez, porque luego entra en juego Jodie Foster y que hacía de nazi de “Malditos bastardos” y la cagan (no ellos, repito, sino sus personajes). ¿Y por qué? Pues, de entrada, Jodie Foster hace de mujer coñera a tope -lástima que últimamente siempre veamos a Foster haciendo dramones, con lo bien que nos lo hizo pasar en esa comedia tan entretenida que es "Maverick - Maverick, 1994"-. A esta señora, no le basta con las disculpas y la reprimerda, sino que poco menos que quiere saber con pelos y señales de qué forma van a castigar los otros a su nene, cuántas veces pedirá perdón, cómo lo piensan educar y bla bla bla. Que a los diez minutos que se pone a hablar en plan histérica, te preguntas dos cosas: la primera, cómo la puede aguantar su marido; la segunda, por qué ninguno de los otros tres le cierra la boca (os juro que yo soy el padre del otro crío y mando a cagar a la buena señora).



    Y después, le toca el turno al que hace de marido de Winslet. El hombre pasa olímpicamente de todos los demás, y se dedica a sus movidas de trabajo –el pollo se pasa la película interrumpiendo las conversaciones de los demás cuando le suena el móvil y se pone a hablar-. Todo ello, por no decir que le importan un carajo su hijo, el de los otros, su mujer, y absolutamente todo lo que tiene que ver con lo que está pasando. Es más, no duda en coñearse de todos (su mujer incluída) a la mínima ocasión que tiene.



    En fin, que “Un dios salvaje” no es, ni por asomo, lo mejor de Polanski –cuando alguien ha sido capaz de hacer “La semilla del diablo” o “Chinatown” cuesta entender qué coño hace rodando esta chufla-, cosa que te deja un poco despagado, sobretodo cuando crees que por ser una peli suya, y tener a los actorazos que aparecen, estás a punto de ver un peliculón y no es así. Así que mi valoración es que ni fu ni fa, aunque más bien fu.





    sábado, 26 de noviembre de 2011

    CINE A DESCUBRIR: "EL EXPERIMENTO"


    TÍTULO: EL EXPERIMENTO

    DIRECTOR: OLIVER HIRSCHBIEGEL

    REPARTO: MORIZT BLIEBTREU, CHRISTIAN BERKEL, OLIVER STOKOWSKI, WOTAN WILKE

    DURACIÓN: 120 min.

    AÑO: 2001

    GÉNERO: THRILLER

  • EL DR. JEKYLL DICE:

  • Pocos años antes de darse a conocer a nivel mundial con la más que recomendable "El hundimiento - Der Untertang, 2004", que retrataba las últimas horas de Hitler en un búnker antes de la toma de Berlín por parte de las tropas aliadas, Oliver Hirschbiegel rodó una claustrofóbica película acerca de una prueba científica que tuvo consecuencias impredecibles. La película, que obtuvo una estupenda acogida en diversos festivales internacionales -incluso generó un remake estadounidense protagonizado por los oscarizados Adrien Brody y Forrest Withaker, que se estrenó directamente en formato doméstico-, a su llegada a las carteleras impactaba no por la crudeza de su argumento, sino por el progresivo ambiente claustrofóbico con el que se desarrolla la puesta en escena, y por la forma en que se realiza el análisis de los impulsos más primitivos del ser humano cuando se le cede un poder para el que no está preparado. Con todo ello, Hirschbiegel confecciona un relato tan apasionante como desgarrador de la pesadilla en la que se ven envueltos los veinte individuos involucrados en esta prueba científica.


    Un anuncio en un periódico alemán solicita voluntarios para realizar un experimento sociológico, consistente en comprobar el comportamiento humano ante una situación de cautiverio -el experimento se desarrolla en el interior de un gigantesco zulo- e incomunicación, cuya duración está prevista que sea de poco más de dos semanas. De todos los candidatos, se seleccionarán veinte hombres que, a su vez, serán divididos en dos grupos: carceleros y reclusos. Informados de sus respectivos roles, se les informa de lo siguiente: los carceleros no pueden hacer uso de la violencia bajo ninguna circunstancia; los reclusos deben renunciar a la privacidad -así como a ciertos derechos básicos de todo ciudadano corriente-, y obedecer las órdenes de los carceleros. Sin embargo, a pesar de que el inicio del experimento se desarrolla con normalidad, una serie de acontecimientos hará que la situación devenga insostenible, derivando en una espiral de violencia totalmente imprevista, para la que ni los participantes ni los psicólogos están preparados.


    "El experimento" es una película tremendamente impactante. Pero su impacto no viene provocado por la violencia que se pueda mostrar en el film. De hecho, a excepción de un par de secuencias y de los últimos quince minutos de metraje, la violencia de "El experimento" es tan sólo psicológica. Eso sí, una violencia retratada a través de un acertado ritmo in crescendo cuyas últimas consecuencias se acumulan hasta su tremendo desenlace. Es más, casi podría decirse que "El experimento" es, por momentos, una excelente película de terror, ya que es a partir del instante en que dicho experimento trasciende las barreras de lo puramente empírico cuando empieza a asustar en realidad (citar al respecto el instante en que uno de los cabecillas de los "guardias" se cita con la novia del "recluso" que más alborota la convivencia en el zulo, o el secuestro de la psicóloga que accede al zulo después de comprobar aterrada el desarrollo que está teniendo la prueba).


    Por su parte, el realizador germano se rodea de un grupo de estupendos actores, no muy conocidos -aparte de los dos protagonistas principales, que ya cuentan con una interesante trayectoria en Alemania-, que cumplen a la perfección tanto con su papel dentro de la película, como en el rol que se les asigna en el experimento (tremendos todos ellos desde el instante en que se descontrola la prueba, tanto guardianes como reclusos). Pero, quien brilla con luz propia en "El experimento", como ya decimos, es su director. Hirschbiegel demuestra un dominio arrebatador de la cámara en todos y cada uno de los planos lo cuál, teniendo en cuenta las limitaciones espaciales que lo condicionan para el desarrollo de la historia (no olvidemos que el ochenta por ciento transcurre en un búnker de limitadas dimensiones), tiene un mérito admirable.


    Además, Hirschbiegel toma la acertada decisión de no centrar el largometraje en una simple situación de violencia, sino que se muestra más interesado en hacer que el espectador conecte con ambos grupos de individuos, y les acompañe en su progresivo viaje al infierno. Así pues, partiendo de momentos intrigantes aunque más o menos distendidos (el instante en que uno de los reclusos afirma ser intolerante a la lactosa cuando un guardia le obliga a beberse un vaso de leche), el realizador es capaz de llegar hasta momentos duros (la vejación que sufre uno de los reclusos más ancianos, atado a una silla y haciéndose encima sus necesidades) y, finalmente, casi insostenibles (las consecuencias que tiene la entrada de la psicóloga en el búnker, o el final del film en una cocina).


    Cierto es que "El experimento" es una película compleja, no apta para todos los públicos, pero tampoco de esos largometrajes que hacen que el espectador esté sufriendo sin necesidad desde que comienza. Afortunadamente, esa ni es la intención de la película, ni lo que acaba siendo. No obstante sí que es cierto que hay momentos en que, cuando la prueba se ha descontrolado, el público se ve arrojado a una situación de tensión máxima junto con los personajes, tan bien retratada que, cuando las letras finales comienzan a salir, más de uno respira aliviado. Pero nada de esto hace que "El experimento" no sea una película digna de admirar.



  • MR. HYDE DICE:

  • Jo macho, qué película... A mí me encantó, no voy a mentir, pero me impresionó un huevo. Antes de verla, había oído que se trataba de un hecho real, oq ue había pasado algo muy parecido de verdad cosa que, ya de entrada, daba cierto yuyu. Pero lo que sale en la peli ya son palabras mayores. A mí me impresionó un montón por la forma en que está hecha, es decir, porque ves cómo unas personas normales y corrientes como podemos ser cualquiera de nosotros (es más, al principio, cuando ninguno sabe de qué va a ir la cosa, hablan entre sí como si tal cosa y se hacen sus bromas), de repente, cuando se ve poderosa, es capaz de hacer papilla a cualquiera que no le haga caso. Y eso sin despeinarse, que menos mal que es un experimento, que si no...


    Cuando empieza "El experimento" intuyes por dónde va a ir los tiros y, a medida que avanza, la intriga está tan bien llevada que no puedes parar de desear que te cuenten más para saber qué le pasa a cada participante. También es cierto que, el recluso ese que es el personaje principal, es un capullo provocador que busca en todo momento que le partan la cara (fijaos en el momento en que le suelta a uno de los guardias, delante de todo el mundo, que huele a mierda). Pero, aparte de ello, la cosa no es que sea como para que cada uno se tome la justicia por su mano.


    "El experimento" no es una película desagradable (creedme, algún día hablaremos de una, más que nada para que no la veáis ni locos, y ya notaréis la diferencia), aunque sí es una peli fuerte. No de las que uno se pone el fin de semana con la familia para pasar un rato divertido -bueno, cada uno tiene sus gustos, pero yo a la mía, desde luego, no se la pondría-, o para ver con la churri así en plan romántico. Sin embargo, sí que os recomendaría que la vierais porque merece la pena. Tiene sus momentos de apretar los brazos del sofá, pero también es de las que da qué pensar: qué habrías hecho tú en lugar de los carceleros o de los presos, cómo podría haberse hecho mejor la prueba, de qué forma predecir ciertos comportamientos en los candidatos, etc. Vamos, una pasada, pero para tener claro cuándo hay que verla. Por cierto, ¿sabíais que el auténtico experimento no duró ni una semana?





    viernes, 25 de noviembre de 2011

    ESTRENOS DE VIDEOCLUB: "LA BODA DE MI MEJOR AMIGA"


    TÍTULO: LA BODA DE MI MEJOR AMIGA

    DIRECTOR: PAUL FEIG

    REPARTO: KRISTEN WIIG, ROSE BYRNE, MAYA RUDOLPH, WENDI MCLENDON-COVEY, ELIIE KEMPER, MELISSA MACCARTHY, CHRIS O'DOWD

    DURACIÓN: 122 min.

    AÑO: 2011

    GÉNERO: COMEDIA

  • EL DR. JEKYLL DICE:

  • Hace unos años que, con motivo de una serie de producciones cómicas estrenadas con gran éxito -al menos en los Estados Unidos-, se ha repetido en varias ocasiones que, Jude Apatow, el responsable creador / guionista / director / productor de muchas de ellas, es uno de las más prometedoras figuras de la comedia actual. No obstante, también es cierto que, fuera de las fronteras norteamericanas, sus producciones, salvo alguna que otra excepción, no han tenido la enorme repercusión que sí lo han tenido en el mercado nacional. Así pues, aunque "Virgen a los 40 - The 40-year-old virgin, 2005" era una comedia bastante divertida, otras supuestas comedias como "Lío embarazoso - Knocked up, 2007", "Supersalidos - Superbad, 2007" o "Hazme reír - Funny people, 2009" ponían a prueba la paciencia de más de un espectador. Desgraciadamente, "La boda de mi mejor amiga" -que Apatow produce-, cuya tremenda campaña publicitaria se empeñaba en presentarla como una ingeniosa y desternillante réplica femenina a las comedias dirigidas mayormente al público masculino, entra a formar parte de este segundo grupo ya que, ni su historia, ni personajes, ni puesta en escena acaba por dividir la opinión de más de un espectador.


    Lillian (Rudolf) es la mejor amiga de Annie (Wiig) desde hace años. Por ello, cuando se promete en matrimonio con su novio, le pide a ésta que sea su dama de honor. Annie acepta encantada, ya que supone una ocupación estupenda para hacer frente a su crisis personal: el negocio que montó con un ex-novio se arruinó, su actual pareja sólo la quiere para practicar sexo, y no consigue alcanzar la estabilidad que necesita. Sin embargo, cuando conoce a la esposa de uno de los mejores amigos del novio, Helen (Byrne), da comienzo una especie de disputa entre ambas por ver quién es más apreciada por la novia, o quién se esfuerza más para que Lillian tenga la boda de sus sueños, cosa que acabará ocasionando dolores de cabeza a más de uno, incluido un policía local, Nathan (O'Dowd), que está enamorado de Annie.


    En "La boda de mi mejor amiga" las protagonistas absolutas del film no son las protagonistas. Ni siquiera la preparación de la boda de su amiga. En el film dirigido por el televisivo Paul Feig, el protagonismo lo tienen las situaciones que se dan en cada uno de los episodios en los que se podría dividir la película y que, en cierto modo, parodian algunos de los aspectos más criticados por el público femenino, o que muestran diversas situaciones comprometedoras e, incluso, grotescas en las que más de una se ha visto envuelta. Ello explica, en cierto modo, el éxito arrollador que ha tenido el largometraje entre el público americano. Cierto es que, en Norteamérica, las ceremonias nupciales suelen cumplirse con algún que otro ritual previo al enlace que, aquí en el viejo continente, nos es prácticamente desconocido por lo que, al público europeo, le cuesta identificarse con estas situaciones y, por consiguiente, encontrar divertidas muchas de las supuestas bromas de la película.


    De hecho, a excepción de alguna que otra secuencia inspirada (la provocación de la cuñada de la novia a un agente de policía a bordo de un avión, o la forma que tiene Annie de llamar la atención de Nathan después de rechazarlo), el resto no deja de ser una acumulación de chistes fáciles sin demasiada gracia, y momentos de supuesta comicidad dirigida muy particularmente al público femenino que esté visualizando el largometraje. Por otra parte, la duración de la película -supera por poco las dos horas- resulta excesiva a todos los niveles, hecho que puede llegar a crispar la paciencia de más de un espectador.


    En resumidas cuentas, "La boda de mi mejor amiga" es un film ideado y dedicado casi por entero a las mujeres que quieran pasar un rato más o menos entretenido. En cuanto al público masculino, puede llegar a sentirse muy podo identificado (los hombres son retratados o como oportunistas, o como cerdos machistas o, incluso, como tontainas engañabobos), y aburrirse con la película. En definitiva, es una propuesta con la evidente intención de divertir al sector femenino cosa que, dicho sea de paso, es un objetivo de lo más respetable.



  • MR. HYDE DICE:

  • Prometo que no quiero sonar como el típico machista, pero "La boda de mi mejor amiga" es una película de tías para tías. Así de sencillo. En el 99% de los casos, quien no cumpla con esta condición, se aburrirá como una ostra con esta peli, no entenderá como ha podido hacer tanta pasta (al menos los EE.UU), ni qué demonios les hace tanta gracia a las mujeres de este petardo. La película no es mala, pero es un bodrio. Los supuestos gags no hacen gracia (la "gorda" provocando a un policía para que la cachee, la madre de familia salidorra desesperada por cascarse la fiesta de su vida...), las situaciones que deberían ser divertidas son una mamonada brutal (cuando Annie se "coloca" por mezclar whisky con un tranquilizante dentro de un avión, o como cuando pone a caldo a cada persona enamorada que entra en la joyería en la que trabaja), y los momentos que se supone que quieren transmitir mensaje dan pena (Annie vuelve a hacer tartas, como metáfora a rehacer su vida... oooohhh, qué bonitooooo...). Y todo ello, por no hablar de los trozos que se alargan más que un chicle mascado, y que te ponen nervioso de pura tontería, como cuando Annie y la tía buena se pelean para ver quién es más amiga de la que se casa, delante de todos los invitados, o cuando Annie se desquicia y empieza a querer romperlo todo de la recepción en el palacio en el que celebran la fiesta -os juro que las piernas se me movía solas-.


    Luego, está ese supuesto momento en que quieren poner a parir a los tíos. ¿Y qué se les ocurre? Pues nada mejor que hacer que los únicos hombres que salgan sean los siguientes (por orden): un gilipollas que sólo se interesa por la protagonista como follamiga, un marido empanado porque vive en un mundo perfecto de color de rosa porque su mayor ambición en la vida era casarse y tener hijos, un policía que quiere salir con la protagonista y que, como es buena persona, la tipa pasa de él como de la mierda... En fin, como veis, todo de lo más normal del mundo. Aunque, para mí, que cuando los hombres normales vieron de qué palo iba la peli, salieron escopetados y, por eso, han tenido que conformarse con éstos.


    Lo único que me hizo gracia de la peli es un momento en el que les da una indigestión por haberse atiborrado de carne estilo brasileño y, en mitad de la prueba del vestido de las damas de honor, la que no se pota encima -o encima de otras... y esto va en serio-, se recaga encima. En serio que es lo único más divertido, porque el resto es un pestufo tremendo. Comprendo que también tienen que haber pelis hechas exclusivamente para contentar al sector femenino (aparte de las chorradas de "Crepúsculo", que ahí ya estaríamos bajando la edad hasta los quince años -reales o mentales-). Yo, cuando escuché hablar de "La boda de mi mejor amiga", pensé que sería algo así como la versión femenina de cualquiera de las dos partes de "Resacón en Las Vegas", y no negaré que tenía cierta curiosidad por verla y por echarme unas risas. Pero, después de verla, me temo que sólo le gustó a mi chica porque, según ella, tiene situaciones de mujeres de lo más reales que hay. Bueno, pues no sé si son reales o no, pero lo que sí sé es que yo me aburrí como una oveja. Así que "La boda de mi mejor amiga" es una opción cojonuda si eres mujer, tu pareja está viendo el fútbol o con sus amiguetes, y tú te quieres distraer un rato. Ahora bien, consejo para los tíos: no perdáis el tiempo, que es un bodrio y, por si no fuera poco, el tostón dura más de dos horas. ¡Para morirse!





    jueves, 24 de noviembre de 2011

    CINE ACTUAL: "INFILTRADOS"


    TÍTULO: INFILTRADOS

    DIRECTOR: MARTIN SCORSESE

    REPARTO: LEONARDO DICAPRIO, MATT DAMON, JACK NICHOLSON, MARK WAHLBERG, MARTIN SHEEN, ALEC BALDWIN, RAY WINSTONE, VERA FAMIGA

    DURACIÓN: 149 min.

    AÑO: 2006

    GÉNERO: POLICIACO

  • EL DR. JEKYLL DICE:

  • Hablar de Martin Scorsese es hablar de Nueva York, del Bronx, como mucho de Brooklyn y, por su puesto, del barrio judío y de Little Italy. Y, evidentemente, de las bandas mafiosas, de gángster y demás camorristas que, desde hace más de un siglo, hacían “suyas” las calles a base de intimidación, extorsión, chantaje y muerte. Sin embargo, aunque estas consideraciones no parezcan, a priori, muy atractivas para el espectador, no se puede negar que cada uno de los largometrajes que ha dirigido el genial cineasta no tenga un morboso atractivo, a pesar de las grandes dosis de violencia que suelen contener. Cierto es que, de entre todas sus películas, son unas las que destacan en mayor medida sobre las demás y que, que en alguna ocasión –pocas, por fortuna-, hay films que no se encuentran para nada a la altura de su talento y, finalmente, títulos que, sin ser ninguna maravilla, sí que acaban adquiriendo una consideración especial. A título de ejemplo, dentro del primer grupos, podríamos cabría incluir títulos casi míticos como “Taxi driver – Taxi driver, 1976”, “Toro salvaje – Ragging bull, 1980” o “Uno de los nuestros – Goodfellas, 1990”; en el segundo, decepciones como “New York, New York – New York, New York, 1977” , “El rey de la comedia – The king of comedy, 1983” o “Al límite – Bringing out the dead, 1999”; y, por fin, en el tercer grupo, entretenimientos estupendos como “El cabo del mido – Cape fear, 1991” o “Shutter Island – Shutter Island, 2010”. “Infiltrados”, remake del film hongkonés “Juego sucio – Wu Jian Dao, 2002), se encuentra a caballo entre el primer y el tercer grupo.


    Frank Costello (Nicholson) es un peligroso gangster que controla buena parte del “negocio” de Boston. No hay un solo trapicheo del que él no esté al corriente y al que no haya dado su visto bueno. El FBI, para poder cazarle in fraganti, infiltra a Billy (DiCaprio), uno de sus más jóvenes cadetes, en la banda de Costello, y lo apoya a través del jefe de división Queenan (Sheen) y del agente Dignam (Wahlberg). Lo que no sabe el FBI es que Costello, a su vez, también ha infiltrado a Colin Sullivan (Damon), uno de sus jóvenes “ahijados”, en la policía de Boston hecho que, unido al su rápido ascenso hacia departamentos más comprometidos, le da al mafioso una gran ventaja a la orden de organizar sus “golpes”. Será a parir de ese momento, cuando dé comienzo una peligrosa caza entre infiltrados –cada uno desconoce la identidad del otro- con el fin de desenmascarar al traidor. Además, la situación se complicará aún más cuando tanto Billy como Colin se enamoren, cada uno por su cuenta, de Madolyn (Famiga), una psicóloga de la brigada criminal.


    “Infiltrados” es una película trepidante. Scorsese a penas dedica cinco minutos del comienzo para situar al público y a sus personajes en el marco en que se va a desarrollar la historia. De ahí, se pasa a detallar, también de forma breve los primeros pasos que dan el policía y el traidor en sus respectos objetivos para infiltrarse y, a partir de ese instante, comienza un tremendo juego de sospechas y situaciones de tensión casi insostenibles. Así pues, “Infiltrados” es largometraje que debe sus mayores virtudes a tres elementos: la dirección, el montaje y el guión.


    Empezando por esto último, la adaptación que hizo William Monahan del film hongkonés antes referido contiene todos los elementos necesarios para mantener el interés que suscitaba el libreto original. El guión, aparte de urdir la trama de forma excelente, es un regalo de momentos únicos en los que las réplicas de los personajes (las de Costello no tienen precio –ver el momento en que le pregunta en un bar a un conocido por su mujer para, acto seguido, dar a entender que medio barrio se la ha beneficiado-) se entremezclan de forma asombrosa con las escenas de violencia más crudas (magistral la secuencia en que Costello escupe ante Billy tras beber un trago de cerveza afirmando que “huele a rata” e, inmediatamente después, se ve la sangre en el suelo de otro miembro de la banda al que Costello ha torturado creyendo que es el infiltrado). La guinda en cuanto a las réplicas las pone el duelo dialéctico establecido por el agente Dignam y uno de sus superiores, quienes se intercambian puyas delante de sus agentes al cargo como quien habla del tiempo, así como el final totalmente shakespeariano, con el que cierra la cinta (atención al plano final de una rata recorriendo la barandilla de un balcón).


    Por lo que respecta a la dirección de Scorsese, el realizador demuestra una energía descomunal en todas y cada una de las secuencias. En primer lugar, deja claro que no es necesario recurrir a cortes innecesarios para acentuar el dramatismo y tensión de algunos momentos (ver el primer encuentro entre Billy y Costello, en el que le parten la escayola del brazo al muchacho para comprobar que no lleva ningún micro, o el final entre Billy y Colin en la azotea de un edificio). En segundo lugar, recrea algunas de las mejores situaciones del film original superando el efecto de tensión conseguido en aquel (ver la secuencia en que Billy se reúne con Queenan en un edificio vacío segundos antes de que los hombres de Costello acudan al mismo lugar). Y, en tercer lugar, consigue que, a pesar de la violencia implícita del argumento, ésta no destaque por encima de la propia historia –como sí pasaba, por ejemplo, en “Uno de los nuestros” (ver la secuencia en que Billy está a punto de rematar a un miembro de la banda de Costello que ha descubierto su identidad a causa de un malentendido en una dirección).


    En lo que concierne a la labor de montaje, la montadora habitual de Scorsese, Thelma Shoonmaker, que ha colaborado con el cineasta desde el principio de su carrera, orquesta un auténtico festín de set pièces en las que todos los elementos de este estupendo thriller (tensión, intriga, misterio, etc.) se entremezclan de una forma magistral. Al respecto, cabría señalar uno de los mejores momentos de “Infiltrados”: aquella secuencia en que Billy espía al traidor infiltrado en la policía –Colin- mientras éste se reúne en un cine porno con Costello; Billy no puede llegar a identificar a Coliln, por lo que lo sigue a través de unos callejones, hasta que Colin se da cuenta de que lo están siguiendo. El resto son casi diez minutos de tensión llevada a su máximo nivel gracias a la labor de Shoonmaker.


    En resumidas cuentas, si bien es cierto que “Infiltrados” no es la mejor película de un maestro moderno del cine como Martín Scorsese (aunque sea por ella por la que constará que recibió su merecido Oscar al mejor director), no deja de ser menos cierto que es uno de los entretenimientos mejor rodados y más logrados de su carrera. Al fin y al cabo, el objetivo de “Infiltrados” es distraer y hacer pasar un rato entretenido al público, cosa que consigue con creces y, además, a través de una muy buena película.



  • MR. HYDE DICE:

  • Me encantó “Infiltrados”. También hay que decir que tenía muchas ganas de verla, y que iba predispuesto a que me gustara por lo que, si la peli era buena, tampoco iba a ser tan complicado que saliera contento del cine. Pero es que me ha gustado mucho más de lo que pensaba. No es que sea la leche en bote como película, pero os aseguro que las casi dos horas y media que dura, se te pasan volando. Y, cuando acaba, tienes esa sensación como de habértelo pasado pipa. Así que, sin meterme a decir si el director esto o el montador lo otro (como hace el pedantillo de arriba), os aseguro que “Infiltrados” está guapísima, te atrapa desde que comienza y te mantiene en vilo hasta un final que no te esperas para nada.


    Yo no soy muy fan de Leonardo DiCaprio. Es más, desde que lo vi en esa especie de insulto que es “Romeo y Julieta” –donde no me quedó claro si DiCaprio era Romeo o Julieta- y luego haciendo de ñoñeras en “Titanic – Titanic, 1997”, le cogí un poco de tiña al pobre hombre. Pero, en honor a la verdad, debo reconocer que, después de verlo en “Diamante de sangre – Bood diamond, 2006” y en “Infiltrados”, debo reconocer que este pollo ha aprendido bien lo que es actuar. Por otra parte, si después de trabajar con gente como Scorsese, Spielberg, Nolan, Eastwood, Boyle o Cameron (agüita con la filmografía del colega) no aprendes nada, es que eres más cerrojo de lo que cualquiera hubiera podido pensar. Pero aquí, DiCaprio lo borda. Cuando empieza la peli, se le ve así como que más tranquilo pero, conforme va avanzando ves que el tío empieza a desquiciarse y a estar más nervioso que si se hubiera bebido diecisiete cafés, por el miedo a que lo descubran y se lo carguen. Los demás lo hacen bien, sobretodo Jack Nicholson, que se lo pasa de coña haciendo de gángster cachondo (aunque, como suele ser normal, sobreactúa lo suyo). Pero ya os digo que quien me sorprendió fue DiCaprio.


    De la película no sabría muy bien con qué momento quedarme, más que nada porque es la peli entera y, los instantes así más especiales, ya los ha dicho antes Jekyll. Pero supongo que una de las cosas que más me impactó fue la parte final, cuando dentro de un ascensor pasa algo que no hubiera jurado en la vida (y si no me creéis, esperad a verlo). Eso sí, hay un momento de esos de apretar el culete que me encanta. Hay un momento en que el traidor al que interpreta Damon hace una llamada desde el móvil del capitán de policía a DiCaprio, que es el infiltrado; ninguno de los dos dice nada porque esperan a ver si el otro habla y lo pueden reconocer para denunciarlo. ¡Son apenas diez segundos de silencio que te ponen los pelos de punta!


    En fin, no tiene sentido decir mucho más de “Infiltrados”, aparte de que es una de las películas que más veces me he visto en casa desde que me la regalaron en DVD. Es una pasada, larga pero que se te pasa en un suspiro, y genial en cada segundo. Vamos, lo que deberían ser todas las películas: diversión asegurada, buena y entretenida. Yo ya os digo que es cojonuda.





    miércoles, 23 de noviembre de 2011

    CINE DE LOS 90: "DEEP BLUE SEA"


    TÍTULO: DEEP BLUE SEA

    DIRECTOR: RENNY HARLIN

    REPARTO: SAFFRON BURROWS, THOMAS JANE, L. COOL JR., SAMUEL L. JACKSON, STELLAN SKARSGARD, MICHAEL RAPPAPORT

    DURACIÓN: 105 min.

    AÑO: 1999

    GÉNERO: AVENTURAS

  • EL DR. JEKYLL DICE:

  • Los monstruos y criaturas fantásticas y temibles llevan formando parte de la historia desde hace casi cine años. Desde el comienzo del séptimo arte, los más variados tipos de películas han retratado los estragos causados por gorilas gigantes (todas las versiones de “King Kong”), lagartos mutantes (las versiones niponas de Godzilla, incluyendo una desafortunada versión norteamericana), o extraterrestres de lo más amenazante (donde se incluyen todos los “alien”, “depredadores”, etc.). Sin embargo, por mucho que se diga que estas películas de monstruos hayan estado presente en las películas durante años, no se puede negar que, en lo que a las criaturas marinas se refiere, fu el gigantesco escualo de Steven Spielberg el que sentó cátedra. Desde entonces, no ha habido ningún largometraje centrado en aventuras acuáticas que no muestre algún tipo de influencia de este largometraje, o que trate de mantener el nivel de tensión alcanzado por aquel. Por ello, cuando se estrenó “Deep Blue Sea”, no fueron pocos los que pretendieron ver en esta entretenida película una singular mezcla de “Tiburón – Jaws, 1975” y “Aliens, el regreso – Aliens, 1986”. Y, aunque no les falte parte de razón, sí es cierto que esta influencia se encuentra tan solo en su argumento puesto que, desde el punto de vista de la puesta en escena, la cosa cambia sustancialmente.


    La doctora McCallister (Burrows) defiende ante el consejo de administración de una empresa farmacéutica los éxitos alcanzados por un proyecto de investigación médica que ha estado desarrollando en unas instalaciones submarinas. En ellas, la doctora afirma haber encontrado un remedio viable para la cura del Alzheimer, gracias a un tratamiento genético realizado con tiburones. Ante el escepticismo del consejo, uno de los miembros, Russell Franklin (Jackson) accede a visitar las instalaciones y ver con sus propios ojos esos avances, por lo que se organiza una pequeña demostración. Sin embargo, el grupo de científicos, entre los que se encuentran el cuidador de los tiburones, Carter (Jane), el cocinero del laboratorio, Predicador (Cool Jr.), o el doctor Withlock (Skarsgard), no contaban con que sus experimentos con los cerebros de los tiburones han convertido a estas criaturas en depredadores mucho más inteligentes. Será gracias a esta ventaja que los tiburones aprovecharán para provocar un terrible accidente que deje incomunicados a los protagonistas, obligándoles a participar en una carrera contrarreloj para poder salir de nuevo a la superficie.


    El director Renny Harlin, tras un prometedor comienzo en los Estados Unidos con cintas de acción como la segunda parte de “Jungla de cristal” o una de las mejores y más entretenidas cintas de Sylvester Stallone (“Máximo riesgo – Cliffhanger, 1993”), se puso al frente de una serie de proyectos fallidos que hicieron pensar a más de uno que su habilidad para filmar películas de acción había sido flor de un solo día. Sin embargo, con “Deep blue sea” demostró que seguía plenamente en forma, ya que el resultado es un largometraje trepidante, lleno de emoción y que no da un respiro al espectador desde el momento en que la acción se traslada al laboratorio submarino (hecho que sucede a los diez minutos de dar comienzo el film).


    Contando con un acertado casting, “Deep blue sea” suple las insuficiencias de un guión casi inexistente con dosis perfectamente calculadas de suspense y acción, lo que le da a la película ese ritmo trepidante del que hablábamos antes. Evidentemente, el mayor atractivo del film son las “actuaciones” de los escualos, de los que el público está pendiente en todo momento con el fin de imaginar de qué forma podrán los protagonistas zafarse de ellos, cómo conseguirán volver a la superficie y, sobretodo, cuál de todos ellos irá muriendo víctima de los tiburones.


    “Deep blue sea”, con todos sus defectos (actores más preocupados por figurar en los créditos que por interpretar, acumulación de frases tópicas, personajes estereotipados, etc.), es un espectáculo entretenidísimo. Harlin se preocupa porque, una vez que los protagonistas acceden al laboratorio, cada episodio en los que se podría dividir el largometraje posea el ritmo non-stop más conveniente. Así, desde el ataque que tiene lugar en el laboratorio, pasando por el accidente del helicóptero que traslada a un herido, y continuando con la huída de los supervivientes a través de los diferentes niveles de la plataforma submarina, “Deep blue sea” no da ni un minuto para respirar. Así pues, a pesar de que la historia ya haya sido mostrada con anterioridad, no deja de ser un verdadero festín de situaciones límite, momentos inesperados (ver la interrupción que hace la aparición de un tiburón en mitad del discurso de uno de los personajes, o el sacrificio que tiene que hacer otro de los protagonistas para salvar al resto). Además, otra ventaja es que, en su afán por hacer del film una película trepidante, no han recurrido al típico montaje acelerado más propio de las aventuras de Jason Bourne, sino que toda la acción está plasmada de forma que el espectador no queda abrumado por las violentas imágenes, sino que tiene la oportunidad de recrearse con la tensión que se acumula en ellas. En resumidas cuentas, un entretenimiento de primera categoría.



  • MR HYDE DICE:

  • Vaya por delante que estoy mosca con Jekyll porque no me ha dejado ponerle cuatro estrellas a esta peli. ¿Se las merece? Pues no tengo ni guarra, pero lo que sí sé es que me lo pasé de fábula viéndola, que me divertí como un niño saltando en los charcos cuando llueve, y que me la he visto, desde la primera vez, unas cuatro o cinco veces más. Y no tengo ni idea de si es bueba, si el director esto o si el director lo otro. Sé que a mí me pirró desde el minuto uno hata el final (impredecible total), y que se la recomiendo a todos los que se lo quieran pasar de miedo durante casi dos horas.


    Es cierto que la peli, además de un aire descarado a "Tiburón", también cuenta la misma historia que ya hemos visto antes, en el que un grupo de pringadetes tiene salvar el culo escapando de unos bicharracos (tiburones Mako, dicen que se llaman), que los quieren convertir en su cena. También es ciero que algunas frases que sueltan los actores como "¡Tenemos que permanecer todos juntos!" o "¡Maldita sea, no hagas estupideces!", que ya habrán utilizado en otras mil quinientas películas del mismo palo. Pero, con todo y con eso, qué queréis que os diga, aparte de que yo me lo sigo pasando teta cada vez que la veo. Ah, y atención a la música, que es una caña.


    Tiene momentos espectaculares: el accidente del helicóptero, la rotura del cristal del laboratorio (mejor no queráis saber qué utilizan los tiburones para cascarlo), el ataque al negro simpático en la cocina, la huída por el hueco del ascensor o, sobretodo, toda la caza final en la superficie. Lo sigo recordando y me entran ganas de volver a verla. Como ya os digo, no puedo ni afirmar ni desmentir que sea una buena película. Es más, me la pela, que no soy ningún experto en temas de cine. Pero lo que sí os puedo decir es qué me gusta y por qué. Y "Deep blue sea" te hace pasar dos horas con el culo pegado al asiento y casi sin parpadear, que es lo que yo quiero cuando me pongo a ver una peli para que me distraiga. Y, si además de hacérseme súper corta me quedo con ganas de volver a verla, pues mejor que mejor. Luego, que cada uno le ponga las estrellas que quiera. Yo le doy cuatro, ¡ea! ****



    martes, 22 de noviembre de 2011

    CINE DE LOS 80: "POLTERGEIST"


    TÍTULO: POLTERGEIST

    DIRECTOR: TOBE HOOPER

    REPARTO: JOBETH WILLIAMS, CRAIG T. NELSON, BEATRICE STRAIGHT, HEATHER O'ROURKE, ZELDA RUBINSTEIN

    DURACIÓN: 109 min.

    AÑO: 1982

    GÉNERO: FANTÁSTICO

  • EL DR. JEKYLL DICE:

  • A principio de los años ochenta, tras haber arrasado en las taquillas del mundo entero con su anterior largometraje, "En busca del arca perdida - Raiders of the lost ark, 1981", y haber descubierto a uno de los héroes del cine de aventuras por excelencia, Steven Spielberg amplió sus horizontes creativos ejerciendo de productor de uno de los films fantásticos y de terror más célebres de dicha década: "Poltergeist". Si bien estaba previsto que, en un principio iba a ser el propio Spielberg quien se iba a poner tras las cámaras de este proyecto, finalmente delegó tal labor en Tobe Hooper, cineasta que había adquirido un notable prestigio tras haber realizado la famosa "La matanza de Texas - The Texas chainsaw massacre, 1974", así como diferentes películas de terror de bajo presupuesto (incluyendo la adaptación cinematográfica de la novel de Stephen King "El misterio de Salem's Lot"). De esta forma, se suponía que Spielberg sólo controlaría diversos aspectos creativos del film para poder dedicarse de pleno a la realización de la película que acabaría convirtiéndose en uno de sus mayores éxitos, "E.T. El extraterrestre - E.T., 1982". Sin embargo, como ya comentaremos más tarde, parece ser que la relación entre Hooper y Spielberg no fue tan distendida como se pretendía sino que, además de por la propia calidad de la película, "Poltergeist" hoy en día es recordada por no tener claro del todo a quién corresponde en realidad la autoría de la misma. No obstante, para no adelantarnos a los acontecimientos, comenzaremos por detallar su argumento.


    La familia Freeling se ha trasladado a una nueva casa, construida en un tranquilo barrio, junto a sus hijos. Sin embargo, un bien día, comienzan a suceder extraños fenómenos -los muebles se mueven solos, los alimentos parecen cobrar vida, se escuchan extrañas voces...- para los que no encuentran explicación racional. Dado que, al principio, tampoco son cosas que llamen excesivamente la atención, no le dan demasiada importancia. No obstante, cuando la hija pequeña, Carol Ann (O'Rourke), empiece a sentir más próximas esas "presencias", los Freeling decidirán pedir ayuda a una extraña mujer llamada Tangina (Rubinstein). Las cosas empeorarán cuando Carol Ann desaparezca misteriosamente, víctima de esas fuerzas extrañas que parecen haberse asentado en la casa de los Freeling.


    Uno de los elementos que hacen de "Poltergeist" una película casi de culto dentro del género fantástico y, en particular, de los años ochenta, es lo original de su propuesta, combinado con unos efectos especiales de primer orden. Yendo por partes, tanto el argumento como el guión de "Poltergeist" seduce por el misterio que lleva implícito. Así pues, a pesar de que se empiecen a suceder los fenómenos extraños, el espectador no descubre hasta el tercio final de la cinta qué es lo que los provoca. Sin embargo, sí que acompaña a los personajes durante la pesadilla en la que se ven inmersos por motivos que no llegan a comprender.


    En este segundo punto es donde entran en juego los efectos especiales. Las sucesiones de estos fenómenos inexplicables desde un punto de vista racional, comienzan a incrementarse tanto en frecuencia como en violencia. Memorables son las secuencias iniciales en las que ciertos espíritus parecen ponerse en contacto con la niña pequeña a través del televisor (de hecho, Carol Ann casi puede tocarlos), hasta casi abducirla por completo, así como el momento en que la niña es definitivamente secuestrada por esas fuerzas misteriosas a través del armario de su habitación (magistral la secuencia en la que un espíritu monstruoso flanquea la puerta para evitar que nadie pueda entrar a rescatar a la pequeña). Del mismo modo, otro de los momentos que más llaman la atención es la secuencia en la que un árbol parece querer "comerse" a uno de los hijos.


    Otro de los aciertos de "Poltergeist" es que cuenta con un ritmo in crescendo en cuanto a las apariciones fantasmales, que alcanza su punto álgido en el momento en que, al final de la cinta, la familia al completo debe hacer frente a la maldición que se ha cernido sobre su casa, observando aterrados cómo su casa parece absorberse a sí misma hasta casi desaparecer. Sin duda, toda esa secuencia final, combinada con los trucajes de efectos especiales y la sensacional banda de Jerry Goldsmith, le ponen la guinda final a una de las producciones de cine fantástico más logradas de la década de los ochenta.


    Por desgracia, además de por sus numerosas virtudes como film, "Poltergeist" ha sido también recordada por los constantes enfrentamientos surgidos entre su todopoderoso productor y el director de la cinta, de quien se dice que llegó a abandonar la post producción de la misma para que Spielberg se pudiera hacer cargo sin problemas de forma no acreditada. No obstante, más allá de estos hechos, de lo que no cabe duda es de que "Poltergeist" se trata de un excelente largometraje que combina terror y ciencia ficción, y que entretiene con la misma facilidad con la que consigue atraer la atención del espectador. "Poltergeist" es una recomendable película de género fantástico a reivindicar.



  • MR. HYDE DICE:

  • Sí que está guapa, sí. Hace ya unos años que la vi, pero aún guardo en la memoria ese regusto agradable que dejan las pelis que viste hace tiempo y que no te importaría volver a ver. Es cierto que ya tiene sus años, y que hay algunas cosas que, si las hicieran hoy en día, estarían hechas con efectos especiales mucho más acojonantes, y que darían cien veces más canguelo que las que aparecen en la peli. Pero "Poltergeist" tampoco parece que quiera ser muy revolucionaria en nada, sino contar una historia malrollera con cierto sentido común dentro de lo fantástico -a ver, está claro que todo es irreal y que no pasa en el mundo de verdad, pero por lo menos no pretende dárselas de real como sí quiere hacer esa mierda pinchada en un palo que es "Paranormal activity - Paranormal activity, 2007"-, y que hace que te pases pegado a la butaca hasta el final.


    Es más, incluso recordando ahora alguna parte de la peli, sí que me moló muchísimo el momento en que el armario se "traga" a la niña, o como cuando otro de los hijos empieza a rebotar por las paredes de su habitación (algo así como lo que dejaba flipado a Johnny Depp en la primera parte de "Pesadilla en Elm Street") y, por supuesto, toda la parte del final, cuando unas cuantas calaveras -no diremos de qué ni de quién para no jorobar la sorpresa- empiezan a salir del suelo, como cavando una fosa gigante a la entrada. Y, para rematar, "Poltergeist" no es sólo una peli de efectos especiales a cascoporro con una historia de mierda, sino que el argumento se preocupa lo suficiente como para hacer que no puedas apartar la mirada ni un solo minuto. Además, si a eso unes a la vidente esa tapón de metro y medio y el yuyu que te dan las cosas que le pasan a la pobre cría pequeña, "Poltergeist" acaba ya siendo una peli cojonuda para pasar un rato con las manos apretadas y, por qué no decirlo, de lo más divertido.


    Se ve que como la peli tuvo bastante éxito, unos años después hicieron un par de parte. Bueno, pues ya os digo que de la segunda, sólo merecen la pena un par de escenas así en plan rollo paranormal como tiene la primera (una pista: ni os imagináis lo que le puede pasar a un chaval con su aparato dental); Y de la tercera parte, ahorraros el tiempo, que no es tan mala como se podría pensar, pero si la comparas con las otras -sobretodo con la primera- se te cae el alma a los pies. Ah, y hablando de momentos marrolleros, quedaos con ese momento en que uno de los protagonistas se pone delante de un espejo y empieza a tocarse la cara. No os digo más, jeje. Eso sí, si la veis con alguien un poco susceptible a las escenas de canguelo, decidle que cierre los ojos, u os clavará las uñas en el brazo, o tendrá pesadillas durante toda la noche. Sólo deciros que se parece mucho a lo que le pasaba a James Woods en aquella peli en la que podía sacar cosas de la misma tele. Así que ya sabéis: "Poltergeist" mola, es una de las pelis clásicas de los ochenta de ciencia ficción y merece la pena verla. Y recordad: "Ya están aquíííííííí".



    lunes, 21 de noviembre de 2011

    CINE CLÁSICO: "EL HALCÓN MALTÉS"



    TÍTULO: EL HALCÓN MALTÉS

    DIRECTOR: JOHN HOUSTON

    REPARTO: HUMPFREY BOGART, MARY ASTOR, GLADYS GEORGE, PETER LORRE, JEROME COWAN,SYDNEY GREENSTREET

    DURACIÓN: 96 min.

    AÑO: 1941

    GÉNERO: POLICIACO

  • EL DR. JEKYLL DICE:

  • Esta mañana, leía un artículo publicado en un periódico de tirada nacional en el que hacían un rápido pero interensate recorrido por el tipo de figuras masculinas y femeninas que han inundado durante más de cien años las películas que se han ido produciendo y que, para generaciones enteras han supuesto un ideal en cuanto a belleza, destreza, elegancia, etc. Y, precisamente, en el primero de los grupos, se destacaban cualidades de grandes intérpretes clásicos como la elegancia de Cary Grant, la destreza de Errol Flynn o la dureza de antihéroes como Clark Gable o Humprey Bogart. Acerca de éstos dos últimos (y, en especial, más acerca del segundo que del primero) destacaban lo curioso que era que, a pesar de no tener unos rostros "bonitos" -en los términos en los que catalogaban al resto de los actores-, poseían un atractivo único para encarnar papeles que no sólo les iban como anillo al dedo, sino también para los que parecían haber nacido. Desde luego, en lo que a Bogart concierne, no ha habido ni parece que vaya a haber otro actor en la historia del cine capaz de encarnar al "sabueso" duro y rudo como lo hizo él. Y, a pesar de que haya dejado buena muestra de ello en sus numerosas películas, es, casi con toda probabilidad, en "El halcón maltés" donde mejor muestra da de ello -incluso me atrevería a añadir también a "El sueño eterno - The big sleep, 1946" en el mismo grupo, pero eso ya lo comentaremos en otra ocasión.


    Samuel Spade (Bogart) es el responsable, junto a un socio, Miles (Cowan), de una agencia de detectives privados en San Francisco. Cuando una misteriosa mujer llamada Brigid (Astor) acude a ellos para pedirles que busquen a su hermana, quien ha desaparecido después de haber estado filtreando con un extraño palyboy inglés. Inicialmente, es Miles quien se hace cargo del caso pero, cuando es misteriosamente asesinado, Sam tomará el relevo para averiguar tanto quién mató a su socio como para resolver el caso que se les había encargado. No tardará en hacer acto de presencia un orondo hombre llamado Kasper Gutman (Greenstreet), quien informará a Sam de que todo el embrollo en el que se ha visto metido tiene por objeto recuperar una valiosa figura llamada "el halcón maltés".


    Como adelantábamos en la introducción, "El halcón maltés" es un vehículo diseñado específicamente para cumplir, a grandes rasgos, dos objetivos. El primero, hacer una película policiaca y de intriga entretenida, punto que cumple con creces (durante su ajustada duración, Houston a penas pierde el tiempo con diálogos innecesarios que alarguen la acción más de lo necesario), al contar con un guión tan agudo como interesante -acertadísimo convertir el McGuffin de la función en una pequeña figura con forma de ave de la que casi nadie a penas sí sabe cosas-. El segundo, encumbrar a Bogart como la figura del detective privado por excelencia a la que nos referíamos al comienzo. Por fortuna, en "El halcón maltés", ambos objetivos se cumplen a la perfección.



  • MR. HYDE DICE:

  • Esto sí que es cine negro clásico como Dios manda. Detectives más chulos que un ocho, asesinatos, mujeres fatales (aunque aquí son un pelín más “fatal”, y no en el sentido metafórico del término) y objetos secretos de los que nadie quiere hablar pero que todo el mundo pierde el culo por tener. No es que sea la leche de todas las pelis de cine negro que he visto, pero sí una de las que más me han entretenido.


    Porque "El halcón maltés", más que una buena película, es una peli entretenida. El problema que tiene es que todo está preparado como una especie de mecanismo de reloj calculado en exceso. Sé que dicho así parece una de las súper frases que se suelta el de arriba, así que a ver si me explico un poco más. La historia, lo que hacen los personajes, la forma de comportarse, cómo se solucionan las cosas… todo eso te lo enseñan de una forma que da la sensación de que está preparado de antemano, de que no les está pasando de verdad (al fin y al cabo, lo que uno quiere cuando va a ver una peli es creerse lo que le están contando, aunque haya naves espaciales y todo eso). Y esa especie de teatralidad pues como que le quita un poco de gracia al asunto. Ahí ves que deciden el destino de más de un personaje como quien comenta el partido del sábado (Bogart y el gordo mafioso acuerdan cargarle el muerto de un asesinato a uno de los matones del gordo como si aquel no pintara una mierda y, cuando protesta, dos guantazos y arreglado). Otro ejemplo es el de la chica de la película: el que no vea a la legua que la tipa miente más que habla cuando trata de engatusar a Bogart, es que necesita despabilar un poco (por suerte, el amigo Humpfrey también lo arregla explicándole la situación a la muchacha a modo de revés in the face).


    De todas, formas, también es verdad que esto son inconvenientes muy mínimos para disfrutar de la peli. Entre que dura poco y que no se anda por las ramas para contar la historia, se te pasa la hora y media que dura en un suspiro. Además, el ritmo que tiene, para tratarse de cine clásico, que suele ser más normal que se recreen en el arte, está muy bien dosificado, por lo que tienes que prestar atención sin despistarte, porque con el desfile de personajes y pistas que va dando cada uno de ellos, o lo pillas al vuelo, o necesitas que te lo expliquen (o rebobinas hacia atrás para enterarte del asunto). Pero vamos, que merece la pena verla, aunque sólo sea para ver qué entendían hace la pera de años por “ser un tipo duro”. Yo, con estas pelis así tipo gangsters y detectives privados me lo paso pipa.















    domingo, 20 de noviembre de 2011

    CINE A DESCUBRIR: "PROFESOR HOLLAND"


    TÍTULO: PROFESOR HOLLAND

    DIRECTOR: STEPHEN HEREK

    REPARTO: RICHARD DREYFUSS, GLENNE HEADLY, OLYMPIA DUKAKIS, JAY THOMAS, WILLIAM H. MACY

    DURACIÓN: 130 min.

    AÑO: 1995

    GÉNERO: DRAMA

  • EL DR. JEKYLL DICE:

  • Durante los últimos años, ha sido frecuente en Hollywood la realización de largometrajes cuyas temáticas se han centrado, desde las más diversas perspectivas, en la enseñanza, dando lugar a lo que hoy se podría definir como “películas de alumnos y profesores”. En la mayoría de estos casos, sus argumentos suelen girar en torno a las dificultades iniciales que tienen los docentes para hacerse tanto con el control de su clase, como con el respeto de sus problemáticos alumnos, y a las tribulaciones que sufren para poder transmitirles sus conocimientos. De esta forma, uno de los primeros –y más famosos- films que trataron este tema fue “Rebelión en las aulas –To Sir, with love, 1967”, en el que Sidney Portier se las tenía que ver con un grupo de alumnos rebeldes, de quienes iba poco a poco ganándose la confianza, hasta el extremo de que éstos terminaban por apreciarle lo suficiente como para lamentar su partida. Tras el éxito cosechado por este largometraje, se comenzaron a suceder todo tipo de películas similares: buenas (“El club de los poetas muertos – Dead poets society, 1989”), no tan buenas (“El rector –The principal“), y burdas imitaciones de las anteriores (“Mentes peligrosas – Dangerous minds, 1995”, “Déjate llevar - Take the lead, 2006”). Por ello, sorprendió cuando un modesto film llamado “Profesor Holland”, protagonizado por actores conocidos aunque, para nada, súper estrellas, consiguió colarse entre los más taquilleros de la temporada, fueron muchos los que se interesaron por descubrir qué tenía de nuevo este largometraje que no se hubiera contado ya antes. La respuesta se encuentra tanto en su historia como en su reparto y, por encima de todo, en su banda sonora.


    “Profesor Holland” cuenta la historia de Glen Holland (Dreyfuss), quien comienza a dedicarse a la enseñanza musical en un instituto para poder ganar el suficiente dinero que le permita a él y su mujer, Iris (Headley) vivir holgadamente, mientras él dedica su tiempo libre a componer. No obstante, Glen no disfruta lo más mínimo con este trabajo, puesto que no consigue sintonizar con sus estudiantes, ni conseguir que éstos aprendan lo más mínimo. Sin embargo, poco a poco comienza a ganarse el aprecio de los muchachos, y lo que comienza siendo un trabajo temporal se acaba convirtiendo en su forma de vida, sobretodo a raíz del nacimiento de su hijo Cole, a quien Glen pretende inculcarle su amor por la música. Sin embargo, una serie de sucesos relacionados con su hijo harán que cambie drásticamente tanto su vida como la de su mujer.


    “Profesor Holland” está dividida en tres partes, cada una de las cuáles corresponde a diferentes etapas de la vida del protagonista: el film da comienzo en los años sesenta con su inicio en la enseñanza y nacimiento de su hijo, pasando por la madurez –y problemas con su hijo y replanteamiento de ciertos valores familiares-, hasta la vejez en el momento actual. Durante ese periodo de tiempo, la vida de Glen Holland es compartida por el espectador, que asiste a la progresiva transformación del personaje. Hasta aquí, la película parecería una combinación de biopicy drama sin mayores complicaciones Pero, como indicábamos al comienzo, hay una serie de elementos que consiguen convertir a “Profesos Holland” en una película maravillosa.


    En primer lugar, la historia. “Profesor Holland” habla de una buena persona, golpeada por una serie de imprevistos del destino, ante los cuáles el protagonista sufre, pero consigue superarlos de mejor o peor forma gracias a su familia y al amor que les profesa. Y, como suele suceder en estos casos, a la platea le gusta disfrutar con estos argumentos de superación personal y redención, por lo que, a pesar de su duración, el largometraje cautiva desde su comienzo. Además, el guión se preocupa lo suficiente por resultar novedoso como para no centrar su trama exclusivamente en las vicisitudes del profesor, sino que también introduce historias secundarias, como las que se refieren a los diferentes estudiantes a los que enseña (el chaval que necesita aprender a tocar el tambor para seguir en el equipo de rugby, la chica que se siente una inútil por no destacar en algo como el resto de su familia, etc.). Y, como apuntamos, cada uno de estos episodios, en lugar de entorpecer el ritmo y la narración de la película, lo que consigue es complementarlo.


    En segundo lugar, las interpretaciones. El papel que interpreta Richard Dreyfuss requería de una serie de matices de lo más variado (no en vano, el film recorre casi cincuenta años de la vida del protagonista), que el oscarizado actor aporta de forma admirable. En ocasiones, Dreyfuss únicamente necesita una simple mirada para transmitir la emoción pertinente: tristeza, desconcierto, duda, satisfacción… Al respecto, destacan momentos como la primera clase que da después de averiguar el problema que tiene su hijo, o el rostro de emoción contenida ante la despedida del instituto. Asimismo, Glenne Headley no se queda atrás, y le aguanta la réplica a Dreyfuss con asombrosa fuerza (atención al momento en que, derrumbada en la cocina de su casa, le grita a su marido cómo lamenta no poder decirle a su hijo que le quiere), aportando así a su personaje el equilibrio que requiere la historia.


    En tercer y último lugar, la banda sonora. El tristemente fallecido Michael Kamen realiza para “Profesor Holland” una de sus mejores partituras –si no, la mejor-, hecho que también era de suponer si se tiene en cuenta que el argumento no hace sino girar alrededor del anhelo de un hombre por crear una pieza de música. Así pues, temas como Cole’s Tune o la celebradísima An American Symphony no son sino la muestra definitiva del maestro que era Kamen, de lo hermosa que podía llegar a ser su música y, sobretodo, de lo perfectamente bien que es capaz de hacerla casar con las imágenes y con la historia que se cuenta en la película (de nuevo, atención al segmento centrado en Rowena, la muchacha a la que Glenn da el papel protagonista en una obra musical para el instituto).


    En resumidas cuentas, “Profesor Holland” es una película maravillosa, llena de buenas intenciones y mejores valores, que destaca tanto por la belleza de su música como por lo agradable de un relato que es capaz de emocionar a cualquier tipo de público. Recomendable para todo tipo de público. Unauténtico placer a descubrir.



  • MR. HYDE DICE:

  • Pues sí, sin que sirva de precedente, estoy completamente de acuerdo con Jekyll. No puedo sino decir cosas buenas de esta peli –de hecho, es una de mis favoritas-. “Profesor Holland” es una preciosidad, una pasada. De hecho, hace poco sentí algo parecido al ver otra peli –“Criadas y señoras – The help, 2011”- que, a pesar de tener una temática totalmente diferente, tiene esa especie de buen rollo que hace que te interese la historia desde el principio, y que te sientas emocionado por completo con lo que le va pasando a la peña que sale.


    “Profesor Holland”, para ser una peli sobre un profesor de música, es larguita, que dura algo más de dos horas, y eso teniendo en cuenta de qué va, a veces es casi un inconveniente. Pues ya os digo que no se hace nada pesada, sino que te pasas emocionado casi todo el rato. De entrada, el profesor de turno las pasa canutas por una serie de cosas que tampoco vamos a contar ahora para no cagarle la película a nadie. Pero vamos, que el pobre hombre las pasa putas con creces. Y, a pesar de ello, y de algún que otro cabreo que se coge el colega (al fin y al cabo, tampoco es que el pobre hombre sea de piedra), consigue salir de ello con la mejor de las intenciones, y con el apoyo incondicional de su familia y amigos (cojonudo el profesor de gimnasia). Es más, durante toda la película ves que no para de intentar sacar un rato de donde puede para componer su particular sinfonía y que, por mucho que lo intenta, siempre hay alguna otra cosa que se le cruza por medio.


    Aparte, hay un par más de cosas que me gustan mucho de “Profesor Holland”. Una es que veo que el pollo tiene una serie de valores a los que es fiel de cabo a rabo, por muchas tentaciones que se le pongan a tiro, y por muy jodidas que sean las complicaciones que tiene en su casa (agüita con el episodio del hijo). Pero, a pesar de todo eso, ves que el tío tira p’alante con un par de huevos, y bien contento de haberlo hecho. Lo otro que me gusta es que, si se ve con un poco de perspectiva, la película es como una especie de “recompensa” al personaje por una vida bien llevada. Por eso emocionan tanto sus últimos diez minutos (desde que Holland entra al auditorio hasta que termina la peli) y, cuando acaba, tienes esa sensación en la mente de que te ha gustado tanto.


    En fin, que la peli está guapísima, que os la recomiendo. Además, si tenéis ocasión de pillaros la banda sonora, no lo dudéis, que es de esas que merece la pena escuchar tumbado en el sofá de casa y con los ojos cerrados, porque es preciosa. De hecho, creo que es de las pocas bandas sonoras que le llegué a grabar alguna vez a alguien en cassette (¿os acordáis de aquello?). Espero que la amiga a quien se lo grabé, siga disfrutando de ella, entre circuito y circuito. Genial, estupenda.