domingo, 20 de noviembre de 2011

CINE A DESCUBRIR: "PROFESOR HOLLAND"


TÍTULO: PROFESOR HOLLAND

DIRECTOR: STEPHEN HEREK

REPARTO: RICHARD DREYFUSS, GLENNE HEADLY, OLYMPIA DUKAKIS, JAY THOMAS, WILLIAM H. MACY

DURACIÓN: 130 min.

AÑO: 1995

GÉNERO: DRAMA

  • EL DR. JEKYLL DICE:

  • Durante los últimos años, ha sido frecuente en Hollywood la realización de largometrajes cuyas temáticas se han centrado, desde las más diversas perspectivas, en la enseñanza, dando lugar a lo que hoy se podría definir como “películas de alumnos y profesores”. En la mayoría de estos casos, sus argumentos suelen girar en torno a las dificultades iniciales que tienen los docentes para hacerse tanto con el control de su clase, como con el respeto de sus problemáticos alumnos, y a las tribulaciones que sufren para poder transmitirles sus conocimientos. De esta forma, uno de los primeros –y más famosos- films que trataron este tema fue “Rebelión en las aulas –To Sir, with love, 1967”, en el que Sidney Portier se las tenía que ver con un grupo de alumnos rebeldes, de quienes iba poco a poco ganándose la confianza, hasta el extremo de que éstos terminaban por apreciarle lo suficiente como para lamentar su partida. Tras el éxito cosechado por este largometraje, se comenzaron a suceder todo tipo de películas similares: buenas (“El club de los poetas muertos – Dead poets society, 1989”), no tan buenas (“El rector –The principal“), y burdas imitaciones de las anteriores (“Mentes peligrosas – Dangerous minds, 1995”, “Déjate llevar - Take the lead, 2006”). Por ello, sorprendió cuando un modesto film llamado “Profesor Holland”, protagonizado por actores conocidos aunque, para nada, súper estrellas, consiguió colarse entre los más taquilleros de la temporada, fueron muchos los que se interesaron por descubrir qué tenía de nuevo este largometraje que no se hubiera contado ya antes. La respuesta se encuentra tanto en su historia como en su reparto y, por encima de todo, en su banda sonora.


    “Profesor Holland” cuenta la historia de Glen Holland (Dreyfuss), quien comienza a dedicarse a la enseñanza musical en un instituto para poder ganar el suficiente dinero que le permita a él y su mujer, Iris (Headley) vivir holgadamente, mientras él dedica su tiempo libre a componer. No obstante, Glen no disfruta lo más mínimo con este trabajo, puesto que no consigue sintonizar con sus estudiantes, ni conseguir que éstos aprendan lo más mínimo. Sin embargo, poco a poco comienza a ganarse el aprecio de los muchachos, y lo que comienza siendo un trabajo temporal se acaba convirtiendo en su forma de vida, sobretodo a raíz del nacimiento de su hijo Cole, a quien Glen pretende inculcarle su amor por la música. Sin embargo, una serie de sucesos relacionados con su hijo harán que cambie drásticamente tanto su vida como la de su mujer.


    “Profesor Holland” está dividida en tres partes, cada una de las cuáles corresponde a diferentes etapas de la vida del protagonista: el film da comienzo en los años sesenta con su inicio en la enseñanza y nacimiento de su hijo, pasando por la madurez –y problemas con su hijo y replanteamiento de ciertos valores familiares-, hasta la vejez en el momento actual. Durante ese periodo de tiempo, la vida de Glen Holland es compartida por el espectador, que asiste a la progresiva transformación del personaje. Hasta aquí, la película parecería una combinación de biopicy drama sin mayores complicaciones Pero, como indicábamos al comienzo, hay una serie de elementos que consiguen convertir a “Profesos Holland” en una película maravillosa.


    En primer lugar, la historia. “Profesor Holland” habla de una buena persona, golpeada por una serie de imprevistos del destino, ante los cuáles el protagonista sufre, pero consigue superarlos de mejor o peor forma gracias a su familia y al amor que les profesa. Y, como suele suceder en estos casos, a la platea le gusta disfrutar con estos argumentos de superación personal y redención, por lo que, a pesar de su duración, el largometraje cautiva desde su comienzo. Además, el guión se preocupa lo suficiente por resultar novedoso como para no centrar su trama exclusivamente en las vicisitudes del profesor, sino que también introduce historias secundarias, como las que se refieren a los diferentes estudiantes a los que enseña (el chaval que necesita aprender a tocar el tambor para seguir en el equipo de rugby, la chica que se siente una inútil por no destacar en algo como el resto de su familia, etc.). Y, como apuntamos, cada uno de estos episodios, en lugar de entorpecer el ritmo y la narración de la película, lo que consigue es complementarlo.


    En segundo lugar, las interpretaciones. El papel que interpreta Richard Dreyfuss requería de una serie de matices de lo más variado (no en vano, el film recorre casi cincuenta años de la vida del protagonista), que el oscarizado actor aporta de forma admirable. En ocasiones, Dreyfuss únicamente necesita una simple mirada para transmitir la emoción pertinente: tristeza, desconcierto, duda, satisfacción… Al respecto, destacan momentos como la primera clase que da después de averiguar el problema que tiene su hijo, o el rostro de emoción contenida ante la despedida del instituto. Asimismo, Glenne Headley no se queda atrás, y le aguanta la réplica a Dreyfuss con asombrosa fuerza (atención al momento en que, derrumbada en la cocina de su casa, le grita a su marido cómo lamenta no poder decirle a su hijo que le quiere), aportando así a su personaje el equilibrio que requiere la historia.


    En tercer y último lugar, la banda sonora. El tristemente fallecido Michael Kamen realiza para “Profesor Holland” una de sus mejores partituras –si no, la mejor-, hecho que también era de suponer si se tiene en cuenta que el argumento no hace sino girar alrededor del anhelo de un hombre por crear una pieza de música. Así pues, temas como Cole’s Tune o la celebradísima An American Symphony no son sino la muestra definitiva del maestro que era Kamen, de lo hermosa que podía llegar a ser su música y, sobretodo, de lo perfectamente bien que es capaz de hacerla casar con las imágenes y con la historia que se cuenta en la película (de nuevo, atención al segmento centrado en Rowena, la muchacha a la que Glenn da el papel protagonista en una obra musical para el instituto).


    En resumidas cuentas, “Profesor Holland” es una película maravillosa, llena de buenas intenciones y mejores valores, que destaca tanto por la belleza de su música como por lo agradable de un relato que es capaz de emocionar a cualquier tipo de público. Recomendable para todo tipo de público. Unauténtico placer a descubrir.



  • MR. HYDE DICE:

  • Pues sí, sin que sirva de precedente, estoy completamente de acuerdo con Jekyll. No puedo sino decir cosas buenas de esta peli –de hecho, es una de mis favoritas-. “Profesor Holland” es una preciosidad, una pasada. De hecho, hace poco sentí algo parecido al ver otra peli –“Criadas y señoras – The help, 2011”- que, a pesar de tener una temática totalmente diferente, tiene esa especie de buen rollo que hace que te interese la historia desde el principio, y que te sientas emocionado por completo con lo que le va pasando a la peña que sale.


    “Profesor Holland”, para ser una peli sobre un profesor de música, es larguita, que dura algo más de dos horas, y eso teniendo en cuenta de qué va, a veces es casi un inconveniente. Pues ya os digo que no se hace nada pesada, sino que te pasas emocionado casi todo el rato. De entrada, el profesor de turno las pasa canutas por una serie de cosas que tampoco vamos a contar ahora para no cagarle la película a nadie. Pero vamos, que el pobre hombre las pasa putas con creces. Y, a pesar de ello, y de algún que otro cabreo que se coge el colega (al fin y al cabo, tampoco es que el pobre hombre sea de piedra), consigue salir de ello con la mejor de las intenciones, y con el apoyo incondicional de su familia y amigos (cojonudo el profesor de gimnasia). Es más, durante toda la película ves que no para de intentar sacar un rato de donde puede para componer su particular sinfonía y que, por mucho que lo intenta, siempre hay alguna otra cosa que se le cruza por medio.


    Aparte, hay un par más de cosas que me gustan mucho de “Profesor Holland”. Una es que veo que el pollo tiene una serie de valores a los que es fiel de cabo a rabo, por muchas tentaciones que se le pongan a tiro, y por muy jodidas que sean las complicaciones que tiene en su casa (agüita con el episodio del hijo). Pero, a pesar de todo eso, ves que el tío tira p’alante con un par de huevos, y bien contento de haberlo hecho. Lo otro que me gusta es que, si se ve con un poco de perspectiva, la película es como una especie de “recompensa” al personaje por una vida bien llevada. Por eso emocionan tanto sus últimos diez minutos (desde que Holland entra al auditorio hasta que termina la peli) y, cuando acaba, tienes esa sensación en la mente de que te ha gustado tanto.


    En fin, que la peli está guapísima, que os la recomiendo. Además, si tenéis ocasión de pillaros la banda sonora, no lo dudéis, que es de esas que merece la pena escuchar tumbado en el sofá de casa y con los ojos cerrados, porque es preciosa. De hecho, creo que es de las pocas bandas sonoras que le llegué a grabar alguna vez a alguien en cassette (¿os acordáis de aquello?). Espero que la amiga a quien se lo grabé, siga disfrutando de ella, entre circuito y circuito. Genial, estupenda.