lunes, 9 de mayo de 2011

CINE CLÁSICO: "DÍAS DE VINO Y ROSAS"



TÍTULO: DÍAS DE VINO Y ROSAS

DIRECTOR: BLAKE EDWARDS

REPARTO: JACK LEMMON, LEE REMICK, CHARLES BICKFORD, ALAN HEWITT

DURACIÓN: 117 min.

AÑO: 1962

GÉNERO: DRAMA


  • EL DR. JECKYLL DICE:

Desde luego, pocos podrían creer que el genio de la comedia detrás de magníficas películas como "Desayuno con diamantes - Breakfast at Tiffany's, 1961", "La pantera rosa - The pink panther, 1964" o "La carrera del siglo - The great race, 1965" fuera capaz de realizar, unos pocos años antes, una película tan sólida y demoledora como la que hoy nos ocupa.


"Días de vino y rosas" es una película clara y directa, que golpea en el corazón del espectador, haciendo que la problemática que plantea el film (el alcoholismo), se convierta, por unos instantes, en la contemplación de un dilema grave, ante el cuál no hay cabida alguna para la mofa, la broma o la parodia. En esta ocasión, Edwards no se sirve del típico borrachín que sí hace acto de presencia en otras de sus películas ("El guateque - The party, 1968", por ejemplo, es un simpático caso de ello) y que resulta cómico de contemplar. Aquí, la historia es cruda por el tremendo realismo con el que está plasmada.


Todo comienza cuando Joe, que es responsable de un departamento publicitario de una gran empresa norteamericana (Lemmon) conoce en una fiesta a Kirsten, una guapa secretaria de la misma empresa (Remick). A pesar de llevar alguna copa de más encima, Joe le cae simpático a Kirsten y viceversa, por lo que el romance entre ambos no se hace esperar mucho. Sin embargo, su relación deviene cada vez más problemática a causa del incipiente alcoholismo de Joe. Pero lo peor no es el problema de Joe, sino que Kirsten, ya convertida en su mujer, queriendo librar a su marido de las garras del alcoholismo, se ve arrojada al mismo mundo de pesadilla.


Como ya comentaba antes, "Días de vino y rosas", a pesar de contar con alguna que otra broma lograda y simpática (especialmente durante el primer tercio del film, cuando los personajes se conocen y comienzan a filtrear), es un drama con mayúsculas. No se anda con tapujos a la hora de mostrar las consecuencias del descontrol que provoca esta enfermedad.


No obstante, si resulta tan impactante esta película no es sólo por la mano maestra de Blake Edwards, sino por la impresionante actuación de Jack Lemmon y Lee Rmick, simplemente insuperables en sus respectivos papeles de marido alcohólico y sufrida y vulnerable esposa. Nunca he ocultado mi opinión de que Jack Lemmon ha sido el mejor actor de la historia del cine (a pesar de los Brandos, De Niros y Pacinos de turno) pero es que, en este caso, pocos son los adjetivos que uno puede encontrar para alabar su performance. Basta recordar secuencias como la que tiene lugar en el invernadero de su suegro, donde Lemmon, borracho perdido, ha escondido una botella de alcohol en el interior de una maceta pero, al no recordar en cuál, acaba destrozándolo prácticamente todo. Sólo esa escena es digna del más aclamado aplauso.


Pero sería injusto dejar de lado la interpretación de Remick. La degradación física y mental que aporta a su personaje quita el aliento. Para el caso, me viene a la memoria la secuencia del final de la película, en la que aporta una fuerza a un personaje deshecho por las circunstancias capaz de encogerle el corazón al más templado.


"Días de vino y rosas" es una película de la que poder aprender, casi necesaria de ver. Especialmente en días en que parece que el "botellón" está de moda, y quienes participan en ellos no parecen conscientes de que están participando en un peligroso juego del que la salida es muy complicada. Y quien no me crea, que vea esta película, que dice verdades como puños a pesar de tener más de cincuenta años. Hay algunos hechos que no dejan de ser ciertos, por muy rodados en blanco y negro que estén.



  • MR HYDE DICE:

Me gustaría que la película escogida para hoy me permitiera sacar mi lado más jocoso y cachondo. Pero me temo que no soy tan cabrón. Esta es una peli cojonuda y brutal, así de clarito. Y lamento si quienes se divierten con mis comentarios habituales hoy se sienten un poco más defraudados (a ver si mañana Jeckyll está más inspirado para elegir algo que me permita volver a mi terreno).


Por lo que respecta a "Días de vino y rosas", recuerdo que, tras acabar de verla, lo primero que sentí fue una especie de rabia contenida que ojalá hubiera podido liberar metiéndome en la película y dándoles de leches a los protagonistas hasta que se me derritiera la mano. Os lo juro nenes, no soy violento de naturaleza, pero esa sensación de corazón encogido os aseguro que no mola un duro. Ver cómo un par de gilipollas que lo tienen prácticamente todo (una buena casa, un empleo estupendo, un hijo pequeño, son guapetes, etc.) se joden la vida por darle al codo... en fin, pues eso, que me pone negro.


Lo que no quita para que no olvidemos que estamos ante una película aunque, bien es cierto, que refleja el infierno en el que viven muchas personas a lo largo y ancho del mundo. Sobre las actuaciones, pues qué quieren que les diga, que son merecedoras de todas las alabanzas habidas y por haber. Que Lemmon, un payasete de lo más simpático capaz de interpretar tanto a un contrabajista que se traviste para que no lo dejen seco de un tiro ("Con faldas y a lo loco - Some like it hot, 1959"), como a un vecino hipocondríaco ("La extraña pareja - The odd couple, 1968"), o a un padre en busca de su hijo desaparecido durante la dictadura de Pinochet ("Desaparecido - Missing, 1982"), es digno de todos los premios del mundo mundial. Y, por su parte, Lee Remick (especialmente recordada por su interpretación de madre del malévolo niño en "La profecía - The omen, 1976"), da una lección de actuación a la mitad de las señoras/señoritas/otras-criaturas-que-se-consideran-actrices-y-no-tienen-ni-papa-de-lo-que-es-actuar.


Por favor, van esta película. Y si no están de acuerdo con algo de lo que les he dicho (aparte de mencionarlo en algún comentario, que siempre se agradece), lo discutiré encantado con ustedes.