DIRECTORES: MIKE MCCOY, SCOTT WAUGH
REPARTO: NÉSTOR SERRANO, JEFFREY BARNACHEA, ALEX VEADOF, JASON COTLE, ROSELYN SÁNCHEZ, KENNY CALDERÓN, DIMITER MARINOV, EMILIO RIVIERA
DURACIÓN: 110 min.
AÑO: 2011
GÉNERO: ACCIÓN
Los directores Mike McCoy y Scott Waugh, siguiendo aquel principio de "yo me lo guiso, yo me lo como", se las han ingeniado por aplicar toda su experiencia adquirida como coordinadores de stunts y directores de segunda unidad de algunas de las películas de acción más exitosas de los últimos años a una curiosa producción, centrada en las hazañas de un reducido grupo de élite de los SEAL norteamericanos. Contando con un ajustado presupuesto para lo que son los cánones habituales del género, y con un reparto formado íntegramente por auténticos soldados del ejército estadounidense, "Acto de valor" se ha estrenado con gran éxito (al menos, en su mercado nacional), ofreciendo un curioso cocktail de cine de acción espectacular y adaptación de la estética más propia de los videojuegos tipo shooter que están arrasando en el mercado en este momento.
Tras perpetrar un devastador atentado contra un diplomático americano en Filipinas, y tras ordenar el secuestro de la agente infiltrada Morales (Sánchez) en una organización terrorista controlada por el poderoso Christo (Veadov), un grupo de SEALS recibe la orden de liberar a su compañera, descubrir qué es lo que planeaba Christo, y qué nuevo atentado está a punto de perpetrar de nuevo Abu Shabal (Cottle), un radical extremista de la jihad, dispuesto a lo que sea con tal de sembrar el terror en los Estados Unidos.
A partir de una trepidante puesta en escena, en la línea de las mejores aventuras del agente James Bond (la acción salta de un continente a otro con claridad meridiana y estilo cuidado), "Acto de valor" se ha sido más reconocida por la sencillez presupuestaria con la que ha sido realizada (créanme si les digo que cada dólar invertido en el largometraje luce diez veces más de lo que aparenta), que no por el divertido pasatiempo que representa. No negaré mis prejuicios iniciales antes de entrar a ver la película, pues la consideraba no sólo una caricatura grotesca y descarada destinada a engrandecer un tipo de ejército que me es completamente ajeno, que no un film por el que merecía la pena pasar por taquilla. Por fortuna, "Acto de valor", a pesar de sus más que evidentes limitaciones, resulta ser una de las películas más distraídas que recuerdo haber visto en mucho tiempo. No estamos afirmando que se trate de una buena película, en absoluto. Aunque sí que es admirable que sus máximos responsables no se hayan limitado a orquestar costosísimas secuencias de tiroteos y explosiones destinadas a ocultar la falta de garra de la historia, a pesar de alguna que otra secuencia excelente, como la conversación que mantiene el terrorista Christo con uno de los superiores militares norteamericanos, después de que el yate del primero haya sido tomado por los soldados americanos. En "Acto de valor" parece que no haya movimiento de cámara, recurso narrativo y virguería en el montaje que los directores debutantes no se hayan preocupado por utilizar (ver la cámara subjetiva en las incursiones entre el enemigo, la ralentización de las imágenes -similar a como ocurría en la sobrevalorada "En tierra hostil - The hurt locker, 2009"- para hacer más impresionantes las set piéces de acción, o la utilización de la visión nocturna para retratar alguna secuencia).
Por otra parte, resulta irónico el tremendo varapalo crítico que se le ha dado a un film inofensivo como éste que, al fin y al cabo, como deja bien claro, sólo pretende entretener. Se le ha acusado de patriotismo exacerbado (que lo es), y de no ser otra cosa más que un descarado panfleto en pro del alistamiento de los jóvenes que pasan horas y horas pegados a sus videoconsolas, con el fin de vivir en sus propias carnes las aventuras con las que fantasean de forma virtual. Siendo sinceros, "Acto de valor", aunque sí cae en la trampa de estereotipar hasta el extremo a sus personajes, no contiene más patriotismo que las mucho más inferiores "Top Gun: ídolos del aire - To Gun, 1986" o "Independence day - Independence day, 1996", por poner dos casos. Así pues, da la sensación de que muchos se han olvidado de que, tras el estreno del célebre film en el que Tom Cruise emulaba a un temerario piloto de las fuerzas aéreas norteamericanas, se dispararon las solicitudes de alistamiento en la Marina norteamericana por parte de los jóvenes estadounidenses. Evidentemente, los tiempos han cambiado, y donde antes se veía una distracción aleccionadora sobre las virtudes de la formación militar, ahora se condena la apología de la violencia por parte de las tropas americanas.
En definitiva, ni lo uno ni lo otro. "Acto de valor", puede ser considerada como obra cinematográfica o como producto de entretenimiento. Si se opta por juzgarla de acuerdo con el primer criterio, la experiencia se reduce a una nadería absurda en la que se empalman brillantes secuencias de acción cuyo contenido y razón de ser se desmorona por completo. Ahora bien, si se prefiere considerarla según la segunda posibilidad, a pesar de sus limitaciones como largometraje, no me queda más remedio que admitir que consigue distraer con una efectividad que ya quisieran para sí muchos de los directores actuales más habituales del género como Michael Bay, Tony Scott o Rob Cohen. De esta forma, "Acto de valor" es una película dirigida por completo al público más juvenil y adolescente, capaz de impresionarse con la acción concentrada en el film ya que, los espectadores más maduros, podrán sentirse desbordados por este -estupendo- festival pirotécnico.
Después de ver "Acto de valor" me han quedado claras unas cuantas cosas. La primera, que hay que ver lo bien que duermo sabiendo que las fuerzas armadas norteamericanas están velando todo el día y a todas horas por la seguridad del mundo. ¡Dios bendiga América! La segunda, que nunca se deja atrás a un caído, ni se da por imposible una misión (¡aprende, Tom Cruise!). La tercera, que es un honor descomunal morir por tu país, dejar huérfano de padre a un crío que no te conocerá en la vida, pero que se podrá consolar con la bandera de los Estados Unidos que tu madre tendrá siempre perfectamente doblada en un canapé, junto a un montón de fotos de tu viejo vestido de teniente Arensivia. Y, la cuarta, que nunca pensé que una película que tenía una pinta descomunal de ser una americanada de las más horteras del mundo (que lo es, no os engañéis) pudiera divertirme tanto. Sí, sí, habéis leído bien. "Acto de valor" tiene más patriotismo que ver al Obama cantando el himno nacional en la Casa Blanca con la bandera americana ondeando al fondo, mientras todos los aú-aú le hacen el saludo militar. Pero, por contra, es una de las pelis más entretenidas que he visto últimamente en el cine. Y vaya por delante que esto lo estoy diciendo sin recochineo.
Por supuesto, hay que tener claro que "Acto de valor", más allá de las fronteras de los USA, habrá poca gente a la que le interese. Al menos, por estos lares, la peli tiene un objetivo claro: los miles de chavales que se pasan horas jugando a videojuegos del palo "Call of duty". ¿Que por qué? Muy simple. "Acto de valor" es lo más parecido que he visto en mi vida a un videojuego hecho película. Nada de las mariconadas de "Tomb Raider" o chorradas tan descomunales como "Streetfighter" o "Mortal Kombat". "Acto de valor" les da una lección brutal a todas, porque han conseguido hacer una película que es un videojuego total -cada una de las misiones que tienen que completar los soldados está casi calcada de las que aparecen en un "Call of duty" o en un "Medal of honor" cualquiera-, pero bien hecha, distraída a más no poder, y que consigue atraparte desde el minuto uno. Y cuando digo atraparte lo digo en serio, que ni pestañeas por lo trepidante que es todo.
Claro que, por el contrario, tampoco le pidas peras al olmo. "Acto de valor" sabe que es una distracción cojonuda, muy bien hecha, muy realista y todo lo que tú quieras, pero como te pongas a pensar un poco en lo que es como película, te puede dar un patatús: los actores, serán todo lo buenos soldados que quieras, pero tienen la expresividad de una patata cocida (¿recordáis ese pedazo vídeo de "éste es Chuck Norris sonriendo, y éste es Chuck Norris enfadado" en el que el pollo tenía siempre la misma cara? Pues aquí pasa exactamente lo mismo). Así que lo mejor es quedarse con los momentos que hacen que "Acto de valor" sea algo por lo que merece la pena pagar el precio de una entrada: el atentado del principio de la película a uno de los diplomáticos americanos en Filipinas, el impresionante rescate de la agente Morales de la cabaña esa en la selva en la que la tortura para que cante lo que sabe (son veinte minutos de adrenalina pura), el asalto al poblado mejicano en que están fabricando las bombas de los terroristas, la toma de control del yate del malo ricachón y, por supuesto, todo el final, en pleno corazón corrupto de Méjico. Son los "capítulos" en los que os decía que se podría haber dividido el videojuego, y que no te dejan ni respirar.
Pero, por suerte, "Acto de valor" no se limita a enseñarte esas escenas de acción hechas de maravilla, sino que procura tener más de un detalle para que te des cuenta de que estás viendo una peli diferente a las otras tropecientas de acción parecidas. La forma en que está preparada toda la acción (y donde no importa cómo de rápido se mueve la cámara, sino si es emocionante lo que te están contando o no -toma nota, Paul Greengrass-), cómo no se andan con suavidades a la hora de enseñar lo que pasa cuando un francotirador le vuela la cabeza a un terrorista, o cómo de grandes tienen que tener los tíos estos los cataplines para cumplir su misión pase lo que pase (fijaos cómo consigue uno de los nasíos pa matá que una granada no los reviente a todos).
En fin, que sé que "Acto de valor" puede no parecer la mejor opción para ir al cine este finde, pero os prometo que, si le dais una oportunidad, y la veis con ganas de pasároslo bien, es una película que fijo que encontráis entretenidíííííísima, y que os distrae a lo bestia durante casi dos horas. Y si, además, sois unos frikis de los videojuegos, pues ya ni os digo.