TÍTULO: SIN LÍMITES
DIRECTOR: NEIL BURGER
REPARTO: BRADLEY COOPER, ROBERT DE NIRO, ABBIE CORNISH, ANNA FRIEL
DURACIÓN: 105 min.
AÑO: 2011
GÉNERO: INTRIGA
El director Neil Burger llamó poderosamente la atención cuando, hace unos años, se estrenó su película "El ilusionista - The illusionist, 2006". Tanto la crítica como el público coincidió en que se trataba de una excelente historia realizada con una eficacia ejemplar, cuyo mérito recaía, por derecho propio, en su director. Cinco años después de aquella propuesta, y tras la fallida y casi desconocida "Tipos con suerte - The lucky ones, 2008", ha regresado a la primera división con una historia tremendamente novedosa, y una realización que vuelve a sorprender por su frescura, dinamismo y originalidad.
La película arranca con la presentación de Eddie Morra (Cooper), un auténtico "perdedor" que trata de sobrevivir al día a día como puede. Tiene un contrato para escribir un libro del que apenas ha completado una página, su novia Lindy (Conish) le anuncia que lo abandona, y las deudas lo atosigan de forma agobiante. Un buen día se encuentra con Vernon, el hermano de su ex-mujer quien, tratando de ayudarle, le habla de una nueva droga en forma de pastilla que promete revolucionar el panorama actual. Cada pastilla hace que el individuo que la toma pasa de utilizar el 20% de su cerebro a usar el 100% del mismo. Aunque escéptico al respecto, Eddie prueba una muestra que le dan gratis, notando al instante los efectos de la pastilla: no sólo es capaz de aprender un idioma de oídas, sino que termina el libro de sentada, y se vuelve un experto en el mundo de las finanzas. Sin embargo, el misterioso asesinato de Vernon y el súbito interés que despierta en un tiburón de las finanzas llamado Carl Van Loon (De Niro) le complicará la vida a Eddie, sobre todo cuando un grupo de matones vaya a por él de forma implacable.
Ya desde los títulos de crédito, el espectador intuye que no se encuentra ante una película normal y corriente. Esos planos continuos de Nueva York en los que la cámara avanza como flotando en un sueño son una buena pista de aquello en lo que se acaba convirtiendo el largometraje. Desde el momento en que "Eddie el perdedor" se empieza a convertir en "Eddie el fenómeno", Burger utiliza la cámara como medio de fabricación de una orgía de imágenes tan seductoras como novedosas. En medio de todo ello, Burger consigue ser capaz de atraer poderosamente la atención del espectador desarrollando una historia de intriga en el que el público siempre quiere ir un paso por delante del protagonista, queriendo saber qué es lo próximo que sabrá hacer después de ingerir una nueva pastilla, o cómo se conseguirá librar de los matones que lo acosan con el fin de hacerse con el alijo de pastillas.
No obstante, a pesar de un arranque y desarrollo envidiables, en el último tercio del film, el director parece perderse en su propio laberinto de imágenes, cayendo en la trampa de un argumento que deviene confuso (el asesinato de una modelo con la que Eddie ha mantenido relaciones sexuales), un tanto lioso (el acoso de uno de los secuaces que persigue tanto a Eddie como a su novia) y, por momentos, casi absurdo (la identidad de quien busca hacerse con el alijo sea como sea). Es entonces, a falta de quince o veinte minutos para el final de la película, cuando todas las virtudes, que no son pocas, de "Sin límites" parecen caer en picado. Todo ello, hasta que un final de lo más conformista parece querer sentenciar cualquier comportamiento ético de los protagonistas. De hecho, si se piensa con frialdad, Eddie nunca condena el uso de las pastillas sino más bien al contrario (ver la escena en que le recomienda a su novia que se tome una para poder escapar de su perseguidor), y Van Loon es un empresario que carece de cualquier comportamiento ético (lo único que le importa es ganar, tal y como se lo hace saber a Eddie en la estupenda secuencia en que le echa en cara todo por lo que ha tenido que pasar él para llegar a donde está, en comparación con el joven fenómeno, o en la conclusión del largometraje, con su último encuentro).
De todas formas, a excepción de estos pequeños detalles argumentales, "Sin límites" acaba siendo una película que se deja ver muy fácilmente, que se las ingenia para captar el interés del público desde el primer minuto, y que presenta una historia original que no da tregua al espectador. Desde luego, de las ofertas disponibles esta semana en el videoclub, ésta es la más recomendable.
Interesante, muy interesante. Lo cierto es que me habían hablado bien de esta peli, así que mi interés por ver hasta qué punto merecía la pena era alto. Después de verla, aunque tiene sus peros, reconozco que es una peli de las más originales que he visto últimamente. Además, está hecha de una forma... rara. Pero no rara de ese tipo de pelis que tratan de ser el no va más y terminan siendo un coñazo de cuidado. En este caso, cuando digo "rara", me refiero a que es como si el director quisiera aprovechar los "viajes" que se pega el protagonista para jugar con las imágenes y mover la cámara de forma que, lo que acaba saliendo, te sorprende, haciendo que te preguntes cómo demonios lo ha hecho y cómo leche se le ha ocurrido.
Las actuaciones son de lo más correctas. El protagonista, Bradley Cooper, se deja de hacer papeles de guapete y convence haciendo de colgado que trata de salir del agujero en el que se había metido; Abbie Cornish -que no me sonaba hasta ver esta peli- sabe cómo poner en su sitio al prota (¿me lo parece a mí solo, o la chica ésta le tiene un aire a Nicole Kidman antes de que la ex de Tom Cruise se cagara la cara a base de botox?); y Robert de Niro actúa casi sin esforzarse. De hecho, es una pena que no salga más en la peli, porque siempre es un placer verle actuar, sobretodo si no hace chorradas como la inmensa mayoría de lo que lleva haciendo desde hace unos años.
Pero, si me quedo con algo, en serio os digo que es el curro que se ha pegado el director, y con la historia. El tal Burger (tela con el apellido del pollo) se lo pasa teta con la cámara, y tú te quedas con la sonrisa tonta en la cara porque, sobretodo de forma inconsciente, te gusta lo que ves. Y, si no, echadle un vistazo a las letras del principio, con esa cámara recorriendo la ciudad como metida en una lente de ojo de pez, o como cuando el prota ordena su apartamento o, incluso, cuando se tienen que preparar para una reunión de las importantes y deja flipados a todos con lo que sabe.
Eso sí, aunque la historia guste, tampoco es que sea la pera limonera. De hecho, hay momentos en que parece cagarla con trozos absurdos al cien por cien. Por ejemplo, cuando Eddie se tiene que beber cierta sustancia (no digo el qué para no destrozarle la intriga a nadie), con tal de recuperar parte de la "magia" de la pastilla. También aparecen secuencias que acaban quedándose cojas como, por ejemplo, ¿a nadie parece importarle que al cuñado de Eddie le hayan dado matarile? ¿O cómo De Niro acaba descubriendo cierto secretito? Todo ello, por no decir que parece que el mensaje de la peli, por momentos, sea: "ye, macho, si quieres triunfar, dale a las pastillas éstas, que no veas cómo mola y lo listo que te vuelven, Bah, si no pasa nada. Además, si te persiguen con un cuchillo te vuelves un Rambo en potencia". Y, si creéis que exagero, esperad a verla y ya me diréis.
Pero vamos, que esto no es impedimento para que la peli acabe siendo un pasatiempo cojonudo. De hecho, no sabéis cómo me alegro de poder aconsejaros que os decantéis por una peli que ha salido esta semana en videoclub para que podáis pasarlo bien, que después de las decepciones de los otros estrenos, ya tocaba. En fin, pues eso, lo dicho, que "Sin límites" es una peli de lo más interesante, hecha de una forma muy novedosa y que te atrapa desde el principio hasta el final. Eso sí, de las que ves y olvidas pero que, mientras tanto, te ayudan a pasar un buen rato.