DIRECTOR: DAVID FINCHER
REPARTO: DANIEL CRAIG, ROONEY MARA, CHRISTOPHER PLUMMER, STELLAN SKARSGARD, STEVEN BERKOFF, JOELY RICHARDSON, ROBIN WRIGHT, MOA GARPENDAL
DURACIÓN: 153 min.
AÑO: 2011
GÉNERO: THRILLER
Como ya viene siendo tónica habitual, cuando los directivos de los grandes estudios de Hollywood se enteran de que, fuera de sus fronteras hay alguna película o novela (más lo primero que lo segundo) que ha triunfado comercialmente y que tiene potencial de adaptación a su propio estilo, se lanzan en picado a conseguir los derechos para realizar el correspondiente remake. En algunos casos, la versión norteamericana consigue hacer que se olvide la original (“Una jaula de grillos – The birdcage, 1996”, “The ring (la señal) – The ring, 2002” o “Infiltrados – The departed, 2006” serían algunos ejemplos de buenas versiones americanizadas) aunque, por desgracia, no es algo que ocurra con demasiada frecuencia. De hecho, la mayoría de remakes de películas europeas que han llevado a cabo han caído en la vulgaridad e intrascendencia más absoluta (“Vanilla sky – Vanilla sky, 2001”, “La cena de los idiotas – Diner for schmucks, 2010”, “Déjame entrar – Let me in, 2010”, y un largo etcétera). En el caso que hoy nos ocupa, con motivo de su salida en formato doméstico esta semana, ha sido la primera de las novelas del malogrado escritor sueco Stieg Larsson la que ha sido objeto de una adaptación cinematográfica estadounidense, después de que, a su vez, las películas suecas originales se convirtieran en un auténtico fenómeno en el viejo continente. Ahora bien, en lo que al remake americano se refiere, ha sido un director tan interesante como David Fincher el encargado de realizar el film, acompañado para la ocasión por unos estupendos Daniel Craig y Rooney Mara.
Mikael Blomkvist (Craig) es un periodista que, tras acusar a un importante magnate sueco de un importante desfalco, es condenado a pagar una suculenta indemnización ante la imposibilidad de aportar pruebas sólidas que corroboren su información. Agobiado por las deudas, y desoyendo el consejo de Erika Berger (Wright), su jefa y amante ocasional, Mikael acepta la proposición de Hanrik Vanger (Plummer), un anciano empresario y millonario que le contrata para que investigue un suceso que lleva atormentándolo desde hace años: la extraña desaparición de su sobrina Harriet (Garpendal). Con la tapadera de que está escribiendo las memorias de Henrik, Mikael iniciará una compleja investigación (que incluye, en especial, a la mayoría de la familia de Henrik), para lo que terminará requiriendo la ayuda de una joven investigadora de lo más peculiar llamada Lisbeth Salander (Mara).
El éxito en España de “Los hombres que no amaban a las mujeres” hacía que su adaptación al cine por parte de los americanos fuera una de las películas más esperadas del momento. No es para menos, teniendo en cuenta que la novela se ha mantenido durante numerosas semanas consecutivas en lo más alto de las listas de ventas, y que, al menos, la primera de los largometrajes suecos, se convirtiera en todo un sleeper en nuestra cartelera nacional. Si a ello se le suma que David Fincher, responsable de películas tan recomendables como “Seven – Seven, 1995” o “La red social – The social network, 2010” se encargaba de dirigirla, la expectación no podía ser máxima.
Ahora bien, vista la película, “Los hombres que no amaban a las mujeres” no resulta ser una apuesta tan original como cabría esperar. Sí que es de agradecer que Fincher le haya impreso su sello personal en más de una secuencia (la llegada de Mikael a la localidad en la que vive Henrik, el flashback de la última noche en que Harriet fue vista con vida, la mayoría de instantes en que la acción se centra exclusivamente en Lisbeth…), aunque el resto de la puesta en escena carece del dinamismo del que había hecho gala en anteriores largometrajes suyos. Sin ir más lejos, en la mencionada “La red social” la puesta en escena era vibrante y poseía tal intensidad que resultaba imposible sentirse aburrido. Sin embargo, con “Los hombres que no amaban a las mujeres”, Fincher opta por confeccionar un film mucho más pausado, sin prisas, con un total desinterés por sorprender al espectador (el guión del otras veces más inspirado Steven Zaillan no contribuye mucho a ello, por no mencionar que la identidad del villano resulta ser bastante predecible) y muy condicionado por la ambientación gélida del norte de Suecia, lo que aún refuerza más esa sensación de frialdad que desprende el resto de la película.
No se trata, ni mucho menos, de una mala película. No obstante, sí que cabía esperar algo mucho más trepidante, con más garra y tensión que lo que “Los hombres que no amaban a las mujeres” acaba siendo. Aún así, con todo y con ello, “Los hombres que no amaban a las mujeres” consigue entretener los suficiente como para que el espectador quede enganchado durante su largo metraje.
Vayan por delante un par de cosas. La primera, que no me he leído ni uno solo de los libros de la serie “Millennium” (no porque piense que son una patata, sino que tampoco me han atraído mucho). La segunda, que tampoco he visto ninguna de las tres pelis suecas que hicieron sobre los libros, así que lo que os voy a decir de “Los hombres que no amaban a las mujeres” –versión USA- no se compara para nada con las películas originales; es decir, que no tengo ni guarra de si son mejores o peores. De todas formas, aunque tengo las tres pelis en casa –creo que las dieron hace tiempo con un periódico-, no había querido ver la primera parte para, precisamente, que la versión yanqui no me pareciera una mierda pinchada en un palo, y sobretodo porque tenía la intención de que me gustara, porque David Fincher me parece un director de lo más interesante, y Daniel Craig un tío que, cuando quiere, demuestra que sabe actuar de lo más bien. Os suelto todo este rollo, para que tengáis en cuenta que mi opinión de “Los hombres que no amaban a las mujeres” única y exclusivamente se refiere a la peli que sale esta semana en alquiler. Dicho esto, entremos en materia.
“Los hombres que no amaban a las mujeres” es una película que, para mí, tiene cosas muy buenas, y otras que no tanto. Empezando por lo bueno, reconozco que consigue ser interesante durante la mayoría del tiempo –y creedme que eso es mucho, que la peli dura algo más de dos horas y media-. Para empezar, toda la parte del principio, con el viejo contándole la desaparición de la muchacha al periodista, y con las primeras cosas que empieza a investigar él sobre la familia, te hace estar atento todo el rato. También te mantiene concentrado lo que hace esa tía rara (Lisbeth, creo que se llama) cada vez que tiene un caso que investigar. Y, por supuesto, la forma en que está hecha la película, porque empiezas a sospechar de todos y cada uno de los que se pasean allí como si nada, con esa pinta de gente rara.
Pero, mira tú por dónde, que lo que no le veo ya tan bueno a la peli, no tarda demasiado en aparecer (bueno, tal vez sea una hora, pero aún así ya es más de la mitad de lo que dura). La primera cosa que no mola tanto es el jaleo de gente. Se habla mucho de un montón de personajes, pero te cuesta ponerles cara y saber qué tiene que ver cada uno de ellos con todo el follón que se está montando (que si el padre de uno, que si el tío de otro, que si el sobrino casado con el primo de no sé quién…). Así que cuando descubren una pista nueva de alguno de los familiares, te toca estar haciendo repaso mental de la gente a la que han mencionado antes para saber de quién están hablando (sobretodo cuando se ponen a mirar fotos viejas, que ahí el lío ya es tremendo).
Otra cosa que no me ha acabado de convencer mucho es la violencia de alguna que otra escena. Y mira que os lo dice alguien que se lo pasa pipa con las pelis de tiroteos y explosiones a tutiplén. Pero es que creo que si hubieran quitado todo lo que tiene que ver con los abusos sexuales de la chica rara ésta, “Los hombres que no amaban a las mujeres” hubiera sido un poco mejor. En cambio, por mucho que salga –o no- en la novela, sale como le obligan a hacerle una mamada a un gordo asqueroso, cómo luego ese mismo cerdaco la sodomiza (sic), y cómo ella se toma la revancha. Pues hombre, si no aparecía nada de esto tampoco pasa nada, que ya bastante truculenta es la historia como para echarle más leña al fuego.
Y, después, que “Los hombres que no amaban a las mujeres” se hace muy larga. No hacía falta que durara más de dos horas y media, que lo mismo te lo podían haber contado en dos horitas o menos. Por ejemplo, cuando parece que la cosa ya se ha acabado, aún le quedan por delante veinte minutos de bla bla que podrían haberse quedado en cinco (todo lo de cómo el periodista viaja a Londres para encontrarse con cierta persona, de cómo vuelve a su vida normal y alguien le hecha una mano para resolver sus problemas legales, y de cómo la tipa rara ésta se queda con un palmo de narices porque está coladita por el periodista). Vamos, que digo yo que una adaptación está para eso, para adaptarlo, no para tener que sacar por cocos todo lo que sea que tiene el libro. Ah, y para rematar la faena, hay momentos en que, por muy interesante que sea la cosa, se hace un poco lenta, que casi parezca que haya que darle un empujoncito a los actores para que aceleren un poco.
Aparte de esto que os cuento, “Los hombres que no amaban a las mujeres” es la típica película que te pones si estás un poco aburrido, o si no hay nada mejor que ver. No disgusta verla, aunque reconozco que, después de haber oído hablar tanto de ella y de las novelas (y también de las pelis originales), me esperaba mucho más. Igual es que, como suele ser frecuente en estos casos, los primos del otro lado del charco han hecho una peli mucho más cara que la original, pero la que mola la mitad. En cualquier caso, si la veis disponible en el videoclub, no es de las que lamentas tener que ver. Aunque tampoco es nada del otro mundo.