viernes, 8 de junio de 2012

ESTRENOS DE VIDEOCLUB: "J. EDGAR"

TÍTULO: J. EDGAR

DIRECTOR: CLINT EASTWOOD

REPARTO: LEONARDO DICAPRIO, JUDI DENCH, NAOMI WATTS, JOSH LUCAS, ARNIE HAMMER, DERMOT MULRONEY, LEA THOMPSON

DURACIÓN: 137 min.

AÑO: 2011

GÉNERO: DRAMA

  • EL DR. JEKYLL DICE:
  • En anteriores ocasiones, hemos destacado y alabado la trayectoria de Clint Eastwood tanto en su faceta de intérprete como, muy especialmente, en la de realizador. No sólo es capaz de filmar películas con una rapidez y destreza de libro, sino que la calidad de las mismas se encuentra siempre fuera de toda duda. En su última propuesta, Eastwood ha tomado como base el guión escrito por Dustin Lance Black (ganador del Oscar por su libreto de “Mi nombre es Harvey Milk – Milk, 2008”) para realizar su personal biopic acerca de uno de los personajes más poderosos del pasado siglo, en lo que al ámbito político y policial se refiere: J. Edgar Hoover, director del FBI durante más de cuatro décadas. Para ello, Eastwood ha contado con la participación de un Leonardo DiCaprio cada vez más inspirado, y con una recreación excelente.

    John Edgar Hoover (DiCaprio), hijo de una mujer bien posicionada socialmente (Dench), comienza a trabajar como asistente del fiscal del distrito en Washington. Poco a poco, y gracias a su especial intuición y pericia, Hoover consigue ascender dentro de la fiscalía, hasta pasar a trabajar directamente para el Gobierno de la nación. Será entonces cuando, gracias a la complicidad inestimable de su secretaria, Helen Gandy (Watts) y a la colaboración de su asistente -y amigo íntimo-, Clyde Thompson (Hammer), Hoover convierta al FBI en la agencia que es hoy en día, teniendo que hacer frente a numerosos inconvenientes políticos y casos complejos para conseguir mantenerse al frente del poder.

    “J. Edgar”, lamentablemente, es una de las obras menores en la filmografía de Eastwood. Sin ánimo de criticar la excelente labor tras las cámaras que suele realizar el octogenario cineasta, lo cierto es que los últimos largometrajes que ha estrenado Eastwood parecen carecer de la garra que ha caracterizado a algunas de sus anteriores films. En lo que a “J. Edgar se refiere” la película falla en un elemento fundamental: el guión. Más planteado como el resumen de la vida de un político que no sobre la evolución y los logros conseguidos por el personaje, “J. Edgar” resulta ser un rápido vistazo (aunque no tan rápido, a tenor de las dos horas y cuarto que dura) a algunos de los momentos más significativos de dicho personaje. Ahora bien, allá donde otros largometrajes similares suelen hacer hincapié en elementos tales como la epicidad del relato o en la dificultad que le supone al personaje superar determinados obstáculos, “J. Edgar” se decanta más por la simplicidad argumental, limitando los pocos momentos realmente interesantes que posee a unos cuantos episodios sueltos (en enfrentamiento entre Hoover y Robert Kennedy, la inversión en investigación y desarrollo del laboratorio de análisis que ordena construir, el caso del secuestro de uno de los hombres más poderosos del panorama de la época, etc.).

    Por otra parte, tampoco ayuda en exceso a la película que “J. Edgar” dé constantes saltos adelante y atrás en el tiempo, resultando complicado seguir ciertos pasajes -sin ir más lejos, se alterna la juventud del personaje con diversos instantes de su madurez que no suceden al mismo tiempo (la redacción de sus memorias, y posterior caída de Hoover)-, o que el film deje sin respuesta muchos de los interrogantes que plantea (la homosexualidad de Hoover, la resolución del caso de secuestro, las circunstancias que propician su ascenso dentro de la Agencia, la realidad sobre las memorias que dicta al biógrafo…).

    No obstante, aparte de esto, hay que admitir que “J. Edgar” contiene otros elementos remarcables. Para empezar, las interpretaciones de todo su reparto (lástima que Naomi Watts, que es muy buen actriz, se vea tan limitada a un personaje con pocas ocasiones de lucirse), haciendo mención especial de un DiCaprio totalmente convincente durante todo el metraje (ver la secuencia en que realiza entrevistas a una serie de agentes con el fin de contratar sólo a lo mejor de lo mejor, o como cuando su madre le obliga a recitar una serie de frases ante el espejo para corregir su tartamudez). Asimismo, la puesta en escena de Eastwood, con independencia de las limitaciones del libreto, destaca por su elegancia y sencillez (tal vez la fotografía de Tom Stern, su colaborador habitual, resulte en exceso oscura), haciendo que cada movimiento de cámara ayude al público a seguir la acción.

    En resumidas cuentas, “J. Edgar” decepciona si el espectador espera encontrarse con un relato épico acerca de una de las figuras clave de la política y policía estadounidense, en la línea de otras producciones que priman en carácter heroico del personaje (y sus actos). En realidad se trata de un rápido vistazo a los actos que condicionaron el comportamiento del personaje, más que una oda a la importancia de los mismos. Por lo demás, “J. Edgar” a pesar de su corrección, puede resultar un film demasiado frío, de la clase de largometrajes que merece la pena ver en formato doméstico –sale esta semana en alquiler- mucho más que en la gran pantalla.

  • MR. HYDE DICE:
  • Me encantan las pelis de Clint Eastwood. En serio, tanto en las que actúa como, sobretodo, las que dirige. De hecho, me parece uno de los mejores directores y actores que hay ahora mismo haciendo películas –eso por no mencionar que, con más de ochenta años, aún es capaz de seguir dando lecciones a más de uno-. Por eso, me cuesta entender por qué, de vez en cuando, dedica su esfuerzo (a su edad, supongo que ya será bastante) a hacer pelis que no hacían ninguna falta. Las de la Segunda Guerra Mundial que rodó hace unos años, aunque no fueran nada del otro mundo, sí que estaban bien y, por supuesto, esa obra maestra –al menos para mí- que es “Gran Torino – Gran Torino, 2009”. Hasta la de Nelson Mandela y el rugby estaba chula. Pero que, después, el hombre se casque una parida descomunal como “Más allá de la vida – Hereafter, 2010” o, ahora, “J. Edgar”, pues me deja de piedra. Y no porque sean malas (el abuelete sabe de sobra cómo hacer interesante hasta la castaña más absoluta), sino porque, como dice mi padre, para ese viaje no hacían falta alforjas.

    “J. Edgar” no es una película en plan biográfica como lo suelen ser la mayoría de las que se hacen sobre personajes históricos. En primer lugar, porque la historia se centra en un tipo bastante repelente, que no caía muy bien a la gente de la que se rodeaba (normal, teniendo en cuenta que el tío conocía la mierda de casi todo el mundo) y que, además, en su día fue una figura polémica que tenía en jaque a los comunistas –que esa es otra, porque con la de rogelios que hay ahora, como para hacer una peli en la que les tocan los cojones; menos mal que no la ha hecho aquí en España, que “fascista” era lo menos que le iban a decir-. ¿Qué quiere decir eso? Pues que el tío sobre el que te vas a ver una película de dos horas y cuarto no te va a caer ni bien ni simpático, cosa que creo que es una de las mayores cagadas que puedes hacer cuando quieres contar una historia.

    De lo que no hay duda, es de que Leonardo DiCaprio, con todo lo mal que me caía al principio de hacer pelis, es un actorazo como la copa de un pino. El pollo se mete en su papel de forma brutal, haciendo que te creas que puede ser tanto un maníaco obsesivo de veinipocos años como un viejo con más años que la tos. Pero claro, no es lo mismo que te guste ver cómo actúa el amigo DiCaprio cuando la peli es entretenida que cuando es un poco… sosa. Sí, supongo que ésa sería la palabra que mejor define “J. Edgar”: sosa. Los decorados, vestuario y todo eso está genial, igual que las actuaciones. Pero la historia es una tontería como un castillo. No te cuenta nada de nada, aparte de los tejemanejes que tenía este señor para controlarlo absolutamente todo, y saber hasta la talla de calzoncillos que usaban los políticos y demás. Y, claro, eso durante dos horas, se te hace un poco coñazo. Es como si “J. Edgar” fueran partes sueltas de su vida, desde los inicios hasta su muerte, pero sin nada que haga que te interese, por lo que te da igual que el resto de cosas las hayan reproducido de cojones.

    De todas formas, me da a mí la sensación de que eso es algo que le está pasando con demasiada frecuencia al amigo Eastwood, que sí, que hace pelis como churros, pero creo que alguien le debería decir que mejor se concentre en una buena película que sí te tenga enganchado todo el rato, y que no te la pele lo que pase a los quince minutos. Porque “J. Edgar” –que, repito, no es para nada una mala película- no te atrapa en ningún momento, ni interesa más allá de ver cómo se solucionan dos o tres cosillas (creo que sólo el caso ese del bebé secuestrado). Y si, además, resulta que de donde se podría haber sacado más chica (el asesinato de Kennedy, la persecución a los comunistas radicales con la caza de brujas, cómo hacen que el FBI aumente su poder y se modernice, etc.), lo mencionan así de pasada, como si casi no hubiera pasado. Aunque, mira tú por dónde, sí que se agradece que lo del mariconeo del porta (que perdía bastante aceite), lo cuenten así de discreto.

    Así que, aunque sea el estreno más destacado de la semana en videoclub, “J. Edgar” no es, ni mucho menos para tirar cohetes. Aún así, para los incondicionales de Eastwood supongo que les encantará. Para el resto, no os importará verla, pero tampoco es de las que os pirrará.