martes, 14 de junio de 2011

CINE DE LOS 80: "DIRTY DANCING"



TÍTULO: DIRTY DANCING

DIRECTOR: EMILE ANDROLINO

REPARTO: PATRICK SWAYZE, JENNIFER GREY, CYNTHIA RHODES, JERRY ORBACH

DURACIÓN: 95 min.

AÑO: 1987

GÉNERO: COMEDIA ROMÁNTICA / MUSICAL

  • EL DR. JECKYLL DICE:

Estrenada a finales de la década de los 80, "Dirty dancing" tiene en su haber el ser una de las pequeñas películas, casi con producción independiente, que consiguieron amasar una auténtica fortuna en todo el mundo, lo que acabó conviertiéndola en uno de los largometrajes más rentables de la historia, junto con "La noche de Halloween - Halloween, 1978", "Mad Max - Mad Max, 1979" o "El proyecto de la bruja de Blair - The Bair Witch Project, 1999", a tenor de los 6 millones de dólares que costó, y los más de 230 de recaudación mundial que logró recaudar. Así pues, ¿cuál es el secreto de tal desconumal éxito? ¿La historia? ¿Sus actores protagonistas? En realidad, un poco de todo.


El guión de Eleanor Bergstein, sin ser nada extremadamente original, narra la llegada a un resort vacacional estadounidense de Baby (Grey), con su hermana y padres. Baby es una "niña bien" cuya monótona forma de ser contrasta con la vivacidad y descaro de uno de los profesores de baile del complejo, Johnny Castle (Swayze), de la que ésta queda perdidamente enamorada. No obstante, ante la pasividad de Johnny, Baby se acaba apuntando a varias de las clases de baile que éste da y, cuando por una serie de circunstancias, la pareja de baile de Johnny queda indispuesta, Baby se ofrece para ser la nueva pareja con la que ambos puedan bailar en la función que tendrá lugar al final de las vacaciones. Será durante estos ensayos y momentos que ambos pasen juntos cuando Baby descubrirá que Johnny no es tan duro como aparenta, y él que Baby es mucho más que una aparente chica remilgada y reprimida.


Es indudable reconocerle el atractivo que tienen las historias en que dos personajes con personalidad totalmente opuestas en un principio, acaben haciendo frente a un montón de prejuicios propios y ajenos con tal de demostrar que, en el fondo, están hechos el uno para el otro. Y ese es una de las claves más efectivas del extraordinario éxito de "Dirty dancing". Además de ello, se encuentra el gran acierto de enclavar la historia en el mundo del baile "moderno", de forma que las cuidadas coreografías y la música bien seleccionada contribuyen a hacer mucho más atractivo todo este conjunto.


Asimismo, supuso la consagración, al menos momentánea, de sus principales protagonistas. Por un lado, Jennifer Grey, que se había revelado unos antes como estrella debutante con la violenta "Amanecer rojo - Red dawn, 1984" (en la que, curiosamente, compartió cartel con Swayze) mientras que, por su parte, el malogrado Patrick Swayze ya formaba parte del rat pack que Francis Ford Coppola había contribuido a crear unos años antes con "Rebeldes - Outsiders, 1983", y estaba a punto de saltar al estrellato con "Ghost, más allá del amor - Ghost, 1990" y la cinta de acción "Le llaman Bodhi - Point break, 1991".


Por último, cabe reconocerle una parte muy importante del éxito a la famosísima canción estrella de la película, ganadora del Globo de Oro y del Oscar, que hoy en día sigue siendo una referencia total del cine "de baile", e inseparable referencia de esta película.


Así pues, "Disrty dancing", a pesar del tiempo, no deja de ser una película correcta, bien contada y con unas interpretaciones de lo más ajustadas a la descripción de unos personajes y situaciones ya reflejadas en montones de películas anteriores (y posteriores) pero, no por ello, carentes de interés. Y, si además, la historia se cuenta a ritmo de buena música y con cuidadas secuencias de baile, pues mejor que mejor.



  • MR. HYDE DICE:

Lo que son las modas... Os propongo un juego a quienes tengáis ahora mismo entre trece y dieciocho años, más o menos (los demás también podéis jugar, pero puede que andéis un poco más perdidos): cerrad los ojos e imaginad una historia en la que una niña bien, pija como ella sola y que ha vivido siempre al amparo de sus sobreprotegedores padres, de repente, se enamora del típico chico rebelde que van de malote por la vida; ahora seguid imaginando que, por una serie de circunstancias, ambos acaban coincidiendo en un determinado momento que les obliga a compartir algo de tiempo juntos; seguid dándole al coco y pensad qué pasaría si veis que la pobre pijilla se queda colada a muerte por el tipo duro y que, éste, a pesar de lo duro que es, empieza a abrirle su corazoncito hasta que, en mitad de un montón de gente, le proclama su amor a la chica y que a sus padres, que están flipando en colores, no les queda otra que resignarse y ver cómo los dos se quedan más chochos que un tonto con un lápiz, mirándose con carita de estar más enamorados que todos los osos amorosos el día de San Valentín. Vale, ahora viene la pregunta, ¿listos? ¿¿De qué película estoy hablando?? Así a bote pronto, el sector demográfico al que le proponía la adivinanza diría casi sin pensárselo que "A dos metros sobre el cielo", y no les faltaría razón (¡hasta el nombre del personaje de la chica es el mismo!). Pero, ahora bien, si os digo que en lugar de mascachapas moteros amantes del pumba-pumba de las discotecas, los protagonistas prefieren más darle al bailoteo de toda la vida, la cosa ya cambia, ¿no?


Lo que son las cosas... Quién iba a decir que una historia más plana que el funcionamiento de un botijo acabaría por seguir enganchando a las audiencias de medio mundo. Sólo le hacía falta un lavadito de cara, una actualización más o menos decente, y hala, a venderse de nuevo como rosquillas. Por fortuna, "Dirty dancing" aterrizó hace ya más de veinte años y supuso una clara demostración de que este tipo de historias, contada ya hasta la saciedad, y que se contarán de nuevo mucho más, nunca ha dejado de tener tirón. Y os lo digo yo, que en su momento no voy a negar que me hubiera gustado pegar el brinco de Patrick Swayze al final de la peli, mientras la gachí de turno me pusiera ojitos desde el escenario. Claro, que eso por no hablar de cómo babearon las adolescentes de medio mundo con el Swayze moviendo las caderas y diciéndole a la pavisosa de la chica: "Baby, no permitiré que nadie te arrincone". Va, la que no me diga que los ojos no le hicieron chirivitas con esa secuencia es que no ha tenido infancia.


Vista a día de hoy, por fortuna, si bien el planteamiento de la historia puede parecer algo defasado -algo totalmente comprensible, habida en cuenta que estamos hablando de una peli de finales de los 80-, lo cierto es que no se ha quedado tan anticuada como se podría imaginar. Ya he dicho antes que la historia que cuenta es de ese tipo que no pasa de moda, así que la puedes volver a ver tranquilamente en tu casa sin miedo a que, de repente, te parezca una cutrada, víctima del pasar de los años y las modas.


Además, también es agradable poder ver a alguien como el pobre Patrick Swayze, quien conseguía caer simpático con sus personajes, algo limitados, pero que lograba transmitir esa complicidad de la que carecía la otra sosa con la que se pegaba los bailoteos. Lástima que, por aquel entonces, la típica Jennifer Lopez no estuviera ya por ahí. No es que sea mejor actriz (de hecho, le falta bastante para eso a la latina culona), pero sí que está más buena -mis disculpas por si suena algo machista-, y es más guapa. Al fin y al cabo, nos tenemos que poder creer que la tiparraca consigue hacer que el futuro Bodhi perdiera el culo por ella, cosa que requiere de algo de imaginación.


Pero bueno, por lo demás, "Dirty daning" sigue siendo una película simpática , tanto para volver a ver como para descubrir por primera vez. Eso sí, ahorraros el tiempo de ver esa segunda parte que se hizo hace unos años, "Dirty dancing: Havana nights", con la que la original no tiene nada que ver (aparte de un cameo inesperado de Patrick Swayze), y que es más de lo mismo, pero sin el encanto que tenía la peli del 87.