DIRECTORES: OLIVIER NAKACHE, ERIC TOLEDANO
REPARTO: OMAR SY, FRANZÇOIS CLUZET, ANNE LE NY, AUDREY FLEUROT, CLOTILDE MOLLET
DURACIÓN: 112 min.
AÑO: 2011
GÉNERO: DRAMA
El año pasado, parece haber sido uno de los más productivos desde el punto de vista cinematográfico. Si bien, propuestas como las escarizadas “The artist – The artist, 2011” o “La invención de Hugo – Hugo, 2011” se perfilaban como auténticos homenajes al séptimo arte, es ahora otra producción francesa, “Intocable”, la que representa ya no sólo un soplo de aire fresco entre tanta mediocridad estrenada en cines, sino también una auténtica lección de lo que debe ser una gran película. Avalada por el merecidísimo éxito tan arrollador que ha tenido en su mercado nacional, “Intocable” ha conseguido encandilar al espectador de la práctica totalidad de países en los que se ha estrenado, haciendo que el optimismo de su historia y el talento a raudales que se desprende de su guión, puesta en escena y actuaciones principales sean responsables directos de semejante triunfo.
Driss (Sy) es un joven francés de origen africano que acaba de salir de la cárcel, y que se presenta a una entrevista de trabajo, esperando ser rechazado para, así, poder vivir de la subvención del paro. El puesto para el que se presenta es como cuidador de un adinerado tetraplégico llamado Philippe (Cluzet) que le reta a que demuestre si es capaz de cumplir con su cometido: encargarse de su aseo personal, de darle de comer, pasearle, y encargarse de su asistencia personal. Driss, motivado por la suculenta remuneración que supone hacer esa prueba acepta la oferta. Desde ese momento, entre los dos se desarrollará una relación de amistad y camaradería que los irá transformando, haciendo que ambos redescubran la alegría de vivir.
“Intocable” es una obra en la que todas las piezas encajan a la perfección. Empezando por la agilísima y fresca puesta en escena del dúo de directores galos Toledano y Nakache, quienes apuestan por una escenografía sin complicaciones de elaborados movimientos de cámara ni grandilocuentes planos (posiblemente, la única complicación más técnica lo hayan supuesto breves secuencias como la persecución en coche con las que arranca el film, o aquella otra del vuelo en parapente). Sin embargo, la cámara es capaz de situarse el lugar idóneo para que el espectador perciba toda la fuerza de la historia, sin dar la sensación de que pueda entorpecer la acción. Asimismo, el guión es una verdadera maravilla. El libreto escrito por los mismos directores -basándose enun hecho real- es el complemento perfecto a la puesta en escena ya que, tanto uno como otra, logran evitar caer en el sentimentalismo barato y lacrimógeno, y alejarse de cualquier intento de querer dar pena a costa de los personajes. Más bien al contrario, puesto que tanto Sy como Cluzet abordan sus respectivos papeles con una serenidad y entereza que nada tiene que ver con los de otros largometrajes mucho más preocupados en arrancar la lágrima fácil del espectador que no en contar una historia con un nivel de calidad como el de “Intocable”.
Es, precisamente, ese regusto dulce el que le queda al público en la memoria ya que, en vez de optar por el camino más fácil y previsible para la historia, “Intocable” acaba siendo un film que aboga por la esperanza, la vida y la alegría con tanta fuerza que casi cuesta no darle un merecido aplauso cuando se encienden las luces al ritmo de los créditos finales. De este modo, “Intocable” es graciosa sin ser chistosa, dura sin resultar dramática, amable sin recurrir a los clichés del chiste fácil (como hubiera pasado en caso de estar protagonizada por alguno de los “actores” que tanto le gustan a mi querido amigo Hyde: Jack Black, Owen Wilson, Adam Sanlder, etc.), y conmovedora sin necesitar ni una martilleante banda sonora ni un final repleto de tragedia y lágrimas. A todo ello hay que añadir la extraordinaria química que mantienen durante todo el metraje el dúo protagonista, haciendo que sea una delicia asistir a esa especie de renacimiento que ambos experimentan.
En resumidas cuentas, “Intocable” es mucho más que una película recomendable. Es una obra estupenda, divertida, emocionante, entretenidísima y con una historia que reconcilia a cualquier espectador con el buen cine. Casi de obligada visión. Recomendable al cien por cien.
Lo he dicho mil veces antes y lo seguiré diciendo otras mil más. Estos gabachos ponerse todo lo tontolpijo que quieran con lo de volcarnos los camiones de fruta y de sacar a nuestros deportistas en los guiñoles. Pero, cuando se trata de hacer cine, nos dan sopa con ondas. ¡Qué peliculones hacen los jodíos! Si ya había sido una gozada ver “The artist”, ahora, “Intocable” ya es la confirmación de que no es que tengamos que aprender algo de ellos a la hora de hacer cine, sino que lo que tenemos que aprender es a hacer películas, así en general. Porque al cine español le quitan las películas de la Guerra Civil y las tetas de la tía buena de turno y no se salvan de la quema más que tres o cuatro pelis. Y luego, los cuatro capullos de turno se quieren tirar el pedo mental de rigor diciendo que el cine patrio no está en crisis, que tenemos una industria muy sana y bla bla bla. Mis cojones. Cualquiera de estos cagamandurrias debería ver “Intocable”, a ver si se da cuenta de que ella sola es mil veces mejor que cualquiera de las patatas que han estado nominada este año a los Goya. Pero bueno, que la vena de cabreo se me va de cuenta y no entramos en materia.
“Intocable” es una película perfecta. Así de fácil. Lo tiene todo para convertirse, con toda la razón, en el súper éxito que ha sido en el país vecino (no sé si para ser la más taquillera de su historia, que igual eso ya es un pelín exagerado). Después de verla, no sé por qué, me recordaba al caso de “La vida es bella – La vita é bella, 1998”, no porque tenga nada que ver en su argumento, sino porque siendo una historia dramática, te partes el culo de la risa durante la mitad de la película. “Intocable” es un drama, eso está claro, pero también es una comedia cojonuda y, hasta cierto punto, una historia de amor espectacular (no penséis en “historia de amor” tipo Romeo y Julieta, que los tiros no van por ahí) y, sobretodo, esperanzadora a más no poder. De todas formas, sé que decir así en general que “Intocable” es una gozada puede parecer muy difuso, así que concretaremos más.
Para empezar, los actores principales se salen por la puerta grande. ¡Qué papelón hacen los dos! De entrada, el que hace de cuidador se merecería el Oscar como poco (el tío se ha llevado el César, que ya es algo), porque se le ve espontáneo y genuino, sin fingir para nada ninguna de las reacciones que tiene, ni las salidas de tono que hacen que te rías con ganas durante toda la película (empezando por los líos que se arma con los potingues que le tiene que poner al pobre hombre, y siguiendo por lo poco que sabe de arte moderno o de ópera –cojonudo cuando se parte la caja al ver que sale uno vestido de árbol en una ópera y que canta en alemán-). El que hace de tetraplégico –que, por cierto, se parece un huevo a Dustin Hoffman-, acierta de pleno al no querer dárselas de pobrecito minusválido que va en plan cabrón, sino que el tío, aunque esté en una silla de ruedas, demuestra que se puede tener una personalidad con un par sin tener que depender de hacer carantoñas ni cosas de esas (impagable el momento en que confiesa que le pone burraco que le acaricien las orejas).
Después, la historia es una pasada. Ver cómo dos personas, jodidas hasta la médula (nunca mejor dicho) y diferentes a más no poder se complementan de esa forma es flipante. Empezando por cómo el cuidador le contagia al enfermo esa alegría por vivir que parecía haber perdido (las escenas son muchísimas: cuando le tunea la silla de ruedas poniéndole más potencia, cuando se pone a pintar para sacarse una pasta con los amigos snobs del tetraplégico, cuando le hace una fiesta de cumpleaños como Dios manda...), y siguiendo por cómo el tetraplégico le demuestra al otro que existen las segundas oportunidades, y que se puede ser una persona de bien en la vida (las conversaciones que tiene con él cada vez que salen por la noche a pasear). Además, la historia es esperanzadora a más no poder, dejándose de las chorradas de otras películas, en las que hacen parecer que un enfermo como éste está mejor muerto que vivo (y sí, estoy hablando de esa castaña que es “Mar adentro, 2004”).
En fin, que tampoco quiero destriparos la peli porque “Intocable” merece la pena ser vista y disfrutada casi sin saber nada de ella. Como película, no tiene nada de especial que haga que luzca más en pantalla grande (no tiene ni efectos especiales, ni un dolby sourround de esos como se diga que te cagas), pero os aseguro que es una película que merece ser disfrutada en el cine, rodeado de gente, y dejándose llevar por lo bonita que es la historia, y lo emocionado que te deja al final. Una pasada. De 10.