TITULO: DE AQUI A LA ETERNIDAD
DIRECTOR: FRED ZINNEMANN
REPARTO: BURT LANCASTER, MONTGOMERY CLIFT, DEBORAH KERR, FRANK SINATRA, DONNA REED, PHILIP OBER
DURACION: 118 min.
AÑO: 1953
GENERO: DRAMA
Sólo un gran director como Fred Zinnemann, capaz de alternar tanto uno de los western más míticos ("Solo ante el peligro - High noon, 1952") con las grandes producciones de época ("Un hombre para la eternidad - A man for all seasons, 1966"), thrillers excelentes ("Chacal - The day of the jackal, 1973") o películas de corte más intimista ("Julia - Julia, 1977"), podía ponerse al frente de la adaptación de la novela de James Jones, sobre la cual llego a afirmarse que nunca podría ser rodada. Pues dicho y hecho, gracias a la participación de un reparto de autentico lujo, a una ambientación fabulosa, y a un ritmo magistral que consigue atrapar la atención del espectador para cada una de las sub-tramas en que se divide la historia.
El El soldado Prewitt (Clift) llega al cuartel en Hawai al que ha sido destinado, en los días previos a la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Una vez allí, y conocida su fama de boxeador por sus superiores, es casi forzado por el capitán Holmes (Ober) a subirse de nuevo al cuadrilátero para representar a la compañía en un campeonato. Prewitt, que se ve metido de lleno en una situación de acoso y maltrato como condicionante para que pelee, encuentra apoyo en su buen amigo Maggio (Sinatra), un soldado de lo mas juerguista, y con algún que otro problema para controlar su afición a la bebida, y que se encuentra enamorado de una prostituta local llamada Lorene (Reed). Por su parte, el capital Holmes está casado con una atractiva mujer llamada Karen (Kerr) a la que casi ignora en favor de su dedicación al ejército y a otros menesteres extraoficiales. Así es como Karen, atraída por el apuesto sargento Warden (Lancaster), termina por iniciar una apasionada relación extramatrimonial. Sin embargo, la existencia de todos ellos cambiara cuando se produzca el ataque a Pearl Harbor por parte de las tropas japonesas.
"De aquí a la eternidad" es una gran película, y una película grande. Lo primero, porque está realizada con una precisión y pasión que queda plasmada en cada uno de sus fotogramas. Desde luego, es innegable que Fred Zinnemann realmente quedo cautivado por esta historia de personajes que tratan de lidiar con sus propios problemas, hasta que uno mucho más grande los golpea con una fuerza tremenda. Lo segundo porque, por mucho que el largometraje parezca querer centrarse en la vida cotidiana de sus protagonistas, es inevitable sentir ese halo de grandiosidad y épica que salpica cada movimiento de cámara.
Asimismo, tal y como señalábamos al comienzo, "De aquí a la eternidad" cuenta con la ventaja de que cada una de las interpretaciones de su acertado reparto es un lujo. Desde un Burt Lancaster que disfruta cada una de las secuencias en las que corteja a la mujer de su superior, pasando por una Deborah Kerr que matiza a la perfección el modo en que deja afluir sus emociones (ver el instante en que quiere demostrar su fortaleza ante Lancaster cuando le espeta "no llorare delante de ti si puedo evitarlo"), y por un extrovertido Frank Sinatra (genial sus escenas ebrio en los clubs locales, o como cuando se pone a tocar la trompeta). Quizas, la pieza un poco discordante del reparto la represente Montgomery Clift -excelente actor, por otra parte-, cuya aparente debilidad y retraimiento hace que cueste creérselo del todo como ex combatiente de boxeo (aun así, su actuación en los minutos previos al ataque japonés -y durante el mismo- son lo más logrado de su participación).
"De aquí a la eternidad" es una de los mejores largometrajes épicos del cine clásico, pero no entendiendo esa grandeza como un derroche de medios visuales, sino como el talento de un gran cineasta que supo plasmar la esencia de las emociones humanas en un momento decisivo para la historia universal. Perfecta por momentos, y digna de ser reivindicada una y otra vez.
Lo único que yo conocía de "De aquí a la eternidad" era la famosa escena esa en la que Burt Lancaster y Deborah Kerr se dan el filete en la playa, y una ola los moja de arriba a abajo. Pero de que iba y que tal era la peli, ni papa. Una vez vista, debo reconocer que no hubiera sido mala idea verla antes, porque es una peli estupenda. Es como una versión de hace la polca de años de "Pearl Harbor - Pearl Harbor, 2001", solo que con actuaciones infinitamente mejores que las del empanado de Ben Affleck, y con un guion que no tiene ni la mitad de ese patriotismo hortera que tanto les gusta a los yanquis. Además, tiene una especie de tono elegante que hace que te guste aunque la acción mas pura y dura no llega hasta el final, con el ataque de los japoneses sobre, precisamente, Pearl Harbor.
"De aquí a la eternidad" tiene algún que otro momento en que se nota que la peli ya tiene sus años a cuestas. Formas de interpretar -sobre todo las mujeres- que hace que todo tenga un aspecto como de falso, como de fingido. Lo mismo podría decirse de las secuencias de pelea en las que participa Montgomery Clift, y en las que cada golpe tiene más cuento que las faltas de un partido de futbol. Pero bueno, también hay que entender que se trataba de otros tiempos, y que aquello, entonces, era de lo más normal.
Pero lo importante es que, pese a esas tonterías, "De aquí a la eternidad" es una peli muy bien hecha, de la que interesan las diferentes historias que se cuentan (el lio amoroso del sargento con la mujer de su capitán, la odisea de Prewitt para no volver a boxear y como lo llevan por el callejón de la amargura, o los problemas con la bebida de Maggio y su relación con una puta de la que está enamorado), y en la que cada una de ellas tiene su parte justa para no resultar empalagosa. Eso sí, os juro que no me esperaba algo clave que sucede al final y que afecta al destino de todos los personajes, cada uno a su manera.
"De aquí a la eternidad" es una película guapísima, que para los años que tiene esta hecha de coña, no aburre lo mas mínimo y, además, está contada con un estilo que hace que los dos primeros tercios de película (en los que no hay casi acción bélica), te interesen casi tanto o más como el resto. Tiene momentos inolvidables, como el mencionado de la playa con los dos protagonistas besándose, y momentos estupendos como cuando Frank Sinatra se pone a darle a la trompeta en un bar, a punto de pillarse una cogorza monumental. "De aquí a la eternidad" es uno de esos casos de películas de cine clasico que te dejan un recuerdo de lo mas estupendo, y con las que disfrutas cuando vuelves a ver. Todo un espectáculo.