miércoles, 15 de febrero de 2012

CINE DE LOS 90: "TITANIC"

TÍTULO: TITANIC

DIRECTOR: JAMES CAMERON

REPARTO: LEONARDO DI CARPIO, KATE WINSLET, KATHY BATES, FRANCES FISHER, BILLY ZANE, GLORIA STUART, BILL PAXTON, SUZY AMIS

DURACIÓN: 183 min.

AÑO: 1997

GÉNERO: DRAMA ÉPICO

  • EL DR. JEKYLL DICE:

  • Hasta la llegada de "Avatar - Avatar, 2009", otro producto de la imaginación del cineasta James Cameron, el realizador canadiense arrasó por completo con las taquillas de todo el mundo con la que, hasta hace bien poco, es la película más taquillera de la historia.: "Titanic". Cierto es que la historia que desarrolla Cameron a lo largo de las más de tres horas de metraje no cuenta nada nuevo, ni revoluciona la narrativa cinematográfica (de hecho, el argumento, a priori, no puede ser más lineal: el bueno, más bueno que nadie; el malo, más malvado que un demonio; y la chica, la pobre más sufridora del mundo). Sin embargo, éste no es tanto un caso de el "qué" se cuente sino del "cómo" se cuente por lo que, cada céntimo del presupuesto de la que es la película más cara de la historia del séptimo arte, se ve reflejado en la pantalla, en una puesta en escena simplemente arrebatadora. Cameron, responsable además del montaje (soberbio por completo) y del guión (lo más flojo del largometraje), se erige pues, como un auténtico maestro en el arte del entretenimiento, haciendo de "Titanic" uno de los film más espectaculares e imprescindible en cualquier videoteca.


    Brock Lovett (Paxton) es el encargado de una expedición cuyo objetivo es buscar un famoso collar de diamantes conocido como "el corazón del mar", que se hundió con el naufragio del Titanic. Tras conseguir hacerse con una caja fuerte en la que aparece el dibujo de una joven posando con el collar, se pone en contacto con él una anciana llamada Rose (Stuart) que afirma ser la modelo del dibujo. Intrigado por su historia, Brock traslada a la anciana a bordo de su barco para que ella le relate todo lo que sabe acerca del collar. Será entonces cuando Rose detalle lo que sucedió cuando embarcó en el Titanic (papel que corre a cargo de Kate Winslet), estando obligada a promerse con un desaprensivo y bien posicionado hombre de negocios llamado Caledon Hockley (Zane) a causa de la influencia de su madre (Fisher), y cómo allí conoció a un apuesto joven llamado Jack (Di Caprio), con el que viviría una apasionante historia de amor poco antes del terrible naufragio.


    "Titanic" podríamos dividirla en tres partes. La primera comprendería todo el prólogo en el momento presente, y los primeros instantes a bordo del buque. Es aquí donde Cameron aprovecha la lujosísima recreación (está cuidado hasta el más mínimo detalle) del trasatlántico para introducir, casi literalmente, al público en el gigantesco buque, y en las vidas de los diferentes personajes principales. Y lo hace con la gracia suficiente como para que tanto esos detalles minimalistas como aquello que les sucede a los pasajeros capte al instante la atención y simpatía del público (Jack cae bien de entrada por su simpatía y sinceridad, mientras que el personaje de Rose resulta emotivo por la situación delicada en la que se ve metafóricamente atrapada).


    La segunda parte, abarca toda la historia de amor de los protagonistas. Sería injusto decir que se trata de la parte más floja, aunque sí aquella que, a nivel rítmico, se resiente más, haciendo que su interés dependa exclusivamente del amor imposible de ambos personajes. Por supuesto, secuencias como aquella en la que Jack dibuja a Rose ataviada exclusivamente en el collar, o la otra en la que hacen el amor en uno de los coches que viaja abordo despuntan por encima de las demás. En verdad se apoyan en todo ese lujo escénico que Cameron despliega con sabiduría (atención al instante en que Rose desciende por las escaleras que dan al salón de primera clase, con Jack esperándola junto a un reloj), pero se apoya demasiado en un insípido guión que no aporta demasiado al conjunto de la historia, a pesar de que el cineasta lo adorne todo con fabulosos travelling (la ya famosa escena de la pareja de amantes en la proa del barco) y fabulosos escenarios (la sala de máquinas por la que tratan de dar esquinazo al mayordomo de Hockley).


    La tercera parte comprende toda la espectacular recreación del naufragio. Desde el momento en que barco choca contra el iceberg hasta que el Titanic ha desaparecido en mitad de las gélidas aguas árticas, el espectador asiste a sesenta minutos de espectáculo puro, donde los insuperables efectos especiales (por fortuna, siempre al servicio de la historia y no al revés) deslumbran en cada uno de sus planos: desde el agua causando estragos allá por donde se introduce, hasta el clímax en el que el buque se queda totalmente vertical para, instantes después, partirse por la mitad. Durante todo el naufragio, a pesar de que el espectador ya sabe cómo va a terminar todo, se siente atrapado sin tregua por la planificación tan exquisita que Cameron realiza de toda la tragedia, aportando las dosis precisas en cada instante de emotividad (ese niño abandonado durante la evacuación, el trágico devenir de los amantes, o la pareja de ancianos abrazados en la cama mientras se llena de agua su camarote) y de acción (los infructuosos intentos de Jack y Rose por conseguir escapar sanos y salvos, la inclinación de noventa grados del Titanic -atención de ese plano de una barca junto a las hélices del buque cuando éste se levanta-, y su desaparición hacia el fondo del mar).


    En resumidas cuentas, "Titanic" es una película enorme, de los mayores espectáculos que se han visto en años en una pantalla de cine, en el que la calidad del largometraje final se encuentra prácticamente al mismo nivel que la espectacularidad de sus imágenes. No era para esperar menos, teniendo en cuenta el desorbitado presupuesto con el que ha contado y que, al fin y al cabo, estamos hablando de James Cameron, todo un mago a la hora de fabricar espectáculos que fascinan al público de todo el mundo. Así pues, a pesar de los años que han pasado desde su estreno, "Titanic" se sigue conservando como una excelente demostración de que talento y fastuosidad pueden ir cogidos de la mano sin problema.



  • MR. HYDE DICE:

  • Buenoooo... ¡Qué sería de una semana en plan romántico sin la película romántica por excelencia! Aunque mira, me parece una idea estupenda que, justo el día después de San Calentín, hablemos de "Titanic" porque, aparte de destilar azúcar por los cuatro costados, mucho me temo que es una de las películas de amor (por no decir la única) que ha gustado casi con la misma intensidad tanto al público femenino -toda la relación de amor imposible entre los protagonistas- como al masculino -al que le encanta toda la parte de efectos especiales de la peli-. Lo que pasa es que, aparte de esta hablando de una película romántica, no hay que olvidar que detrás de todo este tinglado se encuentra James Cameron, que sabe de resobra lo que hay que hacer para que una peli sea entretenida desde el principio hasta el final, y cómo dejar con la boca abierta a todos los que se meten en un cine a ver sus películas.


    "Titanic", por encima de todo, es un peliculón tremendo. Puede que ahora ya esté más desgastada que la pipa de un indio, pero eso es porque se ha hablado de ella hasta cansar, porque la han puesto ya doscientas veces en la tele y porque han llegado a dar tanto por saco con la peliculita desde que lo petó en las taquillas de medio mundo, que es imposible haberle cogido un poco de tirria. De todas formas, manías aparte, lo que nadie puede negar es que "Titanic", cumple a la perfección todo lo que promete: como historia de amor, convence que sobra (la que no haya llorado un poquito con cualquier parte del culebrón de Jack y Rose, que levante la mano); como espectáculo, no hay quien se lo niegue (los efectos especiales, aunque ahora puedan parecer algo de lo más normal, nos dejaron flipados cuando lo vimos por primera vez; y como "película grande", normal que los más de doscientos millones de dólares que costó luzcan a lo bestia, porque cada detalle está cuidado hasta el delirio.


    En lo que a la película se refiere, como os digo, James Cameron no se chupa el dedo y, aunque ya sepas de sobra cómo acaba la fiesta, el mérito es hacer que a los hombres les interese una historia de amor bastante pedorra y que a las mujeres les encante ver efectos especiales a punta pala. "Titanic" tiene muchos momentos impresionantes, desde la primera vez que aparece el trasatlántico a punto de zarpar (casi nada ese mogollón de gente apiñados en el puerto), hasta las imágenes del barco por el mar (con esos movimientos de cámara que lo recorren de arriba a abajo) y, por supuesto la hora entera en la que se hunde el bicho. Se nota que Cameron se lo ha currado a lo bestia, por lo que cada plano es una maravilla, y cada detalle perfecto (vestuario, decorados...).


    Por supuesto, hablar de "Titanic" es hablar de la música, que no sé la salvajada de discos que se vendieron de la banda sonora. Y no es para menos porque, aquí, James Horner compuso la que muy probablemente sea su obra maestra, y la única en la que no se repite más que el ajo (creedme si os digo que tiene algunas bandas sonoras que parecen calcadas unas de otras). Todo ello, por no hablar de la canción My heart will go on -que no sé cuántas veces la habrán pasado en la radio desde entonces, pero ya os digo que "muchísimas" se le queda corto- o la fotografía, que aún me pone la piel de gallina con esas puestas de sol, o esa luz azul del momento en que el barco se ha ido a tomar por saco.


    En fin, que a pesar de tener ya quince años, "Titanic" -¡qué pronto se dice! ¿Verdad?-, es una peli que siegue estando a la orden del día. Sabes de resobra lo que va a pasar y de qué forma, pero tiene ese "algo" de las pelis que te han marcado de alguna forma especial que hace que, a pesar de ello, te enganches a verla una vez más (suponiendo que no tengas nada que hacer durante un poco más de tres horas, que es lo que dura). Pero bueno, sigue siendo de lo más recomendable para volver a ver cada cierto tiempo porque, como digo, más que una peli, es un espectáculo con mayúsculas, y peliculón hecho a lo grande. Como debería ser siempre el cine.