DIRECTOR: BENETT MILLER
REPARTO: BRAD PITT, JONAH HILL, PHYLIP SEYMOUR HOFFMAN, ROBIN WRIGHT, KERRYS DORSEY, CHRIS PRATT
DURACIÓN: 132 min.
AÑO: 2011
GÉNERO: DRAMA
Si algo hay que reconocerle al cine estadounidense es que sabe cómo convertir en emocionante determinados eventos que, fuera de su formato habitual, suelen carecer de la misma garra. En el caso de los deportes, larga es la lista de las producciones que se han centrado en este mundo y, más concretamente, en el de su deporte nacional por excelencia: el béisbol. De entre los largometrajes más relevantes que han reflejado en la gran pantalla este tema los hay de todas las clases: desde los más reputados ("El mejor - The natural, 1984", "Los búfalos de Durham - Bull Durham, 1988", "Campo de sueños - Field of dreams, 1988", ), hasta aquellos que sirven de excusa para una trama secundaria que poco tiene que ver con dicho deporte ("Una mujer en la liga - Major league, 1989", "Ellas dan el golpe - A league of their own, 1992" o "Entre el amor y en el juego - For love of the game, 1999", entre otras). Sin embargo, el estreno de videoclub de esta semana, "Moneyball: rompiendo las reglas", aunque toma el béisbol como eje central de su argumento, la da a dicho argumento una vuelta de tuerca de lo más original para constituir un relato de lo asombrosa que puede llegar a ser la aplicación de fórmulas matemáticas y estadísticas a la hora de componer un equipo profesional.
Billy Beane (Pitt) es un ex-jugador del equipo béisbol de Oakland. Tras haber realizado una mala carrera como jugador, Billy ahora es el gerente del club, encargado de supervisar los fichajes y controlar los entresijos del equipo. Tras acabar la liga, tres de sus mejores jugadores fichan por otros equipos, lo que deja a Billy con un equipo de tercera con muy pocas posibilidades de hacer algo en la siguiente liga, ya que el club tampoco dispone de los fondos de otros más importantes para competir en el mercado de los jugadores. En el curso de unas negociaciones, conoce a un joven licenciado en económicas llamado Peter Brand (Hill). Éste sostiene que es posible, a partir del estudio de determinados parámetros estadísticos diseñar automáticamente la composición de un equipo nuevo capaz de vencer a cualquier rival. Sin embargo, a pesar del convencimiento de Billy y Peter, no lo tendrán tan fácil a la hora de poner en marcha esta estrategia.
"Moneyball: rompiendo las reglas" es una película en la que lo fundamental es el guión. El libreto escrito a cuatro mano por los ganadores de un Oscar Aaron Sorkin y Steven Zaillan consigue que un mundo tan particular como el del béisbol consiga interesar a un sector demográfico mucho más amplio, no dependiendo de si la acción se centra en un determinado jugador, o en los partidos en sí. En el film, lo realmente novedoso es la forma en que dicha ciencia se aplica a la confección de un supuesto equipo ideal y, lo más sorprendente de todo, que funcione. Para ello, el director Benett Miller obvia en su mayor parte la odisea que supone para el equipo cada enfrentamiento (tan sólo adquiere una mayor importancia en el tercio final, cuando los A's de Oakland establecen un record al conseguir veinte victorias consecutivas), y prefiere centrarse en los aspectos más intelectuales del film.
Esta decisión repercute positiva y negativamente en un par de elementos importantes del largometraje. Por un lado, la parte positiva la representa la gran novedad que "Moneyball: rompiendo las reglas" supone en comparación con algunos de los títulos citados en la introducción. En la película, la historia se explica con un lenguaje sencillísimo, de forma que el público que no esté acostumbrado a la jerga más técnica de dicho deporte no tendrá problemas para seguir el hilo de lo que se está relatando. De hecho, es aquí donde reside la verdadera emoción del film, al demostrar que es posible, centrándose en una serie de análisis estadísticos, resultar igual de efectivos en el campo de juego y, donde artistas como Brad Pitt o Jonah Hill demuestran que son capaces de interpretar papeles diferentes a los que tienen acostumbrados a los espectadores (en especial, Jonah Hill quien, después de "maravillas" como "Supersalidos - Superbad, 2007" o "Infiltrados en clase - 21 Jump Street, 2012" parecía condenado a ser uno de lo snuevos graciosillos oficiales del cine reciente).
Por otra parte, la parte menos positiva de "Moneyball: rompiendo las reglas" es que puede dejar al público con una sensación de haber asistido a unos fuegos artificiales que sólo han ofrecido mucho ruido y pocas nueces. Así, a lo largo de sus dos horas de metraje, la cierta lentitud con que se recoge la acción termina por pesar sobre los hombros del público (ni siquiera algunas tramas secundarias como la de Billy con su hija -sensacional Kerrys Dorsey- logra elevar un mínimo el interés de estos ratos "muertos"). Asimismo, da la sensación de que papeles más importantes han sido drásticamente recortados (la aparición del entrenador del equipo -interpretado por un aburrido Philip Seymour Hoffman, por ejemplo-) en favor de otras secuencias más típicas del género (Billy echando la bronca a sus jugadores después de perder un partido, los enfrentamientos con el resto de la directiva del equipo...).
Por supuesto, nada de esto es impedimento para que, al final, "Moneyball: rompiendo las reglas" sea un soplo de aire fresco entre tanta producción que, a lo largo de los últimos años, ha dado las mismas vueltas una y otra vez en torno a la misma forma de contemplar el deporte en el cine. Así es como secuencias como aquella en la que Billy realiza una serie de fichajes relámpago hablando casi a la vez con el manager de tres equipos diferentes ante la atónita mirada de Peter, o aquella otra en que Billy asiste por primera vez a un partido desde que dejó de ser jugador profesional. De esta forma, aunque en el fondo sea un largometraje bastante intrascendente, hay que reconocerle a "Moneyball: rompiendo las reglas" su digno intento de ir un paso más allá y ofrecer al público algo nuevo y, por fortuna, de calidad.
Para los que no os gusten las películas de béisbol, podéis estar tranquilos, porque "Moneyball: rompiendo las reglas" no es la típica peli de un jugador que tiene que hacerlo cojonudo en un partido porque, si no, decepcionará a millones de espectadores que lo animan al grito de "!Dios bendiga América!" Para nada. Por suerte, "Moneyball: rompiendo las reglas" se aleja un poco de todo eso y lo que hace es contarte una historia de béisbol pero sin centrarse en los partidos, en cómo le pegan a la pelota y esas cosas que sólo les interesan a los yanquis. Y menos mal, porque ya me gustaría ver su cara si a nosotros nos diera por hacer películas sobre lo jodido que es para un jugador de fútbol ganar un partido... no iba a verla ni el tato, fijo. Pero bueno, vamos con la peli.
"Moneyball: rompiendo las reglas" tiene una cosa muy original que hace que sea bastante interesante. Aplican las matemáticas (o la econometría, o lo que coño sea) a la forma de diseñar un equipo para ganar los partidos. En un momento de la peli, uno de los que salen le pregunta a Brad Pitt que si lo que quiere es montar
un equipo por ordenador. Bueno, pues es más o menos lo que pasa. Y eso es lo que la hace diferente a las demás, que son casi dos horas de probabilidades, de jugársela y no sé qué más cosas a raíz de unos cálculos que hace un experto en economía. Claro que, al final, todo depende de los juegos ganados para que sirva de algo pero, como os digo, no te tienes que chupar un partido detrás de otro, y menos de un deporte que, por lo general, a los europeos nos la bufa de mala manera.
En medio de todo ello, pues tienes a Brad Pitt no dándoselas de guapo (aunque el tío no pierde oportunidad de salir en un gimnasio marcando abdominales), sino queriendo hacer un papel más serio. Lo malo es que Brad Pitt es Brad Pitt, y al pobre hombre le cuesta un huevo que la gente no vea en él al pavo que va de guay y siempre en plan héroe de la función. En "Moneyball: rompiendo las reglas", por suerte, parece que se lo toma todo un poco más en serio. Y lo mismo puede decirse del otro actor gordo, que lo más normal es que no haga más que mierda detrás de mierda (aún recuerdo la vergüenza ajena que fue ver ese pedazo de guano de mala calidad que fue "Infiltrados en clase"), pero aquí parece que demuestra un poco que papá y mamá no tiraron el dinero cuando lo mandaron a estudiar cine -si es que lo hizo, porque...-.
Lo malo que tiene "Moneyball: rompiendo las reglas" es que se centra tanto en el asunto de los cálculos y de los números para comprar y vender jugadores que acaba siendo un poco aburrida. Es decir, se pasan más de la mitad de la película por dentro del estadio: en los vestuarios, en las oficinas, en el gimnasio, etc. Y claro, tú que estás esperando que pase algo así más emocionante, pues te tienes que conformar con que todo el bla-blá que está soltando Brad Pitt les ayude a ganar algo. O sea, que entre mucho pensar en las oficinas (fichajes, partirse la cara con el resto de los que trabajan allí, despedir a unos cuantos jugadores...) y mucho ir por la calle con cara de estar pensando en las musarañas, pues se te pasa la película entera.
Así que ya sabéis, si os tira un poco p'atrás que "Moneyball: rompiendo las reglas" sea una peli más de béisbol, tranquilos, que no van por ahí los tiros. Eso sí, tampoco os creáis que, como está basado en una historia real, es de lo más emocionante que hay en alquiler esta semana, porque tampoco es el caso. Entretiene y consigue interesar por partes, eso es verdad. Pero vamos, que si no la hubieran hecho tampoco pasaba nada. Yo, por lo menos, ya la he visto todas las veces que la tenía que ver.