TÍTULO: EL HALCÓN MALTÉS
DIRECTOR: JOHN HOUSTON
REPARTO: HUMPFREY BOGART, MARY ASTOR, GLADYS GEORGE, PETER LORRE, JEROME COWAN,SYDNEY GREENSTREET
DURACIÓN: 96 min.
AÑO: 1941
GÉNERO: POLICIACO
Esta mañana, leía un artículo publicado en un periódico de tirada nacional en el que hacían un rápido pero interensate recorrido por el tipo de figuras masculinas y femeninas que han inundado durante más de cien años las películas que se han ido produciendo y que, para generaciones enteras han supuesto un ideal en cuanto a belleza, destreza, elegancia, etc. Y, precisamente, en el primero de los grupos, se destacaban cualidades de grandes intérpretes clásicos como la elegancia de Cary Grant, la destreza de Errol Flynn o la dureza de antihéroes como Clark Gable o Humprey Bogart. Acerca de éstos dos últimos (y, en especial, más acerca del segundo que del primero) destacaban lo curioso que era que, a pesar de no tener unos rostros "bonitos" -en los términos en los que catalogaban al resto de los actores-, poseían un atractivo único para encarnar papeles que no sólo les iban como anillo al dedo, sino también para los que parecían haber nacido. Desde luego, en lo que a Bogart concierne, no ha habido ni parece que vaya a haber otro actor en la historia del cine capaz de encarnar al "sabueso" duro y rudo como lo hizo él. Y, a pesar de que haya dejado buena muestra de ello en sus numerosas películas, es, casi con toda probabilidad, en "El halcón maltés" donde mejor muestra da de ello -incluso me atrevería a añadir también a "El sueño eterno - The big sleep, 1946" en el mismo grupo, pero eso ya lo comentaremos en otra ocasión.
Samuel Spade (Bogart) es el responsable, junto a un socio, Miles (Cowan), de una agencia de detectives privados en San Francisco. Cuando una misteriosa mujer llamada Brigid (Astor) acude a ellos para pedirles que busquen a su hermana, quien ha desaparecido después de haber estado filtreando con un extraño palyboy inglés. Inicialmente, es Miles quien se hace cargo del caso pero, cuando es misteriosamente asesinado, Sam tomará el relevo para averiguar tanto quién mató a su socio como para resolver el caso que se les había encargado. No tardará en hacer acto de presencia un orondo hombre llamado Kasper Gutman (Greenstreet), quien informará a Sam de que todo el embrollo en el que se ha visto metido tiene por objeto recuperar una valiosa figura llamada "el halcón maltés".
Como adelantábamos en la introducción, "El halcón maltés" es un vehículo diseñado específicamente para cumplir, a grandes rasgos, dos objetivos. El primero, hacer una película policiaca y de intriga entretenida, punto que cumple con creces (durante su ajustada duración, Houston a penas pierde el tiempo con diálogos innecesarios que alarguen la acción más de lo necesario), al contar con un guión tan agudo como interesante -acertadísimo convertir el McGuffin de la función en una pequeña figura con forma de ave de la que casi nadie a penas sí sabe cosas-. El segundo, encumbrar a Bogart como la figura del detective privado por excelencia a la que nos referíamos al comienzo. Por fortuna, en "El halcón maltés", ambos objetivos se cumplen a la perfección.
Esto sí que es cine negro clásico como Dios manda. Detectives más chulos que un ocho, asesinatos, mujeres fatales (aunque aquí son un pelín más “fatal”, y no en el sentido metafórico del término) y objetos secretos de los que nadie quiere hablar pero que todo el mundo pierde el culo por tener. No es que sea la leche de todas las pelis de cine negro que he visto, pero sí una de las que más me han entretenido.
Porque "El halcón maltés", más que una buena película, es una peli entretenida. El problema que tiene es que todo está preparado como una especie de mecanismo de reloj calculado en exceso. Sé que dicho así parece una de las súper frases que se suelta el de arriba, así que a ver si me explico un poco más. La historia, lo que hacen los personajes, la forma de comportarse, cómo se solucionan las cosas… todo eso te lo enseñan de una forma que da la sensación de que está preparado de antemano, de que no les está pasando de verdad (al fin y al cabo, lo que uno quiere cuando va a ver una peli es creerse lo que le están contando, aunque haya naves espaciales y todo eso). Y esa especie de teatralidad pues como que le quita un poco de gracia al asunto. Ahí ves que deciden el destino de más de un personaje como quien comenta el partido del sábado (Bogart y el gordo mafioso acuerdan cargarle el muerto de un asesinato a uno de los matones del gordo como si aquel no pintara una mierda y, cuando protesta, dos guantazos y arreglado). Otro ejemplo es el de la chica de la película: el que no vea a la legua que la tipa miente más que habla cuando trata de engatusar a Bogart, es que necesita despabilar un poco (por suerte, el amigo Humpfrey también lo arregla explicándole la situación a la muchacha a modo de revés in the face).
De todas, formas, también es verdad que esto son inconvenientes muy mínimos para disfrutar de la peli. Entre que dura poco y que no se anda por las ramas para contar la historia, se te pasa la hora y media que dura en un suspiro. Además, el ritmo que tiene, para tratarse de cine clásico, que suele ser más normal que se recreen en el arte, está muy bien dosificado, por lo que tienes que prestar atención sin despistarte, porque con el desfile de personajes y pistas que va dando cada uno de ellos, o lo pillas al vuelo, o necesitas que te lo expliquen (o rebobinas hacia atrás para enterarte del asunto). Pero vamos, que merece la pena verla, aunque sólo sea para ver qué entendían hace la pera de años por “ser un tipo duro”. Yo, con estas pelis así tipo gangsters y detectives privados me lo paso pipa.