miércoles, 8 de agosto de 2012

CINE DE LOS 90: "EL HOMBRE QUE SUSURRABA A LOS CABALLOS"

TÍTULO: EL HOMBRE QUE SUSURRABA A LOS CABALLOS

DIRECTOR: ROBERT REDFORD

REPARTO: ROBERT REDFORD, KRISTIN SCOTT THOMAS, SAM NEILL, SCARLETT JOHANSSON, DIANNE WIEST, CHRIS COOPER, KATE BOSWORTH

DURACIÓN: 169 min.

AÑO: 1998

GÉNERO: DRAMA

  • EL DR. JEKYLL DICE:
  • A mediados de los años noventa, Clint Eastwood dio un giro a su carrera como director y actor, filmando "Los puentes de Madison - The bridges of Madison County, 1995", una de las historias más románticas de su filmografía -por no decir la única película romántica de toda su filmografía-. El motivo por el que hacemos mención a este largometraje es que, si se analiza desde cierta perspectiva, "El hombre que susurraba a los caballos" tiene más de un punto en común con el film de Eastwood. En ambos, existe una protagonista principal femenina, emocionalmente insatisfecha, que, ante la imprevista entrada de un desconocido en su vida, experimenta de nuevo el enamoramiento del que ya se había olvidado, y todo ello en el marco de unos espectaculares paisajes naturales. Ahora bien, donde Eastwood se limitaba a primar los silencios, las miradas y los gestos más mínimos, Redford se decanta más por primar las complicadas relaciones emocionales detallas en la novela de Nicolas Evans en la que se basa, para desarrollar no sólo la historia de amor sino también toda una serie de temas secundarios.

    Grace (Johansson) es un niña que adora montar a caballo. Un día, cuando sale a cabalgar en compañía de Judith (Bosworth), su mejor amiga, ambas sufren una aparatosa caída en la que Judith muere y Grace pierde una pierna. Asimismo, Pilgrim, el caballo de Grace, queda malherido y con un temperamento muy agresivo. Es entonces cuando Annie (Scott Thomas), la madre de Grace, encuentra un artículo en una revista que habla acerca de Tom Booker (Redford) un especialista en tratar los problemas de los caballos, con los que es capaz de establecer unos vínculos extraordinarios. Dicho y hecho, Annie y Grace viajan hasta el rancho de Booker en Montana para pedirle ayuda. Lo que Annie no espera es acabar enamorándose de Booker, lo que hará que se debata entre su relación con Robert (Neill), el padre de Grace del que está separada, y el recién conocido Booker.

    "El hombre que susurraba a los caballos" es mucho más que una película romántica. En ella, Redford combina los diversos elementos de la novela de Evans (a los que, por razones de comercialidad, se les ha quitado hierro -entre otras cosas, el drama final que incluye a Annie, y el destino de Booker-), consiguiendo que el resultado sea un conjunto de sub-tramas al que se da el tiempo necesario para ser desarrollado y solucionado, y que afecta a todos los personajes del film. Así, mientras el film comienza con el brutal accidente que sufre Grace (atención al montaje de la secuencia del accidente, y a cómo Redford lo visualiza todo gracias al sonido, sin tener que insistir demasiado en mostrar las consecuencias), la acción pronto se traslada a los impresionantes parajes naturales del estado de Montana, donde tiene lugar el grueso de la acción. De este modo, lo que empieza siendo el drama acerca de la superación personal de una adolescente traumatizada por un accidente y de la curación de un animal, pronto se torna en la curación metafórica del personaje de Annie, quien encuentra en los brazos y filosofía de Tom Booker aquello de lo que su relación con su marido carecía.

    Por supuesto, hay mucho más detrás de esta línea argumental y es, precisamente ahí, donde Redford demuestra todo su buen saber hacer. Lo más sencillo, llegados este punto del argumento sería dejar a los personajes a la deriva y aportar una solución fácil a sus conflictos. En lugar de ello, Redfor apuesta por un lirismo exquisito, dejando que lo poético de su entrenamiento con Pilgrim, de la "liberación" de Grace y de la decisión definitiva de Annie con respecto a Robert adquira tanta importancia como la historia de amor principal. Además, se agradece también que "El hombre que susurraba a los caballos" se plantee sin prisas, de forma que la relación entre los dos protagonistas no surge de manera forzada ni condicionada por la duración concreta del film, sino como resultado de todo un proceso en el que el espectador ha tomado parte desde el comienzo, y en cuyo juego ha aceptado participar. Sirva de ejemplo para ello el juego de seducción que inicia Redford cuando Annie está tratando de abrocharse la cremallera de su vestido, o el acercamiento definitivo en mitad de una fiesta local.

    A todo ello, hay que añadir una factura artística y técnica de primera. En cuanto a lo primero, no es necesario alabar la performance de Redford, Scott Thomas o Sam Neil (en un complicado papel para el actor irlandés). Sin embargo, sí que sorprende la contundencia con la que una joven Scarlett Johansson interpreta a Grace, un personaje complicado por su evolución a lo largo del metraje (atención al desgarrador instante en que le reprocha a su madre, en el instituto, que faltándole una pierna, se convertirá en una marginada sin posibilidad de que nadie se interese por ella). Y, en cuanto a la factura técnica, "El hombre que susurraba a los caballos" destaca, por encima de todo, por la insuperable labor de Robert Richardson como director de fotografía (utiliza como nadie el formato panorámico tan pronto como la acción se traslada a Montana, y los colores cálidos y aterciopelados para los instantes en que Redford interactúa con los caballos) y, sobretodo, de Thomas Newman musicando el largometraje -sustituyó al inicialmente previsto John Barry-, y componiendo una de sus bandas sonoras más sobresalientes.

    En resumidas cuentas, "El hombre que susurraba a los caballos" es una película tremendamente poética, pausada y repleta de sentimientos a flor de piel, expresados por parte de personajes que necesitan amar y ser amados. Todo ello, pasado por la mano experta de un Robert Redford que demuestra ser capaz de realizar una película romántica excelente sin tener que recurrir a ninguno de los desastrosos tópicos en los que parece haber caído las historias de amor más recientes.

  • MR. HYDE DICE:
  • Será muy romántica, la fotografía, música, etc. será cojonuda, y estará todo lo bien hecha que tú quieras, pero tres horas de romanticismo son para que a cualquiera le dé un patatús. "El hombre que susurraba a los caballos" es de esas películas a las que le quitas una hora y te sale un peliculón como la copa de un pino. Es un poco como creo que le pasa a "El paciente inglés - The English patient, 1996", que se ve que se lo están pasando tan bien con lo que te cuentan, que parecen olvidarse de que no te puedes pasar la vida entera viendo su rollo. Y claro, tú que te estás papando toda la historia, también tienes un aguante. "El hombre que susurraba a los caballos" es de ese tipo de películas que te la ves con la parienta al lado, y quedas como un señor. ¿Por qué? Pues por varias razones.

    La primera razón es que es una peli romántica a saco, de esas de sentimientos a flor de piel que tanto les gustan a las mujeres. Así que si te la tragas con ella, fijo que le va a gustar y, además, ella tan contenta de que la estéis viendo juntos (es más, no descarto que, incluso puedan hacer algún comentario en voz alta sobre lo que dice o hace alguno que sale en la peli, así como buscando que la respaldes o que estés de acuerdo con ella).

    La segunda es que "El hombre que susurraba a los caballos", gracias a Dios y a todos los ángeles del cielo, no es de ese tipo de pelis románticas que te dan las ganas de abrirte las venas de lo malas que son. Vamos, que no son las castañas de las Jennifers de turno haciéndose las graciosas o poniendo cara de cordero degollado para que veas lo remonas que son las pobrecitas. Aquí, por lo menos, es una película para adultos que se preocupan por problemas serios de la vida (un divorcio, la incomunicación con sus hijos, las minusvalías...), y se comportan como tal. Así que respirad tranquilos, que la historia que te cuentan merece la pena ser vista -aunque, insisto, se les va la mano con la duración-.

    La tercera es que, como cuenta Jekyll en su parte, está muy bien hecha, y eso se nota. La fotografía es una pasada, con esos paisajes del campo que son un cambio brutal en comparación con lo que le pasa a los protas en la ciudad; las actuaciones están muy bien, y da gusto ver que Redford, que ya tiene más años que el jabón, aún puede hacer de seductor como un tío hecho y derecho; y, sobretodo, la música, que es una preciosidad.

    Por lo demás, lo que os encontraréis en "El hombre que susurraba a los caballos" es una historia de amor un poco complicada ya que, al fin y al cabo, juegan con varias cosas al mismo tiempo que se mezclan: la relación de los padres de la niña coja (agüita con Scarlett Johansson antes de convertirse en una de las mujeres más deseadas del mundo), la confusión tan tremenda que tiene la madre (ahí , por ejemplo, se exagera un pelín, porque lo que parece que necesita esta señora es aclararse el cocotero, y dejar de jugar con su marido como lo hace), y cómo parece que nunca es tarde para enamorarse o, en su defecto, tener su momento de romance -aunque aquí, en la peli, sean un poco horteras los yanquis y pongan su momento especial a ritmo de country de ese que se baila despacito pero con sobrero vaquero y hebillas brutales en los cinturones. En fin, que "El hombre que susurraba a los caballos", a pesar de lo larga que es, se deja ver, y te deja un regusto lo suficientemente agradable como para que no te den ganas de hacerte el hara-kiri, o como se diga.