DIRECTOR: DAVID DOBKIN
REPARTO: JASON BATEMAN, RYAN REYNOLDS, OLIVIA WILDE, LESLIE MANN, ALAN ARKIN, GREGORY ITZIN
DURACIÓN: 112 min.
AÑO: 2011
GÉNERO: COMEDIA
Hace ya un tiempo que la comedia norteamericana parece haber caído en una espiral confusa de vulgaridad y tontería supina casi preocupante. Mientras algunos veteranos como Woody Allen aún demuestran que están en plena forma (sin ir más lejos, su última película estrenada,“Medianoche en París – Midnight in Paris, 2011”, es una de las mejores comedias del año pasado, y de toda su carrera), el número de comedias de usar y tirar se ha multiplicado exponencialmente. Si bien las hay que se resisten a asumir el paso del tiempo sin darse cuenta de que las gracias de antaño ya han dejado de causar efecto –nos referimos a la más reciente entrega de la serie “American pie”-, hay otras que parecen haber encontrado un nuevo filón –caso de las dos partes de “Resacón en Las Vegas”, por ejemplo-, que continúan explotando hasta que, también, deje de ser simpático. Incluso hay producciones que tratan desesperadamente de identificar a sus actores protagonistas con el no va más de la comedia moderna americana. A este respecto, en un grupo en el que tendrían cabida individuos como Adam Sandler (que se repite una y otra vez en el mismo tipo de protagonistas… a pesar de que el actor ya tiene más de cuarenta años), así como los ascendientes Zack Galifiniakis, o Jason Sudeikis, también está comenzando a desgastarse a pasos agigantados, de manera que cada nueva película que se estrena no puede librarse de ese tufillo a “más de lo mismo”. En este último grupo es donde tendrían cabida Jason Bateman y Ryan Reynolds, si bien éste segundo procura diversificar algo más los papeles que interpreta. Todo esto que comentamos viene a cuento de que uno de los estrenos más notorios en videoclub esta semana es, precisamente, “El cambiazo”, una comedia simplona protagonizada por ambos, y donde se retoma una historia ya explotada antes en más de una película, que sirve de excusa para que los dos actores den rienda suelta a su vena más cómica para intentar amenizar la función.
Dave (Bateman) y Mitch (Reynolds) son amigos de toda la vida. Sin embargo, mientras que Dave se ha convertido en un excelente abogado, y abnegado padre de familia casado con Jamie (Mann), Mitch no ha sentado aún la cabeza, malviviendo como actor de segunda en films de dudosa calidad, y sin mantener muy buenas relaciones con su padre. Una noche en la que los dos amigos salen a tomar unas cervezas, acaban orinando en la fuente de un parque, mientras cada uno manifiesta lo mucho que les gustaría tener la vida del otro, Dave para poder disfrutar de no tener tantas responsabilidades y Mitch para saber lo que se siente al ser cabeza de familia. Dicho y hecho, al día siguiente, cada uno de ellos se ve encerrado en el cuerpo del otro, sin saber qué hacer para poder volver a recuperar su vida normal. Será entonces cuando empiecen los líos, ya que Dave (ahora Mitch) deberá hacerse cargo de un importante caso de fusión entre empresas que determinará su ingreso como socio en el bufete para el que trabaja, mientras que Mitch (ahora Dave) no sabe cómo comportarse con sus quehaceres diarios irresponsables, ni cómo reaccionar ante las insinuaciones de Sabrina (Wilde), al secretaria de Dave.
“El cambiazo” podría definirse perfectamente como la versión para adultos –que no adulta- de “De tal astilla, tal palo – Like father, like son, 1987” y, de la aún más parecida, “Ponte en mi lugar – Freaky friday, 2003” la cuál, a su vez, no era sino un remake del film homónimo que tuvo como protagonista a una joven Jodie Foster a mediados de los años setenta. Sea como fuere, lo cierto es que la línea argumental de “El cambiazo” está lejos de ser original, ya que, como se puede ver, el tema de dos personas casi antagónicas que se intercambian la personalidad y deben hacer frente a una serie de imprevistos y compromisos ya había sido recogida en más de un largometraje. Así pues, ¿qué es lo que resulta interesante de “El cambiazo”? Pues, aunque resulte paradójico, la inmadurez de sus protagonistas. Uno de ellos, es un profesional consumado que necesita de esa pequeña dosis de “libertad” para saber apreciar aquello que tiene, mientras que el otro es un destarifado que desea inconscientemente ese voto de confianza para demostrar que puede ser una persona de lo más responsable. Por supuesto, todo ello queda aderezado con situaciones ordinarias (ver el instante en que Mitch –como Dave- aguarda a que la mujer de éste se meta en la cama para mantener relaciones sexuales pero, en vez de ello, se dedica a otros menesteres más escatológicos, o aquella otra secuencia en la que Dave –como Mitch- se ve forzado a “actuar” en una película semi-pornográfica), interpretaciones sobreactuadas (mitch –como Dave- en el buefete de abogados en el que aquel trabaja), y situaciones planificadas con el único objetivo de provocar la risa fácil a través de situaciones comprometidas (Dave –como Mitch- ante una mujer a punto de dar a luz que quiere sexo con él) y de lo más increíbles (la resolución del proceso de fusión de empresas en el que está inmerso Dave).
Por consiguiente, “El cambiazo” es una película que se queda muy lejos de ser una buena comedia, aunque consigue ser los suficientemente intrascendente y banal como para hacer que las casi dos horas que dura no se conviertan en un suplicio excesivo para el espectador. Ahora bien, vaya por delante que el humor del film no es nada ingenioso, sino que siempre recurre a la broma fácil y, en muchos casos, ordinaria, para hacerse la simpática. El problema es que esto no siempre funciona. Así que, como novedad en alquiler este fin de semana, no es de lo peor que puede haber, pero se queda a mucha distancia de ser una gran película.
“El cambiazo” es una película para pasar un rato distraído y poco más. Tiene se gracia en algún que otro momento (sobretodo cuando a cada uno de los protas le toca hacerse cargo de los asuntos del otro), pero se nota a la legua que la peli es mala de cojones. Pero, por suerte, es una de esas pelis malas que sabe que es mala, y que no tiene ninguna intención de ser una obra de arte, sino hacer que pases un rato divertido con las tontunas que se les ocurren a este par de descerebrados. Lo que sí me ha llamado la atención es que, para ser una comedia con mensajillo, tiene un montón de guarradas, y sueltan tacos a tutiplén. Lo malo es que canta a la legua que se piensan que, por poner cuatro guarradas y sacar a los dos pavos de turno haciendo el chorra, la cosa va a ser un descojone y, me temo, que no es así, al menos durante todo el rato.
Eso sí, si veis “El cambiazo”, creo que debéis tener en cuenta un par de cosas antes. Para empezar, recordad que el guión está hecho para provocar las situaciones de lío y comprometidas. Así que no le pidáis peras al olmo porque, de entrada, el que sale como una persona responsable y trabajadora es tachado poco menos que de calzonazos y de capullo, mientras que el zángano que se pasa el día rascándose los huevos es capaz de cerrar un trato millonario con sólo ver un par de capítulos de series de abogados. Como en la vida real, ¿no? Después, aprovechan la mínima ocasión que tienen para enseñar un par de tetas -no tanto como en el cine español, donde si no salen dos follando a los dos minutos parece que a la película le falta algo-, pero no en plan emocionante, sino para aguarte la fiesta a los pocos segundos (la mujer de uno se pasea medio en bolas por la casa para luego ponerse a cagar un ñordo descomunal, mientras que otra se queda como Dios la trajo al mundo, enseñando un bombo de nueve meses). Y, por supuesto, las clásicas escenas escatológicas de turno (uno sufriendo las consecuencias de una cagalera de sus hijos, y otro descubriendo lo chungo que es pelarse la zanahoria cuando el pito es del otro y no el tuvo).
Vale, puede que leyendo hasta aquí, ya se os hayan quitado las ganas de ver “El cambiazo”. De todas formas, y como segunda cosa, también hay que tener en cuenta algo más. “El cambiazo” lo que quiere, por encima de todo, es ser graciosa. Yo no creo que lo consiga todo lo que debería (la mayorías de esas gracias lo son porque hablan de caca, culo, pedo y pis, que es un recurso que suele funcionar… aunque con un pelín más de moderación), aunque sí lo suficiente como para que te pases una par de horitas en la inopia. Eso sí, cuando acaba, lo primero que piensas es en la suerte que has tenido al no gastarte el precio de una entrada de cine para ver semejante despropósito. Así que, si la queréis alquilar esta semana dentro de las novedades del videoclub, pues vale, no es gran cosa pero tiene un pase. Ahora, sabed de qué va la cosa, porque está lejos de ser un peliculón, por muy simpáticos y monines que salgan los dos capullines que la protagonizan, y por muy buena que esté la que hacía de médico en la serie “House”.