TÍTULO: LA TENTACIÓN VIVE ARRIBA
DIRECTOR: BILLY WILDER
REPARTO: MARYLIN MONROE, TOM EWELL, OSKAR HOMOLKA, CAROLYN JONES
DURACIÓN: 100 min.
AÑO: 1955
GÉNERO: COMEDIA
EL DR. JEKYLL DICE:
La historia da comienzo con Richard Sherman (Ewell), un trabajador que, obligado a trabajar durante los meses de verano, debe dejar momentáneamente a su mujer e hijos mientras se queda en Nueva York. Dispuesto a comportarse como una persona decente durante sus días "de Rodríguez", su ritmo de vida se ve irremediablemente alterado cuando, en el piso superior al suyo se muda una despampanante muchacha (Monroe), quien no parará de entrometerse accidentalmente y sin ninguna malicia en la vida de Sherman. Éste, por su parte, tratará de alejarse lo máximo posible de la tentación que le supone la presencia de la vecina, por la que no puede evitar sentir una inevitable atracción.
El comienzo de la película, desde luego, resulta de lo más original, muy en la línea de Wilder, quien parece sentir una predilección especial por comenzar cada historia con una situación espacial de lo más amplia, con un inicio en el que prácticamente hace referencia a la población mundial para, poco a poco, ir centrándose en los personajes principales. Algo similar haría con su posterior y oscarizada "El apartamento - The apartment, 1960", en la que partiendo de la población norteamericana, la cámara acaba centrándose en el contable al que da vida Jack Lemmon. Bien, pues en "La tentación vive arriba", el lenguaje visual es el mismo, sólo que mucho más ácido, al presentar al norteamericano medio como alguien desesperado por poder "deshacerse" por unos días de la familia con tal de poder estar más tranquilo y, evidentemente, tener vía libre para poder dar rienda suelta a sus más evidentes instintos de seducción masculinos. Por este motivo, resulta tan cómico un inicio en el que esta conducta queda resumida en apenas un par de minutos y que, por consiguiente, quedará muy vinculada con el personaje de Sherman.
No obstante, la mordacidad con la que da inicio la película permanece durante la mayor parte del metraje, de forma que las situaciones (la mayoría de ellas imaginarias, como la del hipotético descubrimiento de la mujer de Sherman del affaire de su marido con la vecina) son realmente cómicas, acentuadas en gran medida por la extraordinaria actuación de Tom Ewell y la maravillosa representación, una vez más, de la "rubia tonta" a la que encarna la inigualable Marylin. Por ello, acaba sorprendiendo que, una película con un inevitable aroma a teatro filmado, resulte tan divertido y bien realizado. Ello se debe a dos motivos principales: la actuación y carisma de sus dos protagonistas absolutos y a la fortuna de contar con un guión fantástico, capaz de reflejar a través de la dirección de Wilder las situaciones más cotidianas de forma que, a la vez que expresen la crítica correspondiente, permitan al espectador identificarse con cada una de ellas, además de reírse de éstas.
Cabe, tan sólo, antes de concluir, reconocer que, si bien "La tentación vive arriba" está lejos de encontrarse entre el top de los largometrajes realizados por Billy Wilder, no deja de ser un film de lo más entretenido, agradable y divertido. Sólo con la presencia de Marylin Monroe ya es digno de encontrarse en la lista de las obras inmortales de la historia del cine.
Joer Jekyll, qué mala leche poner, nada más volver de las vacaciones, una peli sobre lo que pasa cuando los hombres se quedan solos en casa sin la parienta. ¡Juas! Muy propio, sin duda para ésta época del año. Pero bueno, tonterías aparte, creo que "La tentación vive arriba" es una de esas pelis que hay que ver, no sólo porque sea divertida y te lo haga pasar bien un rato, sino porque contiene uno de los momentos claves de la historia del cine: la levantada de faldas del vestido blanco de Marylin. Épico e inigualable en toda la historia del cine.
Pero bueno, más allá de ese momento (apenas llega a los diez segundos), "La tentación vive arriba" es una peli divertida, original y cuyas bromas, que podrían caer en el mal gusto, no dejan de resultar de lo más comedidas -y eso que podrían haberse pasado tres pueblos- y simpáticas. Vamos, dad por hecho que, si hubiera sido un español el que hubiera hecho la peli, los protas se ponías a follar como conejos a los dos minutos. Menos mal que los primos del otro lado del Atlántico, cuando quieren (que suele ser con mucha frecuencia), saben cómo hacer las cosas con talento y corrección.
Por lo demás, la peli no es más que una serie de situaciones embarazosas en las que se ve inmerso el personaje principal, todas ellas, relacionadas con el "peligro" que supone tener viviendo en el piso de arriba a una tía buena como la Monroe. Pero, claro, es que a ver qué os pasaba a vosotros, guapitos de cara, si semejante pivón os estuviera incordiando cada dos por tres con esas insinuaciones, como le pasa al pobre hombre de la peli. En fin, que es una muestra más de cómo la comedia americana clásica no le tiene nada que envidiar a las memeces actuales (¿Eh? ¿Jack Black, Adam Sandler y compañía?), y que a Marylin Monroe no ha habido ni creo que haya actriz que la llegue a igualar. Y, si no, díganme ustedes cuántas actrices han sido capaces de dejar con la boca abierta a medio mundo con una casual levantada de faldas provocada por el viento del metro al pasar. Lo dicho, irrepetible.