martes, 22 de mayo de 2012

CINE DE LOS 80: "VIERNES 13"

TÍTULO: VIERNES 13

DIRECTOR: SEAN CUNNINGHAM

REPARTO: BETSY PALMER, ADRIENNE KING, KEVIN BACON, JEANNINE TAYLOR, ROBBIN MORGAN

DURACIÓN: 91 min.

AÑO: 1980

GÉNERO: TERROR

  • EL DR. JEKYLL DICE:
  • Ya hemos hablado en ocasiones anteriores de varios sub-géneros dentro de los propios cinematográficos. Así pues, términos como “cine de catástrofes”, los “guilty pleasures” o las “pop-corn movies” sirven para identificar a un tipo bastante concreto de producciones. A este particular grupo de calificativos, cabe añadir el de “slash movies”. La traducción más aproximada al término, vendría a ser algo así como “películas de destripe” o “películas de descuartizamiento” y, como su propio nombre sugiere, se utiliza para referirse a aquellos largometrajes cuya temática suele ser la de un villano –generalmente enmascarado- que, a causa de unos motivos que se desvelan en el transcurso del film, va liquidando de forma generalmente sádica a los distintos protagonistas (salvo al héroe / heroína de la función, que siempre se salvan en el último minuto, aunque siempre hay excepciones). La primera slasher movie –no confundir con el cine gore, con el que no tiene nada que ver- reconocida como tal es “El fotógrafo del pánico – Peeping Tom, 1960” aunque, en esta ocasión, se parte de una puesta en escena y violencia mucho más dosificada (lo que no quita que, para la época, se tratara de una producción de lo más violenta e impactante). Ahora bien, ha sido a lo largo de las últimas dos décadas del pasado siglo cuando las slasher movies alcanzaron uno de sus momentos de mayor relevancia, gracias a la gran contribución que hicieron a este peculiar género directores como Tobe Hooper (“La matanza de Texas – The Texas chainsaw massacre, 1974”), John Carpenter (“La noche de Halloween – Halloween, 1978”), o Wes Craven (“Pesadilla en Elm Street – A nightmare on Elm Street, 1984”), y que fueron responsables de la primera aparición de personajes ya míticos como Cara de Cuero, Michael Mayers, o Freddy Krugger, respectivamente. En el film que hoy nos ocupa, Sean Cunningham fue el director encargado de dar vida a otro de los iconos por excelencia del cine de terror, Jason Vorhees, en una de las más conocidas (y longevas) series de largometrajes de terror: “Viernes 13”.

    Aprovechando la llegada del verano, un grupo de amigos decide pasar un fin de semana en una cabaña que se encuentra a orillas de Crystall Lake. Allí aún se encuentran distintas dependencias de lo que, en su día, fue un campamento estival infantil. Sin embargo, el recinto se clausuró tras ocurrir un desgraciado accidente en el que se ahogó un niño llamado Jason. No obstante, a pesar de que el lugar parece completamente abandonado, conforme avance la noche, los muchachos comenzarán a sufrir el acoso de un ser que cubre su rostro con una vieja máscara de jockey, y que irá liquidándolos de formas realmente sádicas.

    Visto hoy el argumento de “Viernes 13”, lo cierto es que no sorprende lo más mínimo. Es más, posiblemente, cualquier espectador al que se le proponga ver un largometraje de estas características, con toda probabilidad, acabe declinando la oferta (al no ser que sea un incondicional de este tipo de propuestas). La razón, aparte de la violencia explícita de sus escenas, podría ser muy bien que se trata de una historia que ya ha sido contada cientos de veces antes. Sin embargo, “Viernes 13” hay que considerarla en el contexto de la época en la que se realizó. A principios de los años ochenta, lo que ahora podría parecer una película más de asesino enmascarado no se encontraba con la misma frecuencia en las salas comerciales, por lo que no existía ese “antes” que ya hubiera relatado esa historia. Asimismo, “Viernes 13” jugaba con la idea de una situación que era considerada como algo de lo más normal del mundo: una excursión entre muchachos adolescentes para divertirse (y hacer un poco el bruto, todo sea dicho de paso) en un lugar apartado de la civilización. Evidentemente, al tratar un tema tan común y rodearlo de toda una leyenda urbana –algo así como casi veinte años más tarde sucedería con la bruja de Blair- el resultado provocó auténtico furor entre los espectadores, que acudieron a los cines a pasar poco más de hora y media muertos de miedo.

    No es para menos. “Viernes 13” contiene algunas de las secuencias más violentas vistos en una pantalla. Basta recordar, por ejemplo, cómo el asesino enmascarado no duda un segundo a la hora de partir por la mitad a uno de los protagonistas con una hacha, o cómo liquida a un jovencísimo Kevin Bacon mientras éste se encuentra tumbado en su cama. Gracias a secuencias como éstas, resulta fácil de imaginar el impacto que tuvo que provocar en toda una generación, que acudió en masa a los posteriores estrenos de las –lamentables- secuelas (hasta un total de... ¡diez!) que se fueron estrenando en los años siguientes.

    Vista hoy en día, “Viernes 13” ha perdido mucho del impacto y el gancho que tuvo en su día. Es natural, si se tiene en cuenta que, durante los años siguientes, la fórmula de su éxito se repitió hasta la saciedad, de forma que lo que en un principio llamó la atención, no sólo acabó por aburrir al espectador, sino que se convirtió en una parodia de sí mismo. Ni siquiera revisiones más modernas y experimentales de procurar crear una nueva franquicia en la actualidad terminaron de cuajar entre el público actual (nos referimos a “Freddy contra Jason – Freddy vs. Jason, 2003”, o el pésimo remake producido por Michael Bay). Sin embargo, este primer “Viernes 13” sirvió para crear a uno de los iconos por excelencia del cine de terror que, pese a sus ridículas continuaciones, en el momento de su nacimiento supo convertirse en personaje de culto casi al instante. Aún así, “Viernes 13” sigue conservándose como un ejemplo de cine ochenteno que, considerando el momento en que se estrenó y lo que ofrecía, cumplió con lo que prometía. Ni más ni menos.

  • MR. HYDE DICE:
  • Pues hombre, qué queréis que os diga. Entiendo que cuando salió, “Viernes 13” dejara flipada a la peña. Pero ahora mismo, me parece que soy de los que ya se ha visto doscientas películas iguales y que ésta no le llama la atención mucho más que cualquiera de las otras. Aunque supongo que con las de “Saw” me ha pasado lo mismo que a la gente hace veinte años, que ves la primera y alucinas, pero luego te hacen tantas que son una mierda, que acabas por perderle el gusto a algo que te impresionó tanto cuando lo viste por primera vez. “Viernes 13”, desde luego, sí que os digo que es mucho mejor que la versión moderna que hicieron hace un par de años (que es una de las peores películas que he visto en mi vida, y mirad que me he tragado porquerías como un pino), y comprendo que aún pueda guardar algo de ese “encanto” que tuvo hace treinta y pico años. Pero es que la pestuza a naftalina se huele al kilómetro.

    “Viernes 13” es una película que ha envejecido como el culo. Ahora mismo, necesitas que se escuche un “¡Chán!” justo antes de que el maníaco de turno te pegue un buen susto, acompañado por el efecto de música correspondiente, para que te dé un mínimo de canguelo. Pero en el original de “Viernes 13”, el malo casi parece que se está paseando mientras persigue a los capullines en edad del pavo. Ahora bien, eso sí, lo que me gustó, y mucho de “Viernes 13” es todo lo que tiene que ver con la señora Vorhees, y que no descubres hasta el final. Es más o menos como lo que le pasaba a Jamie Lee Curtis en la segunda parte de “La noche de Halloween”, cuando le dicen que Michael Mayers es su hermano. Además, “Viernes 13” es de las pocas que sí consigue darte una buena sorpresa con el final, y no como suele pasar en las otras, en las que dan ganas de pegarles un tiro a los guionistas.

    Como secuencias así más destacables, no sabría muy bien cuál señalaros. Supongo que acojona la primera vez que ves que Jason se pone la máscara de jockey, y cuando se carga a Kevin Bacon, que aparte de un buen susto, pegas un salto de mil demonios. O, también, la angustia que empiezas a sentir cuando llega el sheriff y Jason se lo carga como si nada, fastidiándoles a los pobres chavalines una de las pocas posibilidades que tenían de salir cagando leches de allí. Pero vamos, aparte de eso, ya os podéis imaginar de qué va la cosa: sustos imprevistos, diálogos un tanto ridículos, cosas que hacen los personajes que dan ganas de pegarles (a ver, guapitos, el sitio al que vais es una mugre y acojona ya solo de verlo a plena luz del día, ¿qué os dice que hagáis el poco sentido común que tenéis?), y un final que te deja con la sensación de que habrá segunda parte. Por lo demás, si queréis ver un clásico del cine de terror ochenteno, pues adelante con “Viernes 13”. Para los que no os gusten este tipo de películas, tampoco os habéis perdido ninguna maravilla.