lunes, 25 de julio de 2011

CINE CLÁSICO: "BARRY LYNDON"


TÍTULO: BARRY LYNDON

DIRECTOR: STANLEY KUBRICK

REPARTO: RYAN O'NEAL, PATRICK MCGEE, STEVEN BERKOFF, MARISA BERENSON

DURACIÓN: 183 min.

AÑO: 1975

GÉNERO: DRAMA ÉPICO

  • EL DR. JECKYLL DICE:

  • Cuando Stanley Kubrick, a mediados de los setenta, rodó "Barry Lyndon", no era ningún desconocido en el mundo del cine, ni ningún principiante que se ponía al frente de su segundo o tercer proyecto. De hecho, ya había tocado las fibras más sensibles de la sociedad norteamericana (y de fuera de los Estados Unidos también), con varios de sus anteriores largometrajes como "Lolita - Lolita, 19625" o "La naranja mecánica - A clockwork orange, 1971". Por ello, cuando el autor de la revolucionaria (y, en mi opinión, sobrevalorada) "2001: una odisea en el espacio - 2001: a space odyssey, 1968" se propuso rodar un drama épico centrada en los pormenores de un pícaro en el siglo XVIII, en plena contienda del ejército inglés, no fueron pocos los que sintieron curiosidad por ver qué es lo que un genio semejante se traía entre manos. Por fortuna, la espera valió la pena, pues "Barry Lyndon" es uno de los largometrajes más fascinantes de la historia del cine, y todo un hito en el momento de su creación, gracias muy especialmente a una técnica revolucionaria de diseño de lentes y película fotográfica que permitió rodar la integridad del largometraje sin utilizar ni un solo foco.


    Adaptación de la novela de William Thackeray, "Barry Lyndon" cuenta la historia de Redmond Barry (O'Neal), un joven apuesto que, desde su adolescencia, descubre el poder seductor que es capaz de ejercer sobre las damas de la alta sociedad inglesa, en pleno siglo XVIII. Esta particular habilidad no le depara pocos problemas, por lo que se ve forzado a alejarse de sus conocidos, alistándose en el ejército de su majestad, del que tratará de desertar a la mínima ocasión. Desde ese momento, su vida será una constante ida y venida por las cortes de los nobles más destacados, pasando a convertirse tanto en el pupilo de un experimentado timador, tan seductor como Barry, como en un reconocido noble cuyo título logra alcanzar al desposarse con una joven a la que sus constantes infidelidades le acaban por costar más de un disgusto con el primer hijo que ella tuvo de su anterior marido.


    Si hay algo, aparte de lo mucho que cuesta creer que toda la luz empleada en la película sea cien por cien natural, que llame la atención en particular de "Barry Lindon", es la belleza plástica de las imágenes. Según parece, Stanley Kubrick y el director de fotografía del film, John Alcott, se empaparon de las pinturas de Reynolds y Constable para los apabullantes exteriores pero, sobre todo, de la obra pictórica de Jan Vermeer y Rembrandt para el toque general de toda la ambientación. Sin duda, es uno de los casos más llamativos de plasmación pictórica convertida en imágenes en movimiento, todo ello adornado por el estilo particular de Kubrick con esos travelling laterales (como ya hiciera en "Senderos de gloria - Paths of glory, 1957") y frontales (técnica que alcanzaría su mayor expresión con su siguiente obra, "El resplandor - The shining, 1979"), la utilización del zoom para describir el marco escénico de las secuencias, o el tono en ocasiones ácido del guión, que le permite mostrar al protagonista principal como un anti-héroe total, capaz de mentir y engañar a quien se tercie con tal de prosperar socialmente (magnífica la secuencia en que se enumeran sus méritos ante el rey de Inglaterra y éste le replica que tan fiel es su devoción, que tome una partida de hombres y acuda a la defensa de las tropas británicas que están en guerra).


    Lo dicho, "Barry Lyndon" es una película asombrosa, fascinante, que no deja indiferente a nadie. Sí que es cierto que sus tres horas de duración pueden parecer un tanto excesivas, si bien la totalidad del largometraje es de una belleza y atracción tal, que sus ciento ochenta y pocos minutos acaban por convertirse en una auténtica lección de arte, en una auténtica lección de cómo hacer verdadero cine.



  • MR. HYDE DICE:

  • No me voy a cortar un pelo, así que ahí va mi opinión de "Barry Lyndon": es la peli per-fec-ta. Así de claro. No digo la que más me haya gustado. Ni siquiera la que más veces haya visto. Pero sí la que resulta insuperable en todos y cada uno de sus aspectos artísticos. Flipa colega. La fotografía, el montaje, la música, el vestuario, el guión... ¡Joder, si es que lo tiene todo medido al milímetro! Tampoco tenía por qué resultar extraño, teniendo en cuenta que detrás está uno de los creadores cinematográficos más creadores y perfeccionistas de todos los tiempos. Pero aún así, recuerdo que también es quien hizo "2001: una odisea en el espacio", que a mí me pareció una castaña de pelota de mico. No obstante, por suerte, "Barry Lyndon" acaba siendo una peli acojonante, de esas que te quedas mirando cada fotograma con cara de tonto preguntándote cómo lo habrán hecho para no utilizar ni una sola bombilla para iluminar los miles de planos que tiene la peli (ojo, que dura más de tres horas).


    Si alguien le parece que estoy siendo inusualmente benévolo con la peli, y que le estoy lamiendo el culo a Kubrick, deberíais ver la peli primero, y luego opinar. Aún así, sí que podría decir que tal vez me parezca un pelín larga (hay pelis que duran tres horas y se te hacen cortas, y otras de hora y media que parecen alargarse una eternidad), y que el actor protagonista no parece que sea demasiado ese retrato del pícaro sobre el que quiere hablar Kubrick -de hecho, el pobre hombre tiene una cara de tonto que no se aguanta-. Sin embargo, a pesar de esas tonterías, "Barry Lyndon" no pierde ni una pizca de su grandeza.


    Como bien decía antes Jeckyll (por una vez estoy de acuerdo con sus comentarios pedorros), es como ver un cuadro continuo en movimiento, como si Kubrick te metiera de lleno en un museo viviente, haciendo que cada plano de la peli sea impresionante. Y, repito, sin usar ni una sola bombilla. Olé los huevos del genio capaz de lograr algo semejante. Por favor, no os la perdáis, que tal vez no sea de las diez indispensables en la historia del cine (yo creo que sí, pero bueno...) pero, desde luego, sí que es de las que da gusto ver.