DIRECTOR: JOHN MCTIERNAN
REPARTO: SEAN CONNERY, ALEC BALDWIN, SCOT GLENN, SAM NEILL, JAMES EARL JONES, TIM CURRY, FRED DALTON THOMPSON
DURACIÓN: 129 min.
AÑO: 1990
GÉNERO: SUSPENSE
El novelista Tom Clancy es especialmente conocido por su serie de novelas cuyas temáticas suelen girar siempre en torno a tramas de espionaje, juegos de maniobras militares e intrigas políticas. Sus creaciones literarias han dado pie tanto a adaptaciones de argumentos suyos en forma de videojuego (“Rainbow Six”, “Splinter Cell”…), como a más de una adaptación cinematográfica. De éstas últimas, las que más repercusión han tenido son aquellas protagonizadas por el analista de la CIA Jack Ryan que, en la gran pantalla ha sido interpretado por actores como Harrison Ford (“Juego de patriotas – Patriot games, 1922” y “Peligro inminente – Clear and present danger, 1994”) o Ben Affleck (“Pánico nuclear – The sum of all fears, 2002”). En el caso del film que nos ocupa, “La caza del Octubre Rojo”, fue la primera adaptación que se hacía de una novela de Clancy protagonizada por Ryan al que, en esta ocasión, daba vida Alec Baldwin. Al frente del largometraje se encontraba John McTiernan quien, un par de años antes, había sentado cátedra dentro del cine de acción con “Jungla de cristal - Die hard, 1988” y que, con este film, no sólo demostró su gran pericia a la hora de mover la cámara sino también su capacidad para hacer de una compleja historia como la de la novela de Clancy en un auténtico espectáculo.
Antes de la llegada de Gorvachev al poder del Ejecutivo ruso, las relaciones entre los Estados Unidos y la Unión Soviética son tensas. Ambas potencias compiten en el desarrollo armamentístico, desarrollando nuevas máquinas de guerra, a cada cuál más sofisticada. El capitán Marko Ramius (Connery), uno de los mejores y más dotados miembros de la flota naval rusa, es puesto al frente de un submarino clase Typhoon llamado Octubre Rojo, que dispone de un sistema de propulsión silencioso que lo hace prácticamente indetectable a cualquier radar, y que lo hace único en su especie. Con la excusa de unas maniobras militares, y armado con misiles nucleares, Ramius aprovecha para desertar a los Estados Unidos, con la idea de entregar a los americanos el submarino a cambio de asilo. Sin embargo, no será tan sencillo. Por una parte, los rusos harán lo posible por aniquilar a Ramius antes de que llegue a territorio estadounidense, para lo que le encargan al capitán Tupolev (Skarsgaard) que le dé caza. Por otra parte, los norteamericanos, desconocen las intenciones re Ramius, por lo que el jefe de la CIA encarga a Jack Ryan (Baldwin), uno de sus mejores analistas, que investigue la situación, mientras un submarino americano, al frente del que se encuentra el capitán Mancuso (Glen), sigue de cerca los movimientos del Octubre Rojo.
A principios de los años ochenta, el director alemán Wolfgang Petersen había realizado una de las más célebres y reconocidas películas “de submarinos” con “El submarino – Das boot, 1980”. Sin embargo, a pesar del éxito del film, no fue hasta diez años más tarde, cuando se estrenó “La caza del Octubre Rojo”, que el gusto por este tipo de relatos volvió a estar de moda. Evidentemente, las complejidades técnicas que presenta la realización de un largometraje de estas características suele ser un impedimento a la hora de concretar proyectos similares, por lo que, a pesar del gran éxito que también obtuvo el film de McTiernan, el resto de películas que abordan esta temática ha continuado siendo bastante reducida (entre las más relevantes, se encuentran, por ejemplo, la excelente “Marea roja – Crimson tide, 1995” y la fallida “K19 – K19. The widowmaker, 2002”). En lo que concierne a “La caza del Octubre Rojo”, éste es un film tremendamente sólido, cuya compleja historia queda recogida en un guión que es un ejemplo de claridad y concisión, logrando que el espectador sea capaz de seguir sin problemas la compleja maraña de juego político y militar del que habla. No obstante, aunque haya que reconocerle el acierto del guión escrito por Donald Stewart, la mayor parte del mérito cabe atribuírsela a su director, John McTiernan.
La puesta en escena de McTiernan es impecable, y consigue que la intriga y el suspense se concentre sin tregua durante las algo más de dos horas que dura el film. Así pues, desde el momento en que el personaje de Ryan vuela hasta los Estados Unidos y Ramius zarpa del norte de Rusia para iniciar las supuestas maniobras de entrenamiento, la acción se vuelve constante (tan sólo la secuencia de la conversación entre Ramius y se segundo de abordo acerca de los planes que tienen para cuando estén en los Estados Unidos, se aleja un poco más de este tono de suspense pero, aún así, es uno de los momentos más distendidos y agradables del film). Asimismo, es estupendo que se trate al espectador como a una persona inteligente, y no interesándose en aclarar el argumento de arriba a abajo para que resulte más fácil de comprender –sobretodo si se tiene en cuenta que ello no se consigue a costa de reducir tensión y espectacularidad en sus secuencias: ver el acoso del submarino capitaneado por Tupolev en mitad de unos arrecifes árticos, y cómo resuelve Raimius la situación para no ser alcanzados por el torpedo que les persigue-.
De esta forma, “La caza del Octubre Rojo” es una muy buena película, un ejercicio visual fascinante reforzado no sólo por su excelente factura técnica (la labor del holandés Jan de Bont como director de fotografía, la sensacional banda sonora de Basil Poledouris –atención al tema que abre el film, con la utilización de los coros rusos-, el diseño de producción, etc.), sino por una magnífica dirección (la cámara nunca se está quita, aunque recoge absolutamente toda la acción sin marear al espectador), y donde el argumento de juego de caza y supervivencia es contemplado con una madurez ejemplar. Un gran trabajo tan entretenido como bien hecho.
Muy buena tiene que ser una peli “de submarinos” para que no se convierta en un auténtico tostón. Más que nada porque, si no te interesa la historia o la forma en que está hecha es una patata, soplarte una película que pasa todo el rato en una especie de mini-caja flotante, puede ser un petardo insufrible. Por suerte, “La caza del Octubre Rojo” es una pasada (y menos mal, porque pasa de las dos horitas). Reconozco que, al principio, cuando empieza el show y ves que hay tanta palabrería de chuflas políticas y tal, te hueles que todo vaya a ser un follón de pelotas, más o menos como pasa con las pelis que hacen de las novelas de John Le Carré. Pero nada de eso. En vez de calentarte el melón, lo que hacen es contar una historia de intriga guapísima, empezando por una cosa rara que han visto los americanos en un par de fotos del Octubre Rojo (las escotillas de la propulsión silenciosa), y siguiendo enseguida con que el submarino se ha hecho a la mar y que se dirige a la cosa de Estados Unidos. Y, por supuesto, cuando poco a poco empiezas a ver por qué lo están haciendo, ahí el suspense es ya cojonudo.
Otra cosa que se sale de “La caza del Octubre Rojo” son los giros argumentales que tiene, y que hacen que te mantengas pegado a la pantalla para ver cómo salen de esa. Por ejemplo, no sólo cuando el tío de la CIA (más listo que el hambre, el jodío) empieza a descubrir qué es lo que está pasando en realidad con el submarino, sino cuando se reúnen el embajador ruso con no sé qué responsable de defensa yanqui venga a contarse mentiras con tal de que el Octubre Rojo no caiga en manos de los americanos. Y, por supuesto, las escenas de acción. Pero no escenas de acción en plan tiros y explosiones, sino de las que te hacen estar tenso todo el rato: cómo descubre el submarino americano que el ruido que ha oído el sónar es un submarino ruso, cómo lo acosa el otro submarino ruso que lo quiere hundir, las dos maniobras que hace Sean Connery para evitar que les metan un petardazo a base de torpedo, y cómo paran al saboteador que está en el Octubre Rojo.
Además, Sean Connery hace un papel de esos que tan bien sabe hacer él: de los que demuestran tener un buen par de pelotas, de los que acojonan y hacen callar con una sola mirada, y de los que dan la sensación de que, por muy jodidas que las pinten, lo tienen todo bajo control. Y, si no, no tenéis que ver más que momentos como ese en el que le discute las órdenes al tío que tiene que calcular en qué momento tiene que girar el submarino, o como cuando se ven cara a cara con los oficiales americanos dentro del Octubre Rojo y le suelta al agente de la CIA que ha leído un libro suyo pero que sus conclusiones son una mierda.
Eso sí, a mí no único que no me acaba de convencer de “La caza del Octubre Rojo” es todo lo que tiene que ver con el saboteador. O sea, vale que haya un traidor que quiera evitar que el Octubre Rojo caiga en manos de los americanos, pero no hubiera estado nada mal que fuera alguien con un poquito más de peso en la historia (no voy a decir quién es, pero es que te quedas un poco con cara de póker cuando lo descubres). Y tres cuartos de lo mismo para los sabotajes que hace, que se podía haber enseñado con un poco más de intríngulis para hacerlo aún más interesante, y que tú estés venga a pensar quién será, quién será.
Por lo demás, “La caza del Octubre Rojo” es una peli chulísima, muy bien hecha y de lo más entretenida. Sé que a más de uno le puede tirar p’atrás que sea una película de submarinos, pero os prometo que no se hace nada aburrida, y que las dos horas y poco que dura te las pasas concentrado en la pantalla.