TÍTULO: LOS MEJORES AÑOS DE NUESTRA VIDA
DIRECTOR: WILLIAM WYLER
REPARTO: FREDERICH MARCH, EMMA ANDREWS, MYRNA ROY, TERESA WRIGHT, VIRGINIA MAYO, HAROLD RUSSELL
DURACIÓN: 148 min.
AÑO: 1946
GÉNERO: DRAMA
Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, era una simple cuestión de tiempo que, en Hollywood, se pusieran a pensar cuál era la mejor forma de abordar el trágico conflicto. Una parte de aquellas producciones se centraron más en el enfrentamiento bélico y en las misiones de campaña mientras que, otra parte de ellas prefirieron centrarse en las consecuencias que tuvo semejante suceso para sus participantes. En este segundo grupo es donde entra a formar parte de lleno "Los mejores años de nuestra vida", una auténtica obra maestra dirigida por un William Wyler al que aún le quedaban unos años para arrasar en los premios de la academia con su famosísima "Ben-Hur - Ben-Hur, 1959".
Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, el sargento Al Stephenson (March), el capitán Fred Derry (Andrews) y el soldado Homer Parrish (Russell) regresan a su hogar en los Estados Unidos. Sin embargo, su regreso, lejos de resultar todo lo placentero que hubieran deseado, se ve empañado por la dificultad que sienten cada uno de ellos de adaptarse a su nueva vida tras la guerra. Por una parte, Al no sabe cómo comportarse con su familia, que durante los años de la guerra ha tenido que salir adelante sin la figura del cabeza de familia. Por otra parte, Fred regresa junto a su esposa, de quien sospecha que no le ha sido fiel mientras él estaba en el frente. Por último, Homer regresa con un amargado carácter como consecuencia de un accidente en el que se le amputaron ambas manos, siendo éstas sustituidas por unos ganchos metálicos. Cada uno de ellos, comenzará entonces un largo camino, entre la redención y la superación propia para volver a encontrar su sitio en la sociedad.
"Los mejores años de nuestra vida", junto con "Eva al desnudo - All about Eve, 1950", posiblemente, se trate de uno de los mejores ejemplos de dirección del cine clásico. En esta ocasión, William Wyler demuestra su enorme talento a la hora de plasmar una historia de lo más compleja, puesto que no sólo versa sobre un tema común -el regreso a la normalidad tras la participación activa en un conflicto bélico-, sino que debe mostrar cómo afecta a tres personas diferentes con sus correspondientes reacciones (también distintas). Y Wyler lo hace con una maestría absoluta, mostrando tres ambientes claramente diferenciados: la vida en familia para el sargento, la relación de pareja para el capitán, y la adaptación a la civilización para el joven soldado lisiado.
Sin embargo, sería injusto otorgar todo el mérito a su realizador y dejar de lado las magníficas interpretaciones de todo -absolutamente todo- su reparto. Desde un Frederich March que, con una sola mirada, es capaz de mostrar su desconcierto y confusión ante la vuelta a la vida en familia (ver el instante en que regresa a casa y no sabe muy bien cómo comportarse en cuanto vuelve a ver a su mujer), hasta un correctísimo Dana Andrews (impresionante la tristeza y amargura de su rostro cuando visita el cementerio de aviones y observa los impactos de los proyectiles en los aparatos) y, por encima de todos, un inconmensurable Harold Russell, que está arrebatador en todas y cada una de los planos en que aparece -el joven actor, lisiado en la vida real, recibió un Oscar especial por, textualmente, "aportar esperanza y coraje a sus colegas veteranos con su intervención en esta película"-.
Así pues, "Los mejores años de nuestra vida" se acaba perfilando con un melodrama tremendamente sólido, muy bien rodado y mejor interpretado, y con una historia que, pese al pesimismo de su punto de partida, se acaba convirtiendo en un auténtico canto al optimismo y a la esperanza, consiguiendo que el público evolucione al mismo tiempo que los personajes, y acabe compartiendo con ellos la misma ilusión. Maravillosa. Sensacional.
Lo que son las cosas. Si hace unos años, con motivo de la guerra de Irak, en Jolibú empezaron a hacer películas sobre aquello, y lo chungo que les resultaba a los soldados volver a casa después de reventarles la cabeza a cuatro moros, resulta que, cuando acabó la Segunda Guerra Mundial, pasó exactamente lo mismo. Ahora bien, lo que me llama la atención es que, si la mitad de las pelis que han hecho sobre Irak o son todas iguales, o son castañas monumentales, no pasa lo mismo con las más clásicas, como es el caso de "Los mejores años de nuestra vida". Cuando la vi por primera vez, pensé que estaba a punto de ver el típico bodrio de los traumas de la sociedad de aquellos tiempos, pero contado con el estilo -normalmente aburrido- que solían tener. Pues mira tú por dónde que no, que me pareció una película cojonuda.
Y no es que la historia sea el no va más de la originalidad. Lo que me llamó mucho la atención, y por lo que recomiendo que la veáis si tenéis ocasión, es porque la historia no puede ser más sencilla. No se anda por las ramas profundizando en los traumas de cada protagonista, sino que se limita a contar su vuelta centrándose en ellos, y no poniendo a caldo a los responsables políticos que montaron todo el pollo. Cada uno de ellos tiene sus problemas, pero en la peli se cuentan mostrando a cada personaje como queriendo hacerles frente, no limitándose a quedarse parados y quejándose de cómo está todo hecho una mierda, de cómo han lo han dado todo por su país y ahora los rechazan, etc. Pero lo que más me pone los pelos de punta es el personaje del chico mutilado. No sólo porque es el que parece echarle más huevos al asunto a pesar de ser el que está más jodido de los tres, sino porque ves que, tras su rebeldía, se resiste a quedarse atrás, y eso hace no sólo que te caiga bien desde el principio, sino que le apoyes al máximo.
En fin, tampoco se puede decir mucho más de "Los mejores años de nuestra vida" porque es una de esas pelis que hay que ver para disfrutar. No tiene ese toque amargo de las otras películas en que regresan los que combatieron en la guerra, por lo que se agradece ver una historia de gente optimista que se las pela por salir adelante. Si a eso juntamos que está hecha de coña, que las interpretaciones son cojonudas todas ellas (un poco exageradas a veces, pero ya se sabe cómo actuaban en las pelis de cine clásico), y que la historia, pese a su crudeza, resulta interesante desde el principio. Y mira que no es corta la peli pero, aún así, está chulísima.