martes, 1 de mayo de 2012

CINE DE LOS 80: "JÓVENES OCULTOS"

TÍTULO: JÓVENES OCULTOS

DIRECTOR: JOEL SHUMACHER

REPARTO: JASON PATRIC, KIEFER SUTHERLAND, COREY HAIM, COREY FELDMAN, DIANNE WIEST, JAMI GERTZ

DURACIÓN: 93 min.

AÑO: 1987

GÉNERO: FANTÁSTICO

  • EL DR. JEKYLL DICE:
  • Poco imaginaría el escritor J.M. Barrie, cuando creó a su personaje literario más famoso, Peter Pan, y todo el mágico mundo de Nunca Jamás que le envuelve que, con el paso del tiempo, su obra contaría con las más variadas adaptaciones teatrales, noveladas e, incluso, musicadas. En lo que al terreno cinematográfico se refiere, pocas personas hay, a estas alturas, que no conozcan la versión que Disney realizó a mediados del siglo pasado, o de la excesivamente infantil adaptación que filmó Steven Spielberg a principio de los años noventa. Sin embargo, existen otro conjunto de largometrajes tremendamente influenciados por el conocido “síndrome de Peter Pan” que, partiendo de una premisa similar a la que se desarrollaba en la obra de Barrie, consigue llevarse a un terreno muy diferente la existencia de ciertas “criaturas” a los que la edad no afecta, y que parecen vivir en un mundo de fiesta continua, sin responsabilidades ni obligaciones de ningún tipo. Si, por un lado, se toma esta idea base y, por otro, la moda que parecía haber surgido durante la segunda mitad de los años ochenta en lo que a las historias de vampiros se refiere (prueba de ello son obras de autor como “El ansia – The hunger, 1983”, o producciones más simpáticas como “Noche de miedo – Fright night, 1985” y su secuela), el resultado de tal combinación es lo que dio pie a“Jóvenes ocultos”.

    Tras el divorcio de sus padres, Sam (Haim) se muda con su hermano mayor Michael (Patric) y su madre Lucy (Wiest) a un pequeño pueblo costero. A su llegada, entabla amistad con un alocado muchacho llamado Edgar (Feldman), aficionado a los cómics e historias fantásticas. Pronto, Sam se da cuenta de los persistentes anuncios que hay en el pueblo acerca de personas desaparecidas, lo que le hará plantearse más de una cuestión. Al mismo tiempo, Michael queda fascinado por una chica llamada Estrella (Gertz), que frecuenta la compañía de una curiosa pandilla de adolescentes gamberros liderada por David (Sutherland). Sin embargo, lo que no sospecha es que David y sus colegas son algo más que unos simples gamberros. Pronto, Sam deberá ayudar a su hermano que, fascinado por el magnetismo que desprende David se está acercando peligrosamente a un estilo de vida que va más allá de las leyes de la naturaleza.

    “Jóvenes ocultos” –cuyo título en castellano deja bastante que desear, sobretodo si tenemos en cuenta que el original, The lost boys, hace referencia directa a los “niños perdidos” del país de Nunca Jamás de Peter Pan al que hacíamos referencia en la introducción- llama particularmente la atención por dos de los nombres envueltos en su concepción. Por una parte, Joel Schumacher como director y, por otro, Richard Donner como productor del film. En lo que a la dirección de Shumacher se refiere, “Jóvenes ocultos” suponía una propuesta más madura que su anterior largometraje, “St. Elmo, punto de encuentro – St. Elmo’s fire, 1985” (obra icono del cine de adolescentes de los ochenta). En efecto, aquí, Shumacher hace gala de un singular estilo en su puesta en escena, no necesitando recurrir a los torpes trucajes más propios de películas de serie B, sino que opta más bien por la creación de una atmósfera amenazante y gótica (el diseño de la cueva en la que duermen David y el resto de sus compañeros, cuyo aspecto se asemeja más a una siniestra iglesia que no a una mera guarida) . Así pues, “Jóvenes ocultos” hace gala de algunos de los momentos más originales del cine de vampiros de los ochenta como, por ejemplo, el ritual de “conversión” de Michael en el que tanto él como el resto de no-muertos se cuelgan de una vía de tren ubicada en un puente, aguantando al máximo antes de que un tren esté a punto de arrollarlos.

    En lo que la labor de Donner como productor del evento se refiere, da más la sensación de que “Jóvenes ocultos” se trataba de un proyecto que el propio Donner estuvo a punto de realizar pero que, por problemas de agenda (“Jóvenes ocultos se rodó el mismo año que “Arma letal – Lethal weapon, 1987) aunque, por fortuna, el film cuenta con una puesta en escena más clásica, propia de los thrillers de los ochenta, que no de los montajes más testosterónicos y videocliperos de los años siguientes.

    En último lugar, mencionar un par de apuntes acerca del reparto de “Jóvenes ocultos”. A pesar de contar con figuras más veteranas del cine como la ganadora de dos Oscar Dianne Wiest, el peso de la acción recae sobre unos casi debutantes Jason Patric y Kiefer Sutherland (quien, posteriormente, ha trabajado con Shumacher en varias ocasiones más) y, muy especialmente, Corey Haim y Corey Feldman, que, durante los dos años siguientes, se convertirían en auténticas promesas del cine más adolescente –ambos rodarían al año siguiente la comedia “Papá Cadillac – License to drive, 1988” aunque, por desgracia, la carrera de ambos quedaría marcada por la adicción al alcohol y las drogas-.

    En definitiva, “Jóvenes ocultos” es un más que respetable film de terror juvenil que, partiendo de una idea conocida (la inmortalidad como forma de evasión de las responsabilidades), explora una nueva dimensión del cine de terror más convencional, convirtiéndose en un largometraje ameno (especialmente durante su tercio final) y original que, visto a día de hoy, a resistido con bastante buena suerte el paso del tiempo y de las modas.

  • MR. HYDE DICE:
  • “Jóvenes ocultos” está bien, pero tampoco me mató tanto. Creo que es más la fama que tiene la peli por cómo era la época en la que se estrenó, y el tema que trataba, que no por la calidad de la propia película. Vamos, que es de esas que si la ponen en la tele pues te la ves sin que cueste mucho, pero que tampoco te verías una segunda vez. Reconozco que tiene su mérito eso de mezclar toda la historia de los que no quieren crecer ni tener más responsabilidades que la de chupar sangre (que también, pedazo porvenir el de los colegas), aunque todo tiene un tufo a ochentero que tira de culo.

    Ahora bien, “Jóvenes ocultos” sí que tiene cosas que me gustó cómo lo recoge. Primero, cómo mezcla la historia de misterio de por qué desaparece la gente (no hace falta ser muy espabilado para deducir que están sirviendo de merienda a los vampiros) y de adivinar quién es el jefe de todos ellos. Ahí reconozco que no me esperaba esa sorpresa. Segundo, la forma que tienen los vampiros esos de ir de modernos, en plan punky y así rollo motero. Tercero, la forma que tienen de atraer al hermano del chaval protagonista al lado oscuro de la fuer… digo… al lado de los chupasangres, a través de la influencia que ejerce en él una tía buena que va con los vampiros –y que, por algún motivo que no llego a recordar del todo, resulta que no se ha convertido como los demás-. Y, cuarto, lo que más me gustó de todo, el final. Toda la parte esa que tiene lugar en la casa del prota, con los vampiros queriendo entrar para zamparse a toda la familia y, por supuesto, averiguar la identidad del jefe supremo de los vampiros, mola mazo. Sobretodo esos quince o veinte minutos son estupendos porque no se cortan con la violencia ni con las transformaciones de los vampiros en bichos, y tiene mucha más acción que el resto de la peli, cuando han preferido ir más en plan comedido con el suspense y tal (por ejemplo, hasta el final no sabes si el hermano del protagonista también se ha convertido en vampiro o no).

    Por lo demás, “Jóvenes ocultos” supongo que es más un triunfo porque sacó a la juventud ochentera tal y como era entonces (al menos, la americana), y por cómo consiguieron hacer una película sobre vampiros que no tenía nada que ver con los típicos de ataúdes, Dráculas varios y todo eso. Vale que en “Jóvenes ocultos” sí que sigue funcionando el tema del ajo como repelente y de las estacas en el corazón, pero no tan exagerado como en las demás pelis de chupasangres.

    En resumen, “Jóvenes ocultos” es de las película que se dejan ver, que no asusta más allá de os últimos quince minutos (lo digo por las chicas, que suelen ser las más reacias a ver este tipo de pelis por si los sustos), y que causa más nostalgia por los años en los que salió que porque la peli realmente sea la leche. Y todo ello, independientemente de que haga referencia a Peter Pan o a Bambi., que tanto da.