lunes, 2 de julio de 2012

CINE CLÁSICO: "EL MUNDO ESTÁ LOCO, LOCO, LOCO"

TÍTULO: EL MUNDO ESTÁ LOCO, LOCO, LOCO

DIRECTOR: STANLEY KRAMER

REPARTO: SPENCER TRACY, MICKEY ROONEY, MILTON BERLE, SID CAESAR, BUDDY HACKETT, ETHEL MERMAN, DICK SHAWN, PHIL SILVERS, TERRY-THOMAS, JONATHAN WINTERS, DOROTHY PROVINE

DURACIÓN: 174 min.

AÑO: 1963

GÉNERO: COMEDIA

  • EL DR. JEKYLL DICE:
  • Si la semana pasada, con motivo de la crítica de “The haunting: la mansión encantada – The haunting, 1963” hacíamos mención a la versatilidad de su director, Robert Wise, y de los diferentes géneros cinematográficos que componen su filmografía, con otro de los grandes, Stanley Kramer, sucede algo similar. Si bien esta variedad de géneros es algo más limitada en el caso de Kramer, de lo que no cabe duda es de que fue capaz de realizar los dramas más sólidos (“Fugitivos – The defiant ones, 1958”, “Vencedores o vencidos (El juicio de Nuremberg) – Judgement at Nuremberg, 1961”), comedias más desternillantes o, incluso, una curiosa y acertada combinación de ambas (“Adivina quién viene esta noche – Guess who’s comming to dinner, 1967”). Y, por descontado, todos con excelentes resultados tanto críticos como comerciales. El largometraje que hoy nos ocupa, “El mundo está loco, loco, loco” es una alocada comedia –valga la redundancia-, cuyo inmenso reparto supo sacarle el jugo a una historia repleta de momentos memorables, de situaciones divertidas y de un ritmo trepidante que la convierten en una de los mejores y más entretenidos films de su realizador.

    En una carretera del sur de California, se produce un accidente automovilístico. El hombre accidentado, asistido por una multitud de otros conductores, antes de morir les confiesa la existencia de un maletín repleto de dinero que está escondido, revelándoles una serie de pistas acerca de su ubicación. A partir de este momento, estos conductores emprenderán una desesperada carrera con el fin de ser los primeros en llegar al lugar en el que se encuentra el botín, y hacerse con él. Para ello, cada uno deberá hacer frente a una serie de imprevistos que les complicará la llegada al lugar donde está el dinero.

    “El mundo está loco, loco, loco” es una película divertida de principio a fin. Partiendo de una trama de lo más simple (a pesar de su extenso reparto, la línea argumental no puede ser más sencilla), el largometraje se las compone para lograr una armonía absoluta a la hora de narrar las peripecias particulares –al inicio- y conjuntas –en el tercio final- del grupo de desconocidos que emprenden una carrera contrarreloj con el fin de hacerse con el famoso maletín. Por fortuna, Kramer mantiene constante el carácter amable del film durante todo su metraje, de forma que el espectador, más que a una clara alegoría de la avaricia, asiste a una entretenidísima competición entre patosos y tramposos que están dispuestos a protagonizar los momentos más descacharrantes con tal de ser los primeros. Para ello, Kramer recurre a los más variados recursos: construye el film como una serie de episodios en los que cada grupo dispone de su momento para divertir al público (atención, en especial, a las sucias estratagemas de uno de los conductores, que abandona a otro a su suerte con una bici, una vez que se entera de la existencia del botín enterrado; o de la secuencia en que otro de ellos, arrasa literalmente con una gasolinera con tal de dar un escarmiento a dos de sus trabajadores); varía constantemente de escenario para conseguir que la acción sea más dinámica (del desierto californiano a la gran ciudad, y del viaje por carretera al viaje por aire, todo ello retratado con la magnífica fotografía de Ernest Laszlo- y acompañado por la sensacional partitura musical del oscarizado Ernest Gold); aumenta de forma progresiva el número de personajes involucrados en la trama (de los que asisten al moribundo tras el accidente hasta los que acuden finalmente desentierran el dinero, el número ha crecido sustancialmente); y, finalmente, dota a la puesta en escena de un ritmo in crescendo que alcanza su punto álgido durante los últimos veinte minutos de metraje.

    Por su parte, Kramer también consigue excelentes resultados en lo que a las interpretaciones e refiere. Si el magnífico libreto no se hubiera visto acompañado por unas actuaciones que estuvieran a la altura, “El mundo está loco, loco, loco”, con toda probabilidad, no sería la película que es hoy en día. Es complicado destacar una sola de ellas, ya que éste es uno de esos casos en que cada una funciona y forma parte de un todo aunque, puestos a resaltar alguna, más que la de Spencer Tracy (el actor más conocido del reparto), cabría hacer mención de la de Ethel Merman en el papel de chirriante madre y suegra de una pareja protagonista, que con su constante mal genio consigue arrancar la mayor parte de las risas de la platea.

    Así pues, concluir afirmando que “El mundo está loco, loco, loco” es una comedia inteligente, hecha con sumo gusto y terriblemente divertida. Un exponente de lo que la buena comedia debería ofrecer siempre al público, sin tener que recurrir a los tópicos más burdos de un género que, de cuando en cuando, regala joyas como ésta.

  • MR. HYDE DICE:
  • ¡Menuda locura de película! El mundo no sé si estará loco, pero ya os digo que la peña que sale en la peli está para que los encierren. Por suerte, entre tanta tontería, consiguen que te partas la caja de la risa con las chuflas que se les ocurren para conseguir el maletín con la pasta. La historia de “El mundo está loco, loco, loco” me parece de lo más original, y la forma en que hacen que sea divertido lo que le pasa a cada uno de os que van tras la pela es para quitarse el sombrero. Si no me equivoco, creo que hay unos seis grupos diferentes de gente que hace lo más rocambolesco para llevarse el dinero, y cada uno tiene su pequeño momento de gloria, ya sea de tonterías o de cosas chungas que le pasan, para poder ganar al resto. Pero, por suerte, “El mundo está loco, loco, loco” no es una película de paridas. O sea, que no quieren ser graciosos a base de sacar a cuatro atontados que se crean la leche de divertidos, sino que lo que hace tanta gracia de la peli es que todas las movidas que les pasan a cada uno de esos grupos son la monda lironda. Lo que ya me cuesta más es adivinar qué se le tuvo que pasar por la cabeza al que escribió esta película, porque juntar a tantos personajes y que la historia sea así de divertida tiene que haber sido chungo.

    Otra cosa buena que tiene “El mundo está loco, loco, loco” es que tiene para todos. Me explico. Al haber tanta variedad de gente saliendo por ahí, siempre hay un “capítulo” como si dijéramos que te hace gracia y, además, hay para todos los gustos, porque reparten estopa sobre prácticamente todo: la suegra coñera y el yerno que está hasta las pelotas de ella, el timador que hace todas las fullas posibles, el brutote que tira de fuerza para tirar p’alante, el hombre de negocios que vendería a su madre con tal de ganar la pasta, el matrimonio que no ve otra cosa que no sea el dinero, el típico dúo a lo Canito y Canuto… Vamos, lo dicho, que para todos los gustos.

    Además, otra cosa más a favor de “El mundo está loco, loco, loco” es que, aunque el fondo de la historia tiene su chicha, es simpática a rabiar. Si os paráis a pensar un poco, al fin y al cabo, lo que te están contando es cómo un grupo de avariciosos hasta la médula (que hasta se cagan en enterrar como es debido al que les cuenta lo de la maleta escondida) están dispuestos a pasar por encima de quien haga falta y pasarse por la entrepierna cualquier ley si eso les permite encontrar la pasta antes que el resto. Que tiene tela el asunto. Pero, para qué nos vamos a amargar si, contando lo mismo, se puede hacer de una forma tan cachonda y cojonuda.

    Sobre los momentos más importantes, no sabría muy bien cuál destacar. A mí me hace gracia desde el cameo de Jerry Lewis (que sale conduciendo un coche que pisa a posta el sombrero del policía que se vuela de su cabeza y cae en la carretera), hasta el final ese apoteósico en el que salen todos despedidos por los aires de ese edificio medio en ruinas. Ah, y, por supuesto, el talegazo final que se mete la vieja toca pelotas. Os juro que la película merece la pena ya sólo por ese momento. ¡Juas!

    En definitiva, “El mundo está loco, loco, loco” es un cachondeo de película descomunal, divertida desde que empieza hasta que acabara. Puede que un poco demasiado larga porque, como quien no quiere la cosa, dura más de dos horas y media (que sí, que muy divertida, pero una comedia de más de dos horas ya puede ser la pera limonera para que no te empiece a picar el culo en el asiento). De todas formas, aún así, os la recomiendo si queréis pasar un rato divertido a base de bien.