lunes, 7 de mayo de 2012

CINE CLÁSICO: "TESTIGO DE CARGO"

TÍTULO: TESTIGO DE CARGO

DIRECTOR: BILLY WILDER

REPARTO: SIR CHARLES LAUGHTON, TYRONE POWER, MARLENE DIETRICH, ELBA LANCHESTER, JOHN WILLIAMS

DURACIÓN: 116 min.

AÑO: 1957

GÉNERO: INTRIGA

  • EL DR. JEKYLL DICE:
  • No es la primera vez que se lleva a la gran pantalla una novela de la célebre escritora Agatha Christie. Es más, algunas películas basadas en sus obras, como “Asesinato en el Orient Express – Muder on the Orient Express, 1974” o “Muerte en el Nilo – Death on the Nile – 1978” figuran entre las más conocidas y reputadas. Así pues, lo que llama la atención de esta adaptación de la obra “Testigo de cargo” no es el hecho de que sea otra versión filmada de una novela de la difunta escritora inglesa, sino que el máximo responsable del largometraje fuera el cineasta Billy Wilder. En efecto, curtido en films de increíble prestigio como las magníficas comedias “Con faldas y a lo loco – Some like it hot, 1959” o “Irma La Dulce – Irma La Douce – 1963”, y portentosos dramas tales como “El crepúsculo de los dioses – Sunset Boulevard, 1950” o “El apartamento – The apartment, 1960”. No obstante, lejos de dar la sensación de que Wilder se sienta fuera de su terreno habitual, “Testigo de cargo” no sólo acaba siendo una de las más logradas películas tanto de su director, sino también de las adaptaciones literarias de obras de Agatha Christie más célebres, y una de las mejores películas de suspense de la historia del cine.

    Leonard Vole (Power) es un hombre acusado del asesinato de una rica anciana. La acusación alega que Vole, esperando poder beneficiarse de una importante suma de dinero de la difunta, la liquidó a sangre fría. Sin embargo, él no para de proclamar su defensa, y acude a un reputado abogado llamado Sir Wilfrid Roberts (Laughton) para que le defienda. A pesar de que el caso se presenta complicado, Sir Wilfrid pone todo su empeño en probar la inocencia de su cliente, para lo que aprovechará la ayuda que le presta una enigmática mujer de origen alemán llamada Christine (Dietrich), que parece conocer muy bien al señor Vole.

    “Testigo de cargo” es mucho más que una película basada en una novela de Agatha Christie. De hecho, a diferencia de los films de Sydney Lumet y John Guillermin mencionados en la introducción (y que, dicho sea de paso, no desmerecen lo más mínimo), el estilo particular de Wilder se hace patente en cada uno de sus fotogramas. Y no necesariamente por la puesta en escena –arrebatadora.- sino por la dirección de los actores. Quienes conozcan de nuestros queridos lectores la obra de Billy Wilder, sabrán reconocer perfectamente la forma tan particular que tiene de recoger las emociones de los personajes. En el caso de “Testigo de cargo”, pocas secuencias hay más evidentes de dicho estilo que aquella en la que el abogado al que da vida un insuperable Sir Charles Laughton hace un interrogatorio preliminar al sospechoso y a la mujer de éste, mientras juguetea con un monóculo que utiliza para desorientarles y, así, observar sus reacciones. Asimismo, todos y cada uno de los planos en los que hace acto de presencia Marlene Dietrich (inmejorable en su papel de esposa del sospechoso) –muy especialmente durante los últimos diez minutos del film-, contienen un poder visual tremendo.

    Otro punto muy a favor de “Testigo de cargo” de Wilder es se sirve de la sobreactuación de parte de su reparto para convertirlo en un elemento de despiste. Ya que, el estilo narrativo de Agatha Christie es complicado de trasladar a una película, Wilder aprovecha los instantes en que permite a sus actores sobreactuar como potenciador de aquellas secuencias en las que dicha sobreactuación se corta de raíz para dar paso a los giros argumentales más sorprendentes. Así pues, el cara a cara final entre Sir Charles Laughton y Marlene Dietrich está completamente desprovisto de la frialdad y teatralidad de las secuencias iniciales, así como la de Tyrone Power como marido de Dietrich tras escuchar el veredicto del jurado. Ahora bien, resulta curioso ver cómo, con Laughton sucede justo lo contrario: se muestra más natural y cómodo con sus secuencias iniciales (la presentación de su personaje, subiendo y bajando las escaleras con su silla motorizada es tan estupenda como hilarante), para aumentar el grado de exceso interpretativo conforme avanza la acción (aunque su papel como abogado de la defensa es estupendo, también se hace patente esa exageración a la que hacíamos mención durante los interrogatorios a testigos.

    Por fortuna, aparte de las interpretaciones, el guión adaptado de “Testigo de cargo” juega muy bien sus cartas –como diría mi colega Hyde, “guiño, guiño”-, consiguiendo mantener constante durante todo el metraje la intriga de la historia. Por supuesto, el encuentro del abogado con el supuesto testigo de cargo en una estación de tren marca uno de los puntos cumbres del largometraje, así como todo lo que sucede con el veredicto del jurado, Y ambas están rodadas con una pasión e interés desorbitante que convierte a “Testigo de cargo” en , como habíamos dicho antes, uno de los clásicos indiscutibles de Billy Wilder, y una de las mejores películas del séptimo arte.

  • MR. HYDE DICE:
  • Vaya por delante que soy ferviente devorador de las novelas de la tía Agatha. Desde que me leí de pequeño “Tres ratones ciegos” hasta hoy, cada nuevo libro que me leo de ella es cojonudo y, casualidades, de la vida, nunca consigo acertar quién es el asesino, el ladrón, o el malo de turno. “Testigo de cargo” no es precisamente una de las que me hubiera leído antes de ver la película pero, después de verla, casi me alegro, porque es una peli brutal. Como lo oís, a pesar de tener ya más años que el jabón, “Testigo de cargo” parece hecha hace dos días, con una frescura en los diálogos que te da la sensación de que estás viendo una historia que podría estar pasando ahora mismo.

    Vale que muchos podéis pensar: “¡Pues claro, no te jode! ¡Cómo no va a ser una buena película si la novela original ya era una pasada y tenía intriga hasta en el índice!”. Bueno, pues no. Si os diera la lista de los libros de intriga y suspense que me he leído con los que luego han hecho una mierda de película, no acabábamos ni mañana. Pero, por suerte, no pasa lo mismo con “Testigo de cargo”. Ya de entrada, empieza de forma muy simpática, con ese abogado enormemente gordo, que casi no puede ni caminar, y con las lecciones que le va dando a su ayudante (la prueba del monóculo, por ejemplo). Enseguida empieza el misterio con el caso de la mujer del acusado que va desesperado a contarle su problema y, ahí, ya empieza el follón. Pero no un follón de lío, sino de hacer las averiguaciones de turno para saber si el pavo éste de verdad mató a la mujer rica o no.

    El resto, por mucho que el rollero de arriba diga que si es gracias a la puesta en escena y no sé qué más chuflas, es toda la intriga propia de las novelas de Agatha Christie, con sus pistas falsas, suplantaciones, engaños y, por supuesto, sorpresa final (no sabría decir si me gusta más el momento de las cartas en la estación de tren, o lo que pasa cuando se dicta el veredicto). Aparte de eso, los actores están todos muy bien, pero lo que hace que “Testigo de cargo” sea una peli cojonuda es que han sabido pillarle el rollo de suspense de la novela y hacerlo en película de forma que, a los cinco minutos de que empiece la función, tú ya estés sin pestañear para no perderte detalle.

    Así que, aunque veáis que es una película vieja y en blanco y negro, creedme si os digo que “Testigo de cargo”, además de por su historia, os gustará porque no parece que sea cine clásico, sino que es una historia que puede pasar perfectamente por actual. A mí, al menos es la impresión que me dio. Y me encantó.