sábado, 18 de febrero de 2012

CINE A DESCUBRIR: "LA CENA DE LOS IDIOTAS"

TÍTULO: LA CENA DE LOS IDIOTAS

DIRECTOR: FRANCIS VEBER

REPARTO: JACQUES VILLERET, THIERRY LHERMITTE, FRANCIS HUSTER, ALEXANDRA VANDERNOOT, DANIEL PRÉVOST, CATHERINE FROT

DURACIÓN: 80 min.

AÑO: 1998

GÉNERO: COMEDIA

  • EL DR. JEKYLL DICE:

  • Dentro del cine francés, el realizador Francis Veber es toda una institución. A él se deben algunas de las mejores y más inteligentes comedias de las últimas décadas, gracias, en particular, al acertadísimo reparto de casi todas ellas y, sobretodo a la inteligencia desbordante de sus guiones (ya sean propios, ajenos, o adaptaciones de otras obras). Lo curioso del asunto es que, si bien trató de forjarse una carrera en los Estados Unidos a finales de los años ochenta, el fracaso de tal intento (donde llegó incluso a rodar un remake de su propio film "Dos fugitivos - Les fugitifs, 1986"), es en territorio europeo donde mayor repercusión han tenido sus estupendísimas comedias ("Salir del armario - Le placard, 2001", "¡Que te calles! - Tais-toi!, 2003"), por encima de propuestas más serias ("El jaguar - Le jaguar, 1996"), con las que no consiguió desmarcarse de su innato talento para el cine más cómico. La película que hoy nos ocupa, "La cena de los idiotas", es un largometraje basado en la obra de teatro escrita por el mismo Veber, que éste pone en imágenes con una gracia y estilo divertidísimo.


    Pierre Brochant (Lhermitte) realiza, junto con sus amigos, "cenas de idiotas". Éstas consisten en que cada uno de ellos, lleva consigo, al lugar de la cena, a un hombre o mujer que destaquen por su estupidez innata para, después, burlarse de ellos y elegir cuál de todos los amigos ha llevado al mayor patán. Sin embargo, con lo que Brochant no cuenta es con que su mujer, Christine (Vandernoot) decide abandonarlo ante la crueldad de tal acción, y con que "su idiota", un pobre empleado de la hacienda pública llamado Fraçois Pignon (Villeret) se presenta en su casa de forma imprevista. A partir de entonces, Pignon, de forma totalmente involuntaria, comenzará a complicarle la vida a Brochant con su torpeza, muchísimo más de lo que jamás hubiera podido imaginar.


    "La cena de los idiotas" es un derroche de talento puesto al servicio de la comicidad más fabulosa. A pesar de su limitación escénica, la dirección y el libreto del propio Veber consiguen que el espectador acompañe a Brochant a su infierno particular, representado, en este caso, por un hombre inocente y decididamente bueno que lo único que pretende es compartir su pasión por las esculturas hechas con cerillas. Por supuesto, eso no quita para que el personaje de Pignon también sea presentado como un verdadero pelmazo (ver la secuencia en la que insiste una y otra vez en resultad de alguna utilidad para hacer que la mujer de Brochant vuelva con él, consiguiendo justo el efecto contrario), y que el espectador casi sienta piedad por tan despreciable anfitrión.


    No obstante, otro de los aciertos del film es mostrar ese camino de la redención y del cambio a través de la bondad del propio tonto (los últimos cinco minutos son de una emotividad asombrosa -a excepción de su desternillante epílogo final-) que, por muy tonto que sea, no deja de tener un corazón de oro. El resto del film, que pasa en un suspiro, está plagado de situaciones tan divertidas como bien escenificadas (la llegada del viejo amigo de Brochant, el reencuentro con una de sus ex-novias y, por encima de todos ellos, la aparición de un inspector de hacienda amigo de Pignon), lo que hace que el público sea incapaz de contener la risa y, en ocasiones, de no ponerse nervioso ante la estupidez rematada del bueno de Pignon.


    Así pues, "La cena de los idiotas", es una de las mejores opciones para disfrutar de una comedia excelente, repleta de situaciones tremendamente divertidas y graciosas y, por encima de todo, haciendo gala de un humor inteligente a rabiar. Todo una film que merece la pena ser descubierto y revisado. Un auténtico placer.



  • MR. HYDE DICE:

  • Mira que ya he visto esta película unas cuatro veces, y que he ido al teatro a ver la obra... ¡Pero me sigo partiendo de risa cada vez que la vuelvo a ver! En serio, ¡cómo se puede ser tan original! Y, además, hacer de tonto sin hacer de gilipollas, que muchas veces la línea que separa una cosa de la otra es finísima. Pero aquí están de fábula todos los actores, sin excepción, desde los más cabrones hasta el tonto de turno que, mira tú por dónde, al final resulta que no es tan tonto como parece (bueno, o sí, ¡juas!).


    "La cena de los idiotas" canta a la legua que es una obra de teatro convertida en película, porque del pisazo del protagonista no salen en todo el rato. Pero, mientras que en la última de Polanski pasaba lo mismo y sólo querías poder salir de allí para respirar un poco (hablamos, evidentemente, de "Un dios salvaje - Carnage, 2011"), aquí es tan cojonudo y divertido lo que pasa que no puedes dejar de reírte -o ponerte nervioso-. Como os cuento, es un derroche de ingenio todo, desde la actuación del hombre que hace de tonto (y que es un buenazo con un corazón de oro), hasta el que hace de anfitrión que se quiere descojonar con el bobo del invitado (y al que acaban dando por la retambufa como no hubiera imaginado en su vida). Además, una cosa que llama mucho la atención es que, aunque pasa todo en una misma casa, los personajes entran y salen en el momento justo, sin dar ninguna sensación de agobio o mareo.


    De los momentos así que señalar en especial, no sabría con cuál de todos quedarme, porque acabaría contando la película entera. Pero, por coger alguno, supongo que destacaría el primer momento en que el tonto tiene que hacer como que está interesado en conseguir los derechos de un cuento para poder averiguar algo importante del autor (impresionante lo contento que se pone el idiota, mientras que el otro cabroncete flipa como lo empanado que está el colega). O como cuando mete en casa a un inspector de hacienda (lo que sucede con la mujer de éste os juro que no tiene precio).


    En fin, que no quiero dar más detalles de la película porque es de esas que merece la pena ver para disfrutar desde el primer minuto. Dura muy poco (menos de hora y media), pero os prometo que "La cena de los idiotas" -la franchuta, no esa mierda que han hecho los yanquis- no solo es de la clase de pelis que hace que te rías con lo bestial que es (insisto: humor del inteligente), sino de las que luego recomiendas a todos tus amigos porque sabes que se lo pasarán en grande viéndola, y que luego os gustará hablar sobre ella y reíros recordando tal y cuál escena. Es del tipo de películas que merece la pena ver si lo que quieres es pasártelo genial, riéndote a base de bien.