viernes, 24 de junio de 2011

ESTRENOS DE VIDEOCLUB: "127 HORAS"


TÍTULO: 127 HORAS

DIRECTOR: DANNY BOYLE

REPARTO: JAMES FRANCO, KATE MARA, AMBER TAMBLYN, CLEMENCE POESY

DURACIÓN: 93 min.

AÑO: 2010

GÉNERO: DRAMA

  • EL DR. JECKYLL DICE:
Recién salido del enorme éxito que alcanzó con la espléndida y oscarizada "Slumdog millonaire - Slumdog millonaire, 2008", el británico Danny Boyle ha querido volver a cambiar rotundamente de estilo -recordemos que ha abordado el cine de denuncia social ("Trainspotting - Trainspotting, 1996"), la ciencia ficción ("Sunshine - Sunshine, 2007"), la comedia ("Una historia diferente - A life less ordinary, 1997") y el terror ("28 días después - 28 days after, 2002")- para adentrarse en lo más profundo del desierto del estado norteamericano de Utah y relatar la historia real del montañero Aaron Ralston, al que interpreta un inmenso James Franco.

Amante de las historias conflictivas, Boyle volvió a juntarse con el guionista de su anterior largometraje, el también británico Simon Beaufoy, para adaptar a la gran pantalla la historia de Aaron (Franco), un joven aventurero amante de la naturaleza quien, durante una excursión de fin de semana, sufre una caída en el interior de un cañón rocoso, quedando atrapado su brazo derecho por una enorme piedra. Tras pasar más de cinco días inmovilizado, Ralston acabó por tomar una trágica decisión que logró liberarlo y ser rescatado por los servicios de emergencia.

Después de ver una película como "127 horas", quedan claras, al menos, un par de cosas. La primera de ellas es que Danny Boyle es uno de los directores en activo con mayor fuerza visual del panorama cinematográfico actual. Que haya sido capaz de realizar un largometraje como éste es un logro muy a tener en cuenta, máxime si tenemos en cuenta que en ningún momento se hace aburrido, a pesar de acontecer el 90% del metraje dentro de la cavidad en la que Aaron queda atrapado. Boyle coloca la cámara en los sitios más insospechados (dentro de una cantimplora, por encima del rostro de Franco o, incluso, en el interior de un diminuto hueco en el suelo), utiliza el formato panorámico con una maestría asombrosa (esos impresionantes paisajes del desierto de Utah, o el travelling que comienza con Aaron en la grieta y culmina a muchos metros del suelo con una visión del desierto que deja con la boca abierta), y convierte una excursión por el monte en una experiencia tan dinámica como turbulenta.

La segunda de las cosas que quedan fuera de toda discusión es que James Franco ha logrado con su interpretación de Aaron Ralston el papel de su vida. Si bien ya habían sido con anterioridad varias las voces críticas que habían señalado la valía de este joven actor californiano, es con "127 horas" que su talento interpretativo queda fuera de toda duda. Franco carga con todo el peso de la película sobre sus hombros, aportando una humanidad inigualable al personaje, y siendo capaz de transmitir a la perfección cada uno de los sentimientos que requiere cada escena: desde la despreocupación cuando está montando en bicicleta por el desierto, pasando por el miedo cuando la roca le atrapa el brazo y no puede liberarse, y continuando con la pena que siente al lamentar no haber hecho y dicho más de una cosa cuando tuvo ocasión -que queda recogido en las continuas grabaciones que hace con su cámara-, o el dolor causado por su último intento de liberarse. En una palabra, su actuación es impresionante.

En tercer y último lugar, queda el atractivo de la película. Si bien es cierto que tanto la labor del equipo técnico como artístico es digna de las mayores alabanzas, no se puede decir lo mismo del conjunto final. Sí, "127 horas" es una buena película, pero eso no quiere decir que sea fácil de ver, ni que sea imprescindible, o que sea agradable de ver. Tengamos en cuenta que, por muy bien hecha que esté, no resulta un largometraje fácil de digerir, y quienes conozcan la historia de Aaron Ralston o ya hayan visto la película sabrán por qué.

No obstante, aunque "127 horas" sea uno de los títulos más atractivos de los que se estrenan esta semana en los videoclubs, es conveniente avisar de que no se trata de una historia en la que prima la superación por encima de las dificultades, o en la que el conjunto hace simple de olvidar determinadas escenas. Eso sí, no es impedimento para que sea un ejemplo de realización cinematográfica de primera línea.

  • MR. HYDE DICE:


  • Vale, el moñas de arriba no se quiere mojar diciendo las cosas claras pero, por suerte, a mí eso no me pasa. Aviso, os voy a destripar una parte fundamental de la peli, así que no me vengáis llorando después. Pero creedme si os sigo que, si no lo hago, luego acabaríais mentándome hasta la abuela y, como comprenderéis, tampoco es plan.

    El argumento ya lo sabéis. No pasa nada porque Jeckyll no os haya dicho que el tal Aaron Ralston se ve forzado a beberse su propio pis para no morir deshidratado. Tampoco es importante que sepáis que el colega sí que consiguió liberarse y ser rescatado. Lo que tenéis que tener muy claro es el cómo se libera. El tío cogió unos alicates de esos multiusos y, después de romperse deliberadamente los dos huesos del brazo, con una de esas navajillas canijas que suelen tener a un lado, se acabó cortando el brazo. Esto no sería ningún problema para ver la peli si no fuera porque toda la escena de la amputación (que viene a durar como unos diez minutos) es de lo más explícita. Que sí, que sí, que se ve de todo, hasta cómo tiene que cortarse los tendones. Nenes, os juro que se me frunció el ojete a saco. Por suerte, el director no se ceba con la casquería, y utiliza un montaje rápido y de planos de corta duración para no caer en el gore más descarado.

    De todas formas, como os digo una cosa os digo la otra: aparte de que los diez minutos finales sean de cágate lorito, sería injusto juzgar al resto de la peli sólo por la impresión que se pueda sacar de ello. Y digo esto porque es acojonante ver el papel que hace James Franco (nadie lo diría después de verle hacer el ridículo en las tres partes de "Spiderman"). Y, si no me creéis, esperad a ver el momento en que se le va la pinza al tipo y empieza a hablar sólo como si estuviera en un concurso de la tele, o la cara de reventado que se le queda al pobre hombre justo después de cortarse el brazo (el momento en que se queda empanado mirándolo antes de hacerle una foto es impresionante).

    Por lo demás, el resto de la peli no es que sea para tirar cohetes, por muy bien hecha que esté. De hecho, creo que la música tan machacona de A.R.Rahman, por muy nominada al Oscar que estuviera, hay veces que resulta cargante con ganas. Pero vamos, tampoco es que sea insoportable. En fin, que sí, que de los estrenos semanales en videoclub "127 horas" es el más importante. Ahora bien, conviene que tengáis clarinete qué tipo de peli es ésta. Ya os aviso que no es para pasar un rato agradable, sino que os vais a encontrar con un rato generoso de angustia. Pero bueno, de todo tiene que haber y si, además, está bien hecho, pues ya de perlas.