lunes, 16 de enero de 2012

CINE CLÁSICO: "LADRÓN DE BICICLETAS"


TÍTULO: LADRÓN DE BICICLETAS

DIRECTOR: VITTORIO DE SICA

REPARTO: LAMBERTO MAGGIORANI, ENZO STAIOLA, LIONELLA CORELLI, ELENA ALTIERI

DURACIÓN: 80 min.

AÑO: 1948

GÉNERO: DRAMA

  • EL DR. JEKYLL DICE:

  • Es imposible no hablar de la historia del cine sin hace un alto en el neorrealismo, cuyo máximo exponente se encontró en el cine italiano de posguerra. Grandísimos directores como Luchino Visconti, Roberto Rossellini o Vittorio de Sica (éstos dos últimos sobretodo), pusieron todo su talento a disposición de una nueva forma de hacer cine -o de politizarlo para denunciar determinadas situaciones, si se prefiere decir así- para plasmar con una sencillez arrebatadora el drama social en el que se había sumido la nación tras el desastre a todos los niveles que había supuesto la Segunda Guerra Mundial. De esta forma, es en obras como "Roma, ciudad abierta - Roma, città aperta, 1945" de Rossellini o la que hoy nos ocupa, "Ladrón de bicicletas" donde esa realidad tan caótica se mostraba sin ningún tipo de artificio, ni sofisticación por parte de los actores que intervenían (ninguno de ellos era actor profesional, sino gente normal y corriente de la calle), por lo que el realismo y golpe a la conciencia que lograban con sus films era tan único como magistral.


    Antonio (Maggiorani) es un hombre sin trabajo, en la Roma de los años inmediatamente posteriores al final de la Segunda Guerra Mundial. Como miles de italianos, consigue que lo contraten de vez en cuando para pequeñas chapuzas y trabajos de poca monta. Sin embargo, ve una jugosa oportunidad como encargado de pegar carteles que anuncian películas por la ciudad, siempre que disponga de una bicicleta para poder desplazarse por la ciudad. Con tal de lograr ese simple trabajo, Antonio convence a Maria (Carell), su mujer, para que empeñe las sábanas de la casa y, así, poder comprarse la bicicleta. Sin embargo, el primer día, mientras pega los carteles, le roban la bici, por lo que pierde su trabajo. Desesperado, Antonio deambula por las ajetreadas calles de Roma en compañía de su hijo pequeño, Bruno (Enzo) con la esperanza de poder encontrar una solución a sus problemas.


    "Ladrón de bicicletas" es una película devastadora, dicho esto como el mejor de los cumplidos, ya que consigue llegar al corazón de los espectadores con una fuerza y una determinación impresionantes. Muy pocas veces, el realismo en el que se basaba la corriente cultural a la que pertenece por derecho propio "Ladrón de bicicletas" ha conseguido -aparte del género semi-bélico de los films neorrealistas de Rossellini- representar esa parte tan amarga de la sociedad italiana (extrapolable a cualquier nación de la posguerra), completamente ahogada por los efectos de una barbarie que, aún años después de su final, sigue pasando factura a familias.


    Así pues, "Ladrón de bicicletas" contiene momentos tan duros como la reacción de unos niños que comen en un restaurante, pertenecientes ambos a diversas clases sociales, así como una emotiva relación padre-hijo que enternece magistralmente no solo por la insuperable química y complicidad que se establece entre ellos, sino también porque ello constituye el reflejo de la angustia de una familia (y, como ésta, muchísimas más) que hace lo posible por no derrumbarse ante los reveses que sufre del destino.


    Ante todo ello, de Sica se encarga de retratarlo todo con la mayor fidelidad posible a la verdad, sin grandes artificios visuales, y con los recursos estéticos y escénicos necesarios para que esa sensación de autenticidad no abandone al metraje ni un solo minuto. Ni siquiera en sus últimos y angustiosos diez minutos, cuando el sentimentalismo hubiera podido abrirse paso de la forma más evidente. Por este motivo, estamos no solo ante una de las obras cumbres del neorrealismo, sino de toda la historia del cine, digna de ser admirada y "sufrida" para poder admirar toda su hermosura.



  • MR. HYDE DICE:

  • Pues yo no entiendo mucho de neorrealismo o como se llame eso. Lo único que puedo decir es si la película merece la pena o es un bodrio. En este caso, sin ser ninguna maravilla de esas que te marca, lo cierto es que para ser una peli tan vieja está bien, no aburre, y esta corta que, cuando te quieres dar cuenta, ya se ha acabado. Lo que sí me hace gracia es la más que curiosa similitud del tema que trata con toda la mierda de crisis que llevamos padeciendo desde hace casi media década. En "Ladrón de bicicletas" es un padre que está desesperado por encontrar un trabajo con el que pueda dar algo de comer a su familia, hasta que toma una decisión que va en contra de sus propios principios. Vaya, como la vida misma, ¿no? Pues no sé si será porque conozco a más de uno que se vería en una situación parecida o qué pero me ha parecido que, aunque la peli tenga más de medio siglo, trata un tema de lo más actual, y extrapolable a situaciones mucho más modernas.


    Es cierto, en referencia a eso que comenta Jekyll arriba del realismo, que da la sensación de que la historia es de verdad de la buena, y que daba la casualidad de que el director pasaba por allí con su cámara mientras todo ocurría, así que se puso a grabar. Las actuaciones son impresionantes de la primera a la última, desde ese pobre hombre desesperado por encontrar la bici que le han chorizado, hasta el crío que interpreta su hijo, quien te deja el corazón arrugado cuando ve la humillación a la que es sometido públicamente su padre. En serio os lo digo, este momento en especial hace que se te pongan de punta todos los pelos del cuerpo, que casi sientes ganas de poder meterte en la película y echarle un cable a ese pobre diablo.


    Otra cosa que me hizo gracia es alguna que otra secuencia que, hace unos años, homenajeó/copió descaradamente (tachad la opción que más os guste) Roberto Benigni en "La vida es bella - La vita e bella, 1998". Por ejemplo, eso de que el padre vaya a toda paleta por las calles de Roma con su hijo sentado en la parte de delante de la bici; o cada uno de los momentos en que el padre pulula por las calles con su hijo a cuestas, y la mirada y aspecto de pobrecillo que tiene el chaval. Se ve que cuando algo es bueno, sigue funcionando también años después, así que no tengo nada malo que decir de este cine clásico. Aunque, por otra parte, es cierto que la película luce tan vieja como aparenta, por mucho que la historia ahora pueda ser de lo más actual. De todas formas, que nadie se equivoque y piense que es un petardo, porque la verdad es que merece la pena verla. Ya os digo que no tiene nada de comedia, y que hace que se le encoja a uno todo el cuerpo, pero sin necesitar enseñar escenas desagradables o violentas. Aquí, parece que te estén contando una fotografía de la posguerra, es decir, que sabes que lo ves es chungo y que, a pesar de ello, te hace sentir una especie de ternura que no se puede explicar del todo. Así que, hale, si podéis, ya la estáis viendo, que es de las que hay que merecen la pena aunque tenga más años que Matusalén.