lunes, 27 de febrero de 2012

CINE CLÁSICO: "LA NOCHE DEL CAZADOR"

TÍTULO: LA NOCHE DEL CAZADOR

DIRECTOR: CHARLES LAUGHTON

REPARTO: ROBERT MITCHUM, SHELLEY WINTERS, LILLIAN GISH, GLORIA CASTILLO, JAMES GLEASON, PETER GRAVES, EVELYN VARDEN

DURACIÓN: 93 min.

AÑO: 1955

GÉNERO: THRILLER

  • EL DR. JEKYLL DICE:

  • Harry Powell (Mitchum) es un predicador que, estando encerrado en la cárcel, comparte celda con un pobre condenado a muerte llamado Ben Harper (Graves), quien le revela que ha escondido el suculento botín que consiguió tras un atraco. Tras la muerte de Harper, Powell es puesto en libertad, y se dirige al pueblo de aquel para conseguir hacerse con el botín robado. Para ello, no duda en enamorar a la desconsolada viuda de Harper, Willa (Winters) y hacerse querer en todo el pueblo gracias a su tremenda labia y discurso acerca del bien y del mal. Sin embargo, los hijos de Harper desconfían de su nuevo padrastro, del que sospechan que tiene otras intenciones.


    "La noche del cazador" es una película tremendamente inquietante. Ya desde los primeros minutos en que se muestra al personaje del predicador recitando un sermón mientras se acerca al pueblo en su carreta, el espectador siente un escalofrío con su presencia, cosa que aumenta cuando muestra los tatuajes que tiene en los nudillos de ambas manos (en unos pone "amor" y en los otros "odio"), y con la decisión con la que hace uso de su navaja cuando considera que la situación lo requiere. Además, esa sensación de inquietud no hace sino incrementar conforme avanza el metraje, gracias a una sabia decisión de la puesta en escena. Y es que el espectador sabe perfectamente cuáles son las intenciones del predicador, mientras que el resto de los personajes lo desconoce y se deja convencer -y seducir- por sus buenas palabras sin saber lo que ello implica. Memorables son algunas secuencias como la del sermón que da el predicador acerca del incansable combate entre el bien y el mal, para lo que se sirve de los tatuajes de sus dedos con los que simula una encarnizada lucha, o aquella otra en la que decide ir directo al grano en su persecución de sus hijastros para que le confiesen dónde escondió su padre las ganancias del robo -todo esto ocupa casi el tercio final del film-.


    Pero el mérito de que "La noche del cazador" sea la película realizada al milímetro que es recae por derecho propio en el actor inglés Charles Laughton, que debutó con este largometraje como realizador con la que, desgraciadamente, fue su único proyecto tras las cámaras (algunas fuentes parecen indicar que, a pesar de su pericia a la hora de construir secuencias, sus relaciones con los actores a los que tenía que dirigir no eran del todo cordiales -según se rumorea, era el propio Mitchum el que tenía que dirigir a los intérpretes infantiles, a los que Laughton no podía ni ver-). Sin embargo, a pesar de ello, la puesta en escena de Laughton es fascinante, haciendo uso de una fotografía espléndida que se sirve de los claroscuros, contraluces y sombras para reforzar esa sensación de atmósfera asfixiante que envuelve a los personajes (ver el juego de sombras en el techo del dormitorio del predicador y su nueva mujer, el plano a contraluz del predicador a caballo mientras persigue a los niños -el comentario del hijo mayor "¿Es que nunca duerme?" no hace sino reforzar la idea de que el predicador es la encarnación del mismísimo demonio, al igual que la costumbre de dicho personaje de silbar siempre una determinada melodía para hacerse notar-), así como para provocar que el público comparta el temor de los personajes ante el acoso de tan maquiavélico villano (impresionante el plano de la mujer ahogada en el río y rodeada de algas, o el del rostro de Mitchum mientras contempla con una mezcla de odio y asco un espectáculo erótico en un local).


    En último término, en suma a la excelente labor de Charles Laughton como director, no hay que olvidar a la acertadísima selección de los intérpretes principales. En primer lugar, cabe señalar a un Robert Mitchum que brilla con luz propia, y que brinda la interpretación de uno de los más terroríficos villanos de la historia del cine (papel que, unos años más tarde, volvería a repetir en "El cabo del terror - Cape fear, 1961"), y que resultar creíble gracias a la impasibilidad con la que es capaz de presentarse ante la granja de una mujer indefensa del mismo modo que de asesinar a sangre fría con su navaja a quien se interponga en su camino. En segundo lugar, el papel de viuda crédula interpretado por Shelley Winters es entrañable. Y, en último lugar, la interpretación de los niños que huyen de su padrastro, deja de piedra por la sinceridad con la que muestran pánico ante la amenaza constante del predicador, como por la sinceridad con la que dejan aflorar sus sentimientos al final del film (atención a la reacción del muchacho cuando ve que uno de los personajes es apresado por la policía, y lo que hace con la muñeca de su hermana).


    En definitiva, "La noche del cazador" es una película impresionante, de las más terroríficas que ha dado el cine clásico, no tanto por lo que muestran sus imágenes, sino por la sensación de acoso y agobio que se desprende de su puesta en escena, y de la aparición de uno de los mejores "malos de película" que se ha visto en un largometraje en mucho tiempo.



  • MR. HYDE DICE:

  • Pues será muy buena y todo lo que queráis, pero a mí me pareció un tostón de cuidado. No niego que tiene su punto eso del lobo vestido de corderito, y de que Mitchum tuvo que disfrutar como un enano haciendo de tarado psicópata que se hace pasar por un santo para luego matar y robar todo lo que puede. Pero es que "La noche del cazador" es demasiado... ¿cómo lo diría? Teatral. Vamos, que por mucho que quieran hacer parecer que la historia es de verdad, huele a falso que te cagas. No se me olvidará en la vida el trozo ese en el que el pastor está buscando a los críos en el interior de un sótano oscuro y, cuando ve que están subiendo la escalera para escapar, se dirige hacia ellos para pillarlos pero, antes, hace como que tropieza para que ellos puedan escapar. Vale, pues he visto caídas mucho menos fingidas en un partido Barça-Madrid que en esa escena, que te dan de sacarle tarjeta roja y pitar penalti. Supongo que es porque la película ya tiene sus años (y tampoco tendría por qué ser por eso, que las hay mucho más antiguas y parecen hechas hace dos días), pero en fin, que huele demasiado a naftalina.


    Coincido con el pedantillo de arriba en que tiene momentos cojonudos, como la forma en que están hechos determinados trozos (cuando les persigue tranquilamente a caballo, o como cuando simula el famoso pulso entre el bien y el mal), pero lo que podría ser una de las mejores películas sobre psicópatas de la historia, es una castaña lenta a más no poder sobre un chorizo que, con tal de llevarse la pasta, se camela a quien haga falta -vamos, que ya puede tener labia el pollo para que una mujer se enamore del pobre Mitchum, porque con esa cara...-. Supongo, por no poner mucho más a caldo la peli, que una de las cosas que sí creo que está bien hecho es la forma en que está hecho ese acoso a los críos. Desde que el tío llega a esa casa, ya sabes de sobra que se avecina algo chungo, pero lo que no esperas es que el pavo sea tan incansable, y que esté tan pirado. Todo eso sí que está bien hecho en la película, y contado con la efectividad que necesita una peli de este tipo.


    Pero -y volvemos a lo mismo-, si se hubiera rodado todo de otra forma mucho más dinámica y trepidante, ahora os estaría diciendo que "La noche del cazador" es una pasada de peli. Por poner un ejemplo, hay partes que me recordaba mucho a "El tercer hombre - The third man, 1949", con esas sombras amenazadoras, es intriga que tiene que ver con algo que el público desconoce, y un personaje que es malo hasta decir basta, pero que casi siempre se las apaña para salirse con la suya. Pero, donde la peli de Carol Reed consigue ser trepidante y te tiene en tensión (dejaremos aparte esa música que no tiene nada que ver con las imágenes a las que acompaña), "La noche del cazador" consigue casi lo contrario: estar muy bien hecha, pero sin ritmo, y eso es lo peor que le puede pasar a una película como ésta, que la falta de ritmo casi la haga aburrida. En fin, supongo que lo mejor es que la veáis vosotros mismos y decidáis si es tan cojonuda como dicen, o si podría haber sido hecha de una forma mucho más dinámica.