TÍTULO: 1900. LA LEYENDA DEL PIANISTA EN EL OCÉANO
DIRECTOR: GIUSEPPE TORNATORE
REPARTO: TIM ROTH, MÉLANY THIERRI, BILL NUNN, PRUITT TAYLOR VINCE
DURACIÓN: 125 min.
AÑO: 1998
GÉNERO: DRAMA
El caso de Guiseppe Tornatore dentro del mundo del cine ha sido bastante llamativo. El director italiano logró el Globo de Oro, el Oscar y centenares de premios más con su segundo largometraje, "Cinema paradiso - Nuovo Cinema Paradiso, 1988" y, desde entonces, da la sensación de que, cada una de las siguientes películas que ha estrenado desde entonces, obligatoriamente tuviera que encontrarse a la altura de aquella primera. Así, sin ser ni tan espectacutlaes, ni decepcionantes en absoluto, el resto de sus propuestas parecen haber acabado por dividir entre sus fans incondicionales, y aquellos más desilusionados que esperaban de él una calidad a la altura de su oscarizado film. En el caso de "1900. La leyenda del pianista enel océano", da la sensación de que Tornatore ha querido volver a ese prometedor inicio con una lujosísima producción con influencias fillinianas pero, al mismo tiempo, tratandio de desarrollar una historia mucho más original que sus anteriores propuestas.
Así pues, en este largometraje ha sido el mismo director quien ha adaptado la novela de su compatriota Alessandro Bariocco para rodar la fabulosa historia de un hombre que, tras ser encontrado en un crucero de lujo el primer día del primer año del siglo XX, y adoptado por toda su tripulación, es bautizado como Novecento. Este mismo niño, desde bien joven comienza a demostrar poseer un don muy especial para tocar el piano de forma que, al crecer, se ha convertido en un auténtico maestro al frente del piano de la orquesta del mismo barco en que se fue hallado (interpretado por Roth) Novecento nunca ha pisado tierra firme por lo que sus amigos y colegas del barco, en especial su amigo el trompetista Max (Vince), le animan a que se decida a conocer el mundo que se encuentra en tierra firme. No obstante, todo ello cambiará cuando conozca a una hermosa pasajera del barco (Laurent) de quien se enamora perdidamente.
La película está planteada como una serie de episodios a cuál más original que tienen lugar casi en su totalidad, dentro del barco. No obstante, cada uno de estos mini relatos, resaulta fascinante por completo, como si un halo de magia los envolviera y fuera necesario estar más que predispuesto a querer disfrutarlos. Así pues, destacan especialmente momentos como el de la presentación al público de Novecento por primera vez, o de cada uno de los momentos que comparte con su buen amigo Max (la última conversación que mantienen los dos antes del final de la película es tremendamente emotiva) y, por encima de todo, uno de los mejores momentos que recuerdo haber visto en una película: la secuencia en que Novecento tiene que realizar la primera grabación de un disco y, cuando empieza a tocar el piano, se queda prendado de una joven a la que puede ver a través de un ojo de buey; Sin ser casi consciente de ello, Novecento cambia totalmente de estilo musical para interpretar una bellísima melodía al piano (el tema Playing love), que viene a aser algo así como la forma del extraordinario intérprete de traducir sus sentimientos a través de la música.
Por supuesto, esta película no sería para nada la obra fascinante y sorprendente que es sin la magistral música compuesta por el grandísimo Ennio Morricone (quien ganó el Globo de Oro por ello, pero luego fue injustamente ignorado en la correspondiente edición de los Oscar). Gracias a la música del maestro italiano, el largometraje es capaz de alcanzar ese punto fabuloso de originalidad y sentimiento de agrado del que carecería del todo si hubiera participado otro compositor en su escritura (hasta Hyde tendrá que reconocer, por muy fan de Hans Zimmer que sea, que Morricoine era el único capaz de hacerse cargo de semejante proyecto).
Por último, sólo mencionar que Tim Roth, actor versátil donde los haya, borda la interpretación de genio del piano, dotando a su personaje de unos matices escrupulosamente estudiados para transmitir la emoción adecuada en el momento preciso. En resumidas cuentas, "1900. La leyenda del pianista en el océano" es una película sorprendente, mágica y constituye un auténtico caramelo para los sentidos. De esas que, cuando se ven, se recuerdan con un grato gozo.
- MR. HYDE DICE:
¡Vaya película más sorprendente! Os juro que cuando me puse a verla, pensaba que iba a ser una peli de esas así como sabor europeo o, lo que es lo mismo, que hay mucho diálogo, muchos personajes, pero que acaba siendo una castaña monumental. Vale que para gustos los colores, pero en mi humilde opinión -bueno, puede que no tan humilde-, "1900. La leyenda del pianista en el océano" ha sido una de las películas más bonitas que había visto en mucho tiempo. y ojo que digo bonita, ni chula, ni divertida, ni nada de eso. Simplemente bonita, por los cuatro lados. Y sorprendente, muy sorprendente.
La peli, en realidad, es como una serie de episodios sueltos de lo que es la vida del pianista a lo largo de su vida dentro del barco. Pero cada uno de esos episodios es como si tuviera una magia especial, un detalle que hace que sea de lo más agradable. Se sale el momento en que se pone a tocar el piano en mitad de una tormenta en el océano, y lo ves de un lado para otro, arriba y abajo por el salón, como si estuviera montado en un coche de choque mientras no para de tocar el piano. O el momento en que está compitiendo con el flipado ese que se cree el mejor en el piano y, en su número final, Novecento acaba tocando tan a lo bestia que, tras su interpretación, prende un cigarro con el calor de las cuerdas del piano.
Lo dicho, es una película preciosa, bonita a rabiar si te dejas llevar por ese encanto que tiene cada trozo. Es como si la peli quisiera tener esa grandeza de las superproducciones más épicas llenas de extras por todos los lados (no hay más que mirar los primeros tres minutos para darse cuenta de ello) pero, por otra parte, limitada a la vez por las dimensiones de una historia que los obliga a centrarse en un único escenario: el del barco. Mi consejo para que os guste esta película es que la veáis tranquilamente en vuestra casa. Descolgáis el teléfono, os ponéis cómodos en el sillón y os dejáis llevar por la historia tan cojonuda de este genio del piano. Os aseguro que el tiempo empleado merece la pena. Y eso, independientemente de que tengáis amigos que puedan llegar a afirmar que la película resulta de lo más insustancial... ¡como si lo único bueno hablando de cine tuviera que ver con las historias de pepico Wallace!