jueves, 24 de noviembre de 2011

CINE ACTUAL: "INFILTRADOS"


TÍTULO: INFILTRADOS

DIRECTOR: MARTIN SCORSESE

REPARTO: LEONARDO DICAPRIO, MATT DAMON, JACK NICHOLSON, MARK WAHLBERG, MARTIN SHEEN, ALEC BALDWIN, RAY WINSTONE, VERA FAMIGA

DURACIÓN: 149 min.

AÑO: 2006

GÉNERO: POLICIACO

  • EL DR. JEKYLL DICE:

  • Hablar de Martin Scorsese es hablar de Nueva York, del Bronx, como mucho de Brooklyn y, por su puesto, del barrio judío y de Little Italy. Y, evidentemente, de las bandas mafiosas, de gángster y demás camorristas que, desde hace más de un siglo, hacían “suyas” las calles a base de intimidación, extorsión, chantaje y muerte. Sin embargo, aunque estas consideraciones no parezcan, a priori, muy atractivas para el espectador, no se puede negar que cada uno de los largometrajes que ha dirigido el genial cineasta no tenga un morboso atractivo, a pesar de las grandes dosis de violencia que suelen contener. Cierto es que, de entre todas sus películas, son unas las que destacan en mayor medida sobre las demás y que, que en alguna ocasión –pocas, por fortuna-, hay films que no se encuentran para nada a la altura de su talento y, finalmente, títulos que, sin ser ninguna maravilla, sí que acaban adquiriendo una consideración especial. A título de ejemplo, dentro del primer grupos, podríamos cabría incluir títulos casi míticos como “Taxi driver – Taxi driver, 1976”, “Toro salvaje – Ragging bull, 1980” o “Uno de los nuestros – Goodfellas, 1990”; en el segundo, decepciones como “New York, New York – New York, New York, 1977” , “El rey de la comedia – The king of comedy, 1983” o “Al límite – Bringing out the dead, 1999”; y, por fin, en el tercer grupo, entretenimientos estupendos como “El cabo del mido – Cape fear, 1991” o “Shutter Island – Shutter Island, 2010”. “Infiltrados”, remake del film hongkonés “Juego sucio – Wu Jian Dao, 2002), se encuentra a caballo entre el primer y el tercer grupo.


    Frank Costello (Nicholson) es un peligroso gangster que controla buena parte del “negocio” de Boston. No hay un solo trapicheo del que él no esté al corriente y al que no haya dado su visto bueno. El FBI, para poder cazarle in fraganti, infiltra a Billy (DiCaprio), uno de sus más jóvenes cadetes, en la banda de Costello, y lo apoya a través del jefe de división Queenan (Sheen) y del agente Dignam (Wahlberg). Lo que no sabe el FBI es que Costello, a su vez, también ha infiltrado a Colin Sullivan (Damon), uno de sus jóvenes “ahijados”, en la policía de Boston hecho que, unido al su rápido ascenso hacia departamentos más comprometidos, le da al mafioso una gran ventaja a la orden de organizar sus “golpes”. Será a parir de ese momento, cuando dé comienzo una peligrosa caza entre infiltrados –cada uno desconoce la identidad del otro- con el fin de desenmascarar al traidor. Además, la situación se complicará aún más cuando tanto Billy como Colin se enamoren, cada uno por su cuenta, de Madolyn (Famiga), una psicóloga de la brigada criminal.


    “Infiltrados” es una película trepidante. Scorsese a penas dedica cinco minutos del comienzo para situar al público y a sus personajes en el marco en que se va a desarrollar la historia. De ahí, se pasa a detallar, también de forma breve los primeros pasos que dan el policía y el traidor en sus respectos objetivos para infiltrarse y, a partir de ese instante, comienza un tremendo juego de sospechas y situaciones de tensión casi insostenibles. Así pues, “Infiltrados” es largometraje que debe sus mayores virtudes a tres elementos: la dirección, el montaje y el guión.


    Empezando por esto último, la adaptación que hizo William Monahan del film hongkonés antes referido contiene todos los elementos necesarios para mantener el interés que suscitaba el libreto original. El guión, aparte de urdir la trama de forma excelente, es un regalo de momentos únicos en los que las réplicas de los personajes (las de Costello no tienen precio –ver el momento en que le pregunta en un bar a un conocido por su mujer para, acto seguido, dar a entender que medio barrio se la ha beneficiado-) se entremezclan de forma asombrosa con las escenas de violencia más crudas (magistral la secuencia en que Costello escupe ante Billy tras beber un trago de cerveza afirmando que “huele a rata” e, inmediatamente después, se ve la sangre en el suelo de otro miembro de la banda al que Costello ha torturado creyendo que es el infiltrado). La guinda en cuanto a las réplicas las pone el duelo dialéctico establecido por el agente Dignam y uno de sus superiores, quienes se intercambian puyas delante de sus agentes al cargo como quien habla del tiempo, así como el final totalmente shakespeariano, con el que cierra la cinta (atención al plano final de una rata recorriendo la barandilla de un balcón).


    Por lo que respecta a la dirección de Scorsese, el realizador demuestra una energía descomunal en todas y cada una de las secuencias. En primer lugar, deja claro que no es necesario recurrir a cortes innecesarios para acentuar el dramatismo y tensión de algunos momentos (ver el primer encuentro entre Billy y Costello, en el que le parten la escayola del brazo al muchacho para comprobar que no lleva ningún micro, o el final entre Billy y Colin en la azotea de un edificio). En segundo lugar, recrea algunas de las mejores situaciones del film original superando el efecto de tensión conseguido en aquel (ver la secuencia en que Billy se reúne con Queenan en un edificio vacío segundos antes de que los hombres de Costello acudan al mismo lugar). Y, en tercer lugar, consigue que, a pesar de la violencia implícita del argumento, ésta no destaque por encima de la propia historia –como sí pasaba, por ejemplo, en “Uno de los nuestros” (ver la secuencia en que Billy está a punto de rematar a un miembro de la banda de Costello que ha descubierto su identidad a causa de un malentendido en una dirección).


    En lo que concierne a la labor de montaje, la montadora habitual de Scorsese, Thelma Shoonmaker, que ha colaborado con el cineasta desde el principio de su carrera, orquesta un auténtico festín de set pièces en las que todos los elementos de este estupendo thriller (tensión, intriga, misterio, etc.) se entremezclan de una forma magistral. Al respecto, cabría señalar uno de los mejores momentos de “Infiltrados”: aquella secuencia en que Billy espía al traidor infiltrado en la policía –Colin- mientras éste se reúne en un cine porno con Costello; Billy no puede llegar a identificar a Coliln, por lo que lo sigue a través de unos callejones, hasta que Colin se da cuenta de que lo están siguiendo. El resto son casi diez minutos de tensión llevada a su máximo nivel gracias a la labor de Shoonmaker.


    En resumidas cuentas, si bien es cierto que “Infiltrados” no es la mejor película de un maestro moderno del cine como Martín Scorsese (aunque sea por ella por la que constará que recibió su merecido Oscar al mejor director), no deja de ser menos cierto que es uno de los entretenimientos mejor rodados y más logrados de su carrera. Al fin y al cabo, el objetivo de “Infiltrados” es distraer y hacer pasar un rato entretenido al público, cosa que consigue con creces y, además, a través de una muy buena película.



  • MR. HYDE DICE:

  • Me encantó “Infiltrados”. También hay que decir que tenía muchas ganas de verla, y que iba predispuesto a que me gustara por lo que, si la peli era buena, tampoco iba a ser tan complicado que saliera contento del cine. Pero es que me ha gustado mucho más de lo que pensaba. No es que sea la leche en bote como película, pero os aseguro que las casi dos horas y media que dura, se te pasan volando. Y, cuando acaba, tienes esa sensación como de habértelo pasado pipa. Así que, sin meterme a decir si el director esto o el montador lo otro (como hace el pedantillo de arriba), os aseguro que “Infiltrados” está guapísima, te atrapa desde que comienza y te mantiene en vilo hasta un final que no te esperas para nada.


    Yo no soy muy fan de Leonardo DiCaprio. Es más, desde que lo vi en esa especie de insulto que es “Romeo y Julieta” –donde no me quedó claro si DiCaprio era Romeo o Julieta- y luego haciendo de ñoñeras en “Titanic – Titanic, 1997”, le cogí un poco de tiña al pobre hombre. Pero, en honor a la verdad, debo reconocer que, después de verlo en “Diamante de sangre – Bood diamond, 2006” y en “Infiltrados”, debo reconocer que este pollo ha aprendido bien lo que es actuar. Por otra parte, si después de trabajar con gente como Scorsese, Spielberg, Nolan, Eastwood, Boyle o Cameron (agüita con la filmografía del colega) no aprendes nada, es que eres más cerrojo de lo que cualquiera hubiera podido pensar. Pero aquí, DiCaprio lo borda. Cuando empieza la peli, se le ve así como que más tranquilo pero, conforme va avanzando ves que el tío empieza a desquiciarse y a estar más nervioso que si se hubiera bebido diecisiete cafés, por el miedo a que lo descubran y se lo carguen. Los demás lo hacen bien, sobretodo Jack Nicholson, que se lo pasa de coña haciendo de gángster cachondo (aunque, como suele ser normal, sobreactúa lo suyo). Pero ya os digo que quien me sorprendió fue DiCaprio.


    De la película no sabría muy bien con qué momento quedarme, más que nada porque es la peli entera y, los instantes así más especiales, ya los ha dicho antes Jekyll. Pero supongo que una de las cosas que más me impactó fue la parte final, cuando dentro de un ascensor pasa algo que no hubiera jurado en la vida (y si no me creéis, esperad a verlo). Eso sí, hay un momento de esos de apretar el culete que me encanta. Hay un momento en que el traidor al que interpreta Damon hace una llamada desde el móvil del capitán de policía a DiCaprio, que es el infiltrado; ninguno de los dos dice nada porque esperan a ver si el otro habla y lo pueden reconocer para denunciarlo. ¡Son apenas diez segundos de silencio que te ponen los pelos de punta!


    En fin, no tiene sentido decir mucho más de “Infiltrados”, aparte de que es una de las películas que más veces me he visto en casa desde que me la regalaron en DVD. Es una pasada, larga pero que se te pasa en un suspiro, y genial en cada segundo. Vamos, lo que deberían ser todas las películas: diversión asegurada, buena y entretenida. Yo ya os digo que es cojonuda.