domingo, 11 de diciembre de 2011

CINE EN CARTEL: "ACERO PURO"


TÍTULO: ACERO PURO

DIRECTOR: SHAWN LEVY

REPARTO: HUGH JACKMAN, DAKOTA GOYO, KEVIN DURAND, EVANGELINE LILLY, ANTHONY MACKIE

DURACIÓN: 120 min.

AÑO: 2011

GÉNERO: AVENTURAS

  • EL DR. JEKYLL DICE:

  • Shawn Levy y Hugh Jackman, director y estrella principal de "Acero puro", respectivamente, parecen empeñados en demostrar que son capaces de ponerse al frente de proyectos alejados de la comedia fácil y tontorrona (caso del primero), y de las adaptaciones de súper héroes repletas de efectos especiales (en el caso del segundo). Para ello, ambos se han puesto al frente de esta súper producción ambientada en un futuro cercano, en el que la robótica ha sustituido los enfrentamientos entre personas para satisfacer la necesidad de violencia de la sociedad (algo así como una versión de "Rollerball - Rollerball, 1975", pero con gigantes de acero y para toda la familia). Así pues, en "Acero puro" se procuran ensalzar una serie de valores morales (la relación entre un padre y un hijo que a penas lo conoce, la redención de un perdedor, etc.) por encima de los efectos especiales que sustentan el evento. El resultado, como comentamos a continuación, es un espectáculo muy bien diseñado pero que, no obstante, no impide que haya determinados elementos que llamen la atención por su descarado manejo de las emociones y de los recursos mil veces empleados para que el público no aparte la vista de la pantalla durante sus ciento veinte minutos de duración.


    Charlie Kenton (Jackman) es un antiguo boxeador, retirado desde que los combates entre humanos se sustituyeron por enfrentamientos entre robots especialmente programados para la lucha. Desde entonces, Charlie malvive participando con sus robots en ferias y combates clandestinos, perdiendo dinero con las apuestas que hace y debiendo dinero a gente con poco sentido del humor, como Ricky (Durand). Un día, se entera de que una antigua novia suya ha fallecido, dejando a Max (Goyo), el hijo de ambos, huérfano. Cuando Charlie se entera de que unos tíos del muchacho desean su custodia, se la ofrece, a cambio de una suma importante de dinero. Tras aceptar el trato, Max debe pasar un tiempo con Charlie antes de irse con sus tíos. Será entonces cuando, por casualidad, encuentren un viejo robot en un desguace que Max se empeñará en reparar con la ayuda de Bailey (Lilly) para que pueda combatir. A partir de ese momento, una serie de circunstancias hará que padre e hijo empiecen a construir el vínculo emocional del que habían carecido durante años, a la par que su robot empiece a mostrar una habilidad especial para los combates.


    Vista "Acero puro", de lo que no cabe duda es de que, conscientes o no de lo flojo del guión, sus responsables han querido poner toda la carne en el asador para conseguir un producto final decente. Así pues se explica, en primer lugar, que para su realización se haya contado con un equipo técnico de primer nivel: el director de fotografía es el oscarizado Mauro Fiore, quien aporta un colorido único tanto a los robots como a los diferentes escenarios en los que tienen lugar los combates -ver, por ejemplo, el primer enfrentamiento entre robots en el interior de una especie de almacén abandonado-; o el compositor Danny Elfman, quien ha compuesto una variada partitura que sabe acompañar a las emociones que se plasman en cada fragmento del largometraje. Y, por supuesto, los elaboradísimos trucajes visuales, capaces no solo de hacer que el público no dude ni por un solo instante de lo reales que son los robots, sino que éstos consigan adquirir una dimensión casi humana que se complementa de forma muy efectiva con los intérpretes de carne y hueso, sin quitarles para nada su importancia dentro de la historia.


    Sin embargo, todos estos elementos no consiguen hacer olvidar que estamos hablando de una historia que parece pedir a gritos el aplauso unánime de un público al que trata de emocionar con la desdicha entre un padre egoísta y acostumbrado al fracaso, y un hijo al que el primero no duda ni un segundo en vender para poder seguir financiándose sus combates y pagar a sus acreedores. Por ello, vista "Acero puro", la impresión que acaba teniendo el espectador es, por un lado, que es toque a lo Spielberg pretende impregnar el conjunto incluso en los momentos en que no es para nada necesario (ver la secuencia en que Charlie convence a Bailey para que le prepare el último robot que ha comprado, o la reconciliación entre Charlie y Max en la casa de los tíos de éste); y, por otro lado, que "Acero puro" depende en exceso del interés que despierta en la platea saber de qué forma conseguirán la victoria los protagonistas, y del carisma que desprende su principal protagonista, un Hugh Jackman que demuestra que hay vida más allá de los personajes de cómic.


    En resumidas cuentas, "Acero puro" es un espectáculo inocentón, desprovisto de cualquier otra intención que no sea hacer pasar un rato entretenido al público. No obstante, desde el punto de vista de la calidad del producto, éste carece de la profundidad que le hubiera hecho falta para convertirse en una película redonda. Como ya decimos, la predectibilidad acaba resultando tan evidente que no se desafía para nada la imaginación del espectador, a lo que se une el edulcoramiento propio de las producciones Disney más evidentes (citar al respecto el combate final en el que Charlie debe volver a boxear, o el resultado del descubrimiento mutuo padre-hijo), todo ello adornado con un montaje de lo más dinámico que sabe enfatizar a la perfección los momentos de mayor acción y las secuencias de más seriedad. Por ello, "Acero puro" se convierte en una distracción estupenda para toda la familia, que permite tanto disfrutar a los más pequeños, como divertirse a los más adultos. Así pues, no pretende más que ser un carísimo juguete de usar y tirar.



  • MR. HYDE DICE:

  • El resultado de "Acero puro" es como si mezclaras cualquiera de las primeras partes de "Rocky" (mejor dejar de lado las últimas) y le metieras un chutazo brutal de Walt Disney. ¿Y qué quiere decir esto? Pues ni más ni menos que los que han hecho la peli saben de sobra qué teclas tocar para hacer que la gente que esté viendo la peli consiga emocionarse a tope con todos y cada uno de los combates, y que se sienta conmovida por la historia de amor/odio entre un padre (capullo mental) y su hijo (al que un par de tortas de vez en cuando no le vendrían mal). Ahora bien, si lo que os estáis preguntando es si la peli merece la pena o es un bodrio, supongo que ahí ya depende del criterio de cada uno, aunque yo os cuento las razones por las que me gustó, y a partir de ahí ya decidís.


    Empezando por lo flojo, "Acero puro" es cien por cien previsible. A ver, estamos ante una producción de Disney, así que el que no sea capaz de imaginar qué pasa al final es que ha pasado mucho tiempo alejado de una pantalla de cine. Por otra parte, como la peli juega a la vez con los temas acerca de los impresionantes combates de robots futuristas y la relación entre un padre y su hijo, tienen que ir dando las suficientes dosis de cada cosa para que la peña no se aburra. De forma que cuando le toca el turno a los robots, la cosa se reduce a un puñado de combates (espectaculares todos ellos) para, acto seguido, pasar a contarte cómo el padre pasa del hijo como de la mierda y cómo el cariño que él parece sentir hacia un robot consigue unirlos. Así que, como veis, las sorpresas son pocas, y no se engaña a nadie. La diferencia es que esto se puede hacer bien y de una forma más o menos decente, o acabar haciendo un churro como un pino del que no se salven ni los efectos especiales. Y, en el caso de "Acero puro", por muy Disney que sea, hay que reconocer que se las han ingeniado para que la peli te mantenga en vilo y emocionado todo el rato.


    Así es, nenes, "Acero puro" se resiste por dos cosas: los efectos especiales (flipas con cómo están hechos los robots, y por los galletazos que se pegan), y la forma de emocionar sin caer en el culebrón más bochornoso con la historia del crío y su padre. Sobre lo primero, decir que hacía tiempo (creo que desde las pelis de "Terminator") que no me impresionaba tanto cómo aparece y se mueve un robot en una película. Absolutamente todos los combates que protagonizan los gigantes de hierro te dejan con la boca abierta -hasta algo ridículo como enfrentar a un robot con un toro tiene su gracia-, por no hablar del enfrentamiento final entre el pedazo robot ese que no deja títere con cabeza y la chatarra que controlan el padre y el chaval. Sobre lo segundo, el culebrón padre-hijo, se las apañan para que el encuentro entre los dos no sea más patético de lo que podría parecer (el nene demuestra que los tiene bien plantados, aunque un cachete de vez en cuando no le viniera mal), y que su reconciliación producida a través del trabajo conjunto tampoco termine por ser tan ridícula como podría haber sido. Por poner un ejemplo, el momento del combate final en el que el chico le pide a su padre que boxee para que su robot le copie los movimientos, no puede ser más made in Disney porque no tiene tiempo, pero mira tú por dónde que funciona.


    En fin, que "Acero puro" no pretende ser más que un entretenimiento inocente y lleno de buenas intenciones. Si se toma por ese lado, la peli funciona de coña, y hace que te lo pases pipa durante dos horitas. Ahora bien, si alguien está esperando encontrarse algo diferente, que le eche otra mirada al cartel y al argumento, porque esto no engaña a nadie que nadie y deja bien claro desde el principio (por no decir "desde el poster") de qué palo va el asunto. Eso sí, si lo que queréis es distraeros, flipar con los efectos especiales (que nunca dan la sensación de artificial, sino que de verdad te crees que el robot está ahí) y sentir esa emoción durante los combates tipo "Rocky", pues no te lo pienses más porque "Acero puro" es la peli que tendrías que ver este finde en el cine.