Tras los grandísimos éxitos consecutivos de los anteriores films de sus anteriores films como equipo de director / productor, Michael Bay y Jerry Bruckheimer se pusieron el listón mucho más alto, decantándose por rodar una de las producciones más caras y ambiciosas de la historia -al menos, hasta el día de hoy-. Tras la buena acogida que había tenido entre el público veraniego ese entretenimiento de primera que es "La roca - The rock, 1996" y la adrenalítica "Armageddon - Armageddon, 1998", ambos centraron su atención en el ataque que supuso la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, viendo en el bombardeo sufrido en Pearl Harbor una oportunidad única para rodar tanto una historia de amor como un súper espectáculo lleno de secuencias asombrosas. Ahora bien, ¿está el resultado a la altura de las circunstancias? En seguida os damos nuestra opinión.
Rafe (Affleck) y Danny (Hartnett) son dos amigos que han crecido juntos. A principios de la década de los cuarenta, ambos ya son adultos y están alistados en el ejército estadounidense, donde dejan constancia de su gran pericia como pilotos de combate. Rafe tiene una novia llamada Evelyn (Beckinsale) de la que está locamente enamorado. Cuando empiezan los primeros conflictos en Europa, Rafe se presenta voluntario para apoyar a las tropas inglesas contra los nazis, por lo que debe separarse de Evelyn y Danny para ir a combatir. Tras un aparatoso combate, se da a Rafe por muerto, para desesperación de su novia y su mejor amigo. Tras un tiempo, Danny y Evelyn comienzan a salir juntos por lo que, cuando Rafe hace aparición de nuevo súbitamente, la situación entre los tres será complicada. Todo ello, coincidiendo con el ataque de las tropas japonesas a Pearl Harbor.
Los responsables de "Pearl Harbor" no tienen un pelo de tontos. Sabían a la perfección que si centraban su atención tan sólo en la parte espectacular de la película, ello podía derivar en una excesiva saturación por parte del público, por lo que el guionista Randal Wallace (muy conocido por su libreto para la oscarizada "Braveheart - Braveheart, 1995") desarrolló una historia que combinaba tanto el romanticismo más desbordante como la acción trepidante. Así pues, durante los primeros ochenta minutos de metraje se relatan los pormenores del complejo triángulo amoroso que se forma en torno a los personajes principales, aprovechando la más mínima ocasión para dejar clara constancia de lo lujosísima y lograda que es la ambientación del film (tanto el diseño de vestuario como los decorados son magníficos, al igual que la hermosísima fotografía de Jason Schwartzman). Además, el acompañamiento musical a cargo del siempre genial Hans Zimmer no hace sino reforzar esa sensación de harmonía amorosa.
Ahora bien, pasada esta larga introducción, el director sumerge de lleno al público en el verdadero espectáculo. Ya desde ese impresionante plano en que se observa a los aviones japoneses volando en formación y a centenares hacia Pearl Harbor, hasta que concluye el episodio del bombardeo (atención al plano de la bomba cayendo sobre uno de los destructores, o el de otro de los barcos ladeándose mientras se hunde y los marineros hacen lo posible por salvarse), y pasando por el del enfrentamiento de los protagonistas con los japoneses a bordo de sus respectivos aviones, "Pearl Harbor" demuestra por qué es una súper producción en toda regla. El diálogo (intrascendente en buena parte de su primera mitad) da paso a la acción más deslumbrante, donde Bay demuestra por qué es uno de los mejores directores del cine actual a la hora de montar set pièces salvajes, donde la palabra queda prácticamente reemplazada por la emoción trepidante y la acción repleta de testosterona.
No obstante, poco podríamos decir de las excelentes escenas de acción que no sea mejor apreciarlas en la misma película. Por otra parte, cierto es que se le ha criticado desde diferentes procedencias a "Pearl Harbor" que hace gala de un patriotismo exagerado y de una puesta en escena más basada en los efectos especiales que no en la construcción de una buena película. Respecto al patriotismo, tan sólo apuntar que ya quisiéramos los españoles sentirnos la mitad de patrióticos que los norteamericanos cuando ven una de sus banderas (aquí, parece que nos dé miedo con tal de que no nos tilden de fachas) que, por otra parte, en un largometraje como "Pearl Harbor" consiguen retratar a su "enemigo" con una dignidad y respeto ejemplares (los japoneses nunca son mostrados como los "malos" de turno, sino como soldados de un bando contrario, con sus rituales y motivaciones particulares). Y, en opinión de un servidor, eso es algo ejemplar. En lo que concierne a la puesta en escena, considerar a "Pearl Harbor" como algo más que no sea una mera distracción es un error. El film es un espectáculo grandioso, que es consciente de ello, y que no desperdicia la oportunidad de mostrar secuencias tan apabullantes como impresionantes.
Así pues, en resumidas cuentas, tan sólo cabe decir que, aunque "Pearl Harbor" no sea una película perfecta, tampoco lo pretende. Sin embargo, lo que sí consigue es distraer, emocionar y divertir al espectador, durante las poco más de tres horas que dura. Eso sí, tres horas de goce dedicado al espectáculo que nos estadounidenses tan bien saben fabricar.
Papá de la sobrina más bonita del mundo, ésta va por ti...
"Pearl Harbor", es un peliculón. Al margen de lo mucho que la quieran destrozar algunos, "Pearl Harbor" es un espectáculo en estado puro. Pero, ¿qué pasa? ¿Que ni a Michael Bay ni a Jerry Bruckheimer se les puede dejar hacer una película de este palo tranquilos? A ver, que no se trata ni de dar lecciones de historia ni de soltar sermones en plan dogma (para eso ya tenemos a Malick y Von Trier que nos duermen con sus bodrios), sino de hacer una peli que entretenga, distraiga y, de paso, que te deje con la boca abierta por cómo está hecha. Y, a ese respecto, "Pearl Harbor" cumple como una campeona. Si os he soltado este párrafo así medio cabreado no es porque esté hoy más irascible, sino que me toca bastante las pelotas que, cuando se estrena una peli de este tipo, ya te vienen los puristas de siempre diciendo que si es mala, que si no sé qué, que si no sé cuántos. A ver, señores, que esto es un simple espectáculo que lo quiere es hacer mucha pasta por un lado, y por otro, que te lo pases teta durante las tres horas que dura. Sobre lo primero, no tengo mucho que decir pero, sobre lo segundo, ya os digo yo que son tres horas que se me pasaron que ni me enteré.
¿Tiene "Pearl Harbor" cosas que se podrían mejorar? Por supuesto, como el 99,99% de las películas que se estrenan en un cine. ¿Por ejemplo, cuáles? Pues, para empezar, y sin que sirva de precedente, los tres actores principales. El pobre Ben Affleck no tiene ni pajolera de actuar (en cambio, dirigiendo, el tío es un crack), así que se pasea por la peli con una cara de besugo de mil demonios, esperando que entre tanto efecto especial no se le note mucho que el tío va más perdido que Charlie Sheen el día del orgullo gay. Después, la actriz que cogieron para el papel de "la chica", pues tampoco es que sea descomunal. Y no lo digo como algo en plan "podía estar más buena", sino en plan de que cuesta de creer que dos súper amigos se vayan a partir la cara por ella, ya que en el mismo sitio hay tías que le pegan cincuenta vueltas (Charlize Theron fue la primera a la que ofrecieron el papel, y esa sí que hubiera hecho creíble que los muchachos se hubieran puesto a aullar como coyotes al verla). Y, por último, el pobre Josh Hartnett, pues demuestra que aún le queda pero que mucho por aprender para demostrar que sabe interpretar mínimamente pero, como tampoco es que salga tantísimo, pues aún tiene un pase.
Por supuesto, hay otra cosa que me parece de cágate lorito, que es el patriotismo hortera que desprende la peli. Vale que a los yanquis les encanta eso del God bless America, los saludos militares y tal pero, si lo vas a meter en una película como ésta (donde puede lucir mejor que en ninguna), al menos hazlo con algo de gracia, no de forma tan lamentable. Os pongo un par de ejemplos. El primero, en mitad del bombardeo: le han metido un petardazo del carajo a uno de los buques, y le han saltado las tripas a uno de los generales de esos que mandan mucho. Se le acerca un soldado negro y, después de decirle que no pasa nada, que aunque él sea el cocinero algo podrá hacer, se planta como un pino y le hace el saludo militar más orgulloso que el nene que hace pis en la taza por primera vez. Pero, lo que ya es de apaga y vámonos es el segundo ejemplo: cuando están a punto de bombardear Japón, los dos protagonistas pasean por la cubierta de un portaaviones y, su jefe, mirándolos fijamente, le suelta al subalterno que tiene al lado: "¿Sabes cómo sé que ganaremos la guerra? Por ellos. No hay nada más fuerte que el corazón de un voluntario" ¡Toooooooma del frasco Carrasco! Ahí lo suelta el payo y se queda más fresco que una lechuga. ¡Con dos cojones!
Bueno, esa es la parte más cutre y mejorable de la peli. Aparte de eso, "Pearl Harbor" se le perdona todo porque es una montaña rusa desde que empieza hasta que acaba. Es como si la peli estuviera dividida en dos mitades. En la primera, todo es así más tranquilito, donde te cuentan toda la parte más romántica, hay más amor que en un capítulo de los Ositos Amorosos, e intentan que la historia vaya colando por ahí. Eso sí, cuando llega la segunda parte (empezaría más o menos cuando los japoneses despegan para el bombardeo de Pearl Harbor), es donde te demuestran en qué se han gastado los doscientos millones de la verde moneda que les costó la broma. A partir de ahí, agárrate los machos Manolete, porque la peli es un espectáculo de cojones, guapísimo, y en el que te pasas sin pestañear casi la hora y media restante.
No os podría destacar una sola escena, porque toda la segunda mitad deja con la boca abierta. Los combates aéreos y todos los bombardeos, son de lo más impresionante que he visto en mucho tiempo en una pantalla de cine. Así que, antes de acabar -que hoy me he enrollado yo más de la cuenta-, sólo deciros que consigáis "Pearl Harbor" cuanto antes en DVD o, aún mejor, en Blu-Ray, y que la pongáis a todo trapo en la tele más grande de la casa. Un peliculón así de guapo no merece menos.