DIRECTOR: MARTIN SCORSESE
REPARTO: WILLEM DAFOE, HARVEY KEITEL, BARBARA HERSHEY, PAUL GRECO, STEVE SHILL, VERNA BLOOM
DURACIÓN: 164 min.
AÑO: 1988
GÉNERO: DRAMA
“La última tentación de Cristo” suponía la tercera colaboración entre el director Martin Scorsese y el guionista Paul Schrader tras dos obras maestras como “Taxi dirver – Taxi driver, 1976” y “Toro salvaje – Raging bull, 1980”, y la primera ocasión en que el cineasta neoyorquino se ponía al frente de una producción de carácter histórico. Partiendo de la adaptación del libro escrito por Nikos Kazantzakis, el film describía una versión alternativa sobre la Pasión de Jesucristo, presentándolo más como un ser humano (con sus indecisiones, tentaciones, debilidades) que no como la figura mesiánica que se contempla en los Evangelios. No carente de cierta polémica en el momento de su estreno, y a pesar de que el largometraje cuenta con una puesta en escena de lo más cuidada, fue un gran fracaso de taquilla, así como una de las cintas más flojas de su realizador. Sin embargo, a pesar de todo, “La última tentación de Cristo” es recordada hoy en día, sobretodo, por su argumento, alejado por completo de lo recogido por el cristianismo y por la interpretación de un Willen Dafoe alejado por completo de cualquier aproximación que se ha hecho a la persona de Jesucristo.
La película narra, en tono de biopic los pormenores de Jesús de Nazaret (Dafoe) antes de cumplir con la misión que Dios le ha encomendado, viéndose aconsejado pro su buen amigo Judas (Keitel) y atraído por María Magdalena (Hershey), junto a la que desea emprender una vida como pareja. A ello, se le sumarán las constantes apariciones del Tentador (Greco) que procurará, por todos los medios, que Jesús renuncie a su cometido.
“La última tentación de Cristo”, desafortunadamente, no entra en ese particular grupo de largometrajes que, a pesar de lo delicado de su argumento, consigue fascinar al espectador gracias a una portentosa puesta en escena, o a la impresionante labor de su reparto. En cuanto a lo primero, Martin Scorsese, aunque demuestra su pericia habitual tras la cámara (arropado por una más que correcta labor de fotografía de Michael Balhaus, uno de sus colaboradores habituales), es una lástima que le otorgue una mayor importancia a no perderse detalle del guión (de ahí esos primeros planos y el diseño de secuencias basado en el típico plano-contraplano, sin demasiado garbo) mucho más que a hacer que cada plano sea estéticamente atractivo. Claro que, con toda probabilidad, ésta fuera su intención desde el comienzo ya que, como mencionamos, parece más preocupado por que todos los movimientos y reacciones del personaje principal queden bien recogidos por la cámara (atención a la secuencia en que Jesús expulsa a los mercaderes del Templo). Cierto es que hay determinados momentos en los que la fuerza visual de Scorsese parece resurgir, como puede apreciarse en secuencias como la de la flagelación y crucifixión (incluyendo la conversación con el demonio por quien Jesús se deja tentar para que lo libere del tormento). Sin embargo, tras esos destacados momentos, la narración vuelve a caer en la monotonía anterior, alargándose el film en exceso (el episodio de lo que sucede después de que Cristo baja de la Cruz es resulta tan pesado como tedioso).
En lo que concierne a lo segundo –la labor del reparto-, llama la atención por lo desacertado de la selección de actores para sus respectivos papeles. Cierto es que la tormentosa recreación que Willem Dafoe hace de Jesucristo resulta llamativo por la fuerza que hace gala en determinados momentos (en los constantes enfrentamientos que mantiene con Judas Iscariote, o cuando se rebela contra su destino, rehusando ser el Mesías), y que Barbara Hershey cumple con eficacia en su papel de María Magdalena. Sin embargo, la interpretación de un excelente y polivalente actor como es Harvey Keitel como Judas roza casi el ridículo. Cierto es que, de entrada, cuesta aceptar que en “La última tentación de Cristo” sea el personaje de Judas el que se presente como el héroe bueno de la función pero, no es menos verdad que la actuación de Keitel no sólo no resulta creíble (importantísimo, teniendo en cuenta la trascendencia de su personaje en el film) sino que, incluso, da la sensación de transmitir una continua sensación de incomodidad, lo que repercute de forma negativa en la percepción que el público acaba tiendo del largometraje.
Así pues, a pesar del intento notable de Martin Scorsese de realizar una película diferente, atrevida y a contracorriente de los cánones que se habían establecido hasta ese momento, es una lástima tener que reconocer que “La última tentación de Cristo” no se encuentra a la altura de su talento, resultando un film tramposo, monótono, excesivamente lento y poco interesante. Por suerte, la obra de Scorsese se conoce mucho más por sus grandes y excelentes largometrajes que no por este resbalón artístico y comercial.
No tengo nada en contra de los cineastas que le quieren dar una visión propia a determinados hechos históricos. Me parece estupendo que Steven Spielberg represente a los españoles como auténticos gañanes en “Amistad – Amistad, 1997” o que Mel Gibson rodara su versión de los hechos en “La Pasión de Cristo – The Passion of the Christ, 2004” me parece de lo más respetable. Por supuesto, otra cosa es que luego me parezca que Spielberg fue un poco gilipollas al sacar a Isabel II saltando sobre su cama como una tontalpijo, o que Gibson rodara un peliculón como la copa de un pino a pesar del absurdo revuelo que quisieron levantar algunos. Por eso, al ver “La última tentación de Cristo”, estaba dispuesto a darle un voto de confianza al maestro, a pesar de que lo que cuenta no se corresponda con lo escrito en los Evangelios, y muestre una cara más sombría de la figura de Jesucristo. Ahora, que le dé un voto de confianza no quiere decir que me gustara la película.
“La última tentación de Cristo” es un bodrio, y os prometo que no lo digo porque se pase por el forro la historia y decida inventársela, sino porque es aburrida y absurda con ganas. En primer lugar, Willem Dafoe (al que considero un buen actor, aunque siempre haga los mismos papeles de malo de turno) no puede estar peor haciendo de Jesús. De hecho, lo interpreta con una mezcla de místico –para variar, ¡qué originalidad!- y tío más cabreado que cualquiera de nosotros cuando los de una compañía telefónica te despiertan de la siesta para ofrecerte el chollo de tu vida. Después, Harvey Keitel haciendo de Judas Iscariote, también está de colleja. Es más, casi hasta parece que el bueno de la historia es él, que no tiene más remedio que traicionar a Jesús a pesar de habérselo advertido más de una vez (esta es una de las partes absurdas que os decía) para mantener el orden.
Eso en cuanto a los actores principales. Pero es que, después, el resto de la peli ya os digo que es un coñazo, lo que no deja de ser una lástima porque Martin Scorsese, cuando quiere, hace películas chulísimas. Pero a “La última tentación de Cristo” le pasa lo mismo que, por ejemplo, a otra “perla” suya como “Al límite – Bringing out the dead, 1999”, donde la historia es una mierda, los actores parecen estar todos colocados, y el resto un aburrimiento de padre y señor mío. Pues aquí, tres cuartos de lo mismo. Ya os digo que comprendo que un director quiera experimentar con técnicas nuevas que unas veces sale bien (la más reciente “La invención de Hugo – Hugo, 2011”) y otras no (la citada “Al límite”). Pero cuando se sopla un bodrio como este, me temo que tenemos que decirlo también.
“La última tentación de Cristo”, como casi cualquier película de temática religiosa, tiene sus buenas dosis de escenas oníricas (ese momento en que parece que el demonio se le presenta a Cristo en forma de león, en mitad del desierto) y controvertidas (la escena de la crucifixión, con los cuerpos completamente desnudos y repletos de sangre). Lo que pasa es que, en “La última tentación de Cristo”, a pesar de que veas que Jesús le daba al mete-saca con la Magdalena, parece que todos se han metido algo raro en el cuerpo. Y, si no me creéis, esperad a ver lo que pasa después de que hayan crucificado a Cristo. Os garantizo que decir absurdo es quedarse corto.
En fin, que es una pena que un director tan bueno como Scorsese –cuando quiere- y un guionista tan interesante como Paul Schrader –también buen guionista y director cuando quiere- no se hayan preocupado un poco más por hacer una película más entretenida (ya no digo realista), independientemente de que la historia no tenga nada que ver con lo que dicen los Evangelios. En fin, una pérdida de tiempo muy decepcionante que sólo se pasa viendo otras pelis del tito Martin que sí son una auténtica pasada.