miércoles, 25 de enero de 2012

CINE DE LOS 90: "EL SILENCIO DE LOS CORDEROS"


TÍTULO: EL SILENCIO DE LOS CORDEROS

DIRECTOR: JONATHAN DEMME

REPARTO: JODIE FOSTER, ANTHONY HOPKINS, SCOTT GLENN, TED LEVINE, BROOKE SMITH, ANTHONY HEALD

DURACIÓN: 115 min.

AÑO: 1991

GÉNERO: THRILLER

  • EL DR. JEKYLL DICE:

  • Cuando se estrenó, allá por 1986, una película de corte policíaco llamada "Hunter - Mannhunter, 1986", en la que hacía su aparición un personaje llamado Hannibal Lecter, surgido de la mente del novelista Thomas Harris, eran pocos los que imaginaban que, apenas unos pocos años después, dicho personaje se convertiría en uno de los villanos definitivos de la historia del cine, y en un auténtico icono de referencia para cualquier producción posterior en la que se entremezclara la maldad de un personaje con el genio que se encuentra tras esa mente tan privilegiada como perturbada. Esto sucedía en "El silencio de los corderos", adaptación más que acertada de la novela El silencio de inocentes y que, además de arrasar en la edición de los Oscar del año en que se estrenaba (es una de las tres únicas películas en la historia de estos premios en alzarse con los cinco galardones de las categorías principales: película, director, actor, actriz y guión -adaptado, en este caso-), se presentó como uno de los mejores thrillers psicológicos que se habían realizado hasta la fecha.


    La agente en pruebas del FBI Clarice Starling (Foster) es puesta al frente de un complicado caso: un psicópata apodado Buffallo Bill está secuestrando y asesinando a una serie de jóvenes muchachas a lo largo y ancho del país (antes de matarlas, les arranca la piel del cuerpo, de ahí el origen de su apodo). Jack Crawford (Glenn), el superior de Starling cree que la novata es la persona perfecta para llevar el caso, para lo que ésta tiene que seguir la única pista que poseen. Según parece, Buffallo Bill fue paciente de un célebre psiquiatra llamado Hannibal Lecter (Hopkins). El problema es que Lecter está cumpliendo condena en un centro médico pinitenciario de máxima seguridad, dirigido por el doctor Chilton (Heald) ya que, en realidad, es un caníbal asesino. Cuando Starling comience a visitar a Lecter, se establecerá entre los dos una complicada relación de admiración mutua y repulsa cuyo objetivo final será descubrir la identidad del asesino en serie. Sin embargo, el doctor Lecter parece tener guardado algún as bajo la manga.


    Poco cabía esperar, a priori, des este cambio tan radical en la carrera del director Jonathan Demme. Después de acaparar cierta atención a raíz de unas cuantas comedias simpáticas aunque muy menores ("Algo salvaje - Something wild, 1986", "Casada con todos - Married to the mob, 1988"), Demme se puso al frente de "El silencio de los corderos" dispuesto a demostrar que era perfectamente capaz de rodar una película de suspense bien hecha. Ahora bien, posiblemente, no fuera del todo consciente de que lo que acabaría haciendo es realizar uno de los largometrajes más fascinantes del cine de los últimos treinta años. La dirección de Demme no sólo es sólida y calculada hasta el último plano (el film está plagado de momentos memorables, conseguidos gracias a tanto a un solo plano de su actor principal como a un simple roce de dedos), sino que se complementa a la perfección con una de las actuaciones más elogiadas y admiradas de los últimos tiempos. En efecto, el personaje de Hannibal Lecter le permitió a Anthony Hopkins no sólo demostrar lo excelente actor que siempre ha sido, sino también crear un personaje que ya forma parte del séptimo arte por méritos propios.


    Por lo que respecta al film, como hemos apuntado antes, llama la atención por la sencillez con la que quedan recogidos esa infinidad de detalles que hacen de "El silencio de los corderos" una película casi perfecta. Aún más, llama poderosamente la atención que, pese a contar con un argumento cuyo punto de partida es la caza de un asesino en serie, tenga más interés la historia paralela que se desarrolla entre Lecter y la novata agente del FBI. El largometraje tiene momentos en verdad escalofriantes como, por ejemplo, la secuencia completa en la que Lecter consigue huir de sus captores, dando rienda suelta a una violencia escalofriante (mucho más por lo que se "siente" que por lo que se ve -incluyendo el impresionante plano de un guardia atado a los barrotes de la celda con las tripas vacías, y haciendo con su cuerpo esa forma de macabra mariposa-); o aquella otra en la que Starling debe hacer frente, en medio de una completa oscuridad, al asesino. Todos estos momentos están recogidos por la cámara de Demme con una destreza ejemplar. Y todo ello por no hablar de la forma en que están recogidos todos y cada uno de los encuentros entre Lecter y Starling (esos reflejos en el cristal de la celda, los primeros planos de Lecter mientras practica la terapia con Starling...). Asimismo, si a todo ello añadimos un diseño de sonido impresionante, un montaje ajustado al milímetro (obra de Craig McKay) y una banda sonora tan escalofriante como fabulosa (obra de un inspiradísimo Howard Shore, injustamente ignorado por la Academia este trabajo), el resultado no puede ser mejor.


    En resumidas cuentas, "El silencio de los corderos" está llamada a ser en una película de referencia obligatoria para todas las generaciones posteriores, y a convertirse en un clásico de la historia del cine. Cierto es que, al fin y al cabo, se trata de un thriller policíaco, aunque ello no evitará que dentro de unos cuantos años más, cuando se vuelva la vista atrás y se confirme la gran película que es.



  • MR. HYDE DICE:

  • ¡Guau! ¡Esto sí que es un peliculón como la copa de un pino! Mira que podrán haberte hablado de ella veces, que la podrás haber visto otras tantas, o que la habrán pasado a base de bien por la tele, pero cada vez que vuelves a ver "El silencio de los corderos" te quedas clavado a la silla, casi sin respirar, no vaya a ser que le moleste al Doctor Lecter. Cómo se nota cuándo es buena de verdad una película, que por mucho que ésta ya tenga más de veinte años, aún sigue más fresca que una lechuga, y la actuación de Sir Anthony Hopkins como una de las mejores y más recordada de la historia. ¡Y, lo más curioso de todo, es que el colega sale menos de media hora en total!


    Otra cosa que llama la atención de "El silencio de los corderos" es que tuviera ese éxito tan grande, ya que estamos hablando de una película violenta a saco (pero no de esas en la que todo son hígados por el aire y tarados con una motosierra rodeados de casquería) que no tiene nada de "para todos los públicos", y que no está adornada con miles de efectos especiales -es que parece que, últimamente, sólo las que son así lo petan en los cines-. De hecho, en "El silencio de los corderos" todo está calculado al milímetro para encajar a la perfección como las piezas de un puzzle, ya que no es la historia del chalado que se hace un traje con la piel de las chicas a las que secuestra lo que atrae toda la atención; ni siquiera que el protagonista sea uno de los mejores malos de película que se ha visto en siglos, no. Lo que hace que "El silencio de cordero" te los ponga de corbata y que casi ni respires es cómo está enseñada toda la relación entre el caníbal y la policía, con esa especie de mezcla de admiración y temor que se profesan el uno al otro. Desde que la agente del FBI entra por primera vez en el manicomio y ve a Lecter (impresionante lo formalito que está dentro de su jaula, que casi acojona más así que si estuviera tratando de besarse el culo, o dibujando cosas raras con la lengua), hasta su encuentro final en esa especie de jaula metida en un teatro, ves que la tensión crece a cada minuto, tanto por lo que parece que Lecter es capaz de hacer como por las ganas que tiene de que le diga de una puta vez quién es el asesino de mujeres.


    Ahí es donde está otra de las cosas geniales de la peli: que el caníbal es un auténtico genio, capaz de dibujar de maravilla, ser culto a tope (el tío es como una especie de enciclopedia andante) y, además, aficionado al juego psicológico. De hecho, casi podría decirse que es gracias a este juego de mentes (impresionante el quid pro quo con el que engatusa a la agente de policía) que hace que "El silencio de los corderos" no tenga igual. Porque podremos haber visto películas de psicópatas, pero nunca antes una en la que el malo sea tan encantador como chalado (fijaos no solo en la cara que se le pone cuando lo atan y le ponen la máscara, sino en el momento ese en el que le pregunta a la senadora esa que busca a su hija qué parte de su cuerpo le dolerá cuando la encuentren muerta). ¡Y lo curioso del asunto es que sabes que sería incapaz de hacerle ningún daño a la agente de policía!


    En fin, que creo que se pueden decir muchas más cosas de "El silencio de los corderos" y seguir lamiéndole el culo, pero es que es una película acojonante desde que empieza hasta que acaba (pedazo de final, colegas). No me extraña que se llevara un buen puñado de Oscars. Si no la habéis visto, por favor, no os la podéis perder ni un minuto más.