TÍTULO: HEAT
DIRECTOR: MICHAEL MANN
REPARTO: AL PACINO, ROBERT DE NIRO, VAL KILMER, TOM SIZEMORE, JOHN VOIGHT, NATALIE PORTMAN, AMY BRENNEMAN, ASHLEY JUDD
DURACIÓN: 165 min.
AÑO: 1995
GÉNERO: POLICÍACO
Michael Mann no es sólo uno de los realizadores del cine moderno más brillantes que existen sino que, también, el responsable de varias de las películas más sorprendentes (y de género más variado) de los últimos años. Empezando por su versión de "El último mohicano - The last of the Mohicans, 1992" -más recordada por su monumental banda sonora que por la belleza de sus secuencias-, pasando por la intensa "El dilema - The insider, 1999" y culminando con "Collateral - Collateral, 2004" y "Enemigos públicos - Public enemies, 2009". En cada uno de estos largometrajes, la huella de Mann es inconfundible, no sólo por su habilidad para combinar argumentos puramente épicos con estéticas actuales, sino también por la extraña belleza de cada plano. Sin embargo, si hay un mérito en especial que atribuirle a Mann, es el de haber logrado realizar una de las mejores películas policíacas de la historia del cine, y que será recordada por el descomunal tour de force de sus principales protagonistas, así como por su original visión del mundo de la delincuencia y de la planificación de un atraco (la función del director italiano de fotografía Dante Spinotti, con ese contraste de luces azuladas y sombras es soberbio).
Una banda de atracadores asalta un furgón blindado. La consecuencia son varios millones en bonos robados a un magnate relacionado con la mafia y varios guardas muertos. El encargado del caso es el teniente Vincent Hanna (Pacino), quien acaba averiguando que la banda de Nick McCauley (De Niro) parece ser la responsable, por lo que organiza un amplio dispositivo policial dedicado a seguir y espiar los movimientos de McCauley y su banda, entre los que se encuentran Chris Shiherlis (Kilmer) y Michael Cheritto (Sizemore). Al mismo tiempo, mientras McCauley prepara el que quiere que sea su último golpe con la ayuda de Nate (Voight), conoce en una cafetería a una joven llamada Eady (Brenneman) de la que se enamora. A partir de ese momento, la combinación de la preparación de atraco a un banco con la investigación policial y la venganza planificada por el mafioso al que McCauley ha atracado, terminará siendo explosiva.
Dentro de la multitud de propuestas que han surgido dentro del género de films "de policías y ladrones", casi con toda probabilidad, "Heat" sea la película definitiva. Y es que la cinta de Michael Mann lo contempla absolutamente todo: desde la preparación del golpe por parte de los delincuentes -y las correspondientes investigaciones por parte de las unidades policiales-, hasta un análisis detallado de las razones que motivan a los criminales a actuar de la forma en que lo hacen, pasando por mostrar también la vida de los personajes cuando se ocupan de los asuntos cotidianos que nada tienen que ver con los delitos. Esto queda demostrado a la perfección en numerosas secuencias, como aquella en la que McCauley entra en su piso, casi vacío de muebles, lo que refuerza aún más la sensación de soledad del personaje; o todo lo relacionado con los asuntos familiares de Hanna (su tercera mujer y su hijastra). De hecho, uno de los momentos más hilarantes del largometraje es aquel en que el equipo de policías de Vincent Hanna espía a la banda de McCauley mientras éstos últimos salen de un restaurante, donde las conversaciones y ambiente distendido contrasta con la imagen que se proyecta siempre de las bandas de delincuentes. Por no hablar del tiempo que se toma la historia para desarrollar las respectivas historias amorosas, que involucran a los principales personajes de ambos bandos.
Pero, evidentemente, si hay algo por lo que "Heat" sienta precedente, más allá de lo dicho, es por la impresionante secuencia del tiroteo. Alejándose de un estilo más actioneer, o del montaje casi histérico de los blockbusters veraniegos (plagados de planos que no duran más de tres segundos), dicha secuencia comprende casi diez minutos de pura acción, planificada y ejecutada con una maestría desbordante: los coches no explotan con cada disparo, las balas envuelven a los criminales por todos los lados, limitando así su posibilidad de escape, y la determinación de éstos últimos a la hora de abrir fuego es heladora. Pero, como ya apuntamos, se trata no tanto del contenido sino de la forma. Desde el primer segundo en que da comienzo el atraco al banco, hasta que el tiroteo acaba con la muerte de uno de los ladrones, el espectador a penas tiene tiempo para respirar, viéndose inmerso junto con el resto de personajes en uno de los mejores tiroteos jamás rodados.
Afortunadamente, el resto del film se encuentra a la altura de estos momentos destacados. El guión contiene la brillantez suficiente como para desarrollar una compleja trama de traiciones y violencia que abarca a un número considerado de personajes y, gracias a la espectacular dirección de Mann, al espectador le resulta fácil seguir el hilo argumental, a pesar de las variadas sub-tramas que se van sucediendo. Así pues, casi se agradecen las pausas que le conceden la imposible historia de amor entre McCauley y Eady, o los momentos en que Hanna se debe ocupar de labores de investigación de campo o, simplemente, en las escenas domésticas en las que trata de salvar su tercer matrimonio.
En resumidas cuentas, "Heat" es una película excelente, digna del mejor cine policíaco y de estudio para saber lo que debe ser una buena película de policías y ladrones. El reparto es excelente en su totalidad (ya sólo por la oportunidad del cara a cara entre dos monstruos de la interpretación como Al Pacino y Robert de Niro, merece la pena verla), y el guión es tan inteligente como fascinante. Y, por lo que respecta a la realización, pues poco más de lo ya dicho: que "Heat" acaba siendo un espectáculo con mayúsculas, largo pero entretenido. Una lección de cómo hacer buen cine, sin tener que volver la mirada a los clásicos.
¡Guau, qué pasada de peli! Brutal por donde se mire, de esas que te dejan clavado desde que empieza (con ese atraco al furgón blindado cojonudo) hasta su final (impresionante en el hotel donde se encuentra un testigo protegido, y algo más flojo en las pistas del aeropuerto, donde tiene lugar el duelo final). Pero vamos, que no me diga nadie que no es para recordar la conversación en la cafetería entre Al Pacino y Robert de Niro. Son los únicos cinco minutos de casi tres horas de duración en que los dos aparecen juntos, cara a cara. Y los diálogos son de los que quitan el hipo, de los que hacen que no se oiga ni una mosca porque todo el mundo está al tanto de lo que se habla.
Las secuencias de acción (el atraco del principio, el asalto al banco con ese tiroteo brutal, los ajustes de cuentas entre delincuentes) son tan estupendas como la misma preparación de los "golpes" que dan los malos. Es cierto que la peli pierde un poco de gas cuando al director le da por contar la vida, obra y milagros de los protagonistas (casi uno acaba sabiendo la talla de calzoncillos de De Niro, o cuántas veces jiña Al Pacino). Pero vamos, que se le perdona rápidamente, porque el resto de la película -los diálogos no tienen desperdicio, con esas entradas constantes de personajes a cascoporro- mantiene el listón pero que muy alto.
Y lo más curioso es que todo ni es blanco ni negro: ni los delincuentes son tan malos como aparentan, ni los policías son unos santos. De hecho, es como si hubiera cabida para todo: para los que acaban redimiéndose, hasta los que mueren con las botas puestas -porque no pueden comportarse de otra manera, o porque deciden hacerlo deliberadamente-, pasando por el policía que debería predicar con el ejemplo y no lo hace (no digo quién es quién para no joderos la peli, aunque lo del poli es bastante evidente).
Es una peli que aconsejo en serio que veáis. Es larga, sí, porque dura casi tres horas, pero ya os digo que nunca habéis visto una película mejor (ojo, digo mejor, no que os guste más) de cine de polis y cacos. Para ver y recordar.
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