TÍTULO: NUEVE SEMANAS Y MEDIA
DIRECTOR: ADRIAN LYNE
REPARTO: MICKEY ROURKE, KIM BASINGER, MARGARETT WHITTON, DAVID MARGUILES
DURACIÓN: 95 min.
AÑO: 1986
GÉNERO: DRAMA
Releyendo un poco por encima la opinión de Hyde -cosa que no suele suceder con demasiada frecuencia-, me he llama la atención de que la sitúe en el grupo de películas que acaban siendo más "películas de momentos" que largometrajes con personalidad propia en su totalidad. Y digo que me llama la atención porque, aunque yo tenga ligeramente la misma sensación, lo cierto es que me parece más una película fruto de la época en que fue rodada y estrenada, como también hemos comentado en alguna que otra ocasión. Haciendo una breve retrospectiva, la década de los ochenta había supuesto la incorporación globalizada de la mujer a la primera división del mundo de los negocios (hecho que Mike Nichols pondría aún más en claro con su excelente "Armas de mujer - Working gilrs, 1988"). Sin embargo, es importante tener presente, para entender el desarrollo de la historia que propone "Nueve semanas y media" que los ochenta no sólo supusieron la "liberación" de la mujer de forma más explícita, sino también una época en que empezó a hacerse patente el poder que podían ejercer sobre los hombres. Y qué mejor forma de demostrarlo que a través de una historia en que la mujer decide explotar libremente y sin responsabilidades su sensualidad y sexualidad.
Así es como, en "Nueve semanas y media", la protagonista es Elizabeth (Basinger), una mujer que trabaja en una galería de arte neoyorquina. Un día, por casualidad, se cruza en su camino un yuppie llamado John (Rourke), quien queda prendado de ella. De esta forma, no parará hasta seducirla e iniciar con ella una complicada relación basada en el secretismo, fetichismo y sexo, cuyas consecuencias finales no harán sino destrozarles por dentro, más a Elizabeth que a John.
Como se puede deducir por su argumento, el escándalo que pretendía provocar la película de Adrian Lyne centra su punto de mira en esa especie de nueva dimensión femenina que comenzaba a hacer eclosión. Y lo hace con todo lujo de detalles. En primer lugar, le otorga a la mujer un papel laboral importante, no limitándose a figurar como la típica asistente o secretaria a la que se había visto relegada hasta ese momento (Elizabeth es responsable de una galería de arte en la que asesora a sus clientes, y acaba tomando decisiones importantes sobre cada una de las colecciones). En segundo lugar, se tratan diferentes aspectos del sexo considerados tabú, como es el caso de la forma explícita de mostrar los distintos juegos sexuales a los que Elizabeth es sometida por John (ver al respecto tanto la ya cláisca secuencia del strip-tease de Elizabeth al ritmo de la no menos célebre canción You can leave your hat on, así como el divertido momento previo en que John compra una serie de objetos en una tienda con la intención de utilizarlos después en sus encuentros sexuales).
Sin embargo, lo que hubiera debido llamar ciertamente la atención es la resolución que se le da a la historia de "Nueve semanas y media". Al igual que sucedía en otra película de similares intenciones, "El último tango en París - Last tango in Paris, 1973", ese secretismo y relaciones basadas tan sólo en el sexo desenfrenado termina por vaciar a los que participan en ella. En el largometraje que hoy nos ocupa, acaba perturbando tanto la vida del personaje al que da vida Kim Basinger como al de Rourke, hecho sorprendente, pues él está mucho más habituado que ella a prestarse a esa clase de juegos. A este respecto, resulta decisiva una de las últimas secuencias del film, en el que John, en su último intento de mantener a Elizabeth a su lado, empieza a contarle cosas acerca de su familia y vida privada.
Posiblemente, sea esta resolución que se le da a la película la que no hiciera de ella el éxito con el que esperaban contar sus responsables, a pesar de la seductora presencia Rourke, importante actor de moda de aquellos años, y Basinger, quien explota toda su sensualidad en esta película de una forma envidiable. En lo que concierne al resto, no hay mucho más que haga de "Nueve semanas y media" una película que merezca la pena volver a ver una segunda vez, más allá de los puntos que argumenta mi querido colega Hyde. Símbolo de una época, pero con muy poco trasfondo más.
¿Recordáis lo que decía ayer sobre "Gilda - Gilda, 1946", acerca de las películas que merecen la pena más por algún momento en particular que por la misma película? Pues "Nueve semanas y media" es otro de los mejores ejemplos de este tipo de pelis. No es una mala película, pero cuando has acabado de verla piensas "¿y qué?". No te ha llevado a ninguna parte ni has podido sacar muchas conclusiones al respecto (vamos, que tiene el mismo mensaje que un folleto del Carrefour). Eso sí, los dos o tres momentos que destacan por encima del resto hacen que haya merecido la pena verla.
De entrada, la famosísima escena del baile de Kim Basinger a contraluz y con la canción de Joe Cocker a toda paleta. Simplemente cojonudo, de las secuencias que después recuerdas con una sonrisa en la cara (jopé tú, cómo estaba la buena mujer...). En segundo lugar, la secuencia en la que Mickey Rourke le da de comer cosas a Kim Basinger -que tiene los ojos vendados-, entre lo que destaca algo de fruta y, sobretodo, ese pase de cubito de hielo por el ombligo. Y, en último lugar, el morbete que da ver a Rourke cuando todavía era un tío guapete, porque lo que es ahora, casi da cosa mirarle a esa cara destrozada y retocada más que la de Stallone y Cher juntos.
Por lo que respecta al resto, no hay mucho más que contar. La historia empieza siendo más o menos interesante para acabar aburriendo a medida que ves que no hay nada más en la peli que ver a éstos dos correteando de un lugar a otro, pensando en el próximo polvete que piensan echar, y poniendo cara de estar más salidos que una mona. Del resto, no hay casi nada más que rescatar. Si lo que querían era hacer una especie de peli escándalo, tampoco es que ruborice tanto ya que, al fin y al cabo, no dejan de contar los pormenores de una pareja (si es que se les puede llamar así) que deciden foxxxr bien sin mirar con quién. No es que eso sea nada reprochable, que allá cada uno, pero el problema es que no da para hacer toda una película que gire en torno a lo mismo. Y se nota, por mucho Joe Cocker que haya de por medio.
1 comentario:
Me parece una porquería de película. Morbosa y sin interés. Lo único que salvaría es el striptease de la Bassinger al son de la música de Joe Cocker.
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