TÍTULO: LA NOCHE DE LOS CRISTALES ROTOS
DIRECTOR: WOLFGANG PETERSEN
REPARTO: TOM BERENGER, GRETA SCACCHI, BOB HOPKINS, JOANNE WHALLEY, CORBIN BERNSEN
DURACIÓN: 94 min.
AÑO: 1991
GÉNERO: INTRIGA
Tras una portentosa entrada en el mercado estadounidense con "El submarino - Das boot, 1981", alabada tanto por público como por crítica, el realizador germano Wolfgang Petersen debutaba en el terreno del thriller con esta producción norteamericana de intriga, cuyo argumento jugaba con las historias más típicas del género de misterio, acerca de falsas identidades, amnesias, chantajes y asesinatos. Para ello, lo curioso es que, después de haber trabajado con otras figuras más importantes del panorama cinematográfico del momento como Dennis Quaid, Petersen se decantara por un reparto formado por buenos actores (Hoskins, Berenger...), aunque más bien desconocidos a una escala más amplia, como suelen estar acostumbrados las audiencias. No obstante, ello no fue impedimento para que "La noche de los cristales rotos" se convirtiera en un largometraje tan interesante como impredecible.
Un coche sufre un terrible accidente. Judith Merrick (Scacchi), la copiloto, consigue salir mejor parada que su marido, Dan (Berenger), quien debe ser sometido a una serie de importantes operaciones para poder recuperarse, a pesar de que no por ello conseguirá recuperar su memoria. Una vez dado de alta, y gracias al apoyo de sus mejores amigos, el matrimonio formado por Jeb y Judith Scott (Bernsen y Whalley, respectivamente), consigue volver a la rutina de su vida personal y laboral, tal y como era antes del accidente. Sin embargo, un día, Dan encuentra una serie de fotos comprometedoras de su mujer con otro hombre, así como una serie de amenazadoras cartas. Será entonces cuando, también atormentado por recuerdos previos al accidente, Dan decide recurrir a un detective privado (Hoskins) para que le ayude a llegar al fondo de ese asunto. Lo que ninguno de los dos imagina son las consecuencias que esa decisión acabará teniendo.
A partir de esta historia típicamente hitchcockiana, Petersen desarrolla un complejo entramado de sospechas, pistas falsas y misterio, que consigue resolver de forma excelente gracias tanto al buen hacer de sus actores (todos ellos de lo más correcto), como a la dosificación de los momentos de suspense. A este respecto, cabría señalar el ritmo sin pausa pero sin prisa con el que el personaje de Dan comienza a darse cuenta de que hay cosas que no encajan ni con los breves recuerdos que van acudiendo a su trastocada memoria ni con lo que la gente que le rodea pretender hacerle creer. Además, la entrada en juego de un desconocido personaje -sobre el que no hay que dar más pistas-, acaba de poner el jaque la razón del pobre protagonista. Todo ello queda plasmado de forma brillante por la cámara de Petersen, que actúa como el ojo espía del espectador, quien acaba siendo testigo directo de la acción conforme va avanzando ésta.
Evidentemente, tampoco faltan los giros argumentales propios de este tipo de largometrajes, ni las breves pero eficaces secuencias de acción (desde el brutal accidente inicial de coche, hasta el tiroteo y posterior persecución en mitad de una carretera forestal). No obstante, a pesar de que el final aguarda con más de una sorpresa, también es cierto que "La noche de los cristales rotos" contiene algún que otro inconveniente menor propio de las cintas de intriga (por ejemplo, la necesidad de introducir flashbacks aclaratorios para que al público le quede claro qué es lo que ha sucedido) que, aunque no restan calidad a la cinta, sí que la hacen ser un poco más "vulgar" -en el sentido no peyorativo del término-.
Sea como sea, de lo que no cabe duda es de que "La noche de los cristales rotos" es una cinta de suspense estupenda, de lo más apropiada para pasar pegado a la pantalla un buen rato, y con una historia que engancha hasta su sorprendente final. Posiblemente, no se una de las películas que uno acaba recordando el resto de su vida, lo que no quita para que sea un excelente pasatiempo. No hay nada de malo en ello.
Esta es una prueba de lo que una buena historia y un director que sabe por dónde mover la cámara son capaces de hacer para hacer una peli interesante a más no poder. La historia tiene mucho gancho, jugando siempre a despistarte, y la intriga es tan cojonuda que hasta los últimos cinco minutos, cuando te llevas la sorpresa final, no sabes muy bien quién es el malo o por qué hace lo que hace. No es que sea una de las películas que habría que haber visto en cine, porque ya os digo que es de vídeo total (bueno, de DVD), pero eso no quita para que te atrape desde el primer minuto, con ese accidente brutal de coche.
Otra cosa que me llama la atención es cómo conseguir que una película te guste y te resulte interesantísima sin que los actores que aparecen en ella -ni siquiera los dos protagonistas- sean de los que aparecen siempre en primera línea de las revistas o de las carteleras. Tampoco es que "La noche de los cristales rotos" fuera un súper éxito, que nadie se engañe. Pero es de esas pequeñas películas que a alguna cadena les da por poner en la sobremesa del fin de semana, y se tiende a confundir con las otras basurillas parecidas que han puesto quinientas veces, cuando resulta que esta peli es de las que sí merece la pena ver.
El misterio está presente en la peli desde el comienzo. Hasta el más empanado sabe que hay algo raro en los dos protagonistas, que no son trigo limpio y que hay algo que tratan de esconder como sea. Lo que no sabes es el qué ni el por qué. Y de que así sea se encarga una historia cojonuda, y un señor director que te lleva por donde él quiere hasta la sorpresa final. Tiene escenas en particular donde aprietas el culete a base de bien y donde no quieres quitar los ojos de la pantalla por nada del mundo: el momento en que Dan acude a un hotel donde cree haber visto al sospechoso que se habla con su mujer, o como cuando la mujer de su mejor amigo le amenaza con sacar a la luz los trapos sucios porque ha descubierto algo que le compromete. Y todo ello, por no hablar de la escena final en ese barco en ruinas. Hacedme caso y, si conocéis a alguien que ya la ha visto, que no os desgracie el final, porque ya os digo que le quitaría toda la gracia al asunto. "La noche de los cristales rotos" es una película que, sin ser algo impresionante, sí que merece la pena el rato de misterio e intriga que te hace pasar. Os gustará y mantendrá en vilo hasta el final, por mucho que la quieran hacer pasar como una peli más de después de comer para un sábado.
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