TÍTULO: LA BÚSQUEDA
DIRECTOR: JON TURTELTAUB
REPARTO: NICOLAS CAGE, DIANE KRUGER, JUSTIN BARTHA, SEAN BEAN, JON VOIGHT, JARVEY KEITEL, CHRISTOPHER PLUMMER
DURACIÓN: 131 min.
AÑO: 2004
GÉNERO: AVENTURAS
Desde hace más de veinte años, cada nuevo estreno apadrinado por el magnate de Hollywood Jerry Bruckheimer se convierte en todo un acontecimiento. Aún con más motivo desde que éste fuera se encargara, hace casi una década, de poner en marcha la primera parte de una de las franquicias más taquilleras de todos los tiempos: la de las aventuras de los piratas del Caribe. Si bien, antes, los proyectos producidos por Bruckheimer ya conseguían arrastrar a un auténtico torrente de espectadores a las salas, en las que el público disfrutaba de entretenimientos tan apabullantes como “Armageddon – Armageddon, 1998”, “Pearl Harbor – Pearl Harbor, 2001” o las dos partes de “Dos policías rebeldes). En el caso de “La búsqueda”, parece ser que a Bruckheimer le atrajo de sobremanera la posibilidad de realizar un largometraje de aventuras actuales a la antigua usanza, es decir, con todos los elementos propios de las historias de tesoros perdidos, pistas ocultas, enigmas ambiguos, etc. Así pues, tras contar de nuevo con Nicolas Cage, uno de su actores fetiches (Bruckheimer y Cage han colaborado en seis ocasiones), se puso en marcha la filmación del que acabaría siendo uno de los largometrajes más taquilleros de la temporada navideña y, por méritos propios, en uno de los más entretenidos del año
Ben Gates (Cage), junto a su socio Ian (Bean), su mejor amigo Riley (Bartha) y otros colaboradores se embarca en una expedición a Alaska para encontrar un legendario tesoro escondido hace siglos por los caballeros templarios, del que siempre le había hablado su abuelo (Plummer). Sin embargo, al llegar tan sólo descubren una pista que les conduce a un mítico documento: la declaración de independencia de Estados Unidos. Ante esta situación, Ben e Ian discrepan sobre la mejor forma de hacerse con el documento, ya que Ian es partidario de hacerlo por la fuerza bruta, mientras que Ben opta por una forma más pacífica. En ese momento dará lugar una carrera contrarreloj para hacerse con el documento histórico y encontrar el tesoro. A esta búsqueda se unirá, de forma casi obligatoria, la directora del museo en el que se expone la declaración, la doctora Abigail Chase (Kruger), el padre de Ben, Patrick (Voight), y Sadusky (Keitel), un policía que irá tras los pasos de todos.
Ver “La búsqueda” es una experiencia gratificante. No es que el film de Turteltaub sea una maravilla, aunque sí hay que reconocerle que sabe entretener como pocas veces se suele ver en una pantalla de cine. El ritmo non-stop de la película convierte a sus dos horas de duración en uno de los mejores pasatiempos del cine de aventuras reciente. La acción es trepidante, la intriga presente durante cada una de las fases por las que pasan los protagonistas en sus descubrimientos, y la diversión enorme. Evidentemente, estos son rasgos que, en mayor o menor medida, suelen estar presentes en casi todas las producciones de Bruckheimer aunque, por otra parte, la calidad de las mismas ya suele ser más discutible. Por fortuna, “La búsqueda”, consciente de que su misión no es otra que encandilar a la platea con su argumento, pone todo de su parte para no defraudar y, así, convertirse en un largometraje de lo más recomendable.
Ahora bien, parte del mérito de que “La búsqueda” sea así de emocionante, cabe adjudicárselo tanto a su director como al equipo técnico que es capaz de convertir el subsuelo de una iglesia de Boston en un entramado de pasadizos y escaleras llenas de peligros, los pisos inferiores de un museo en una cámara casi inexpugnable, o un barco encallado desde hace siglos en lugar remoto de la Antártida en una trampa mortal. A ello, también hay que añadir el estupendo trabajo de fotografía de Caleb Deschanel y la fantástica banda sonora compuesta por el cada vez más acertado y prolífico Trevor Rabin. Así pues, “La búsqueda” es una película muy recomendable, estupendamente bien hecha y con un dinamismo que la convierten en un título a disfrutar en cualquier momento.
Pues yo admito que soy de los que, cuando veo que se estrena una peli que produce Jerry Bruckheimer (el cerebro detrás de esa obra maestra que es “La roca – The rock, 1996” –y sí, habéis leído bien, he dicho obra maestra-), procuro ir pitando el fin de semana al cine para verla. Porque puede que sus pelis no sean una obra maestra, pero es que tampoco lo pretenden. Eso sí, en el noventa y mucho por ciento de las veces, lo que ves es una machomovie como Dios manda, llena de acción y testosterona a mansalva, que hace que te lo pases teta hasta que salen las letras al final (que luego tenga buenas interpretaciones o un guión currado, ya es otro cantar). Digo esto porque cuando se estrenó “La búsqueda”, viendo el argumento así en plan cazadores de tesoros que tenía, ni me lo pensé dos veces a la hora de comprar la entrada. Bien, pues es una de esas veces que no puedes salir más satisfecho del cine, porque es una película cojonuda, trepidante, y con un ritmo brutal (no del que marea, estilo Bourne) desde que se apagan las luces.
“La búsqueda” no es una película de aventuras tipo Indiana Jones, pero poco le falta. En este caso, al pasar todo en la actualidad, se sale esa combinación de trampas y acertijos centenarios con elementos modernos tipo cómo robar una obra de arte (la declaración de independencia estadounidense) de un museo que tiene más seguridad que el Banco de España. Además, uno de los aciertos de pleno de la peli es que está hecha de forma que a penas tienes tiempo de aburrirte, ni ningún rato muerto porque siempre están pasando cosas. En cuanto descubren una reliquia antigua, ésta les lleva hasta otra nueva y, de ahí, una pista los manda a la otra punta de la ciudad a resolver otra cosa distinta. Así que tú te pasas el rato imaginando qué será lo nuevo que se encontrarán, de qué forma conseguirán resolver el misterio, cómo encontrarán el tesoro, darán por la retaguardia a los malos de turno, conseguirá el prota a la chica, etc.
Además, desde el punto de vista visual es flipante: el barco del principio que está entre el hielo, toda la parte de cámara fuerte del museo y, por supuesto, la especie de catacumba esa del final donde los llevan todas las pistas para encontrar el tesoro. Es lo más parecido a una aventura de Indiana Jones, pero sin pedruscos que van detrás de ellos para dejarlos como sellos (aunque los malos son de un cabrón que déjalos ir). De todos los momentos que tiene, no sabría muy bien con cuál quedarme. Puede que con el robo de la declaración de independencia del museo –y la persecución que viene después- o con lo que pasa cuando descubren una pista en un billete de no sé cuántos dólares. Por su parte, los actores están todos estupendos: desde un Nicolas Cage que hace algo potable (sus últimas pelis han sido mierdas como puños), así unos secundarios como Jon Voight o Harvey Keitel con pinta de pasárselo pipa.
Es cierto que la peli tiene un tufillo a patriotismo hortera de ese que les gusta a los yanquis (están todos que no cagan con la declaración de independencia y con todo lo que sufrieron los padres de la patria para garantizar sus libertades y bla bla bla), que funciona porque saben convertir una garrulada como esa en algo súper entretenido, que casi te dan ganas de cuadrarte y hacer el saludo militar ante la bandera de barras y estrellas. Pero vamos, que esa es una excusa tan válida como cualquier otra para que la historia funcione. Y, en este caso, lo hace de categoría con una peli entretenida a más no poder, y con un ritmo cojonudo que hace que disfrutes del cine en todo su esplendor. Lo dicho, una pasada muy guapa.
2 comentarios:
Pues estoy de acuerdo de es flipante la peli, muy entretenida.
Alejapendeja
Para pasar el rato. Nada nuevo. Sigue el guion de este tipo de cintas. Eso sí, hecha con oficio. La Kruger, excelente. Al Cage no me lo trago. No sé cómo ha podido hacer cine un tipo así.
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