miércoles, 29 de febrero de 2012

CINE DE LOS 90: "EL PACIENTE INGLÉS"

TÍTULO: EL PACIENTE INGLÉS

DIRECTOR: ANTHONY MINGHELLA

REPARTO: RALPH FIENNES, KRSITIN-SCOTT THOMAS, JULIETTE BINOCHE, WILLEM DAFOE, COLIN FIRTH, NAVEEN ANDREWS

DURACIÓN: 160 min.

AÑO: 1996

GÉNERO: DRAMA

  • EL DR. JEKYLL DICE:

  • Son muchos los directores que han afirmado y confirmado en más de una ocasión que no todos los escenarios son idóneos para realizar sus películas. Por poner algún ejemplo, Steven Spielberg juró que nunca volvería a rodar un film en el agua, después de haber hecho "Tiburón - Jaws, 1975" (decisión que también pareció compartir todo el equipo de "Waterworld - Waterworld, 1995"), y Shekhar Kapur hizo lo propio tras el desastre que le supuso rodar en el desierto su versión de la novela "Las cuatro plumas". Sin embargo, al igual que por cada Spielberg hay un James Cameron que no se rinde ante las dificultades de los rodajes acuáticos (recordemos "Abyss - The abyss, 1989" y, sobretodo, "Titanic - Titanic, 1997"), también hay un Anthony Minghella que decidió que la única forma de llevar a la gran pantalla la novela de Michael Ondaatje "El paciente inglés" era hacerlo en todo su esplendor: en mitad del desierto y haciendo frente a una dificilísima producción que se vio recompensada con nueve premios Oscar.


    A finales de la Segunda Guerra Mundial, una avioneta es derribada en el Sahara. En su interior se encuentra a una mujer muerta y al piloto, que está amnésico, con el rostro totalmente quemado, y con heridas de gravedad. Hana (Binoche), una enfermera canadiense se hace cargo de él, decidiendo cuidarlo en un viejo monasterio italiano derruido, ante la imposibilidad de viajar con el moribundo a cuestas. A partir de lo escrito en un diario que llevaba consigo el piloto, Hanna descubre que se trata de Laszlo de Almásy (Fiennes), un conde de origen húngaro que desarrolló numerosas labores de topografía en África desde antes de la Guerra. Será entonces cuando el mismo Almásy le cuente cómo, durante los últimos años, se enamoró de Katherine (Scott Thomas), la esposa de Geoffrey Clifton (Firth), un importante diplomático británico destinado en el Sahara, con la que vivió una apasionada historia de amor clandestino de fatales consecuencias. El relato de Almásy se completará cuando aparezca en el convento un curioso personaje llamado Caravaggio (Dafoe), quien conoce más de un secreto de Almásy, y un soldado indio llamado Kip (Andrews), del que Hana se enamora.


    Las influencias de "El paciente inglés" son más que numerosas. Desde la mencionada "Lawrence de Arabia", hasta la épica grandiosa que se combinaba con otra emocionante historia de amor en "Memorias de África - Out of Africa, 1985". Ahora bien, donde sendos largometrajes mencionados destacaban por la evidente épica de su puesta en escena, en "El paciente inglés" se sustituye esta épica por poesía visual. Así pues, a Minghella no le interesa tanto dedicar minutos de metraje a retratar las grandes secuencias de invasión de África por parte de las tropas nazis, sino que prefiere otorgarles esos minutos a sus personajes, para relatar los entresijos de sus complicadas relaciones amorosas (las de Almásy y Katherine, por un lado, y las de Hana y Kip por otro). Tal decisión resulta de lo más acertada en determinados momentos -el arranque de pasión entre el conde y la esposa del diplomático durante una recepción de gala- aunque, en su mayor parte, no contribuye sino a alargar en exceso el largometraje -la secuencia de la tormenta de arena en la que se quedan atrapados en los coches o, ya cerca del final, en la cueva en la que Almasy y Katherine se refugian-.


    Ahora bien, a pesar de que la duración de la película acabe pesando sobre los hombros del espectador, hay que alabar muchos elementos que hacen de "El paciente inglés" un film fascinante desde un punto de vista visual. En primer lugar, la fotografía del colorista John Seale, quien retrata el desierto con una textura simplemente magistral. En segundo lugar, el montaje de Walter Murch (sus encadenados son espléndidos). En tercer lugar, toda la ambientación que consigue recrear tanto el lujo de mediados de siglo pasado en el continente africano, como los escenarios más propios de los parajes arrasados por la guerra. Y, por último, en la insuperable banda sonora de Gabriel Yared -ésta es una de las preferidas de Hyde-, quien acompaña cada escena de la película con una sensibilidad que raras veces se encuentra en una producción de estas características.


    En resumidas cuentas, "El paciente inglés" es un film que trata de resucitar el amor por las grandes producciones épicas de los años cincuenta y sesenta aunque, en esta ocasión, dejando de lado el ritmo más dinámico de aquellas para concentrarse en la historia de los personajes que la protagoniszan. Es una película lenta, pero que consigue sobreponerse a su larga duración gracias a una puesta en escena preciosista y mimada hasta el último detalle. Digna de ser admirada en una buena pantalla y en todo su esplendor.



  • MR. HYDE DICE:

  • Que sí, que mucho Oscar, mucha historia de amor y mucha foto bonita del desierto. Pero "El paciente inglés" es un coñazo de tres pares de cojones. Es larga hasta cansar, pero es que si le quitas media hora, aún le sobra otra media. No te digo que el desierto no esté bien, y que la historia de amor o la de la intriga de la Segunda Guerra Mundial no mole. Pero es que después de casi dos horas, lo que tienes es unas ganas brutales de que la peli se acabe y poder pirarte a hacer otra cosa. Eso como si quisieran contar demasiadas cosas en una sola película y, para ello, se hubieran tenido que pasar toda la vida haciéndola. Dura más de dos horas y media, y es normal porque, aunque la fotografía sea una pasada (las cosas como son), lo que no hay quien discuta es que si, en vez de tanta postal de arena, dunas, moribundos con la cara achicharrada y demás, hubieran ido directos al grano, ahora sería el primero en decir que "El paciente inglés" es un flipe. Pero es que es leeeeenta, y más leeeeenta, y ves que no pasa naaaaada, y que el protagonista va y vuelva unas cuarenta veces para hacer lo mismo. Y, evidentemente, al final te acabas desesperando.


    La lástima es que, después de todo, te das cuenta de que "El paciente inglés" no es una mala película. De hecho, es una gran putada porque, si fuera un truño, disfrutaría como un loco poniéndola a caldo. Pero resulta que no, que está muy bien hecha, que estéticamente es bonita, y que se nota que se lo ha currado un huevo y parte del otro. Lo malo del asunto es que, por desgracia, eso no quiere decir que sea entretenida, o que emocione y te haga estar con el corazón en un puño. Más bien al contrario, es perfectamente compatible con el hecho de que la peli sea un bodrio de cojones, mira tú qué lástima. Ah, y no me olvido de las actuaciones, que también son cojonudas, y lo digo en serio. Desde el último secundario hasta los actores principales, todos están de fábula. Pero, repito, eso está bien cuando la peli dura hora y media como mucho porque, a la décima vez que toda la historia vuelve al desierto para que te cuenten en sesenta minutos lo que podrían haber resumido en un cuarto de hora, es para pegarse un tiro.


    Acerca de las cosas así que más destacaría, de entre las que más me gustaron, creo que me quedaría con dos o tres. La primera, sería la música. Toda la banda sonora es una pasada, desde el primer tema hasta el último, y le va a la película como anillo al dedo. Es como una mezcla de Bach y música oriental del tipo Maurice Jarre (¿qué tendrán los compositores franceses que siempre consiguen "retratar" al desierto como nadie en la música que escriben para películas?), y que hace que dé gusto escucharla ya sea con la peli o el CD en casa -un consejo: si no lo tenéis, conseguidlo como sea y disfrutad de él-.


    La segunda cosa destacaría de "El paciente inglés" creo que sería la fotografía. Ya os digo que casi se puede pasar la mano por la pantalla y acariciar las dunas esas tan impresionantes del desierto (lástima que la peli sea casi todo el rato eso), sobretodo porque no es siempre una luz fuerte, sino que es más dorada, como cálida de verdad. Precioso.


    Y, la tercera, serían determinados momentos de la peli que, por alguna razón en particular se me quedaron en la memoria. Por ejemplo, me quedaría con ese momento en el que la enfermera hace una especie de recorrido con cuerdas por lo alto de las pinturas de una iglesia que está medio derruida mientras su novio la sube con unas cuerdas. Os prometo que, como no te esperas esa escena, es como si te abrieran los ojos para enseñarte algo sorprendente y bonito a rabiar (de nuevo, atención a la música). O ese otro momento, ya hacia el final de la peli, en el que parecen querer copiar el paseo en avioneta de Robert Redford y Mery Streep en "Memorias de África", solo que aquí, en vez de ser un par de enamorados felices, son dos enamorados que han pagado bien cara su pasión. Pero la imagen de la avioneta (después de saber qué ha pasado con ellos) volando por encima de un desierto brutalmente grande es una pasada.


    En fin, que si sois de los que disfrutáis con las pelis así en plan épico y lentas, desde luego, "El paciente inglés" no os la podéis perder. Y lo mismo vale para aquellas (no es por ser machista, pero algo me dice que son más "ellas" que "ellos") que os lo pasáis teta sufriendo con las historias de amor imposibles. Para el resto del universo mundo, os aconsejo ver una vez "El paciente inglés", pero no creo que vayáis a repetir, al no ser que la pasen por la tele y no tengáis nada mejor que hacer durante casi tres horas (cosa que dudo), o que queráis volver a ver alguna escena en particular. Por lo demás, la peli es una castaña tremenda, pero muy bien hecha.




    1 comentario:

    Anónimo dijo...

    A mí me pareció excesivamente larga y pretenciosa. Me interesó poco.