DIRECTOR: QUENTIN TARANTINO
REPARTO: UMA THURMAN, DARYL HANNAH, LUCY LIU, VIVICA A. FOX, MICHAEL MASDEN, JULIE DREYFUSS
DURACIÓN: 111 min.
AÑO: 2003
GÉNERO: ACCIÓN
La aportación al cine reciente de Quentin Tarantino es indiscutible. Independientemente de que sus films agraden a un público más o menos amplio (hasta él mismo debe ser consciente de ello), hay que admitir que este ex-empleado de un videoclub y amante de las películas japonesas y del Oeste (de Sergio Leone, para ser más exactos) ha sabido ofrecer una perspectiva original y terriblemente fresca a la hora de plasmar en imágenes sus propias –y violentas- historietas. Desde su sorprendente debut con “Reservoir dogs – Reservoir dogs, 1992” hasta la consagración que alcanzó con “Pulp fiction – Pulp fiction, 1994”, Tarantino ha procurado siempre mantenerse fiel a su propio estilo, no sólo convirtiendo el estreno de cada nueva película en todo un acontecimiento, sino siendo capaz de crear historias que, a pesar de sus elevadas dosis de brutalidad y del estilo fílmico con aire retro de la mayoría de ellas, fascinan e interesan a partes iguales a los espectadores. En el caso de “Kill Bill Vo.1”, Quentin Tarantino parte de una idea conceptual básica –la venganza- a partir de la que desarrolla todo un argumento plagado de violencia y, sobretodo, ingeniosos diálogos que sus personajes recitan como si de una obra de teatro clásico se tratara (sobretodo en la segunda entrega). Uma Thurman, que ya había trabajado previamente con Tarantino en “Pulp fiction” es su absoluta y arrebatadora protagonista
Una mujer sin nombre, a la que apodan “La Novia” (Turman) es salvajemente atacada por un escuadrón de asesinos a sueldo del que ella antaño formaba parte, durante su boda y estando embarazada de casi nueve meses. A causa de las graves heridas, queda en coma, despertando unos años después. Tal y como consigue averiguar al escapar del hospital, el ataque fue ordenado por el líder de la banda de asesinos, llamado Bill. Desde ese momento, el único objetivo de “La Novia” será dar caza uno a uno a su antiguo grupo de compañeros, empezando por Vernita Green (Fox) –convertida ahora en una maternal ama de casa- y O-Ren Ishii (Liu) –quien vive como una auténtica capo de la mafia japonesa-, y continuando con Elle Driver (Hannah) y Budd (Madsen), hermano de Bill. Por supuesto, el objetivo final de tal vendetta será matar a Bill.
Hablar de una película escrita y dirigida por Quentin Tarantino es casi lo mismo que hablar de una historia de violencia desmesurada. De hecho, son pocas las ocasiones en que el realizador estadounidense se presenta más comedido a la hora de concebir argumentos que no vayan acompañados de una gran carga de muertes, sangre y balas. En esta ocasión, con “Kill Bill Vol.1” se acerca más a la realización de films de mediados de la década de los setenta como, por poner un caso, “Juego con la muerte – Game of death, 1973”. De ellos y de otros tantos, Tarantino extrae tanto algunos guiños a los espectadores más cinéfilos (el mono amarillo a franjas negras que luce La Novia, directamente inspirado en el que lucía el malogrado Bruce Lee en “Juego con la muerte”, o el vestuario de la banda de asesinos liderada por O-Ren, basada en la serie "The green hornet", también protagonizada por Lee), como un tono poético de diversas escenas como, por ejemplo, en los enfrentamientos entre La Novia y Vernita Green (parece sacado de cualquier film de la conocida como Trilogía del dólar de Sergio Leone), o entre La Novia y O-Ren (esa poetización con la que está realizada toda la secuencia, bajo la nieve, recuerda al los momentos propios antes de que los personajes de Charles Bronson y Henry Fonda se liquidaran en “Cuando llegó su hora – Once upon a time in the West, 1968”).
En lo que concierne a los aspectos más técnicos del film, Tarantino se rodea de algunas figuras de primera línea, como es el caso del multioscarizado director de fotografía Robert Richardson o su montadora habitual, la recientemente fallecida Sally Menke. Todo ello, junto con la genial caracterización de Uma Thurman como letal asesina a sueldo (Thurman resulta convincente tanto sosteniendo una katana como razonando ante una asesina a sueldo enviada para matarla que no piensa hacerle daño porque está embarazada y ahora ve las cosas de otra forma), hace que una película como “Kill Bill Vol.1”, independientemente del grado de salvajismo que puedan contener algunas escenas, sea un largometraje de lo más atractivo y, por qué no reconocerlo, entretenido. Puede que no de los que se acaban viendo más de una vez, pero sí de los que se recuerdan tras un solo pase.
¡Buah, pues no se le va la pinza al colega ni ná! ¡Juas! En serio, no sé qué se fuma Tarantino, pero el colocón tiene que ser espectacular, porque “Kill Bill Vol.1” es una ida de flapa de tres pares de narices. ¡Pero lo más extraño de todo es que mola! Supongo que sólo alguien que tenga un talento especial es capaz de montarse una paja mental como la que es esta peli y hacer que a la peña le guste ver a Uma Thurman repartiendo mandobles a base de katana. Lo que es la historia base de “Kill Bill Vol.1” está guapa, y más clara que el agua: una tipa a la que le dan un buen repaso sus antiguos colegas de “profesión” decide vengarse de ellos, mandándolos a criar malvas. Clarísimo. Ahora, teniendo en cuenta que es una peli de Quentin Tarantino, no todo se iba a reducir a las cuatro secuencias de acción de turno, sino que todo iba a tener su toque especial. Y de eso, vista la peli, no hay ninguna duda, porque el tufillo al creador de “Pulp fiction” se huele por los cuatro costados.
¿Y qué quiero decir con eso de que canta a la legua que es una peli de Tarantino? Pues varias cosas. Para empezar, la música. El tío te hace una remezcla rara de canciones que, por algún extraño motivo, resulta que le van bien a las imágenes de la película, tal y como las monta él (empezando por Battle without honor or humanity, de Tomoyasu Hotei –pedazo de tema-, o esa rayada que es Ironside, de Quincy Jones). Después, la forma de rodar las peleas. Es como si estuvieras viendo una película del Oeste de hace cuarenta años, con los dos enfrentados mirándose desafiantes antes de empezar a darse de leches, con esos primeros planos de los ojos a lo Sergio Leone. Además, hay detalles del argumento made in Tarantino que no engañan a nadie, como ver a La Novia mirándose los pies para poder empezar a andar después de despertar del coma, que la furgoneta en la que huye del hospital se llame “coñoneta” –ahí, ahí, con un buen par-, o que al tío ya se le vaya la olla definitivamente y te cuente una parte de la historia en blanco y negro o en dibujitos manga.
Pero lo que hace de “Kill Bill Vol.1” una peli de Tatantino al cien por cien es, sin duda, la violencia. Aquí, es mucho más explícita que en “Reservoir dogs” y muchísimo más gratuita que en “Pulp fiction”. Y si no, esperad a ver ese trozo de casi diez minutos en el que La Novia se carga y mutila a unos cien japoneses –o chinos, o lo que coño sean- con su katana, casi sin pestañear. Por supuesto, es la escena cumbre de la película, y la más esperada. Y, para ser sincero, aunque suene un poco bestia, es una gozada ver cómo la tía se carga a todos los chinacos como si estuviera cortando una loncha de jamón. Claro que, como es Tarantino, también aprovecha la ocasión para meter de por medio a una especie de asesina de unos quince años (!), vestida con uniforme escolar (!!), y que se carga a quien le dicen con una especie de honda con pinchos (!!!), o para rodar parte de esa súper pelea a contraluz
En fin, que quien quiera ver “Kill Bill Vol.1” sepa a lo que va. No sabría muy bien si decir si es una buena película o no. Pero de lo que no hay duda es que es muuuuuy recomendable para los fans de Tarantino (el resto, mejor, abstenerse). La lástima es que no se lo haya tomado un pelín más en serio, como hizo con “Malditos bastardos – Inglorious basterds, 2009”, y que haya que esperar a ver “Kill Bill Vol. 2 - Kill Bill Vol. 2, 2004” para saber no sólo el final de la historia, sino también si el viaje ha merecido la pena. Eso sí, para saberlo, tendréis que leer la crítica que le hagamos a esa segunda parte, jejeje.
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