DIRECTOR: CARL SCHENKEL
REPARTO: CHRISTOPHER LAMBERT, DIANE LANE, TOM SKERRITT, DANIEL BALDWIN, FERDYNAND MAYNE, KATHERINE ISOBEL
DURACIÓN: 110 min.
AÑO: 1992
GÉNERO: SUSPENSE
Son innumerables las películas acerca de asesinos en serie que se han producido a lo largo de los últimos años, aunque parece que ha sido a partir de la década de los noventa cuando el público pareció interesarse más por estas temáticas. Y, como en todos los géneros, ha habido de todo, desde obras sensacionales (“El silencio de los corderos – The silence of the lambs, 1991”, “Seven – Seven, 1995”) y correctas (“Copycat (Copia mortal)– Copycat, 1995”) hasta películas ciertamente lamentables (la aportación española que supuso “Tuno negro”). No obstante, dado que los thrillers de suspense basados en la figura del asesino en serie son de lo más abundantes, también se dan casos en que largometrajes menos comerciales o que pasan más desapercibidos en la taquilla no resultan tan conocidos. Tal es el caso del film que hoy nos ocupa, “Jaque al asesino”, interesante película en la que se combina el suspense de su intrigante argumento con el mundo del ajedrez, pocas veces tratado en un film comercial.
Peter Sanderson (Lambert), desde niño, ha sido un prodigio jugando al ajedrez. Ya de adulto, se gana la vida como ajedrecista, participando en importantes torneos a lo largo y ancho del mundo. Siempre lo acompaña su hija pequeña –a la que cuida desde la muerte de su esposa- y Jeremy Edmonds (Mayne), su mentor invidente. Cuando empiezan a aparecer jóvenes muchachas muertas de una forma extraña (la cara grotescamente maquillada, cortes en las muñecas, ausencia completa de sangre en la escena del crimen y extrañas palabras pintadas en una pared), Peter se convierte en el principal sospechoso, pues todas las víctimas habían mantenido relaciones amorosas con él. Los policías puestos al frente del caso, el capitán Frank Sedman (Skerritt) y el detective Andy Wagner (Baldwin), se verán obligados a recurrir a la colaboración de una eminente psicóloga llamada Kathy Sheppard (Lane) para que configure un perfil psicológico de Peter que les pueda ayudar a resolver el caso. Sin embargo, no todo resultará ser tan fácil, y las muertes continúan produciéndose.
Siguiendo al estela de otras historias sobre asesinos en serie centradas en el mundo del ajedrez (la adaptación cinematográfica de “La tabla de Flandes” de Pérez Reverte sería uno de los ejemplos más evidentes), “Jaque al asesino” contiene todos los elementos que hacen del film un film de lo más interesante. La puesta en escena resulta terrorífica en cada secuencia previa al hallazgo de los cuerpos (el acecho del asesino a sus víctimas pone los pelos de punta al más tranquilo: ver la secuencia en que una de las víctimas se encuentra en la lavandería del edificio, o cuando una de ellas sale de la ducha), y consigue mantener el suspense durante todo el metraje –cosa de la que no pueden presumir muchos otros films similares-.
No obstante, si algo se puede achacar a “Jaque al asesino” es su final, lo que no deja de ser paradójico si se tiene en cuenta que, hasta el momento de ese clímax final en las alcantarillas y desagües, el film había funcionado a la perfección, dosificando la dosis necesarias de tensión y misterio. Ahora bien, se da por supuesto cualquier thriller que se precie no sólo debe mantener la intriga de forma efectiva hasta el final, sino también proponer una solución que, dentro de la ficción, pueda ser lo más realista posible. Y es en este punto donde “Jaque al asesino” falla estrepitosamente. En efecto, el problema del largometraje es algo tan sencillo como la identidad del villano de la función. Y es que, sin ánimo de desvelar absolutamente nada a este respecto –el film perdería toda su gracia, por mucho que la puesta en escena sea inquietante-, tan sólo mencionar que el eficaz guión escrito por Brad Mirman, en su intento de despistar al espectador, resuelva la identidad del mismo con tan poco acierto.
A pesar de ello, “Jaque al asesino” es un largometraje que llama la atención por su efectividad. Cada secuencia está realizada con la intención deliberada de resultar inquietante, desde ese extraordinario –e impactante- prólogo en blanco y negro, pasando por los instantes previos a los asesinatos y sus respectivos descubrimientos y, sobretodo, la carrera contrarreloj librada con tal de detener a tiempo al asesino antes de que finalice con su macabro plan. Puede que “Jaque al asesino” sea una película de menor repercusión dentro del género pero, por suerte, ello no la hace ni mucho menos desmerecedora de ser considerada como un brillante ejercicio de suspense.
Pues sí, estoy de acuerdo con Jekyll. “Jaque al asesino” es una peli de asesinos en serie cojonuda. No tengo ni idea de si tuvo mucho éxito o no cuando se estrenó en el cine (no creo que fuera demasiado, la verdad, porque tampoco es que se escuchara mucho hablar de ella), y es una lástima. De hecho, estoy seguro de que si la llega a dirigir alguien como David Fincher o Brian De Palma, no solo la conocería casi todo el mundo sino que, además, la hubieran puesto por las nubes (bueno, más si la hubiera dirigido Fincher que no De Palma, al que parece que tienen un poco de tirria –llámese envidia cochina-). Pero, en cualquier caso, “Jaque al asesino” (penosa traducción del título original que vendría a ser algo así como “Mueve el caballero”, o “Mueve el caballo” –por aquello de las piezas de ajedrez-) es una peli chulísima que te hace estar sin pestañear todo el rato.
Una cosa en especial en la que veo que han acertado de pleno con “Jaque al asesino” es que la han ambientado en el ambiente de los ajedrecistas, haciendo que la partida que juega el bizco de que sale en las pelis de “Los inmortales” se traslade a la vida real pero en forma de asesinatos brutales. Entonces ves cómo, desde que el prota empieza a jugar esa “partida” la intriga se dispara. Primero, porque te ves venir quién va a ir siendo la siguiente víctima; segundo, porque es genial cómo van descifrando las pistas que va dejando el asesino para poder entender la forma de pillarlo (me encanta el momento en el que, con los mensajes que ha ido diciendo, empiezan a dibujar un tablero de ajedrez sobre un mapa de la ciudad, y recreando los asesinatos como si fueran jugadas de ajedrez); y, tercero, porque “Jaque al asesino” es de esas películas en que no paras de cambiar de sospechoso, pensando quién será el que se carga a esas chicas. Aparte, una cosa que también me llamó la atención es cómo se las carga el malo. Aquí se dejan de tomateo y puñaladas cutres para acojonarte con el pitido de un cacharro que se supone que suelta descargas eléctricas y, por encima de todo, de cómo deja luego el malo a las víctimas, pintándoles la cara como si fueran el Joker de turno, y escribiendo con sangre las palabras en la pared que ayudarán a los buenos a saber cómo actuar. También es cierto que las sorpresas las dan en su momento justo. Por ejemplo, fijaos en lo que le pasa a cierto personaje en una mano.
Ahora bien, también estoy de acuerdo en que, cuando llega la parte final, y se descubre quién es el asesino, te quedas de piedra. No entiendo mucho por qué, de todos los personajes que había para poder hacer pasar por malo, eligen precisamente a ese. Es más, hay un momento en que, ya al final, el asesino desvela su identidad hablando por teléfono, y os juro que no llegaba a entender quién cojones era. Y eso, que alguno puede decir que tampoco importa tanto si el resto de la peli es así de emocionante, ya os digo yo que le resta mil puntos a lo demás. Macho, que una película como “Jaque al asesino” depende, aparte de lo bien hecha que esté y del canguelo que sientas mientras la ves, de que el final tenga su lógica, pero si sacas a un personaje concreto haciendo de malo y la peña no entiende del todo por qué es ese en particular, pues pierde un huevo de calidad.
En fin, aparte de todo esto, no se puede hablar demasiado de “Jaque al asesino” sin que haya riesgo de fastidiar la sorpresa final sobre quién es el malo. Pero, antes, sí que os quiero decir una cosa: estad bien atentos al principio, con esa partida en blanco y negro de los críos y de lo que pasa después, porque tendrá su lógica cuando llegue el final.
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