DIRECTOR: PAUL GREENGRASS
REPARTO: MATT DAMON, GREG KINNEAR, JASON ISAACS, BRENDAN GLEESON, AMY RYAN
DURACIÓN: 118 min.
AÑO: 2010
GÉNERO: BÉLICO
Desde que tuviera lugar la pasada invasión de Irak por parte de las tropas norteamericanas, son numerosos los films que se han hecho eco de dicho suceso. Así pues, es posible encontrar desde el pseudo-documental de denuncia ("Redacted - Redacted, 2007"), el film directamente crítico ("Regreso al infierno - Home of the brave, 2006", "Ausente - Stop-loss, 2008"), o aquellos que únicamente utilizan aquel conflicto bélico para desarrollar una trama secundaria (En el valle de Elah - In the valley of Elah, 2007"). En esta ocasión, ha sido el equipo técnico -con el director británico Paul Greengrass a la cabeza- y principal protagonista de la serie de películas del agente secreto Jason Bourne, Matt Damon, quienes han realizado un trepidante largometraje que combina de forma acertada la acción más frenética con una estupenda trama de intrigas políticas y espionaje.
Roy Miller (Damon) es un teniente del ejército estadounidense, destinado en Iraq durante la Segunda Guerra, y a cuya unidad se le ha encargado la búsqueda de armas de destrucción masiva. Sin embargo, a lo largo de una de sus incursiones, el pelotón de Miller descubre a una de las figuras clave de la "baraja" identificada por el ejército americano. Sin embargo, este hecho meterá a Miller de lleno en una delicada operación de espionaje e intereses políticos que tiene a Clark Poundstone (Kinnear) como principal implicado, por lo que Miller necesitará la ayuda de Martin Brown (Gleeson), uno de sus superiores, y de Lawrie Dayne (Ryan), una periodista destinada a cubrir las noticias desde el frente.
Tras haberse puesto al frente de la segunda y tercera entregas de la serie de Jason Bourne que Matt Damon protagonizó desde principios de los años 2000, el realizador inglés Paul Greengrass ha sabido popularizar un estilo muy particular de hacer cine. De sobra conocido es el estilo de Greengrass a la hora de filmar tanto las secuencias de acción de sus películas, sino también su intención de no mantener quieta la cámara un solo instante, haciendo que la imagen siempre esté en movimiento, incluso en aquellas secuencias que no lo requerirían. Sin embargo, la habilidad de Greengrass a la que nos referimos no se trata sólo de saber adoptar esta técnica, sino en combinarla acertadamente con cada largometraje, haciendo que sus películas sean admiradas por público y crítica. Así es como lo había realizado con "El mito de Bourne - The Bourne supremacy, 2004" desde que se puso al frente de la franquicia, y como lo ha vuelto a hacer ahora en "Green zone: distrito protegido". Así pues, el espectador que vaya a asistir a la proyección de este film debe dar casi por supuesto varias cosas: que la acción va a ser frenética, que la rapidez de las imágenes va a estar presente de principio a fin, y que el estilo visual de la película va a ser muy parecido al de las citadas secuelas del espía Jason Bourne.
Ahora bien, algo que podría pasar desapercibido y que también es importante que el espectador tenga en cuenta es que "Green zone: distrito protegido" es una buena película. Más aún, es un entretenimiento de primera. Cierto es que el estilo fílmico de Greengrass impregna cada uno de los fotogramas del film pero, lejos de resultar un espectáculo mareante, "Green zone: distrito protegido" consigue hacerse con el interés del público con una facilidad pasmosa. Cierto es que el argumento del largometraje parece estar orientado más hacia la demografía estadounidense que no hacia otras audiencias (al fin y al cabo, las historias acerca de las tropas norteamericanas siempre suelen tener mucho más tirón en su mercado nacional que no en el extranjero), pero, evitando caer en esta trampa, la película presenta una historia contada con garra, brío y con un ritmo endiabladamente bueno, capaz de interesar al público con la historia de suspense y traiciones protagonizada por un convincente Matt Damon.
A grandes rasgos, creo que hay dos formas de hacer que te interese una película. Una es usar la típica frase “De los creadores de…” o “Del director de…” y luego decir alguna otra peli que haya tenido éxito o que haya gustado bastante a la peña (por supuesto, si yo leo en algún sitio “De los creadores de Crepúsculo” ya os digo que salgo corriendo como alma que lleva el diablo). La otra es compararla con alguna otra parecida para que la gente se haga una idea de cómo es la cosa, de qué tipo de peli están hablando, etc. En el caso de “Green zone: distrito protegido”, creo que pasa algo raro. Se empeñaron en decir que era de los que habían hecho las dos últimas películas de Jason Bourne –que, por cierto, están de lo más entretenidas- y, al mismo tiempo, que también tiene el mismo estilo epiléptico y acelerado. Obvio, cuando lees algo así, no tienes muy claro si te apetece ver la peli (más si piensas que la trama es cien por cien historia yanqui) y arriesgarte a salir mareado del cine, o si la cosa promete ser un entretenimiento de primera. Para gustos los colores. Por suerte, yo me quedo más con la segunda opinión que con la primera.
“Green zone: distrito protegido” es una recreación bastante realista de lo que han debido ser las operaciones de caza a los amiguetes de Bin Laden en Irak. O eso es lo que te venden y lo que tú acabas comprando. Lo bueno de la peli es que, en vez de cascarse un tostón morrocotudo como hicieron con “En tierra hostil – The hurt locker, 2009” (que se llevaría mucho Oscar y mucha mandanga, pero es un bodrio de padre y señor mío), lo que te encuentras es una peli de acción a tope, con una hipótesis bastante fiable de lo que pudo ser todo el cuento de las armas de destrucción masiva. Pero no os creáis que “Green zone: distrito protegido” son todo tiroteos y bombardeos, o lo contrario, politiqueo hortera del tipo “señor presidente, es un honor morir por mi país”. En la peli se las han ingeniado para, a partir de algunos hechos que pasaron de verdad en esta segunda guerra de Irak, contarte una historia de suspense y acción de la buena que está hecha de coña y te tiene pegado al asiento todo el rato.
¿Lo malo del tema? Que si no te gusta el estilo de pelis a lo Bourne, ya te la puedes ir ahorrando. Resulta que la cámara se mueve más que el rabo de una lagartija y, a veces, no tienes claro ni quién es el que está saliendo en la pantalla, ni a quién están disparando, ni por dónde están corriendo los nasíos pa matá. Ahora bien, si ese estilo te gusta, lo ves muy innovador y bla bla bla, pues entonces, te pirrará desde el primer momento hasta el último. A mí, resulta que esa forma de hacer pelis ni me entusiasma ni me molesta demasiado. Así que, al final, acaba dependiendo de que lo que te cuenten sea interesante y que te distraiga. Y eso, “Green zone: distrito protegido” lo hace de maravilla. Desde el principio, con la primera incursión de los rambos de turno en la que persiguen a uno de las “figuras de la baraja” que identificaron los yanquis, el resto de la peli es un conjunto de suspense, acción trepidante e intriga de traiciones, secretos y demás que mola un huevo.
Repito que llega a cansar un poco que la cámara se mueva como si le hubiera dado un calambre incluso cuando lo que te están contando es algo sin acción y que se supone que tiene que ir en plan tranqui (cuando el soldado al que interpreta Matt Damon habla con la periodista junto a una piscina, cuando su supervisor le da el material necesario para que complete una operación…). Pero, por lo demás, la historia y cómo está hecha la película es lo suficientemente interesante y te da que pensar como para que merezca la pena ver la peli. Me recordó en ciertos aspectos a “La sombra del reino – The kingdom, 2009”, que también iba sobre intriga e investigaciones en un país árabe de éstos conflictivos. Pero lo que hace interesante de verdad a “Green zone: distrito protegido” es que se moje lo suficiente como para decir / inventarse –táchese lo que proceda- lo que pasó con las armas de destrucción masivas, y cómo de grande es la cantidad de mierda que hay en la política americana. Si, además, el resto te lo adornan de forma que ni parpadeas, pues no puedes quedar más satisfecho cuando empiezan a salir las letras del final.
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