DIRECTOR: STANLEY KUBRICK
REPARTO: KEIR DULLEA, GARY LOCKWOOD, WILLIAM SYLVESTER, DANIEL RICHTER, LEONARD ROSSITER
DURACIÓN: 139 min.
AÑO: 1968
GÉNERO: CIENCIA FICCIÓN
Unos años antes de realizar uno de los más salvajes análisis sobre el tratamiento de la violencia, de filmar una de las adaptaciones de Stephen King más aterradoras de la historia del cine, o de recrear el complejo mundo de los celos y el deseo, el maestro Stanley Kubrick realizó una de las obras cumbre del cine de ciencia ficción, considerada hoy no sólo una película de referencia, sino también uno de los films de culto imprescindibles. Haciendo gala de su habitual perfeccionismo y reposado estilo visual, Kubrick realiza con “2001: una odisea en el espacio” un análisis de la evolución del ser humano, desde sus orígenes como homo-erectus, hasta un futuro no demasiado lejano en el que las inteligencias artificiales son capaces de pensar y actuar por sí mismas.
El argumento de "2001: una odisea en el espacio" se divide en dos mitades. La primera relata la vida diaria de los primeros habitantes prehistóricos de la Tierra, y la forma en que, poco a poco, van evolucionando hasta que descubren su capacidad para servirse de otros elementos para su vida ordinaria. La segunda se centra en una misión espacial en la que participan dos astronautas, y para la que se sirven de la ayuda de un sofisticado ordenador llamado HAL 9000, una inteligencia artificial que complicará el devenir de la misión cuando tome conciencia de sí misma y cuestione las órdenes que se le proporcionan.
“2001: una odisea en el espacio” es de esa clase de películas que tiene o defensores incondicionales, o enemigos acérrimos (entre estos últimos creo que se encuentra mi querido colega Hyde). En verdad no es un largometraje que deje indiferente. La primera parte podría definirse casi como la recreación, en tono documental, de los orígenes de la humanidad, mostrando el día a día de nuestros antepasados prehistóricos hasta el momento en que uno de ellos es capaz de pensar. La segunda parte, da un salto temporal muchísimo mayor en la acción, trasladándola hasta un futuro dominado por la dependencia del ser humano de las tecnologías informáticas, y el grado de desarrollo al que éstas han llegado. De hecho, el personaje mecánico de HAL, la siniestra inteligencia artificial instalada a bordo de la aeronave, resulta aterradora por la facilidad con la que es capaz no sólo de tomar decisiones por sí misma (independientemente de que éstas repercutan a favor de los humanos), sino de discurrir y generar sus propios pensamientos.
En efecto, es éste el punto sobre el que Kubrick parece querer concentrar la trama de “2001: una odisea en el espacio”, en lo que podríamos llamar el “terror” causado por un ente informático capaz de poner en peligro la vida de los mismos humanos que lo crearon. De hecho, lo que le confiere ese aspecto terrorífico es la tranquilidad y serenidad con la que HAL analiza lo que sucede a su alrededor (incluyendo el comportamiento y reacciones de ambos cosmonautas) para, posteriormente, reaccionar ante ello. De esta forma, y sin ánimo de destripar ninguna sorpresa a aquellos espectadores que no hayan visto el film, llama la atención la frialdad con la que planifica una acción concreta contra uno de los tripulantes de la nave, y los intentos –siempre haciendo gala de la mencionada parsimonia- por conseguir que no lo desconecten.
No obstante –y, sin que sirva de precedente, aquí debo darle la razón a Hyde-, todos estos sucesos quedan retratados por la cámara de Kubrick con un distanciamiento excesivo (al público le resulta complicado identificarse con los personajes), a pesar de su magnífica puesta en escena (el travellling por el interior de la nave circular ya es todo un clásico), que no evita en ningún momento que la acción resulte trepidante. Más bien al contrario, ni siquiera las supuestas secuencias de mayor acción (el intento final de desconectar a HAL, el viaje decisivo del astronauta superviviente) alcanzan ese grado de dinamismo presente en otros títulos del género. Y, por si no quedara lo suficientemente claro, la aparición del famoso monolito no hace sino terminar de rematar dicha situación.
Así pues, cabría concluir diciendo que “2001: una odisea en el espacio” es más la obra de un cineasta filósofo que la de un director de cine. Kubrick va más allá del propio género de ciencia ficción para tratar de plasmar en imágenes los dos extremos de la evolución del ser humano aunque, para ello, opte por hacerlo a través de un estado más personal y atípico. No tiene mucho sentido, pues, sentirse defraudado ante un largometraje como éste aunque, por supuesto, quienes esperen encontrarse con un film de acción trepidante, ya se pueden ir olvidando. “2001: una odisea en el espacio” es, simplemente, una gran película más dentro de la filmografía de uno de los grandes maestros que ha dado el séptimo arte.
No sé si es que esta peli la vi demasiado jovencito o qué, pero me pareció un coñazo de tres pares de cojones. Mira que me gusta lo demás que he visto de Kubrick, y que “2001: una odisea en el espacio” tiene una fama descomunal, que se la considera una de las obras maestras del cine, y todo lo que tú quieras. Pero, aún así, a mí me parece un bodrio infumable. Supongo que es porque no la entendí del todo, aunque tampoco es que haya mucho que entender. Primero, te pasas casi una hora viendo a tíos vestidos de mono (con lo perfeccionista que era Kubrick, me extraña que no se preocupara un poco más en hacer que los disfraces parecieran un poco más auténticos, que he visto unos en los chinos que parecen muchísimo más reales). Ahí descubren que con un hueso le puedes meter una piña a otro, y que sirven para romper cosas. Vale, mensaje profundo del bueno. De repente, les aparece un pedrolo negro enorme que no sabes muy bien de dónde coño ha salido. Y de ahí, así por las buenas, ya no estás en la prehistoria con los monos, sino que estás en una nave espacial donde dos tíos se parten la cara con un ordenador tan listo que se los quiere cargar. Y, por supuesto, al final, también aparece el pedrusco negro. Estoy seguro de que todo eso tiene un sentido, pero como Kubrick no me lo contó mientras veía la peli, pues es lo que tiene. Ah, y se me olvidaba decir que la cosa dura casi tres horas. Ahí es nada.
De todas formas, como tampoco me gusta poner a parir una peli de los que creo que es uno de los mejores directores de la historia, no le quiero meter más leña de la necesaria. “2001: una odisea en el espacio” no es una película mala. Lo que pasa es que es rara, demasiado intelectual. Es una peli de ciencia ficción que no tiene nada que ver con las más predecibles sobre monstruos, explosiones, bichos raros naves espaciales. Aquí todo va despacio. Para que os hagáis una idea, hay un momento en que uno de los astronautas tiene que salir del trasbordador ese o lo que sea para hacer un arreglo por fuera. Vale, pues el arreglito de marras son casi diez minutos de silencio absoluto (miento, lo único que se oye es la respiración del astronauta dentro de su traje), mientras el pavo va a paso de tortuga haciendo la reparación. ¿Realista? Total. ¿Entretenido? Ni de lejos. Te entra un sueñecito parecido al que dan los documentales de animales de la 2 o la vuelta ciclista a la hora de la siesta.
Aparte de esto, reconozco que el resto de la película, lo que supongo que es el argumento base entre tanto mono y tanta reflexión en el espacio, tiene su chicha. Plantea el peligro que supone para la raza humana la existencia de una inteligencia electrónica capaz de pensar por sí misma, algo así como lo que le pasaba al Skynet de “Terminator”, pero sin arsenal nuclear y Chochenaguer diciendo volveré. Ahí admito que “2001: una odisea en el espacio” es bastante novedosa porque, que yo sepa, hasta ese momento, no se habían parado a pensar sobre los peligros de que las máquinas se volvieran más espabiladas de los humanos (aunque al ritmo que vamos últimamente, ya lo veo casi más una realidad). Toda esa parte está muy bien hecha: esa especie de ojo rojo del ordenador mirando leyendo los labios de los astronautas para saber lo que piensan, o como cuando les trata de convencer de que la información que les han dado desde la Tierra sobre que se le ha ido la pinza a la máquina es falso o, sobretodo, cuando le dice al astronauta que no lo desconecte porque tiene miedo.
Por lo demás, me parece a mí que “2001: una odisea en el espacio” es demasiado intelectual, complicada sin necesidad, y con una especie de prepotencia que no me acaba de convencer. Por mucho que escuches esa musiquilla de “Así hablo Zarathustra” (o como se llame) mientras se ve salir al sol desde el espacio. Muy poético, pero rollo de cojón de mico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario