DIRECTOR: GEORGE CLOONEY
REPARTO: RYAN GOSLIN, GEORGE CLOONEY, EWAN RACHEL WOOD, PHILIP SEYMOUR HOFFMAN, MARISA TOMEI, PAUL GIAMATTI, JEFFREY WRIGHT, MAX MINGHELLA
DURACIÓN: 101 min.
AÑO: 2011
GÉNERO: DRAMA
Desde que debutó en la realización de largometrajes, hace ya una década, la mayoría de trabajos como director de George Clooney se han centrado en el mundo de la política estadounidense o, al menos, en aspectos fuertemente relacionados con esta temática. Así pues, tras su correcta "Buenas noches, y buena suerte - Good night, and good luck, 2005", con "Los idus de marzo" firma su cuarta película tras las cámaras. En ella, vuelve a trabajar con su colaborador habitual, Gran Heslov, con el que ha adaptado la obra teatral de Beau Willimon para confeccionar una película sólida, sin concesiones, en la que se muestran algunos de los trapos sucios de la política estadounidense, y en la que realiza una crítica de todo el proceso electoral, con independencia del bando en el que se encuentre el candidato.
Stephen Meyers (Goslin) es uno de los máximos responsables de la campaña de promoción para la presidencia del gobernador Mike Morris (Clooney). Stephen trabaja a las órdenes de Paul Zara (Hoffman), quien controla todos y cada una de las negociaciones que pueden permitir a Morris llegar a la Casa Blanca. Stephen, que es un idealista que cree firmemente en lo que predica y promete Morris, se ve envuelto en un sucio juego político cuando Tom Duffy (Giamatti), el jefe de campaña del contrincante en las urnas de Morris, y una periodista sin escrúpulos llamada Ida (Tomei) comienzan a presionar a Stephen para que tome determinadas decisiones que pueden jugar en contra de su puesto de responsabilidad. Asimismo, una becaria que trabaja en la oficina de Stephen, Molly (Wood) también complicará la vida de Stephen al desvelar ciertos aspectos de Morris que éste desconocía.
Es curioso que la historia que relata "Los idus de marzo" tenga ese título. Si, desde la antigüedad, se hace referencia a los idus de marzo para advertir de una época llena de peligros, en el largometraje de Clooney tal alusión casa perfectamente con las vicisitudes por las que atraviesa el personaje principal. Éste evoluciona a lo largo del film desde el idealismo más devoto, aprendiendo con mano dura las reglas del juego sucio de la política con el fin de poder seguir formando parte de ese juego. Clooney retrata esta evolución de forma muy efectiva, gracias a una puesta en escena sencilla y directa (ver el cara a cara entre Duffy y Stephen en un bar, o el casi imperceptible travelling hacia el coche del gobernador cuando éste habla en privado con Paul -atención a la música de Alexandre Desplat, muy "John Barryana"-), y al saber hacer de Ryan Goslin, un actor capaz de decir mucho más con una sola mirada y con su rostro impasible que no con los histrionismos de otros actores jóvenes de su misma generación (ver, al respecto, su cambio de semblante al contestar al teléfono de la becaria, y descubriendo quién se encuentra al otro lado).
Asimismo, continuando con detalles de la puesta en escena, también destacan sorprendentemente las secuencias de diálogos entre los personajes puesto que, limitándose a una simple combinación de plano-contraplano, gracias al excelente guión, Clooney logra mucho más de lo que hubiera conseguido con una planificación mucho más complicada. Sirva de ejemplo el diálogo entre Paul y Stephen cuando el segundo le recrimina al primero su falta de lealtad, o la secuencia del cara a cara final entre Stephen y Morris en la oscura cocina de un restaurante (una de las mejores secuencias, sin duda, y todo un tour de force para ambos actores). Y, tal y como comentábamos también antes, "Los idus de marzo" llama la atención por la falta de escrúpulos de casi todos sus personajes (atención a la conversación entre Paul y Stephen a la salida de una iglesia cuando ambos hablan acerca del futuro de Paul).
En resumidas cuentas, "Los idus de marzo" es una película muy madura, que no presta excesiva atención al desarrollo político de los comicios estadounidenses, sino que prefiere centrarse en la descripción de ese jugo oculto a la ciudadanía, en la que la falta de escrúpulos y la consecución de la victoria a cualquier precio parecen las únicas motivaciones de quienes acceden a participar en él. Todo ello, adornado con el buen saber hacer de Clooney como director, y de Ryan Goslin como uno de los actores con mayor futuro en la industria hollywoodiense del momento. Excelente, bien hecha, y de lo más interesante.
El cine político no me interesa lo más mínimo. Muy buena tiene que ser una película en la que se habla de votos, encuestas y todo eso para que me la quede viendo. De hecho, si ni siquiera me interesa cuando lo sacan en el telediario, como para pagar por verlo en una peli. Así que os podéis imaginar que, cuando la película en cuestión es de eso, pero con cosas de los yanquis que hablan sobre primarias, votos de apoyo de un congresista y otras palabrotas de ese estilo, lo guay que se pone el tema. Ahora bien, si "Los idus de marzo" te demuestra algo es, entre otras cosas, dos bastante importantes: que la política -y los políticos- son la basura más grande que se ha parido sobre la faz de la Tierra, independientemente de que sean españoles o guiris; y que nadie como los amigos del otro lado del charco para hacer una peli entretenida con cosas que ni al apuntador le interesarían. Sobre lo primero, poco os puedo contar ahora, porque ni es plan ni me apetece, que ya bastante nos dan por la retaguardia como para ponerse a darles cuerda. Pero, sobre lo segundo, sí que tengo un par de cosas que deciros.
Para empezar, "Los idus de marzo", aunque vaya sobre la preparación de las elecciones de uno de los candidatos a la presidencia, con todas las movidas que os decía antes de encuestas, estrategias y tal, la peli no va de eso... del todo. Al principio, sí que le dan bastante importancia a la preparación de los discursos, con su correspondiente sarta de mentiras bochornosa y deleznable (para los de la E.S.O., "deleznable" = "malrrollera que te cagas"), a las encuestas de opinión, y toda esa mandanga. Pero no tardan demasiado en empezar con lo bueno. ¿Y qué es eso? Pues, ni más ni menos, que los trapos sucios del juego de la política: las traiciones, las trampas, las apariencias, los abusos de poder y todo eso. Pero, repito, que lo hacen de forma que te la peli te engancha desde que empiezas a pensar que algo huele a podrido en Dinamarca -para quienes no sepáis por qué digo lo de Dinamarca, pegadle una leída a Hamlet-.
Y es que "Los idus de marzo" consigue entretenerte y hacer que estés más o menos en tensión todo el rato. En esta historia no hay ni buenos ni malos. Lo que sí que hay es una panda hijoputas de cuidado, capaces de hacer lo que sea por ser los ganadores, los que mandan. Claro que, cuando eso pasa en la alcaldía de un pueblo perdido en mitad de ninguna parte, tira que te va. Pero cuando estamos hablando del presidente de los Estados Unidos (y se puede aplicar absolutamente a cualquiera), la cosa ya cambia. Para que os hagáis una idea: hay senadores que se las dan de familiares y santos, y luego son unos puteros; competidores que joden al contrario si eso les hace ganar un voto más a ellos; periodistas capaces de darles una puñalada trapera a quien sea con tal de tener la primicia de una noticia; chicas que se acuestan con el primero que se lo propone; tíos que ofrecen su apoyo al que mejores cosas le prometen a cambio, sin que les importe un carajo qué defiendan... Y así hasta cansarte.
Pero "Los idus de marzo" no se queda ahí, sino que es mucho más cínica aún. Porque, ahí donde lo ves, el que va de idealista y defensor de lo más correcto del mundo mundial, acaba jugando más sucio que ninguno de los que le rodea. Y, por si fuera poco, la única persona íntegra de verdad, que valora la lealtad como pocas cosas, resulta que lo mandan a tomar viento. Así que, supongo que, en resumen, lo que te das cuenta cuando ves "Los idus de marzo" es que toda la política no es más que un conjunto de mentiras, desgraciados jugando con la gente -y su pasta-, y que cuanto más cabrón eres, más posibilidades tienes de salirte con la tuya. Sé que es un mensaje bastante deprimente, pero dudo mucho que eso sólo pase en una peli y que la realidad sea mucho más diferente.
Por otra parte, en mitad de todo ello, tienes a George Clooney pasándoselo bien con ese papel de aspirante a presidente con mierda que tapar, al guaperas que hace de jefe de campaña aprendiendo a pasos agigantados sabiendo que tiene que poner cara de póker cuando se va dando cuenta de cómo funciona todo el tinglado, y a secundarios cojonudos con su pequeño momento de gloria (los que ya os ha contado el de arriba). Así que, como novedad de alquiler esta semana, aunque no seáis fanáticos del cine político, como un servidor, os adelanto que "Los idus de marzo" es una peli que se deja ver, interesante, y que te hace pasar un rato entretenido. Ahora bien, si cuando acaba os dan ganas de reventar a patadas a esta panda de indeseables llamados "políticos", estad tranquilos, es una sensación natural. Se os acabará pasando.
1 comentario:
me impactó porque es la misma vida actualmente. Deprimente y sin solución
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