TÍTULO: GAME OVER: SE ACABÓ EL JUEGO
DIRECTOR: RENÉ MANZOR
REPARTO: ALAIN LALANE, PATRICK FLOERSHEIM, LOUIS DUCREUX, FRANÇOIS-ERIC GENDRON, BRIGITTE FOSSEY
DURACIÓN: 89 min.
AÑO: 1990
GÉNERO: SUSPENSE
Si bien existen películas especialmente dirigidas a un público mayoritariamente infantil, protagonizadas por niños pequeños, que aprovechan el tirón de la época navideña para atraer la atención tanto de los más pequeños como de sus progenitores (caso de, por ejemplo, la famosísima "Sólo en casa - Home alone, 1990"), también se pueden encontrar casos en que la Navidad o la Nochebuena sirve para desarrollar historias aterradoras que jueguen con muchos de los tópicos que contienen estas otras producciones. En el terreno más nacional, podríamos señalar el telefilm "Cuento de Navidad, 2005" -dentro de la serie de mediometrajes Películas para no dormir-, o producciones internacionales con aires de serie B como la poco recomendable "Negra Navidad - Black Christmas, 2006". Sin embargo, uno de los títulos más sorprendentes de estas historias de terror navideñas, es una pequeña producción francesa que se estrenó a principios de los años noventa, y en el que se daba una vuelta de tuerca, por un lado, al argumento de un Papá Noel asesino mientras que, por otro, desarrollaba una interesante lucha de supervivencia protagonizada por un niño. El resultado es, como exponemos a continuación, un film sorprendente.
Thomas (Lalane) es un niño súper dotado, experto en ordenadores y un gran aficionado a los videojuegos de acción. Thomas es hijo de un acaudalado matrimonio que son dueños de una cadena de grandes almacenes. Cuando, el día de Nochebuena, uno de los empleados (Floersheim) que se disfraza de Papá Noel para ambientar una de las tiendas tiene un percance con una cliente, el padre de Thomas lo despide sin contemplaciones. Sin embargo, este empleado, que no tiene un equilibrio mental muy claro, decide vengarse de su jefe, por lo que, en mitad de la Nochebuena acude a su gran mansión y se cuela en su interior para darle un escarmiento a través de su familia. Thomas, que cree que el desconocido es, en realidad, Papá Noel, lo espía expectante. Pero, cuando descubre que ese hombre no es quien había pensado, pondrá todo su ingenio en conseguir proteger tanto a su desvalido abuelo como a sí mismo.
En efecto, tal y como se puede deducir de su argumento, "Game over: se acabó el juego" no tiene prácticamente nada que ver con las clásicas producciones de corte navideño que suelen poblar tanto las carteleras como las películas que se pasan por televisión durante estos días. No obstante, y a pesar de ello, el largometraje contiene un interés especial que va más allá del mes del año en que se ambienta. Por una parte, juega con el impacto que produce la presentación de un personaje tan querido y bondadoso como Papá Noel presentado como un auténtico depredador capaz de cometer las salvajadas más inesperadas. Por otra parte, este punto de partida también sirve de excusa para desarrollar toda una historia de intriga alrededor de un personaje aparentemente inofensivo como el de un niño pequeño quien, en cuestión de minutos, se ve forzado a desprenderse de toda su inocencia para proteger su vida y la de su abuelo.
Así pues, el film de Manzor resulta ser un gran juego de caza en la que, quien aparentaba ser el cazador (reforzado, sobretodo gracias a un excelente diseño de producción -ver la habitación de juguetes de Thomas- y a la estupenda fotografía de Michel Gaffier), no es más que el cazado aunque, para ello, la odisea por la que tiene que pasar el protagonista sea tremenda. Tal y comentábamos, "Game over: se acabó el juego", a pesar de estar protagonizada por un niño, contiene imágenes violentas un tanto chocantes, bien porque el público no se las espere (atención a la mirada de perturbado del Papá Noel malvado momentos antes de acudir a la mansión de su ex-jefe, o a la forma en que liquida al perro de Thomas), bien porque se muestre como la única forma de deshacerse de tan peligroso individuo (cada uno de los enfrentamientos directos entre Thomas y el psicópata).
En resumidas cuentas, "Game over: se acabó el juego" es una thriller de suspense realizado con corrección, sin grandes artificios más allá de las situaciones que presenta su guión (un tanto fantástico, todo haya que decirlo), pero que consigue mantener la atención del espectador durante la escasa hora y media que dura. Un film diferente, no muy conocido, y capaz de sorprender -para bien o para mal- a más de uno.
A lo mejor parecemos un poco retorcidos por poner una película como "Game over: se acabó el juego" justo el último día, casi oficial, de las vacaciones de Navidad. Aunque me parece un remedio cojonudo que, después de tantos días seguidos hablando de películas más para críos, pongamos una peli que, aunque pase en Navidad, tenga poco que ver con el buen rollo navideño de las otras. No te da esa sensación cuando empiezas a ver "Game over: se acabó el juego", porque los primeros quince minutos no pueden ser más en plan navideño por los cuatro lados: el crío majete -friki, pero majete-, la súper mansión decorada hasta las cejas, el abuelo y el nieto esperando que "llegue" Papá Noel, etc. Pero, desde el momento en que ese tarado que se quiere vengar de su jefe se cuela en la casa, la cosa cambia en cero coma y, donde antes parecía que estabas a punto de ver la típica comedia de ladrones en Nochebuena, todo pasa a ser una especie de corre corre que te pillo a muerte.
Lo que, en mi opinión, hace de "Game over: se acabó el juego" una peli tan original es la forma en que está hecha. Aquí no se andan con mariconadas de trampas a base de botes de pintura estampados en la cara del malo, o de balines disparados a la huevera del malo. De eso nada, monada. En esta peli, el malo es un tarado que acojona sólo con mirarle la cara, y que te deja claro desde que entra en la casa, que no se piensa ir de rositas si no es llevándose a alguien de por medio. Y mira que lo hace bien el cabrón, que te crees en todo momento que el tío es psicópata peligroso, y que el nieto y el abuelo suden sangre para poder escapar de él y darle lo suyo.
Es verdad que le echan bastante cuento al asunto de la caza del malo, sobretodo teniendo en cuenta que el protagonista no es más que un mocoso consentido, quien no duda ni un solo momento en ponerse la cinta en la cabeza en plan Rambo (pintura facial de rayas negras incluida) y recorrerse la casa para darle por saco pero bien. Claro que, para ello, el nene se tiene que descolgar por tejados, manejar explosivos, pillar munición y todas esas cosas que haría más un nasío pa matá que no un criajo de nueve años. Pero claro, en la historia te sueltan el rollo de que es un niño muy especial, aficionado a los videojuegos y a las armas (ya ves tú, como si lo segundo fuera lo más normal del mundo), y que decide poner en práctica lo que ha aprendido en la tele, en sus juegos y Dios sabe dónde más.
Ahora bien, a pesar de que al principio la cosa pueda parecer que no tiene mucho sentido, lo cierto es que "Game over: se acabó el juego" es una peli que mola mucho. No sé cómo lo consiguen, pero tú te acabas centrando más en que hay un loco en la casa que quiere hacer filetes con el hijo del hombre que lo ha despedido, cosa que te deja clavado a la butaca en cada momento que ves que está a punto de pillarlos. Como os digo, no es una peli que sea muy larga, ni que ponga en relieve nada de nada del espíritu navideño, pero mola porque le da un toque diferente a las pelis de tema navideño aunque, en este caso, sea un pelín macabro. Por lo demás, a pesar de que no es una peli que pasen por la tele con mucha frecuencia, os recomiendo que, si podéis, la veáis, porque entretiene, mantiene en tensión y te atrapa en seguida con la historia que cuenta.
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