DIRECTOR: XAVIER BEAUVOIS
REPARTO: LAMBERT WILSON, MICHAEL LONDSALE, OLIVIR RABOURDIN, JACQUES HERLIN, SABINA OUAZANI, GORAN KOSTIC
DURACIÓN: 120 min.
AÑO: 2010
GÉNERO: DRAMA HISTÓRICO
Sin ánimo de resultar ni aburridos y didácticos, para hablar de “De dioses y hombres” de forma que vosotros, queridos lectores, comprendáis bien el tema que aborda el largometraje de Xavier Beauvois y, así, resulte más sencillo entender por qué la película aborda este tema como lo hace. La acción de “De dioses y hombres” tiene lugar en Argelia, durante la Guerra Civil que tuvo lugar allí durante la pasada década de los años noventa. En aquel país, se encontraba un pequeño convento de monjes que convivía con los lugareños a la par que seguía una forma de vida basada en el retiro espiritual. Como consecuencia de las acciones de los fundamentalistas islámicos, a los monjes de dicho convento les sucedió, en mitad del marco de guerra que comentábamos, lo que relata la película. Esta pequeña introducción que, en ocasiones, suele preceder a los títulos de crédito de los largometrajes, se omite por completo en “De dioses y hombres”, por lo que esperamos que os sirva de ayuda para poder entender mejor su argumento.
Un grupo de monjes cistersienses, encabezado por el hermano mayor Christian (Wilson), vive en un monasterio, cerca del monte Atlas, en Argelia. Allí, toda la comunidad se dedica, por una parte, a la vida contemplativa (rezan, cultivan el huerto, comercializan con productos de alimentación que ellos mismos fabrican…) y, por otra, sirve de sustento al pequeño pueblo con el que conviven: el hermano Luc (Londsale) es el anciano médico del lugar, Christophe (Raboudin) se encarga de vender en el mercado local los productos que los monjes producen en el monasterio (miel, hortalizas, verduras…), etc. Sin embargo, cuando estalla la guerra civil, la vida en el convento se ve amenazada por las fuerzas insurgentes, que lo asaltan exigiendo que se les entreguen medicamentos para sus guerrilleros. Animados por el gobierno argelino a abandonar el país y regresar a Francia, será entonces cuando la comunidad de monjes deba pronunciarse sobre su situación: si quedarse y afrontar el riesgo de ser asesinados, o volverse a su Francia natal y abandonar a su suerte a los aldeanos de la región.
“De dioses y hombres” no es una película normal al uso. Su estilo tranquilo y reposado casi invita al espectador a participar, por un momento, en la vida de estos monjes, compartiendo con ellos sus costumbres y rutinas, así como sus dudas y preocupaciones. La realización de Beaubois apuesta mucho más por un estilo narrativo alejado del conflicto armado –que podría haber retratado con toda la facilidad del mundo- optando, en su lugar, por la descripción de esa creciente angustia que comienza a crecer entre los monjes, tras los altercados bélicos. Así pues, la cámara se encarga de recoger lo que supone la convivencia estos monjes con los argelinos (la consulta del médico, las celebraciones con los lugareños y conversaciones con los ancianos de la aldea), a la par que también retrata todos esos momentos íntimos de reflexión (Christian escribiendo su “te perdono” particular, o el monje más joven rezando desconsolado en su celda) y de miedo (la primera incursión de las tropas rebeldes en el monasterio, o el acecho de un helicóptero mientras los monjes rezan a coro en la capilla).
En efecto, “De dioses y hombres” consigue un resultado tan pulcro gracias a ese estilo de semi-documental por el que apuesta su director y co-guionista. Partiendo desde esta perspectiva intimista, es como el espectador puede llegar a penetrar sus mentes, comprendiendo mejor unos hechos que, a día de hoy, siguen sin estar del todo claros (de ahí, ese plano final que describe un epílogo incierto, en mitad de una desapacible nevada). Ello explica que, en lugar de querer insistir en las acciones de los extremistas (que se retratan con una sequedad y rudeza escalofriantes –ver la secuencia del degüello de los trabajadores croatas-, o la identificación que hace Christian del cadáver de uno de los rebeldes abatidos), se decante más por el retrato de la vida en comunidad, y de las inquietudes que estos acontecimientos provocó en cada uno de ellos (sensacionales las dos secuencias de los monjes reunidos en una modesta sala en la que debaten sobre su porvenir).
Así pues, “De dioses y hombres”, por su sencillez y temática, constituye una opción de lo más recomendable para estos días de Semana Santa, en los que ver una película como ésta puede ayudar a comprender mejor la dedicación completamente altruista de algunas personas que lo dejan todo (vida inclusive) por el prójimo. Es un film tranquilo pero lleno de fuerza que, en especial a lo largo de la voz en off del principal protagonista (la lectura de su carta exculpatoria), constituye una demoledora declaración de principios.
Pues será todo lo contemplativa y descriptiva que tú quieras, pero “De dioses y hombres” es lenta de cojones. No llega a aburrir del todo porque, por suerte, procuran que la amenaza esa de los radicales tarados te mantenga interesado. Pero vamos, que para demostrar lo mucho que piensa el prior ese tengan que estar media hora enseñando cómo pasea por el borde de un lago, o sacando a otro de los monjes con el tractor arriba y abajo del huerto sin que pase nada más, tiene huevos. Sin ánimo de desmerecer más de la cuenta, “De dioses y hombres” es una película en la que, todo lo que te cuentan, te lo podrían haber resumido en veinte minutos. Por supuesto, de haberlo hecho así, ni tendríamos película, ni fotos bonitas de Argelia por la tarde, ni toda ese aura de espiritualidad que parece envolverlo todo. Pero vamos, por lo que respecta a la historia, lo dicho, que si todo el diálogo llega a media hora ya me parecerá mucho.
De toda la peli, creo que lo más interesante son los momentos de conversación conjuntos, es decir, de lo que hablan cuando se reúnen todos los monjes para debatir qué hacer, si pirarse en plan mariquita el último o echarle un buen par y quedarse a ver qué pasa. Las razones que da cada uno de ellos, creo que es lo que más merece la pena de toda la película (hay unos que quieren escurrir el bulto, pero otro lo tiene clarísimo y suelta una frase así como “el buen pastor no abandona a su rebaño por mucho que aparezca el lobo”), más que nada porque es lo que se supone que le da un poco más de sentido a toda la historia. En base a eso que piensa cada uno, es que acaban comportándose como lo hacen –vaya por delante los cataplines que demuestra tener el prior cuando se niega a darle medicinas a los insurgentes, y a recordarles que es el día de Nochebuena-, que “De dioses y hombres” se las apaña para presentar a los monjes como a personas normales y corrientes que no se quieren hacer los héroes, sino que se comportan de acuerdo con sus propias creencias y fe.
Ahora, como os digo, eso que os acabo de resumir yo en unas pocas líneas, en la peli dura casi dos horas. Insito en que no aburre como si estuviéramos viendo una película de Terrence Malick, donde todo va despacio porque al pollo le sale de los mismísimos, sino que le quieren dar a todo una especie de aire de normalidad que contrasta con el dilema al que se ven enfrentados. Ahora, que si le quitan media hora de paisajes, monjes rezando y fotos del huerto que plantan, pues como que no pasa nada, que para eso ya hicieron un documental hace unos años donde te cuentan de pe a pa toda la vida dentro de un monasterio.
1 comentario:
un tesoro total: contenido, realización, interpretación. No cabe más.
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