DIRECTOR:NA HONG-JIN
REPARTO:HA JUNG WOO, YUN-SEOK KIM, JO SEONG-HA, LEE CHEOL-MIN
DURACIÓN:137 min.
AÑO:2010
GÉNERO:THRILLER
Lejos de querer dar la impresión de que únicamente entienden de aventuras épicas o de producciones fantásticas y de terror, el cine asiático (y, en particular, el chino, japonés y surcoreano) consigue demostrar, cada cierto tiempo –con la lamentable frecuencia con la que por estas latitudes nos suelen llegar sus producciones-, que es capaz de realizar propuestas originales y frescas, cuya calidad suele estar fuera de duda. Ejemplo, más o menos recientes, de ello son el Oscar a la mejor película extranjera que consiguió Japón en la edición del pasado año, y los constantes remakes de los que son objeto muchos de los largometrajes que allí se producen. En lo que concierne a la película que hoy comentamos, es el segundo trabajo como director de Na Hong-Jin, quien poco tiempo antes había conseguido un gran éxito con su primer film, “The chaser - Chugyeogja, 2008”. Aprovechando esta situación de privilegio en la que parecía encontrarse, Na Hong-Jin desarrolló una historia mucho más compleja, basada en la complicada situación económico-social de los habitantes de la zona fronteriza que se encuentra entre China, Rusia y Corea del Sur. No obstante, lejos de pretender realizar una película alegato o en tono político Na Hong-Jin elabora una ficción policíaca repleta de intriga y suspense en el que, aunque suene a tópico, nada es lo que parece.
Gu-Nam (Jung-Woo) malvive trabajando como taxista y jugando al mah-jog en locales de juego. Debe una importante suma de dinero a un mafioso local, consecuencia del viaje que costeó a su mujer para que abandonara la miseria en China y partiera a Corea, para establecerse mejor y, desde allí, poder acudir después tanto Gu-Nam como la hija pequeña de ambos. Sin embargo, él presiente que ella lo ha abandonado, dedicándose a la prostitución. Por ello, cuando un misterioso y poderoso individuo llamado Myun (Kim) le ofrece saldar su deuda a cambio de que viaje a Ulsan, en Corea, para matar a un hombre, Gu-Nam no se lo piensa y acepta el trato, pues cree que, además, podrá localizar a su mujer. Aparentemente, la cosa es muy simple: posee el nombre y la dirección de la persona a quien tiene que matar. Sin embargo, cuando se disponga a ejecutar su “misión”, las cosas se revelarán mucho más complejas de lo que había supuesto.
La mejor baza que explota “The yellow sea” es hacer creer al espectador que se puede anticipar a los hechos. Segmentado en cuatro episodios claramente diferenciados, el film resulta más o menos predecible durante su primera –y extensa- mitad. En ella se hace hincapié, tal vez con excesiva insistencia, en el complicado estilo de vida del protagonista, dando la sensación de que con ello se justifica la decisión que lo acaba llevando a Ulsan (tras el asesinato, hay un fondo noble: encontrar a su esposa y llevarla de vuelta a su hogar). Sin embargo, tanto esta parte del largometraje como la llegada a Corea y preparación para el crimen se alargan demasiado, repercutiendo ello desfavorablemente en el ritmo de la película que, en vez de aumentar la sensación de suspense, por el contrario, más bien la suaviza.
Ahora bien, afortunadamente, la segunda mitad de “The yellow sea” se desmarca muy favorablemente de los primeros sesenta minutos. Es aquí donde el largometraje se convierte en un auténtico thriller repleto de suspense y acción, primando muchísimo más la acción más trepidante por encima de lo avanzado de la historia hasta el momento. Desde el instante en que Gu-Nam logra escapar de la policía y llega al supuesto punto de reunión en el que se supone que lo embarcarán de nuevo a China, hasta prácticamente su final, “The yellow sea” se las apaña para introducir al espectador en una auténtica pesadilla y juego de confusiones en el que tanto la violencia (atención a los enfrentamientos entre bandas de mafiosos, a base de cuchillos y hachas) como la espectacularidad de sus secuencias de acción (toda la persecución que sufre Gu-Nam por el muelle y la posterior persecución en coche) hace que resucite el interés por el film, mermado durante su primera mitad.
Sin embargo, no se trata de simples fuegos de artificio o de la coreografía de grandes secuencias de acción al típico estilo oriental, en absoluto. Aquí, la acción es contundente y la violencia es dura y sin concesiones. Pero, más allá de estas duras secuencias, “The yellow sea” logra atrapar de nuevo la atención del público gracias a que lo que parecía un simple argumento es, en realidad, mucho más complejo de lo que parece: asesinatos por encargo, conspiraciones y traiciones entre miembros de una misma banda, relación de personajes entre sí por motivos que el espectador no habría sospechado y, sobretodo, la astucia y determinación de la que hace gala el protagonista principal (casi contra todo pronóstico, pues no parecía ser más que un pobre paleto forzado a hacer algo horrible). Todo ello se desarrolla sin prisa, dejando que el público disfrute de esa sensación de incertidumbre y desconcierto hasta que, ya en su final, todo queda aclarado –o, por lo menos, la inmensa mayoría-.
“The yellow sea” me la recomendó un buen amigo, porque leyó que tenía buena pinta y me dijo que podría ser buena opción para poner en la sección de Cine a descubrir. Así que ahí va lo que pienso después de haberla visto, esperando que os sirva más que un “tiene buena pinta, ¿por qué no la ves?”
Si tuviera que calificar con dos palabras cómo es “The yellow sea” –a la que no sé por qué no le han puesto el título en castellano ya que, al fin y al cabo, hace referencia a una localización geográfica para la que la lengua de Cervantes sí tiene traducción- supongo que éstas serían “complicada” y “larga”. Ya, ya sé dicho así puede que no anime mucho a verla pero, lo cierto es que, después de verla, tampoco me arrepiento, aunque no es una película que me pondría otra vez.
Aunque, al principio, te hacen una especie de introducción rápida para que sepas cuál es el problema de la gente que, después, va a salir, no hace falta estar muy puesto al día en temas de política para entenderla. Así que todo se podría resumir que la cosa va de un muerto de hambre que, para poder liquidar una deuda que lo está ahogando (eso y su adicción a esa especie de dominó raro al que juegan los chinos), acepta la pasta que le ofrece un mafioso para cargarse a un tío que vive en Corea del Sur. Pero, por supuesto, la cosa no es tan fácil como parece. Este mini-resumen es la parte que se entiende de “The yellow sea” porque, el resto, es hora y media en el que pareces estar más perdido que el protagonista. Ése es el mayor inconveniente de la película, que hace que te pierdas con una facilidad pasmosa, a lo que hay que añadir otro inconveniente que os puede sonar a risa, pero que jode a la hora de seguir el hilo: como todos los chinos tienen casi la misma cara, ¡no veas lo que cuesta diferenciar quién es quién!
Volviendo al asunto del argumento, “The yellow sea” está dividida en cuatro partes. Las dos primeras las sigues sin problema pero, cuando llega todo lo que tiene que ver con el asesinato, la cosa ya se tuerce. De todas formas, no os preocupéis si no pilláis ni una durante un buen rato porque, aunque sea al final, todo queda más o menos claro. De hecho, hay un momento en que no comprendes ni quién persigue al pobre diablo que se mete en el follón, ni quién es el que lo ha ordenado todo, ni por qué. Pero tranquis, que ya os digo que todo tiene su explicación. Eso sí, lo que sí te queda claro desde el principio es que la policía coreana es gilipollas (y, si no, esperad a ver cómo se les escapa el pollo dos veces en sus propias narices, sin que los polis sean capaces ni de sacar una pistola de la cartuchera), y que los malos también son tontos del culo (para prueba, cómo doscientos chinacos y la madre no pueden pillar al prota mientras él se recorre el puerto y un barco anclado allí).
Otra cosa que os decía de “The yellow sea” es que es larga. Como diría el friki aquel, po zí. Dura la friolera de dos horas y veinte minutos, sin que fuera necesario hacerlo tan extenso. Y, aunque pueda parecer una tontería, esa es otra cosa que juega en contra de la peli, que tiene momentos de mucha tensión y acción, y otros en los que podrían haber metido tijera a discreción sin que notaras la diferencia. Por poner un caso, en la tercera parte, que es cuando empiezan a perseguir al prota, la tensión está muy currada, y eso incluye una persecución (tanto a pinrel como en camión y coche) que fácilmente durará un cuarto de hora en el que, ya os digo, que ni pestañearéis. Pero claro, después de tanto interés, por necesidad tienen que aflojar otro poco más, que es cuando notas esa diferencia entre las partes más movidas y las más lentas.
Pero, aparte de que pueda parecer complicada y larga, mentiría si dijera que “The yellow sea” no tiene un “algo” que hace que no te importe haber estado dos horas y pico delante de la tele –mi chica piensa lo contrario, así que vosotros podéis elegir el criterio que más os guste; como, por suerte, la crítica la hago yo…-. No sé si es porque la forma que tienen de acabar la historia mola o porque es tan enrevesada que, cuando la entiendes al final, te alegras. En cualquier caso, sí que os aviso de que la peli es violenta (en la vida había visto tanto cuchillo y hacha juntos clavándose en la peña) y que puede rallar un poco, pero que merece darle una oportunidad aunque sea para ver algo más diferente a lo que solemos ver de normal.
Ah, una última cosa, yo no entendí muy bien una cosa que pasa al final, dentro de un banco. Si hay algún lector más espabilado que haya visto “The yellow sea” y lo ha pillado, le agradecería que me lo aclarara. ¡Gracias majetes!
6 comentarios:
El director del banco de la escena del final, es el que mandó asesinar al profesor de judo. Lo confiesa el tipo que esta siendo interrogado por el mafioso.
El director ordenó a este el asesinato, este a su vez delega en el mafioso del principio, que finalmente contrata al prota. ¿es algo asi no?
Lo que no queda claro son los motivos del director del banco para asesinarlo, y qué pintaba allí la viuda. La viuda podría ser complice para cobrar seguro de viudez, pero cuando ver su marido muerto se pone a llorar asi que no se.... un lio!
MR. HYDE DICE:
¿Pero el que manda asesinar al profesor no es el tipo al que se cargan al final, antes de que el otro malo la palme dentro de la furgoneta?
Y, como tú, sigo sin pillar lo de qué demonios pinta la viuda al final...
En fin, Anónimo, te agradezco el intento de aclaración.
Espero que te sirviera la crítica...
Por lo que he leído en internet parece que me aclaro un poco. El presidente Kim contrató a los dos matones y compró al chofer porque el profesor se acostó con su mujer.
Por otra parte, la mujer del profesor estaba liada con el banquero, que a su vez contrató un asesino por medio del tipo que es torturado, el cual contrató a Myung, y este al protagonista, al que todo pilló de por medio, y encima su mujer era inocente, como se ve en los créditos finales.
La mujer manda a matar al marido por engañarla, el principio al protagonista le remarcan muchas veces que en caso de infidelidad tenía que matar a la mujer, en esta caso la traicionada es la mujer pero del profesor, por eso manda a matarlo, a través del director del banco que contrata a myun que pretendía usar este asesinato para salir de las pequeñas ligas y expandirse a Corea, a más altos círculos, ya que tenia muchos negocios turbios el profesor asesinado, y además el marido engañado intenta matarlo por su cuenta por mismas razones, lo que entendí es que el protagonista no encuentra a la mujer, el cadáver esta tan destrozado que el tipo que contrata no sabe y miente diciendo que era su esposa la muerta, como un mensaje de que esas personas inmigrantes, pobres, no tienen identidad, nadie las protegen, el mundo es cruel, crudo y violento, por eso al final ella baja del tren, y el protagonista termina muriendo y su cuerpo abandonado, solo, descartado como basura, pero creyendo que traía a su esposa, pero no era
Y en la caja que había?? parecía la cabeza de alguien.
Si alguien se pregunta qué es lo de la caja del final, son las cenizas del cadáver de mujer que el prota se piensa que es la suya, que luego resulta que no, que su mujer sique viva.
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