DIRECTOR: MICHAEL MANN
REPARTO: JOHNNY DEPP, CHRISTIAN BALE, MARION COTILLARD, CHANNING TATUM, STEPHEN DORFF, JAMES RUSSO, GIOVANI RIBISI
DURACIÓN: 140 min.
AÑO: 2009
GÉNERO: POLICIACO
Hace ya tiempo, en uno de los programas que presentaba José Luis Garci en su espacio "¡Qué grande es el cine!, al hablar de Brian de Palma, uno de sus tertulianos afirmaba que tenía la impresión de que, cuando De Palma aceptaba dirigir una película parecía como si en su cabeza ya viera de qué forma iba a poder lucirse a la hora de la puesta en escena para, luego, dejar al público asombrado con sus grandes travellilngs, los movimientos de cámara, etc. Retomando un poco ese mismo argumento, da la sensación de que a Michael Mann le sucede algo similar. Desde su primer gran éxito con "El último mohicano - The last of the mohicans, 1992" hasta el film que hoy nos ocupa, "Enemigos públicos", parece que Mann se involucre en sus distintos proyectos siempre y cuando vea en ellos ese detalle particular que le permitirá realizar una obra diferente a las demás. Si en la extraordinaria "Heat - Heat, 1995" era la posibilidad de realizar un film policíaco como pocas veces se había visto antes (el film protagonizado por Al Pacino y Robert de Niro contiene una de las secuencias de tiroteos más larga de la historia del cine), y en "Collateral - Collateral, 2004" la oportunidad de retratar el mundo de los asesinos a sueldo desde una perspectiva totalmente nueva, en "Enemigos públicos" Mann se ha servido de la legendaria figura del atracador de bancos John Dillinger para realizar un largometraje fascinante acerca del ascenso y caída de este referente histórico del crimen norteamericano.
Década de los años treinta. John Dillinger (Depp) es uno de los ladrones de bancos más peligrosos del país. Su forma de atracar bancos y hacerse con suculentos botines hace que la policía se vea incapaz de ponerle freno. Por ello, el naciente FBI, con J. Edgar Hoover (Cudrup) a la cabeza, designa al agente Melvin Purvis (Bale) para que dirija la investigación que conduzca a la detención de Dillinger. Sin embargo, Dillinger no se lo pondrá nada fácil, al conseguir evadirse de la cárcel, despistar a sus perseguidores y seguir atracando bancos. Las cosas cambiarán para él cuando se enamore de una joven muchacha llamada Billie Frechete (Cotillard), por la que verá comprometida su actuación en los delitos.
"Enemigos públicos" es una proeza visual de lo más original. Michael Mann ha conseguido depurar aún más la técnica de rodaje con equipos digitales de alta definición con la que ya había hecho sus pinitos en las anteriores "Collateral" y "Corrupción en Miami - Miami Vice, 2006". En este largometraje, el aspecto que le confiere Mann al conjunto adquiere una nitidez y calidad de imagen únicos, que le permiten al espectador adentrarse aún más si cabe en esta apasionante historia de policías y ladrones de tono clásico. Sirva de ejemplo de es que comentamos la llegada de un Dillinger detenido a la penitenciería en la que va a ser recluido, y cuya llegada es cubierta por decenas de periodistas, o la redada que los hombres de Purvis hacen de una cabaña en la que se refugia la banda de Dillinger. La fotografía que consigue el italiano Dante Spinotti simplemente deja con la boca abierta. Cierto es que también se aprecia un cierto abuso por parte de Mann de la cámara al hombro, lo que puede resultar incómodo a más de un espectador (en ocasiones, el nervio e inestabilidad de la imagen puede llegar a ser algo mareante), pero no dejan de ser pequeñas observaciones que no deben enturbiar la percepción del resto del film.
Además, en el apartado técnico Mann vuelve a rodearse de más colaboradores habituales, aparte del citado Spinotti, como es el oscarizado compositor Elliot Goldenthal -quien compone una banda sonora simplemente fantástica (presten especial atención al tema J.D. Dies)- o el montador Paul Rubell. Sin embargo, donde el film gana enteros es en el apartado artístico. En lo que a las actuaciones se refiere, Johnny Depp disfruta de principio a fin de su personaje, logrando transmitir una sensación de seguridad que pocas veces se le ha visto a este simpático actor (ver al respecto, la secuencia de su llegada a la cárcel -donde no tiene ningún inconveniente en posar con los policías que lo custodian ante las cámaras de los fotógrafos-, o aquella en la que entra en las mismísimas oficinas del FBI e, incluso, habla con agentes federales sin que ninguno de ellos repare en su presencia a causa de un partido que están retransmitiendo). Cierto es también que el resto de intérpretes le van a la zaga, aunque es inevitable que Depp brille con luz propia.
Así pues, "Enemigos públicos" es un film que, aunque carezca de la épica de otras producciones similares como, por ejemplo, "Los intocables de Elliot Ness - The untouchables, 1987" o de la contundencia y ánimos de trascendencia de otras películas más ambiciosas como la recientemente comentada "J. Edgar - J. Edgar, 2011", sería injusto no concluir diciendo que "Enemigos públicos" es uno de los largometrajes más interesantes de su director, y toda una lección de cómo hacer buen cine. También es cierto que determinados pasajes del guión pueden entorpecer ligeramente el avance de la acción (la mayoría, vinculados a la relación entre Dillinger y Billie) pero, no obstante, ello no es impedimento para disfrutar de esta buena e interesantísima película.
Me encantan las pelis de Michael Mann. Tienen un "yo-qué-sé" que hace que cada fotograma de sus películas me parezca una pasada, incluso cuando la peli en sí es una tontuna tremenda (como le pasa a "Corrupción en Miami"). Por eso, y porque este hombre saca una peli cada tropecientos años, cada vez que estrena algo nuevo y, sobretodo, si tiene el tirón de "Enemigos públicos", no me lo pierdo ni de casualidad. El riesgo de esta devoción (para los de la E.S.O., "devoción" = "que te mola mazo siempre") es que luego, la película en sí, no esté a la altura de lo que esperas. No es que a mí me pasara exactamente eso con "Enemigos públicos", pero sí que me dejó como con ganas de ver algo que, al final, no te encuentras en la película. La ambientación, vestuario y todo lo que tú quieras está cuidadísimo, no digo yo lo contrario. Pero es como si le faltara... algo. No sé si es porque es muy larga -casi dos horas y media- cuando, a fin de cuentas, podían haberte contado lo mismo en menos tiempo, porque gran parte está hecha como si fuera un documental (con esa calidad de imagen un poco más rara) o porque es muy oscura. Ni idea. Pero, aunque sí me gustó, ya os digo que le falta ese empujón final para salir del cine pensando "¡macho, qué peliculón acabo de ver!"
De todas formas, "Enemigos públicos" tiene cosas chulísimas. Para empezar, se salen las actuaciones de todos los actores pero, sobretodo, de Johnny Depp. El tío se lo pasa pipa haciendo de súper ladrón de bancos, con un estilazo descarado ya sea para decirle a una pivita que se la quiere ligar o para atracar un banco y caerle bien a la gente que está acojonada allí mismo (no os perdáis la cara de flipe que pone un hombre al que le dice que no ha ido a robarle su dinero a él, sino el del banco). Claro está, que los demás tienen que conformarse con salir en la misma peli que él. Por ejemplo, el tío que hace de Batman (en las pelis de Batman, evidentemente) se pasa con cara de palo todo el rato, y la chica del malo sólo se puede lucir en un par de escenas (en especial, hacia el final de la peli: primero, cuando quieren hacerla hablar para que les diga dónde está Dillinger; la segunda, cuando el que le ha pegado el tiro a Dillinger le dice lo que éste le ha susurrado al oído antes de palmarla).
Otra cosa que es impresionante de "Enemigos públicos" son las escenas de acción. O, lo que es lo mismo, las de los atracos y tiroteos, y las de la persecución de los policías a los cacos. Es impresionante cómo están hechos todos los atracos de Dillinger: desde el primero en el que tío más que un ladrón parece una estrella del rock, hasta el último en que les dan matarile a base de bien a él y, sobretodo, a los de su banda (no os perdáis la cara que pone cuándo se cargan a uno de los suyos delante de él, o cuando detienen a leches a su novia y el tío va pistola en mano a querer rescatarla antes de que se la lleven). Pero, como os decía, las escenas de tiroteos, aunque oscuras de cojones -casi tienes que entornar los ojos para saber quién es de los buenos y quién de los malos-, son de las más realistas que he visto en mucho tiempo. Por supuesto, la más importante de todas, son tanto la de la fuga de la cárcel a plena luz del día y, en especial, la del tiroteo en la cabaña y la persecución por el bosque.
Ahora bien, la parte mala es que parece que, por momentos, los que están haciendo la película se hayan cansado de lo que están contando y, de repente, da la sensación de que les aburre hacer determinadas escenas. Por ejemplo, una de las más importantes de la película, la de cuando le pegan el tiro en la nuca a Dillinger -no pongáis cara de sorpresa, que es hecho histórico que al pavo le revientan la cabeza de un balazo-, todo lo de antes (cómo averiguan a qué cine va a ir Dillinger para poder cazarlo, y cómo llegan hasta allí para dejarlo seco) está contado como si no tuvieran más remedio, casi con pereza. Pero bueno, supongo que es complicado hacer una película que sea así de genial todo el rato. Por lo menos, yo me he dado el gustazo de ver una buena peli hecha por Michael Mann, que sí, que es una frikada, pero cada uno tiene sus gustos. Aparte de eso, os la recomiendo si os gustan las pelis de policías a la vieja usanza y que, además, estén hechas de lujo.
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