martes, 28 de agosto de 2012

CINE DE LOS 80: "CITA A CIEGAS"

TÍTULO: CITA A CIEGAS

DIRECTOR: BLAKE EDWARDS

REPARTO: BRUCE WILLIS, KIM BASINGER, JOHN LARROQUETTE, WILLIAM DANIELS, PHIL HARTMAN

DURACIÓN: 91 min.

AÑO: 1987

GÉNERO: COMEDIA

  • EL DR. JEKYLL DICE:
  • Blake Edwards es uno de los grandes maestros de la comedia estadounidense. Si bien no es menos cierto que haya descuidado otros géneros como el western ("Dos hombres contra el Oeste - Wild Rovers, 1971"), el drama ("Días de vino y rosas - Days of wine and roses, 1962"), la sátira ("S.O.B. Sois honrados bandidos - S.O.B., 1981"), o la comedia musical ("¿Víctor o Victoria? - Victor / Victoria, 1982"), lo cierto es que Edwards es mucho más conocido por sus divertidísimas comedias, con "Desayuno con diamantes - Breakfast at Tiffany's, 1961" a la cabeza. No obstante, al llegar la década de los ochenta, salvo en contadas ocasiones, la carrera de Edwards pareció empezar a dar síntomas de cansancio y escasez de inspiración, a tenor de las bochornosas continuaciones que dirigió de su estupenda "La pantera rosa - The pink panther, 1963", o de proyectos totalmente fallidos como las olvidables y olvidadas "El gran enredo - A fine mess, 1986" y "Una cana al aire - Skin deep, 1990". Por fortuna, entre todos estos fracasos, se encuentra "Cita a ciegas", una de sus comedias más rocambolescas, que no sólo descubrió la vis cómica de un Bruce Willis pre héroe de acción, sino que resulta ser una película terriblemente divertida.

    Walter Davis (Willis) es un ejecutivo que no tiene demasiada suerte con las mujeres. Por eso, cuando su hermano Ted (Hartman) le propone quedar con una prima de su mujer, éste se muestra escéptico, aunque acepta. La prima en cuestión, resulta ser una mujer hermosísima llamada Nadia (Basinger). El único problema de Nadia es que su organismo no tolera para nada el alcohol por lo que, cuando bebe a penas un par de gotas, se comporta de una forma totalmente descontrolada. Esto le acarreará a Walter un sinfín de problemas con David Bedford (Larroquette), el psicopático ex-novio de Nadia, con su propio jefe e, incluso, con la autoridad.

    "Cita a ciegas" contiene parte de lo mejor y lo peor del cine de Blake Edwards. En el primer grupo cabría incluir la asombrosa facilidad con la que el realizador lleva a cabo la puesta en escena de manera que, a través de la consecución de situaciones disparatadas, se cree un vínculo de complicidad entre los personajes y el público, logrando que éste no sólo se ría con lo chistoso de las situaciones, sino que anhele que le sigan contando más cosas. Por supuesto, esto es gracias, por una parte, al estupendo libreto escrito por el guionista Dale Launer y, por otra, al excelente reparto (los tres protagonistas principales están espléndidos, aunque John Larroquette se merece una mención especial en su papel de celoso maníaco).

    También cabría incluir en el apartado de lo más positivo de "Cita a ciegas" lo atractiva de su historia. El planteamiento es bien sencillo -una mujer que pierde el control cuando bebe-, pero es la ejecución de las set pièces cómicas la que tiene todo el mérito. Secuencias tan divertidas como las del acoso constante de la ex-pareja de Nadia, o la del restaurante con el jefe de Walter y los inversores japoneses no tiene desperdicio.

    Sin embargo, como suele suceder también en otros films de Edwards, hay un momento a lo largo del metraje parece no avanzar ni ir a ninguna parte. En el caso de "Cita a ciegas" esto sucede cuando finaliza la noche de la cita entre Walter y Nadia, donde es público se pregunta, por momentos, si la película no ha sido más que una constancia de instantes divertidos sin más que aportar a lo que ya ha visto. No obstante, Edwards parece retomar el pulso de la situación en el último tercio, convirtiendo "Cita a ciegas" en un largometraje más próximo a las comedias de Peter Bogdanovich o a ciertos momentos de "La pantera rosa" -la extensa secuencia de Clouseau en el hotel con su mujer y los amantes de ésta-, que no en lo que había sucedido hasta ese momento. De todas formas, es durante este tercio que las situaciones divertidas se retoman, iniciando un simpatiquísimo juego del cazador y la presa que, inevitablemente lleva a los protagonistas hasta el anhelado happy ending.

    En definitiva, coincido con mi estimado colega Hyde cuando afirma que, a pesar de no tratarse de uno de los mejores trabajos del genio de la comedia Blake Edwards, sí que es una película repleta de situaciones divertidas, muy entretenida, y que deja al espectador con una sensación agradable al finalizar.

  • MR. HYDE DICE:
  • ¡Me parto con esta peli! No es lo mejor que ha hecho Blake Edwards, eso está claro, que donde esté "La pantera rosa" que se quite lo demás. Pero "Cita a ciegas" tiene ese toque suyo de historia de enredo, equivocaciones, situaciones comprometedoras y mil cosas más que hace que, por un lado, estés partiéndote la caja y, por otro, tratando de no ponerte nervioso por tanto follón junto. Pero es que ese es, precisamente, parte de su encanto: la capacidad para imaginar las cosas más rocambolescas posibles y hacer que te resulten chistosas, más que nada por el pollo que se monta con cada una de ellas. Y, por supuesto, ninguna de ellas es imposible, sino que son follones en los que nos podemos meter cualquiera de nosotros sin darnos ni cuenta hasta estar con el agua al cuello. Pero, como suele pasar, siempre es más divertido cuando ves que le pasa a otro en vez de a ti.

    El principal mérito que le veo yo a "Cita a ciegas" es ese, que partiendo de una situación normal, alguien ha tenido el talento suficiente como para decir "a ver cómo lo complicamos y hacemos bien retorcido para que sea gracioso". Y lo consiguen. Ver las pirulas en las que se mete el pobre Bruce Willis por culpa de los pedos mentales que le dan a Kim Basinger cuando empina el codo no tienen desperdicio. Vale que hay algunas que, aunque son graciosas, pueden ser demasiado repetitivas (como eso de que el ex-novio de Basinger no pare de empotrarse con su coche en los escaparates de las tiendas), y que otros momentos parecen alargarse demasiado (cuando a Bruce Willis ya se le va la olla del todo en la fiesta de los conocidos de la chica y empieza a decirles a cada uno una profesión distinta que tiene, mientras no para de atiborrarse de canapés y copas). Pero, por lo demás, os prometo que es divertidísimas las situaciones casi delirantes en que se mete el pobre hombre.

    Además, "Cita a ciegas" tiene un añadido, y es que el actor que hace de ex-novio de Kim Basinger es el que salía en aquella serie de comedia tan cojonuda que se llamaba "Juzgado de guardia", en la que hacía de fiscal cachondo. Allí ya me hacía gracia el tío éste, pero verlo haciendo de sociópata es tronchante (cada vez que amenaza de muerte a Bruce Willis, en vez de acojonarte, lo que hace es ser aún más chistoso). Y todo eso funciona de categoría en la peli. De hecho, casi diría que de las actuaciones, es de lo mejor porque, al fin y al cabo, Bruce Willis se limita a poner cara de póker con todo lo que le pasa; Kim Basinger a poner morritos de seductora y hacer el ganso cada vez que se acerca a una botella; y el resto, pues adornando un poco la función.

    Pero, insisto, lo mejor de "Cita a ciegas" son los líos que van pasando uno detrás de otro. Empezando por ese principio en el que ves a Willis casi atacado de los nervios por tener que presentar un informe a tiempo, o en los primeros minutos de su cita con Basinger (cuidadín con la exposición de "arte" a la que ella lo lleva, que no tiene desperdicio), y siguiendo con todos los despropósitos que vive el pobre hombre durante esa noche: el numerito en el restaurante con su jefe, la huída del ex-novio acosador, cuando le desmantelan el coche frente a la casa de Basinger, o cuando le detienen. Ahora, lo guapo de la cosa es que nada de esto es lo único que hay, sino que después viene toda la parte de cuando Willis se tiene que colar en la mansión en la que está Basinger para arreglar unos asuntillos que ahora no os voy a decir para no cagaros la sorpresa. Y eso, aunque algo menos, también es muy divertido, con sus corre corre que te pillo, escindidas, golpes y demás (me encanta el padre del ex-novio preguntando si la secretaria está bien cada vez que escucha un golpe).

    En fin, que "Cita a ciegas" es una comedia muy chula, no de las que estás todo el rato partiéndote el ojete, pero sí que tiene momentazos buenísimos, que hacen que estés todo el rato con la sonrisa en la cara y que, además, presenta situaciones muy originales que hacen que te lo pases aún mejor. No es de las películas más conocidas ni de Bruce Willis ni de Kim Basinger, pero igualmente os la recomiendo.

    lunes, 27 de agosto de 2012

    CINE CLÁSICO: "LOS CABALLEROS LAS PREFIEREN RUBIAS"

    TÍTULO: LOS CABALLEROS LAS PREFIEREN RUBIAS

    DIRECTOR: HOWARD HAWKS

    REPARTO: MARILYN MONROE, JANE RUSEELL, ELLIOTT REID, CHARLES COBURN, TOMMY NOONAN, TAYLOR HOLMES

    DURACIÓN: 87 min.

    AÑO: 1953

    GÉNERO: COMEDIA

  • EL DR. JEKYLL DICE:
  • Lorelei Lee (Monroe) y Dorothy Shaw (Russell) son dos cabareteras cuya suerte parece estar a punto de cambiar. Lorelei está prometida con un joven algo atolondrado llamado Gus Esmond (Noonan), cuyo padre, el señor Esmond (Holmes) es un importante multimillonario. Lorelei, que se ha prometido con Gus por su dinero, le convence para que la deje viajar a París en compañía de Dorothy, donde tienen previsto que tenga lugar el enlace. Sin embargo, las sospechas del señor Esmond de las verdaderas intenciones de Lorelei hacen que decida contratar a un detective privado llamado Ernie malone (Reid), con el fin de que le informe puntualmente de los posibles devaneos de su futura nuera.

    Desde luego, si de algo no se puede acusar a Howard Hawks es de encasillado. El prolífico realizador, a lo largo de su trayectoria tras las cámaras fue responsable auténticos clásicos del cine policíaco ("Scarface, el terror del hampa - Scarface, 1932", "Tener y no tener - To have and have not, 1944", o "El sueño eterno - The big sleep, 1946" entre otras), de haber trabajado en múltiples ocasiones con Cary Grant o Gary Cooper e, incluso, de haber filmado westrns tan míticos como "Río Bravo - Rio Bravo, 1959", "Hatari - Hatari, 1962", o "Río Lobo - Rio Lobo, 1970", su obra póstuma). En medio de todos estos iconos, Hawks rodó una de sus comedias más conocidas, y una de las películas que serviría para convertir a Marilyn Monroe -con la que trabajaba por segunda vez, tras "Me siento rejuvenecer - Monkey business, 1952"- en el mito en que se convertiría con el paso de los años.

    En lo que a "Los caballeros las prefieren rubias" se refiere, se trata de una comedia musical de lo más agradable, que sabe sacarle todo el jugo posible a sus espectaculares protagonistas femeninas y que, a través de un guión de lo más original, consigue que el público quede embelesado tanto con los numerosos apuntes cómicos de la historia (una ocasión más para el lucimiento particular de cada uno de los intérpretes), como de los elaborados momentos musicales del largometraje. Por ello, resulta complicado destacar uno de estos momentos del resto del conjunto, puesto que las escenas a bordo del crucero son todas prácticamente magistrales (sensacional Marilyn Monroe desesperada y descarada en su intento de entablar contacto con cuantos más adinerados hombres mejor -atención al instante en que hace lo imposible porque la sienten junto a un caballero de nombre distinguido sólo para comprobar, momentos después, que es a penas un niño-).

    Sin embargo, tal vez sea a causa del tono más o menos uniforme de la primera mitad de "Los caballeros las prefieren rubias" que el interés decae levemente durante su segunda mitad. En efecto, una vez que la acción se traslada a tierra firme, con la aparición de las protagonistas como cabareteras, el film pierde parte de ese ritmo tan entretenido que había mantenido hasta entonces. Cierto es que el número musical Diamonds are a girl's best friends no tiene parangón en la historia del cine musical clásico (tanto la decoración, la coreografía, la orquestación como, muy en especial, la performance de Monroe son impecables), pero la consecución demasiado frecuente de dichos momentos musicales da la impresión de entorpecer el ritmo de una acción que, hasta aquí, se había mantenido mucho más fresca y dinámica (caso de, por ejemplo, el número musical de Monroe y Russell en un café de París, o la confusión que tiene lugar en la sala de un tribunal ante el juez).

    Por fortuna, el resto de "Los caballeros las prefieren rubias" es sensacional. Como ya hemos apuntado, el largometraje no sería el mismo sin la presencia (que no actuación) de Marilyn Monroe que, en honor a la verdad, hace que la participación de Jane Russell casi pase a un segundo plano -la actuación de la estupenda actriz casi parece más una imitación de la forma de interpretar de la contemporánea Lauren Bacall, que no su propio desarrollo del personaje-. Todo ello, hasta llegar a uno de los mejores momentos de la historia del cine: la secuencia, al final de la película, en que Lorelei confiesa abiertamente que prefiere hacerse la tonta porque los hombres no se fían de una mujer rubia que sea más inteligente que ellos. No sólo se trata de un momento magistral por todo (dirección, actuación, guión, etc.) sino que ha dado pie a numerosas actualizaciones en otros films con el paso del tiempo (el guiño que el personaje al que daba vida Melanie Griffith en "Armas de mujer - Working girls, 1988" afirmando que tenía una mente para las finanzas y un cuerpo para el pecado es un claro ejemplo de ello).

    En resumidas cuentas, "Los caballeros las prefieren rubias" más que un musical es una comedia, adornada con secuencias musicales, pero que está repleta de una frescura y diversión maravillosas. Una película destinada a ser un clásico imperecedero, para el deleite tanto de los espectadores contemporáneos a la cinta como de los más jóvenes que lo descubren recientemente.

  • MR. HYDE DICE:
  • ¿Sabéis cuando digo que no me gustan los musicales, pero que hay alguno que otro de los que han hecho últimamente que se salva de la quema o que, incluso, me pirra? Pues éste no es el caso. De hecho, los trozos de "Los caballeros las prefieren rubias" en que empiezan a catar sin ton ni son (toma ya, qué chistaco más bien traído) son lo peor de todo, aburridos como ellos solos, y que te dan ganas de pedir a alguien que adelante un poco la peli, que me sobo. Pero, por otra parte, pasa algo también bastante curioso con esta película y es que, quitando estos momentos musicales, el resto es de lo más simpático. Es más, lo primero en lo que pensé al acabar de verla fue que por qué carajo no se dejaron de canturreos y monsergas y se quedaron sólo con esos momentazos en los que las dos mujeres se hacen con la pantalla de arriba a abajo, o con discursos como el que hace Marilyn al final de la peli. En fin, supongo que siempre será un misterio. Eso sí, ahí de admitir que, aunque sea también otro de los momentos musicales de la peli, ver a la Monroe diciendo que los diamantes son los mejores amigos de una chica es de los puntazos más espectaculares del cine por definición.

    "Los caballeros las prefieren rubias" es el clásico ejemplo -nunca mejor dicho- de cine de enredos divertidos. Parten de una situación más o menos normal (una tía buena se camela al atontado forrado de turno sólo por su pasta, aunque el padre de este bobalicón se huele la tostada) y, a partir de ahí, es cuando empiezan los líos y los trozos divertidos de confusiones, fullas y, of course, glamur. Todo eso sí que está llevado de maravilla, y hace que no sólo tengas la impresión de que "Los caballeros las prefieren rubias" no sólo sea una peli la mar de divertida, sino que te haga sonreír con las patochadas que se le ocurren a la tentación rubia con tal de que la envuelvan en cuantas más joyas y abrigos de pieles mejor. Por poner un caso, aunque no sea nada creíble, me parece bastante chistosa la forma que tienen las dos chicas de camelarse al detective privado para conseguir las fotos íntimas que le ha hecho a Marilyn con un millonario salido, o cómo consigue salir del camarote de éste cuando se queda encerrada dentro, y tiene que disimular ante la gente que luego pasa por la cubierta.

    Por otra parte, lo que hace que "Los caballeros las prefieren rubias" tenga más de ese "buen rollo" es que todo el conjunto parece empeñado en resultar súper simpático. Y mira tú por dónde que lo consiguen. Yendo por partes, para empezar, los protagonistas. Los más fácil sería que todos te cayeran como el culo porque, al fin y al cabo, los que no son unos aprovechados sin escrúpulos (las dos chicas, el detective, el millonario putero...) son unos tonto l'habas de cuidado (el prometido de Marilyn); y que los únicos que parecen querer poner algo de sentido común en todo el asunto (el padre del prometido, o la mujer del millonario cachondo) son los antipáticos de la función. Pero resulta que todo está contado como una especie de cuento en plan comedia en que, sin darte cuenta, estás de parte de estos fulleros desde el principio. Por otra parte, las situaciones son todas de lo más cachondas, y hacen que siga ese buen rollete desde el principio (la morena flipando con todos los jugadores olímpicos que hay con ella en el barco, el detective ligándosea descaradamente), en el medio (Marilyn poniendo como una moto al viejo millonario e intentando ligar con un crío de nueve años), y al final (todo lo que pasa con la policía y en los juzgados de París).

    En fin, que "Los caballeros las prefieren rubias" no es ni la mejor película de Marilyn ni la comedia más cojonuda del mundo. Pero, por lo menos, te da lo que promete: hora y media de simpatía a tutiplén, momentos de lo más divertidos, y esa sonrisa tontaca que se te queda cuando ves una peli que te ha gustado y entretenido, aunque luego no te vayas a matar por volver a verla. Y eso, cuando tiene números musicales metidos, a veces, con calzador, tampoco es que sea algo fácil de conseguir. Igual es parte de la magia del mito de la señorita Monroe, vete a saber.

    domingo, 26 de agosto de 2012

    CINE A DESCUBRIR: "LOS MISERABLES"

    TÍTULO: LOS MISERABLES

    DIRECTOR: BILLE AUGUST

    REPARTO: LIAM NEESON, GEOFFREY RUSH, UMA THURMAN, CLAIRE DANES, HANS MATHESON

    DURACIÓN: 134 min.

    AÑO: 1998

    GÉNERO: DRAMA ÉPICO

  • EL DR. JEKYLL DICE:
  • "Los miserables" es un caso bastante peculiar. En primer lugar, no es sencillo que sea fácil de "vender" un proyecto como éste en el mercado norteamericano, donde las adaptaciones de novelas clásicas europeas no es que esté precisamente al orden del día (de hecho, el largometraje es, en realidad, una coproducción entre países del Viejo Continente). En segundo lugar, aún menos que se destine un importante presupuesto a cubrir el coste de su producción, y que ésta trate de ser lo más espectacular posible, dentro de sus posibilidades. En tercer lugar, que el film cuente con el suficiente atractivo como para llamar la atención de una serie de estrellas norteamericanas, dispuestas a rebajar su caché con tal de tener la oportunidad de participar en ella. Y, en cuarto lugar, que con todas estas limitaciones y particularidades previas, la película consiga ser un espectáculo formidable, una obra bien realizada, y un largometraje capaz de conmover al público, y despertar el interés por lo que el prolífico escritor galo Victor Hugo escribió hace casi doscientos años.

    Francia, principios del siglo XIX. Jean Valjean (Neeson) es un expresidiario que, tras haber pasado dos décadas encarcelado por robar un mendrugo de pan, ha tratado de reformarse y convertirse en un hombre de bien. Sin embargo, el inspector de la policía francesa Javert (Rush) sigue obsesionado con Valjean, y con poder demostrar que, pese haber sido puesto en libertad, sigue siendo un delincuente. Por ello, y a pesar de que Valjean se ha convertido en una importante figura política bajo un nombre falso, que se ha hecho cargo de una pobre costurera tuberculosa llamada Fantine (Thurman) y de la hija de ésta, Cosette (Danes), Javert no descansará hasta haberlo desenmascarado y volver a encarcelarlo. Además, la situación se complicará cuando Cosette se enamore de Marius (Matheson), un joven perteneciente a las fuerzas revolucionarias.

    "Los miserables" es una película cuidada al milímetro. Tal vez sea porque sus máximos responsables han sido conscientes de que no existía margen de error posible a causa de las significativas restricciones presupuestarias, o de la importancia de tratar con respeto una de las obras más importantes de la literatura universal. Sea como fuere, "Los miserables" es un espectáculo delicioso. La puesta en escena del danés Bille August brilla por su grandiosidad, aprovechando como nadie el formato panorámico para algunas de las escenas más importantes (atención al estallido de la revolución, o al plano en picado de Valjean llorando desconsolado tras ser defendido por el obispo, al comienzo del film), y consiguiendo que el ritmo de la película no decaiga ni un solo instante durante sus casi dos horas y cuarto de metraje. A este respecto, también llama la atención la facilidad con la que consigue que la historia conecte con el espectador (muy inspirado el guión de Rafal Yglesias), con independencia de la edad o condición de la platea.

    Asimismo, las interpretaciones de todo su reparto están a la altura de las circunstancias. Desde un Liam Neeson que demuestra que es uno de los mejores -y más infravalorados- actores de su generación, y que está imponente en todas y cada una de sus secuencias (especial atención merece, por ejemplo, aquella en la que se ve forzado a revelar su auténtica identidad durante el transcurso de un juicio para salvar la vida de un inocente, o aquella otra en la que consigue hacerse con la tutela de Cosette), pasando por un Geoffrey Rush magnífico aunque algo sobreactuado (tremendo en la secuencia en que Valjean le perdona la vida y éste le espeta que, a pesar de ello, lo cazará en cuanto vuelva a tener ocasión), y una Uma Thurman que vuelve a demostrar que hay vida mucho más allá de Quentin Tarantino (lástima que, por razones de su personaje, no pueda disponer de una participación más extensa). Ahora bien, el punto más flojo del film lo representan, precisamente, los intérpretes más jóvenes, ya que tanto Danes como Matheson hacen lo que pueden con unos personajes que da la sensación de quedarles demasiado grandes (ver, al respecto, el instante en que ambos se conocen, o su primer y furtivo encuentro).

    Por fortuna, y a pesar de que el largometraje cuenta con algún que otro altibajo, concentrado en especial durante su tercio final (es de los pocos instantes del film en que el público tiene la sensación de que la historia de amor entre los dos jóvenes no está a la altura del marco socio político que los envuelve, y del asalto final entre Valjean y Javert). Por fortuna, cierto es que "Los miserables" se mantiene particularmente fiel al desenlace que Victor Hugo narró en su obra, con toda la serie de acontecimientos que tienen lugar a la orilla del Sena, y que ofrece un tête à tête entre Neeson y Rush sin parangón, donde la impresionante partitura compuesta por el malogrado Basil Poledouris adquiere una presencia única.

    En definitiva, "Los miserables" es una película estupenda, realizada con una exquisitez fabulosa, y que demuestra que existen historias atemporales (como expresa el personaje de Valjean en un momento del largometraje, "El amor es el único futuro que Dios nos ha dado") y que, si se cuentan con el talento suficiente, consiguen emocionar y distraer a partes iguales.

  • MR. HYDE DICE:
  • Buah, qué peliculón! Yo tampoco me he leído la novela, pero no hace ninguna falta para disfrutar de una película como ésta. Es más, casi os aconsejo que esperéis a ver la peli antes que leeros la novela porque, como suele pasar, las pelis no suelen estar a la altura de los libros en los que se basan. Y sería una lástima que una película tan cojonuda como "Los miserables" os pareciera floja con respecto a la novela. Así que ya sabéis, por orden: peli, libro.

    Y aquí va otro consejo de vuestro amigo Hyde: quienes piensen que es un tostón porque es un drama épico con toques románticos, que no es muy interesante porque tiene que ver con un libro escrito hace la torta de años, o que no es nada del otro mundo, vedla y daros cuenta de lo equivocados que estáis. "Los miserables" es de esas pelis que, cuando acaba, estás con una sonrisa tonta de satisfacción en la cara, como diciendo "ah, pues sí que me ha gustado". Y lo mejor es que, con el tiempo, cuanto más pasa desde que la has visto, cuando la recuerdas, más tienes la sensación de que te ha gustado. ¿Y por qué? Bufff, pues por un huevo de cosas, pero vayamos una a una.

    Para empezar, los actores están todos de Oscar. Como os lo digo. A los que nos hacía gracia que Liam Neeson se hubiera vuelto un héroe de acción moderno -a la vejez, viruelas-, tendríais que verlo en "Los miserables". Si no hace que se os encoja el corazón durante los primeros diez minutos (cuando escapa de la cárcel y todo lo que pasa después con el obispo que lo acoge), es que tenéis la sangre de horchata. Geoffrey Rush lo borda, además, haciendo de malo malísimo que no para y lo persigue hasta la extenuación -para los de la E.S.O., "hasta la extenuación" = "hasta que el tío se queda hecho mierda"- (no os perdáis el momento en que tiene que pedir disculpas por haber acusado sin pruebas al prota, o como cuando le da un ataque de rabia porque se demuestra que tenía razón). Y del resto, pues tres cuartos de lo mismo, que Uma Thurman se sale por la puerta grande haciendo de tuberculosa (cuidadín con ese trozo en el que se pone a "hacer la calle" con el resto de putas porque no tiene ni para comer, o como cuando está hecha polvo por la enfermedad en una cama cochambrosa y se ofrece sexualmente el casero para poder saldar parte de la deuda), y que Claire Danes hace de perlas de niñita de papá.

    Pero no todo es mérito del reparto (acojonante, por otro lado). El resto es impresionante. Por una parte, la forma en que está hecha. La historia pasa del drama humano al amoroso y de ahí a la movida de la revolución francesa (la segunda) con una facilidad que casi no te das ni cuenta. Y lo mejor es que todo es espectacular, sin ratear ni en decorados, ni en vestuario ni nada de eso. Ah, y no me olvido de la música, que es impresionante, tanto en la película como escuchándola sola -que es exactamente lo mismo que estoy haciendo yo ahora mismo mientras escribo esto-.

    Y, por último, me quedo con la historia. Repito que, sin tener ni repajolera de cómo es la novela, "Los miserables" habla de algo tan sencillo como el amor. Sí, vale, ya sé que suena cursi no, lo siguiente. Pero no me refiero a un tipo de amor de "chico conoce chica" (de eso, ya se encargan de hacernos sangrar los ojos las respectivas Jennifers). Aquí, el amor es más bien una especie de "amor humano", que sé que no es una forma muy fácil de hacer que entendáis lo que quiero decir, pero es como mejor creo que se puede definir. Los protas quieren ayudar al otro pase lo que pase y a cuesta de lo que les pueda pasar, sin importarles lo más mínimo. Pero, por suerte, en vez de hacerlo tan acaramelado que te vuelvas diabético, lo que consiguen es contar una historia emocionante que te engancha, que te atrapa, y que te clava al asiento durante algo más de dos horas, que se pasan que ni te enteras.

    Vale que es cierto que "Los miserables" tiene sus defectillos. Pero, en comparación con el resto, son tan chorras, que no merece la pena ni destacarlos. Es más, sin que sirva de precedente, creo que me limitaré a decir que estoy de acuerdo con los que señala Jekyll y, así, no me enrollo más de la cuenta. Así que ya sabéis chavales, "Los miserables" es un peliculón. No os la perdáis antes de que salga la versión musical que están preparando para final de año, porque ésta es de las buenas buenas.

    sábado, 25 de agosto de 2012

    CINE EN CARTEL: "EL LEGADO DE BOURNE"

    TÍTULO: EL LEGADO DE BOURNE

    DIRECTOR: TONY GILROY

    REPARTO: JEREMY RENNER, RACHEL WEISZ, EDWARD NORTON, SCOTT GLENN, JOAN ALLEN, OSCAR ISAAC, ALBERT FINNEY, STACY KEACH

    DURACIÓN: 135 min.

    AÑO: 2012

    GÉNERO: POLICIACO

  • EL DR. JEKYLL DICE:
  • A principios del dos mil, Matt Damon protagonizaba "El caso Bourne - The Bourne identity, 2002" que, casi sin hacer ruido, se convertía en uno de los éxitos de la temporada veraniega. Lo curioso es que, cuando este film salió en formato doméstico, se convirtió en un auténtico bombazo, consiguiendo ser uno de los títulos más vendidos tanto a nivel particular como en los canales de pago por visión. Sin duda, esto animó a los productores Frank Marshall y Kathleen Kennedy (habituales colaboradores de Steven Spielberg) a querer continuar con las aventuras que el escritor Robert Ludlum había creado sobre el papel. Así, bajo la dirección del británico Paul Greengrass, dos años después, se estrenaba "El mito de Bourne - The Bourne supremacy, 2004", logrando un éxito aún mayor, y descubriendo una nueva forma de hacer cine de suspense y acción (es más que conocida la facilidad con la que Greengrass "marea" al público con sus planos cortos y movimientos epilépticos de cámara). Por supuesto, como se suele decir, no hay dos sin tres, y tres años después de la primera continuación, llegaba a las pantallas "El ultimátum de Bourne - The Bourne ultimatum, 2007", convirtiéndose en la más taquillera de las tres, y consiguiendo no sólo unas críticas excepcionales, sino tres Oscars en apartados técnicos. Sin embargo, cuando tanto el director como la estrella principal decidieron no proseguir más con las aventuras del espía desmemoriado, en Hollywood pusieron a trabajar la maquinaria para poder seguir explotando el filón creado con las aventuras de este personaje. Así pues, esta semana se estrena entre nosotros "El legado de Bourne", donde el ascendente Jeremy Renner toma el testigo de Matt Damon y se mete en la piel de otro espía perteneciente al mismo programa secreto del que había salido Jason Bourne, teniendo que hacer frente a nuevas amenazas. Para esta ocasión, ha sido el guionista y ocasional director Tony Gilroy quien se ha puesto tras las cámaras.

    Aaron Cross (Renner) es un espía de la CIA destinado en Alaska, y que pertenece al programa secreto Treadstone, en el que su resistencia física y mental es puesta a prueba con el fin de conseguir una serie de agentes casi invencibles. Cuando Jason Bourne pone en jaque a la organización que ha diseñado el programa Treadstone, sus máximos responsables, liderados por el almirante Mark Turso (Keach) y el coronel Eric Byer (Norton), deciden borrar cualquier pista y archivo que les pueda comprometer, lo que también implica la muerte de todos los agentes implicados en el programa. Sin embargo, Cross consigue escapar y, ante la necesidad de seguir administrándose la medicación que le permite seguir estando plenamente en forma, se lanza a la búsqueda de la doctora Marta Shearing (Weisz), que se encargaba de facilitarle las dosis necesarias.

    En un caso como "El legado de Bourne", las comparaciones son inevitables. Es evidente que, al ser un largometraje que depende directamente de los tres films anteriores que se centraban por completo en el personaje de Jason Bourne, el público espera encontrarse con un atractivo similar al que contenía la trilogía protagonizada por Matt Damon. O, lo que es lo mismo, con una película repleta de intriga, suspense, y espectaculares secuencias de acción que surgían como consecuencia de lo que ocurría en el film, y no con la única intención de apabullar a la platea con ruidosas persecuciones y tiroteos. Sin embargo, aunque sí es verdad que "El legado de Bourne" cumple varias de estas expectativas, no es menos cierto que el film de Tony Gilroy se desmarca respecto a la trilogía original, no sólo a través de una puesta en escena más sosegada (muchísimo más cercana a la de Doug Liman -quien dirigió el primer film- que no a la de Paul Greengrass), sino tomando una línea argumental que difiere sustancialmente de la historia tratada en aquella. ¿Decisión acertada o craso error? Como casi siempre, depende.

    Tal y como hemos apuntado, "El legado de Bourne" es una película interesante, narrada con brío y de lo más entretenida. Ahora bien, el hecho de que la trama de espionaje basada en el borroso pasado del protagonista haya sido sustituida por una nueva historia que juega con elementos tales como la modificación genética no tendría por qué jugar en contra del film... si no fuera porque éste nunca va más allá de dicha premisa. En efecto, "El legado de Bourne" se limita a aportar una idea innovadora y desviar la atención del público hacia ella, sin llegar ni a completarla, ni a redondearla del todo. Por ello, desde que los protagonistas deciden poner rumbo al laboratorio clandestino que se encuentra en Manila, hasta que finaliza el largometraje, el espectador se queda esperando un "algo" mucho más sólido que justifique las -excelentes- persecuciones o las -impresionantes- secuencias de acción. Asimismo, la relación entre Cross y la doctora Shearong nunca resulta creíble del todo (ver la escueta secuencia en Manila, una vez que Aaron se ha infectado con el virus), y apuntes tan interesantes como el verdadero reclutamiento y adiestramiento de Cross (narradas de forma excelente en una serie de flashbacks que ofrecen una imagen impresionante de Jeremy Renner), se quedan tan sólo en breves menciones con las que se podría haber jugado más y ayudar a redondear la película. Todo ello, por no mencionar que podrían haber dado muchísimo más de sí personajes secundarios como los interpretados por Joan Allen, Albert Finney, Scott Glen o Edward Norton quien, aquí, se limita a ser un malo muy light de la función.

    En lo que al aspecto técnico se refiere, "El legado de Bourne", si bien podría clasificarse como un film correcto, no llega a alcanzar la brillantez de determinados elementos con los que sí contaban los tres largometrajes anteriores. Por ejemplo, la partitura de James Newton Howard no llega a resultar tan trepidante como la compuesta anteriormente por el hanszimmeriano John Powell, y el montaje, aunque mucho más reposado que el que había empleado por el oscarizado Christopher Rousse, no consigue que secuencias más reposadas (la presentación del personaje de la doctora Shearing en el laboratorio, el interrogatorio en su casa, la llegada de Cross al refugio) evite los altibajos en el ritmo de la acción.

    En resumidas cuentas, "El legado de Bourne" es una película entretenida, que cumple perfectamente el propósito de entretener al público, pero que pierde enteros si se compara con los films anteriores acerca del personaje, pudiendo llegar a dejar en el espectador la sensación de haber sido "timado" al esperar encontrarse con un film que, al final, no es lo que parecía.

  • MR. HYDE DICE:
  • Esto no es Jason Bourne, es Pepe Hood. Para los que no sepáis quién es Pepe Hood (señal de que no leéis muy a menudo el blog, muy mal), os lo resumo diciéndoos que es cuando hacen una peli sobre una cosa o una persona en particular, y lo que se cascan no tiene nada que ver con lo que esperabas -algo como lo que le pasó a un amigo mío cuando fuimos a ver el "Robin Hood" de Ridley Scott -de ahí la coña-. Bueno, pues esta última peli de Jason Bourne sin Jason Bourne (jodida la cosa ya de entrada) tiene de las tres pelis de Jason Bourne anteriores lo que yo de fraile. ¿Quiere decir eso que es una patata? Hombre, yo tampoco diría eso, que las he visto peores. ¿Merece la pena verla en el cine? Pssss, me remito a mi respuesta anterior, que he pagado por ver truños más grandes. ¿Está chula? Eh, que para saberlo tenéis que leer los párrafos siguientes.

    "El legado de Bourne" es una peli bastante distraída. Dura algo más de dos horas y a mí se me pasaron volando, lo que suele ser buena señal. Es muy distraída, consigue engancharte, y las escenas de acción están bastante curradas. Ahora bien, para disfrutar a tope de "El legado de Bourne" es imprescindible hacer una cosa: no compararla con ninguna de las tres pelis de Matt Damon. ¿Que por qué? Pues porque "El legado de Bourne" se parece a ellas como que un huevo a una castaña. Los que esperéis encontraros una historia de espías, programas secretos, documentos clasificados e intriga política, ya os podéis ir olvidando. En lugar de eso, sí que mantienen el ritmo de acción y suspense (saber quién demonios es el prota, y por qué es tan rematadamente bueno, que ni el Steven Seagal era tan chungo de matar), los momentos de acción tan espectaculares como increíbles (me quedo con todo lo que pasa en Manila, tanto a pie como en moto), y los listillos de la CIA, del Pentágono o de donde coño sean queriendo controlarlo todo desde una sala llena de tíos frente a una pantalla y mogollón de controladores de satélites. Pero, como os digo, eso es lo único que tiene en común con las otras aventuras de Bourne. Así que, ¿qué es lo que hace que Jason Bourne sea Pepe Bourne? Seguid leyendo, va, no seáis perros, que os lo digo ahora mismo.

    "El legado de Bourne", en mi opinión -que, al fin y al cabo es la que cuenta aquí-, lo que hace que sea un poco patata (y, por tanto, diferente a las otras películas) es la historia. ¿Experimentos genéticos? ¿Súper espías con el mono que hacen lo que sea por un chute? ¿Saltar en un par de minutos de los EEUU a Manila como quien se va al pueblo de al lado? Venga va, no me jodas, con lo bien que habíamos llegado hasta aquí. Pero, lo peor del asunto, no es que se hayan pegado el pedo mental en eso de la historia sino que, cuando parece que la cosa ya está más o menos encaminada (después de un montón de fiambres, peleas a lo Jackie Chan, y persecuciones que si las hago yo estoy hospitalizado un año entero), resulta que va y... ¡¡¡se acaba!!! Y tú te quedas con cara de flipado pensando "no es posible que termine así". Pero sí colega, me temo que sí.

    Así que no te queda más remedio que pensar en lo que te ha molado de esta peli (repito, me quedo con la persecución por los tejados y en moto), y esperar que si hacen otra continuación del palo "Sé lo que Bourne hizo el último verano" tenga más que ver con lo que hacía el Jason Bourne de verdad, es decir, con los argumentos esos súper interesantes de espías, programas secretos, documentación comprometida y demás, y no tanto con la coña de cromosomas y súper espías a los que se les quiere dar pasaporte. Por suerte, "El legado de Bourne" consigue entretenerte lo suficiente como para que no te entren ganas de mentarles la parentela a los que se han sacado esta peli de la manga. Pero, insisto, ni se os ocurra compararla con el Bourne original, porque ésta última os parecerá una mierda pinchada en un palo. Estáis avisados.

    viernes, 24 de agosto de 2012

    ESTRENOS DE VIDEOCLUB: "EL EXÓTICO HOTEL MARIGOLD"

    TÍTULO: EL EXÓTICO HOTEL MARIGOLD

    DIRECTOR: JOHN MADDEN

    REPARTO: JUDI DENCH, TOM WILKINSON, BILL NIGHY, MAGGIE SMITH, DEV PATL, CELIA IMRIE, RONALD PICKUP, PENELOPE WILTON, TENA DESAE

    DURACIÓN: 118 min.

    AÑO: 2012

    GÉNERO: COMEDIA

  • EL DR. JEKYLL DICE:
  • La carrera cinematográfica del director británico John Madden es de lo más desconcertante. Primero, tras una serie de pequeños largometrajes, consigue llamar la atención con dos "comedias de época" ("Su Majestad Mrs. Brown - Mrs. Brown, 1997", "Shakespeare enamorado - Shakespeare in love, 1998") que, además, adquieren gran importancia en las ceremonias de los Oscar de finales de los noventa. Sin embargo, en vez de seguir ese mismo camino, o una línea similar en la temática de sus siguientes films, Madden decide apostar por una gran aunque fallida superproducción ("La mandolina del capitán Corelli - Captain Corelli's mandolin, 2001"), por una pequeña producción de corte más intimista también fallida ("Proof (la verdad oculta) - Proof, 2005"), y por la adaptación de una novela negra del escritor Elmore Leonard ("Killshot - Killshot, 2008") que, pese a su innegable aire de thriller y unas interpretaciones más que decentes, no consigue estar a la altura de las expectativas. Sin embargo, tras haber estrenado el año pasado la muy interesante "La deuda - The debt, 2011", Madden sorprende de nuevo con una historia sencilla, repleta de buenos sentimientos, con un lujo de reparto, y cuya acción transcurre, nada más y nada menos, que en La India. Bienvenidos, a "El exótico Hotel Marigold".

    Un grupo variopinto de ancianos ingleses, formado por el juez del Tribunal Supremo Graham Dashwood (Wilkinson), la recientemente viuda Evelyn Greenslade (Dench), el arruinado matrimonio formado por Douglas y Jean (Nighy y Wilton, respectivamente), los pícaros Madge (Imrie) y Norman (Pickup) y la cascarrabias y xenófoba Muriel Donnelly (Smith), viaja a Bangalore, en La India, por diferentes motivos. Allí, son recibidos con gran entusiasmo por Sonny Kapoor (Patel), el joven dueño de un ruinoso hotel llamado Marigold, que pretende reflotar el negocio que ha heredado de su idealista padre, a la vez que pretende que su posesiva madre acepte la relación que éste mantiene con una muchacha local llamada Sunaina (Desae).

    "El exótico Hotel Marigold" es una película sorprendente. Partiendo de un comienzo en el que, en a penas tres minutos por personaje se presenta a casi todo el vasto reparto del film, Madden no tarda en trasladar la acción a La India. Lo que podría parecer una decisión arriesgada, al no permitir al espectador empatizar con cada uno de los personajes, es una de las decisiones más acertadas del largometraje. De este modo, el público tiene ocasión de asistir a un original viaje del inmserso británico, y de la forma que cada uno de ellos tiene no sólo de afrontar la vejez, sino de ver la vida al final del camino, de considerar nuevas oportunidades, o de hacer frente a sus demonios personajes.

    Sin embargo, "El exótico Hotel Marigold" no se limita a ser un retrato crepuscular de la vida de sus personajes. Al contrario, parece que la intención del guionista Ol Parker sea la de demostrar que nunca es tarde para cambiar de vida, para lo que crea diferentes set pièces que protagoniza cada uno de los ancianos, y en los que hay cabida para la comedia más descacharrante (los intentos de ligoteo de Norman y Madge -impagable la secuencia en que éste trata de camelarse a una mujer en un elegante restaurante, o aquella otra en la que Madge finge ser una miembro de la realeza británica para no tener que pagar el acceso a un exclusivo club-), para los momentos más dramáticos (los verdaderos motivos por los que Graham ha emprendido el viaje), conmovedores (la integración en la cultura hindú de Evelyn, o la liberación de prejuicios por parte de Muriel tras conocer a la familia de una de las empleadas del hotel), y románticos (las peripecias por las que tiene que pasar Sonny con tal de que Sunaina sea admitida por su madre).

    Ahora bien, si en "El exótico Hotel Marigold" hay cabida para todas estas temáticas, no es casualidad. Cierto es que el largometraje es una fell good movie en toda regla aunque, no por ello, deja de ser un tanto tramposo. En efecto, la acción se desarrolla casi en un cien por cien en La India aunque, con tal de que el espectador quede encantado con la historia de los ancianos que deciden darle una segunda oportunidad a la vida, Madden ofrece una visión irreal del país asiático. Prueba de ello es que, las únicas particularidades de la cultura y sociedad hindú son retratadas de pasada a la llegada de los personajes a Bangalore (divertidísima la secuencia en el autobús), y sin entrar para nada en aspectos como la miseria, la pobreza o la explotación humana. De hecho, no hay más que echar un vistazo a instantes como aquel en el que Graham recorre el barrio en el que había pasado su juventud: los edificios que él recuerda han sido derruidos, dando lugar a una serie de chabolas y casas improvisadas en la que ni la imagen de unos niños callejeros jugando en la calle da la impresión de ser algo lamentable (por poner un ejemplo). En vez de transmitir una impresión de pobreza, Madden apuesta por una semi redención del personaje de Graham, que opta por recordar viejos tiempos mientras juega al cricket con los críos.

    Por supuesto, una buena dosis de realidad (más o menos en la línea de lo que mostraba "La ciudad de la alegría - City of joy, 1992", película también bonita aunque algo más realista), hubiera arruinado la armonía del resto del film, así como los increíbles paisajes fotografiados de forma preciosa y preciosista por Ben Davis (no se pierdan detalle de las vistas en las de la localidad en la que se celebra un funeral, en el tercio final). Al fin y al cabo, la intención de Madden y de su irrepetible reparto no es otra que la de hacer sentir bien al espectador, contar una hermosísima historia, y hacer que el público se lo pase lo mejor posible. Por suerte, sin duda es así como sucede, pues "El exótico Hotel Marigold" es una de las propuestas más simpáticas que se encuentran en alquiler esta semana y, probablemente, una de las más agradables que hemos tenido ocasión de ver en lo que va de año.

  • MR. HYDE DICE:
  • Me ha encantado "El exótico Hotel Marigold". La verdad es que cuando la vi salir en el cine no me llamó nada la atención. Suponía que sería la típica tontería de cuatro abuelos que se quieren hacer los graciosos en un viaje de esos en los que no pasa nada más que los cuatro dramones de costumbre. Pero mira tú por dónde, que resulta que va y "El exótico Hotel Marigold" no tiene nada que ver con eso. Desde el principio, cuando ya empiezas a ver de qué pie cojea cada uno de los viejos, la peli empieza a parecerte interesante. Y lo mismo podría decirse del momento en que llegan a La India. Desde luego, lo que ves, por mucho que te parezca divertido, no es como para animar a cualquiera a viajar hasta allí pero, dejando eso de lado, la simpatía del chavalín que dirige el hotel es tan grande, y tan destartalado el lugar (no os perdáis cuando el chico trata de convencer a una de las viejas de que no tener puerta en su habitación es la leche de moderno), que no puede hacer otra cosa más que caerte bien, y reírte con todo lo que va pasando.

    Sé que la comparación hay que cogerla un poco con pinzas, pero es como si "Slumdog millonaire - Slumdog millonaire, 2008" -película que nunca me canso de ver de cuando en cuando- la hubieran hecho en plan comedia. Donde aquella era un dramón medio romántico con final feliz, "El exótico Hotel Marigold" es un poco lo mismo, pero en todo de comedia súper simpática. Además, lo bueno que tiene el asunto es que, gracias a que hay un montón de historia de cada uno de los abuelos, tienes ocasión de divertirte con cada una de ellas que, también por suerte, son diferentes (si no, hubiera sido muy cansino). Yo, particularmente, no sabría con cuál de todas quedarme, porque cada una tiene su encanto especial: la de dos viejos salidorros que quieren pillar cacho como sea es cojonuda; la del juez que quiere saldar una antigua cuenta, pese a lo chunguete del tema, también es muy bonita; la de la señora que va a operarse y que les tiene tiña a los hindúes, empieza cayéndote mal pero, poco a poco, la cosa se soluciona; y las otras, también consiguen engancharte a su manera.

    Por supuesto, para cualquiera al que le guste disfrutar de unas buenas actuaciones, "El exótico Hotel Marigold" es una gozada. No sólo está la flor y nata de muchos de los actores ingleses veteranos más importantes del momento, sino que cada uno de ellos hace que te diviertas de una forma diferente (yo me sigo quedando con el viejo que se las da de mujeriego, y que no duda en bañarse delante de quien haga falta, sin vergüenza de que le vean la pirindola). Ah, y, por supuesto, también hay tiempo para las historias románticas entre gente más joven y que, aunque no es tan interesante como las de los abuelos, sí que hace que todo sea un poco más agradable aún si cabe.

    En fin, que os aconsejo que descubráis "El exótico Hotel Marigold", y os dejéis sorprender por lo chula que es, y por lo guay que es su historia. No tiene nada que ver con dramas de esos que pasan en La India, sino que es una comedia alegre a más no poder, con unas vistas impresionantes del país, y con la intención de que te lo pases bien para que, cuando acabe, tengas una sonrisa en la cara. A mí, por lo menos, es lo que me pasó, así que me parece, sin duda, el mejor estreno en videoclub de la semana (y, tal y como parece que va el resto del mes, posiblemente también lo sea de lo que queda de verano).

    jueves, 23 de agosto de 2012

    CINE ACTUAL: "SEÑALES"

    TÍTULO: SEÑALES

    DIRECTOR: M. NIGHT SHYAMALAN

    REPARTO: MEL GIBSON, JOAQUIN PHOENIX, ABIGAIL BRESLIN, RORY CULKIN, PATRICIA KALEMBER

    DURACIÓN: 106 min.

    AÑO: 2002

    GÉNERO: SUSPENSE

  • EL DR. JEKYLL DICE:
  • Tras haber convencido a medio mundo de que un niño podría interactuar con los muertos -"El sexto sentido - The sixth sense, 1999"-, y de hacerle creer a Bruce Willis que es un súper héroe de acción moderno -"El protegido - Unbreakable, 2000", M. Night Syamalan tomó como base de su siguiente film como director y guionista una serie de extraños fenómenos que habían tenido lugar a lo largo y ancho del mundo durante el pasado siglo, y que habían dejado unas marcas asombrosamente grandes en vastas extensiones de terreno. Partiendo de este hecho, Shyamalan diseñó un largometraje que, tomando al actor Mel Gibson como eje principal de la historia, desarrolla una misteriosa trama entorno a este hecho insólito, al tiempo que también aprovecha para tratar temas como el poder de la fe o la importancia de la familia.

    Graham Hess (Gibson), tras la pérdida de su mujer, Colleen (Kalember) en un accidente de tráfico, perdió la fe, por lo que tuvo que dejar su trabajo como pastor. Desde entonces, se hace cargo de una pequeña granja a las afueras de Filadelfia, donde vive con su hermano, Merrill (Phoenix), y sus dos hijos, Bo y Morgan (Culkin y Breslin, respectivamente). Un día, de buena mañana, una serie de círculos y señales gigantescas aparecen en medio de su plantación de maiz, sin que encuentren una explicación lógica. Cuando este fenómeno comienza a reproducirse simultáneamente en diferentes partes del mundo, los Hess empiezan a pensar que, tal vez, haya algo mucho más peligroso detrás de ello.

    "Señales" es un film tremendamente irregular. Por una parte, Shyamalan introduce de lleno al espectador en una trama de suspense muy bien llevada, a través de una puesta en escena efectiva de principio a fin, y con un dominio de la acción espectacular. Ahora bien, que "Señales" esté bien hecha no quiere decir que sea buena película, ni mucho menos. De hecho, el punto flojo del largometraje es su guión, plagado de diálogos imposibles, situaciones previsibles y resoluciones ridículas. Así pues, lo que podría haberse convertido en un film extraordinario, muy en la línea de la intriga que hizo mundialmente famosa la primera colaboración del director con Bruce Willis, termina por diluirse en una acumulación de tópicos, a cada cuál más bochornoso.

    Por poner un ejemplo, en lo que se refiere a la acertada puesta en escena de Shyamalan (uno de los pocos directores actuales que presta una atención extraordinaria al diseño de sonido y montaje de efectos sonoros), ya desde el comienzo, con esa secuencia sin diálogo en los maizales de la granja de los Hess momentos antes de descubrir las señales en el campo, el público queda enganchado al misterio que se le plantea. Esta sensación se incrementa aún más en otras secuencias tan bien realizadas como aquella en la que Graham escucha una serie de extraños sonidos desde el salón de su casa a través del aparato de escucha para bebés, o como cuando utiliza el filo de un cuchillo a modo de espejo para observar qué se esconde tras una puerta -con el consecuente susto que se llevan los espectadores-. Sin embargo, como me ha apuntado siempre Hyde a propósito del suspense de "Señales", el momento cumbre del film es, sin duda, lo que acontece en el sótano de la granja de los Hess, y con lo que no me voy a extender demasiado en explicaciones, pues él ha prometido que ya lo mencionaría en su parte de crítica.

    La otra cara de la moneda de "Señales" la representa, como apuntábamos unos párrafos más arriba, el guión. El libreto que escribe el mismo director no se molesta en ocultar situaciones de lo más previsibles como la pérdida de la esposa de Graham (la secuencia resulta tan increíble como ridícula), la reacción agnóstica de aquellos a quienes los Hess previenen de lo que está sucediendo (las autoridades locales siempre son retratadas como los incompetentes de la función en el cine de Shyamalan), o el plano final con el que concluye el largometraje.

    Por fortuna, entre los despropósitos del guión, se encuentra un equipo técnico de primera división, con el compositor James Newton Howard a la cabeza -impresionante la partitura compuesta-, el director de fotografía Tak Fujimoto -colaborador habitual tanto de Shyamalan como del oscarizado director Jonathan Demme-, y, sobretodo, los responsables de sonido antes citados. Lástima que el esfuerzo colectivo de todos no consiga que "Señales" sea un film tan fácil de ver como de olvidar.

  • MR. HYDE DICE:
  • "Señales" es una mierda de película con un momento magistral, de esos que te dejan clavado a la silla, sin aliento. Merece la pena verla sólo por eso porque, el resto, es una mamarrachada de mil demonios. Se pasan casi dos horas con la intriga esa del "qué será", con cosas que ni tú ni los que salen en la peli entienden, haciendo que todo sea muuuuy misterioso, y jugando a despistarte de mala manera para, al final, soltarse un pedo cerebral de aquí a mañana, y usar la excusa más fácil imaginable para resolver el pollo que han ido montando. Pero bueno, como casi siempre, en "Señales" hay cosas buenas y malas, así que iremos por partes.

    Empezando por lo bueno -para variar un poco-, como os acabo de decir, "Señales" tiene diez de los mejores minutos de una película de terror / suspense (táchese lo que proceda). Por supuesto, me estoy refiriendo al trozo ese que pasa en el sótano de la granja. Desde el momento en que se va la luz de la casa de los protas y se tienen que meter en el sótano, todo lo que pasa con el hijo pequeño y esa falta de luz (no entiendo mucho de cosas técnicas, pero el sonido que tiene todo ese momento es brutal, y está hecho de forma que te pone los pelos de punta) es acojonante de principio a fin. De esos momentos en que ni parpadeas, ni casi respiras, bien porque intuyes que el susto padre está al caer, o porque no te quieres perder ni un solo segundo de lo que no se ve. Sí, sé que suena raro decirlo así, sobretodo porque es literal lo de que no se ve nada (la pantalla está en negro durante, por lo menos, un minuto) pero, en cambio, ya te digo yo que se oye hasta cada crujido de la madera de las paredes de ese sótano. Brutal, impresionante, de lo mejor que he visto en mucho tiempo.

    Lástima que parece que haya sido sólo en ese trozo donde los que han hecho "Señales" apuesten por eso de sugerir más que enseñar. Porque sí, desde que "Señales" empieza y aparecen esos agujeracos en medio del maizal (qué gracia los aliens de turno, destrozándole a un pobre hombre su cosecha), el tono de la peli es de súper misterio, en plan qué será eso de lo que se habla en todo el mundo, y tal. Es más, hay un momento en que el protagonista llega a su casa y se ve a su hermano y a los dos hijos sentados en un sofá, con un trozo de aluminio en la cabeza a modo de gorro para que, según ellos, los extraterrestres no les puedan leer el pensamiento. Ahí, justo ahí -si no me creéis, conseguid la peliculita y lo comprobáis vosotros mismos-, es el prota el que, haciéndose el machito, les dice que se dejen de chorradas y le ayuden a no sé qué historias en vez de seguir ahí quietos haciendo el capullo. Así que tú, que tienes la esperanza de que la historia de la peli sea más original de lo que parece que están sugiriendo, piensas: "OK, está claro, dicen lo de los aliens para que tú pienses que, al final, saldrán unos marcianos en plan de hola, muy buenas. Pero seguro que no es eso, que hay otra cosa mucho más interesante y, con un poco de suerte, que dé algo de canguelo, así me lo paso pipa". Vale, ahora la pregunta, ¿a que no sabéis qué es lo que pasa al final? ¡Los putos aliens! Sí, sé que deciros esto aquí es reventaros el final de "Señales", pero creedme que os estoy haciendo un favor. Porque cuando te das cuenta de que has estado enganchado a una cosa así para que, al final, se suelten la pollada de turno, es tan decepcionante, que más vale ahorrarse el cabreo.

    Por lo demás, pues qué os puedo decir, que mucho ruido y muy pocas nueces. Que Mel Gibson pone la misma cara tristona de siempre (vamos, la que pone cuando hace de hombre frustrado, de perdedor, o de todo a la vez -aquí es porque el tío es un pastor ha perdido a su mujer y perdido la fe... qué profundo-), y el resto de "Señales" se limita a poner la música esa acojonante en cuanto empieza a pasar algo así misterioso, cuando los que salen en la peli andan por su casa despacito y a oscuras (¿es que nunca aprenden a dar todas las luces para ver con claridad y no llevarse los sustos que luego se pegan?), y a querer tener ese final así en plan sorpresa que tenían las pelis anteriores del director. En fin, que si la queréis ver, que tengáis claro que el final es una patata monumental, y que te pasas todo el rato intrigado por una tontuna tan monumental que hace que el resto haya sido humo. Una pena, una decepción, y un cabreo de huevos.

    miércoles, 22 de agosto de 2012

    CINE DE LOS 90: "ROBIN HOOD, PRÍNCIPE DE LOS LADRONES"

    TÍTULO: ROBIN HOOD, PRÍNCIPE DE LOS LADRONES

    DIRECTOR: KEVIN REYNOLDS

    REPARTO: KEVIN COSTNER, MORGAN FREEMAN, ALAN RICKMAN, MARY ELIZABETH MASTRANTONIO, CHRISTIAN SLATER, NICK BRIMBLE, MICHAEL WINCOTT, GERALDINE MCEWAN

    DURACIÓN: 135 min.

    AÑO: 1991

    GÉNERO: AVENTURAS

  • EL DR. JEKYLL DICE:
  • A principio de los años noventa, Kevin Costner ya era toda una estrella en el panorama cinematográfico del momento. Tras haber participado en uno de los mejores films policíacos de la década anterior -nos referimos, por supuesto, a "Los intocables de Elliot Ness - The untouchables, 1987"-, y de haber logrado siete Oscar (incluyendo a la mejor película y director) con su debut tras la cámara con "Bailando con lobos - Dances with wolves, 1990", Costner no tardó demasiado en decidir qué proyecto protagonizar a continuación. Así pues, mientras se preparaba para el papel de fiscal Jim Harrison en el tenso drama de Oliver Stone "J.F.K. - J.F.K., 1991", antes prefirió encarnar a uno de los héroes más famosos del cine de aventuras, convirtiendo por segunda vez consecutiva una película protagonizada por él en uno de los éxitos indiscutibles del año.

    Robin de Loxley (Costner) regresa a su Inglaterra natal tras escapar del cautiverio que sufría en manos moras, como consecuencia de su participación en las cruzadas. En su huída, Robin libera a un preso árabe llamado Azeem (Freeman), que jura devolverle el favor de salvar su vida. Sin embargo, cuando Robin llega a las tierras de su padre, descubre cómo el sheriff de Nottingham (Rickman) se ha hecho con todas las propiedades de Loxley tras haberle acusado falsamente de herejía. Así pues, considerado un proscrito dentro de sus propias tierras, Robin se ve obligado a enfrentarse al sheriff y sus hombres, con la ayuda de una serie de hombres y mujeres que viven en un frondoso bosque, mientras procura recuperar lo que le ha sido arrebatado, y conquistar a Lady Marian (Mastrantonio), hermana de uno de sus mejores amigos, y dama prometida con el sheriff.

    Al igual que sucedería al año siguiente con los largometrajes acerca de Cristóbal Colón y el descubrimiento de América, y como ha pasado recientemente a lo largo del presente año con el cuento de Blancanieves, a principios de los noventa, "Robin Hood, príncipe de los ladrones" no fue el primer film acerca de Robin Hood que se estrenó casi de forma simultánea (el otro fue el más televisivo "Robin Hood, el magnífico - Robin Hood, 1991"). No obstante, era más que evidente cuál de las dos propuestas apostaba no sólo por un presupuesto mucho más superior que la otra, sino también cuál tenía la intención de convertirse, aparte de en un gran éxito de público, en una de las mayores súper producciones del año. Los secretos de semejante resultado son varios.

    En primer lugar, la puesta en escena. No es que "Robin Hood, príncipe de los ladrones" sea un ejemplo de planificación y ejecución escénica. De hecho, la puesta en escena de Kevin Reynodls (responsable de las muy superiores "La venganza del conde de Montecristo - The count of Montecristo, 2002" o "Tristán e Isolda - Tristan & Isolde, 2006", por poner dos ejemplos) es bastante más simple de lo que cabría esperar. A excepción de las escenas de acción -tras las que, casi siempre, se suele esconder la figura del director de segunda unidad-, y de dos o tres secuencias destacables (la cámara siguiendo el punto de vista subjetivo de una flecha lanzada por Robin Hood, o el duelo final de espadas entre Robin y el sheriff), el peso del resto del largometraje recae sobre los hombros de los protagonistas y del grado de realismo aportado por un correcto diseño de producción (excelente en el caso de las entrañas de la ciudadela, y algo más flojo en cuanto a los decorados del bosque). Ahora bien, mientras que Costner también resulta ser mucho más un caso de presencia que no de actuación, son otros intérpretes como Freeman y Rickman los que convierten a sus personajes en vivos ejemplos de lo que es una performance convincente, simpática y elegante.

    Ahora bien, dejando de lado las pretensiones artísticas de la película, "Robin Hood, príncipe de los ladrones", como producto de fácil consumo, se deja ver y disfrutar con tremenda facilidad. Afortunadamente, los algo más de ciento veinte minutos que dura, no pesan en ningún momento, gracias al ritmo dinámico que se desprende de un libreto construido con vistas no a convertir el film en un ejemplo de buen saber hacer cinematográfico, sino en un espectáculo con el que el público se divierta y entretenga a partes iguales. Y, a este respecto, "Robin Hood, príncipe de los ladrones", da en el blanco a la perfección. La prueba más clara de ello es que, al terminar el largometraje, el espectador tan sólo es capaz de recordar lo bien que se lo ha pasado, lo entretenida que ha sido la función, y lo bueno que es pasarlo bien con pasatiempos de este calibre.

    Así pues, en resumidas cuentas, "Robin Hood, príncipe de los ladrones" es una película con la que poder pasar un rato agradable, distraída y emocionante, y que logra disimular sus defectos como obra gracias a un ritmo y puesta en escena que lo convierten en un entretenimiento de primera.

  • MR. HYDE DICE:
  • Pues mirad, por una vez, y sin que sirva de precedente, voy a empezar yo la crítica en plan profesional con cosas técnicas de la película. No sé si os ha pasado alguna vez eso de ver una película que, en líneas generales os ha gustado, pero tener la sensación de que ha sido por una cosa en concreto. Por poneros un ejemplo, recuerdo cuando vi esa obra maestra indiscutible del cine que es "Destino final 5 - Final destination 5, 2011" (sí, estoy siendo de un sarcástico que asusta), me dejaron flipado dos cosas: la música y las letras del principio, que estaban súper curradas. Bueno, pues salvando las distancias, creo que algo así es lo que me pasa con "Robin Hood, príncipe de los ladrones", que no puedo evitar tener la sensación de que es una película súper distraida y divertida gracias al pedazo banda sonora de Michael Kamen, que en paz descanse. Os prometo que la película no sería lo mismo sin temazos como el que se escucha cuando salen las letras del principio, o en otros más romanticones, como cuando Robin Hood se despide de Marian antes de que ella vuelva al castillo en Nottingham (la pista de la banda sonora creo que se llama Marian at the waterfall). No es que el resto sea una patata, porque otra cosa no, pero entretenerte te entretiene que da calambre. En fin, sé que es una cosa un poco complicada de hacer entender, así que mejor le dejamos el rollo metafísico al de arriba y nosotros vamos a lo que importa.

    No sé por qué, he escuchado decir bastantes veces -a algún que otro iluminado, dicho sea de paso-, que "Robin Hood, príncipe de los ladrones" es un churraco de película y que, con tal de que Kevin Costner saliera en casi todos los planos de la peli, fueron capaces de hacer una cosa más para críos que no una peli de aventuras así en plan serio como se esperaba. Bueno, pues no tengo ni pajolera idea de qué esperaban encontrarse, si una obra de Shakespeare (para los de la E.S.O., "Shakespeare" = "un inglés que vivió hace un huevo y que escribía historias) o algo parecido. A mí, desde luego, incluso viéndola más de veinte años después de hacerlo por primera vez en el cine (me refiero a ver la película, ¿eh?), me sigue pareciendo un entretenimiento de primera. Por supuesto, tampoco hay que pedirle peras al olmo, ni esperar que esto sea el peliculón del siglo, porque tampoco es eso. Pero consigue que las dos horas y pico que dura se te pasen volando, y que te lo pases pipa con una historia de aventuras de lo más chula.

    Además, por si fuera poco que se hayan preocupado por hacer que "Robin Hood, príncipe de los ladrones" fuera la típica peli de palomitas, resulta que va y se salen por la puerta grande en dos cosas más. La primera, los secundarios. Ver a Morgan Freeman haciendo de guerrero moro repartiendo mandobles al primero que le tose es cojonudo, y ese cameo final de Sean Connery como Ricardo corazón de león, no tiene precio. La segunda, el malo. Creo que pocas veces un malo ha sido tan divertido y te ha caído tan bien, a pesar de ser un joputa de cuidado. Es el mismo que había hecho antes de malo en "Jungla de cristal - Die hard, 1988", pero mientras en ésta se tomaba muy en serio el papel de malo chungo de matar, en "Robin Hood, príncipe de los ladrones", el tío disfruta como un enano haciendo de malo malísimo (no os perdáis cuando insiste en que le quiere sacar el corazón a Robin Hood con una cuchara, o como cuando trata de borrar una cicatriz que le han pintado a una estatua suya como la que le acaban de hacer a él en la cara).

    Y, por supuesto, momentazos brutales. Evidentemente, el de cómo Robin Hood demuestra que es el puto amo en eso de disparar con el arco delante de todos los renegados del bosque de Sherwood, o como cuando dispara una flecha con fuego a cámara lenta antes de que un verdugo le rebane el pescuezo a uno de sus colegas. Por lo demás, ya os digo que es "Robin Hood, príncipe de los ladrones" es una película bastante guay, de esas por las que no te sabe mal haber estado dos horas y pico delante de la tele. Puede que haya momentos en que el bosque en el que pasan muchas de las cosas parezca un poco de cartón piedra pero bueno, tampoco se puede ser tan quisquilloso. Yo, desde luego, os la recomiendo y, por supuesto, que os pilléis la banda sonora a la de ya y disfrutéis de lo lindo con esa música tan estupenda.

    martes, 21 de agosto de 2012

    CINE DE LOS 80: "MEMORIAS DE ÁFRICA"

    TÍTULO: MEMORIAS DE ÁFRICA

    DIRECTOR: SYDNEY POLLACK

    REPARTO: ROBERT REDFORD, MERYL STREEP, KLAUS MARIA BRANDAUER, MICHAEL GOUGH, MICHAEL KITCHEN

    DURACIÓN: 145 min.

    AÑO: 1985

    GÉNERO: ÉPICO

  • EL DR. JEKYLL DICE:
  • El cine épico -comprendiendo tanto clásicos más célebres como, por ejemplo, las dos versiones de "Los diez mandamientos" de De Mille, "Ben-Hur - Ben-Hur, 1959" o "Cleopatra - Cleopatra, 1963", hasta producciones más recientes como "Braveheart - Braveheart, 1995" o "300 - 300, 2007"- se ha caracterizado por tratar una serie de temas vinculados de un modo u otro con la narración de grandes historias, espectaculares secuencias repletas de extras, y descomunales presupuestos. En la mayoría de estas producciones, también se da el caso de que coinciden en su temática, pues son de sobra conocidos los films peplum, o las recreaciones de espectaculares dramas históricos. Sin embargo, dentro de este sub-género cinematográfico que es el épico, Hollywood rara vez lo ha realizado para desarrollar una historia de amor entre sus dos protagonistas. Cierto es que hay excepciones recientes que pueden confirmar la regla, como es el caso de "Leyendas de pasión - Legends of the fall, 1994", o la mastodóntica "Titanic - Titanic, 1997" aunque, no obstante, se trata más bien de casos poro frecuentes. Seguramente sea por ello que cuando, a mediados de la década de los ochenta, se estrenó "Memorias de África", su éxito fue tan rotundo, pues no sólo narraba una bellísima historia de amor, sino que también lograba transmitir ese amor no sólo hacia sus protagonistas, sino hacia todo un continente.

    Principios del siglo XX. Con el fin de adquirir un título nobiliario que realce su estatus social , Karen (Streeep) contrae matrimonio con el barón Bror Blixen (Brandauer), con el que se traslada desde su Dinamarca natal hasta Kenia, donde el barón ha adquirido una vasta plantación de café. A su llegada a Kenia, Karen, que se siente completamente abandonada a causa de los escaqueos amorosos de su marido, conoce a Denys (Redford), un aventurero indomable del que se enamora perdidamente. Sin embargo, la relación entre ambos, lejos de resultar sencilla, estará plagada de complicaciones tanto sociales como derivadas de la estancia de ambos en un continente tan fascinante como peligroso.

    No son pocos los que, cuando se estrenó hace un par de décadas "El paciente inglés - The English patient, 1996" vieron la influencia de "Memorias de África" en la inmensa mayoría de sus planos. No es mera casualidad. Al igual que en el oscarizado film dirigido por el malogrado Anthony Minghella, "Memorias de África" contiene una buena cantidad de factores que la convierten en un film casi único, a la par que, también existen otros que le impiden convertirse en una obra maestra. De entre los primeros, cabe destacar la espectacular puesta en escena de Sydney Pollack, que no sólo es capaz de retratar los maravillosos paisajes africanos como pocas veces un director ha sabido convertir el marco escénico en un personaje más del film. Pollack convierte "Memorias de África" en una experiencia extraordinaria, al conseguir que la cámara guíe al espectador a través del amor imposible y sufrimiento que viven los protagonistas, sin prisa, dejando que la historia respire sin presiones. Así se puede constatar en secuencias tan fascinantes como la de la llegada del matrimonio Blisken a Kenia (espectacular el plano del tren recorriendo los diferentes paisajes africanos), la de las numerosas cacerías y viajes a lo largo de la sabana que emprenden los personajes -en especial el que realiza Meryl Streep con el fin de poder reunirse con su marido- y, muy especialmente, el del vuelo en avioneta que realizan los amantes poco antes del final de largometraje, que ya es una de las secuencias más famosas de la historia del cine. Asimismo, sería injusto olvidar la labor del compositor John Barry, sin el que "Memorias de África" carecería por completo de ese lirismo y grandeza que inunda cada uno de sus fotogramas, o al a inimitable fotografía de David Watkin, que retrata la sabana africana con una belleza deslumbrante, y cuya iluminación acompaña a los personajes casi como si les acariciara (atención a la secuencia del baile en el que se afianza la historia de amor entre Karen y Denys).

    Ahora bien, toda esa epicidad tiene un pero importante. Cierto es que Pollack se recrea en exceso con cada uno de los planos de "Memorias de África", y que hace que la historia de amor de los personajes fluya por sí sola. No obstante, si bien esto no deja de ser una decisión acertada, sí que afecta irremediablemente al ritmo del film. No por el hecho de que centre el argumento en la relación amorosa de los protagonistas, sino porque el resto de la película carece de esa misma fuerza cuando ni Redford ni Streep se involucran a nivel sentimental. Por poner un caso, la secuencia en la que Karen se ve frente a una leona y está a punto de dispararle cuando Denys se lo impide, carece de la misma tensión que, por ejemplo, sí se puede palpar en otros instantes, como cuando el barón le increpa a Denys que éste mantenga una relación con su mujer, a lo que él contesta que cuenta con la aprobación de ella. Son dos secuencias bien diferentes pero que, en lo que a ritmo y dramatismo se refiere, quedan recogidas de forma bastante desigual e irregular. A ello tampoco contribuye demasiado el hecho de que se escuche de forma constante la voz en off de Karen relatando los hechos, pues no sólo provoca la carencia de sorpresa en el público, sino que hace que éste casi adivine lo que va a suceder antes de que ocurra.

    No obstante, a pesar de ello, no cabe duda de que "Memorias de África" es una de las grandes películas más recientes que ha dado el cine épico, y un largometraje que, por mucho que pase el tiempo, seguirá siendo una obra de referencia en lo que a historias cinematográficas de amor se refiere.

  • MR. HYDE DICE:
  • Será todo lo épico, romántico y bonito que tú quieras. Pero yo ya me la he visto dos veces, y me sigue pareciendo un rollo (la segunda fue para ver si había algo que me hubiera perdido en la primera, y que hiciera que no me gustara tanto como pensaba). Estoy de acuerdo en que la música y la fotografía y tal son una pasada. De hecho, aún me quedo con la boca abierta cada vez que veo el momento ese del vuelo en avioneta mientras suena la música esa tan conocida. Pero una cosa es ver un momentazo como ese, que dura, un par de minutos, y otra paparte dos horas y pico de drama de ese que es de muchas miradas y muchos movimientos despacito en vez de darle algo más de caña al asunto.

    "Memorias de África" es lo que yo llamaría una película "lenta", de esa que para contarte algo que podrían rodar en tres minutos, se tiran un cuarto de hora, entre miraditas, paseitos y cuchicheos. ¿Hace eso que sea una mala película? Pues para mí no, pero sí que es una pena que pudiendo haber hecho algo más movidito, algo más dinámico hayan preferido hacerlo en plan bodrio. Es un poco como le pasa a Clint Eastwood cuando quiere hacer una de sus pelis dramáticas, que le suele costar un parto darle algo de brío al asunto, y hace que la peña se amodorre viendo su peli más de lo deseable. A "Memorias de África" le pasa justo eso. Que vale que al principio haya que tomárselo con un poco de calma para que la historia de amor vaya entrando en calor, pero es que después de la primera hora, te dan ganas de decirles que se den un poco de prisa, que ya te duele el culo de estar sentado en la misma posición.

    De todas formas, "Memorias de África", tiene trozos que me encantan. Aparte de éste del avión que os he dicho antes (y que fijo que habéis visto en algún que otro momento), me quedo con dos muy especiales. El primero cuando, al poco de empezar, se quedan en una habitación Redford, Streep y un amigo de Redford, y juegan a que Street improvise un cuento sobre la marcha con unas pocas pistas que le dan los dos hombres. Sé que es una chorrada, pero me parece tan original y tan bien hecha (las miraditas que se echan Streep y Redford no tienen precio, ni la música de la banda sonora que se escucha), que se me quedó grabada desde que la vi. El segundo momentazo que recuerdo de "Memorias de África" es cuando están en mitad de la sabana (no sé si porque se han ido de campamento, de caza o de lo que sea), y Redford tiene que lavarle el pelo a Streep. Ya ves tú qué tontería, pero me parece uno de los momentos más sensuales que recuerdo haber visto en una peli, ¡y ya ves tú que sólo se limita a enjuagarle el moño a la señora!

    En fin, que "Memorias de África", aunque sea un poco lenta y pueda llegar a tener algún que otro momento aburrido (sobretodo lo que tiene que ver con todo lo de la plantación de la baronesa en Kenia, que no interesa para nada, ni lo de los puteríos de su marido), reconozco que es una de esas pelis que, aunque sea una vez en tu vida, tienes que ver. Y, por supuesto, conseguir como sea la música de la película, que es de las que merece la pena escuchar en el salón de tu casa con los ojos cerrados.

    lunes, 20 de agosto de 2012

    CINE CLÁSICO: "VACACIONES EN ROMA"

    TÍTULO: VACACIONES EN ROMA

    DIRECTOR: WILLIAM WYLER

    REPARTO: GREGORY PECK, AUDREY HEPBURN, EDDIE ALBERT, HARTLEY POWER, MARGARET RAWLINGS

    DURACIÓN: 114 min.

    AÑO: 1953

    GÉNERO: COMEDIA

  • EL DR. JEKYLL DICE:
  • A principios de los años cincuenta, William Wyler ya era toda una celebridad en Hollywood. El realizador de origen alemán no sólo había logrado importantísimos éxitos con largometrajes como "La señora Miniver - Mrs. Miniver, 1942" o "Los mejores años de nuestra vida - The best years of our lives, 1946" (ambas ganadoras del Oscar a la mejor película y dirección), sino que también parecía haberse consolidado como uno de los más reputados directores a la hora de filmar películas de gran carga emocional. Tal vez fuera por ese motivo que Wyler decidió ponerse al frente de un proyecto tan atípico en su filmografía como "Vacaciones en Roma", donde se alejaba del dramatismo de, por ejemplo, "La heredera - The heiress, 1949" y ofrecía un espectáculo deliciosamente entretenido. Gregory Peck y Audrey Hepburn son sus inmortales protagonistas, secundados por un no menos excelente Eddie Albert.

    La princesa Ann (Hepburn) es la primogénita de un importante rey europeo. En el transcurso de uno de sus viajes oficiales, al llegar a Roma, sufre una crisis de ansiedad al sentirse prisionera del protocolo real. Por ello, una noche, decide escaparse del palacio en el que se aloja y vivir un día de "libertad" y anonimato. Será entonces cuando conozca, por casualidad, a un periodista norteamericano llamado Joe Bradley (Peck), quien reconoce a la princesa y pretende conseguir una jugosa exclusiva a cambio de una importante cantidad de dinero. Para ello, necesitará la ayuda de su colega Irving (Albert), un paparazzi que persigue tanto como Joe el pellizco que les promete su editor. Sin embargo, durante ese día en el que acompañan a Ann por las calles de Roma, ambos se quedarán fascinados por la inocencia de la princesa, así como por su encanto natural y belleza.

    "Vacaciones en Roma" es un claro ejemplo de comedia romántica clásica perfecta. Es evidente que, a día de hoy, ha cambiado tanto la forma de rodar este tipo de producciones, como el tono de las mismas. Sin embargo, "Vacaciones en Roma" es un film imperecedero, pues está repleto de momentos únicos y secuencias mágicas, recogidos todos ellos a través de una puesta en escena fabulosa. Prácticamente todo está en su sitio: desde las maravillosas interpretaciones (la inocencia con la que Hepburn dota a su personaje, la caballerosidad extrema de Peck, o el cinismo con corazón de oro de Albert), de la excelente fotografía de Franz Planer con la que la Ciudad Eterna es vista como la más paradisíaca de las metrópolis, o el ingenioso libreto escrito a cuatro manos por Ian McLellan Hunter y John Dighton. Cada uno de estos elementos encaja en el conjunto a la perfección, ofreciendo al espectador uno de los pasatiempos clásicos más agradables de la historia del cine.

    Vista "Vacaciones en Roma", al público le resulta sencillo identificar cada uno de los momentos que la convierten en una película inmortal: el desastroso paseo en motocicleta por las calles de Roma (atención a cómo Joe consigue convencer a las autoridades de que la pareja quería casarse montada en el vehículo), la ruta turística que Bradley e Irving le hacen a la princesa por las calles de Roma (mención especial merece la visita a la Boca de la Verdad, y la broma que Bradley le gasta a Ann, pues ambos saben que son, en cierto modo, unos embusteros), etc. Pero, si merece la pena destacarse una secuencia por encima de las demás, sin duda es su inesperado y sensacional final. Sin ánimo de develar más de la cuenta, no sólo se trata de una resolución atípica dentro del género romántico, sino que consigue otorgarle a la película una coherencia y sensibilidad apasionantes (no se pierdan el juego de miradas entre Peck y Hepburn).

    En resumidas cuentas, "Vacaciones en Roma" es una película excelente, mítica dentro de su género y del cine en general. Un clásico a ser reivindicado y revisionado sin límite.

  • MR. HYDE DICE:
  • ¡Cuantísimo tienen que aprender los que creen que una comedia romántica son esos truñacos que hacen hoy en día! Vale que hay excepciones -aunque muy pocas-, pero nada que ver con una peli como "Vacaciones en Roma". Aquí, no se andan con chorradas ni con gilipolleces de esas que te hueles al kilómetro de qué palo va a ir, sino que toda la peli es tan amable y tan simpática que te quedas embelesado total con esa especie de cuento de hadas. Ahora os cuento por qué.

    "Vacaciones en Roma" me sonaba por la clásica imagen de los dos protagonistas subidos en una Vespa y paseándose por las calles de Roma, pero ni sabía de qué iba ni nada por el estilo. Y, a toro pasado, creo que es la mejor forma de verla, porque "Vacaciones en Roma" es una peli que sorprende. El argumento no es que sea de lo más original del mundo, pero es que los actores y la forma en que está hecha es tan bonita (sí, sé que suena cursi, pero ahora mismo no encuentro otra forma de explicarlo), con esa guía turística de Roma que es toda la película, que te quedas atontado con lo que te cuentan. Y si, además, le sumas la cara de no haber roto un plato en su vida que tiene la chica, pues ya lo redondeas.

    De todo el porrón de cosas que hacen de "Vacaciones en Roma" una película tan maja, creo que empezaría mencionando lo bien que te caen los personajes. Ni uno sólo es un antipático al que le quieras meter un sopapo -cosa rara en las pelis románticas-. Es más, el periodista, que se supone que es un marranaco al querer aprovecharse de la princesa para sacar una buena exclusiva, ni puede evitar ser súper simpático y encantador (fijaos si no cuando intenta colarle una trola a su jefe sobre lo de haber asistido a la rueda oficial de prensa en el palacio). Y tres cuartos de lo mismo se puede decir de su amigo periodista, al que el prota no para de tocar las narices para que sea discreto (me meo de risa con la escena en la heladería en la que el paparazzi quiere sacar fotos y el otro no para de hacer cosas para que sea más disimulado).

    Si a todo eso sumas que la princesa, en lugar de ser la típica fulana de barrio es más inocente que un corderillo, y que lo único que quiere es disfrutar de un día entero de libertad absoluta, pues hace que el resto ya vaya solo y casi sin esfuerzo. Además, hay tiempo para todo: tiene sus momentazos de comedia (cuando está colocada por el calmante que le han dado y no para de darle órdenes al periodista, o el pollo que monta la colega cuando pone media Roma patas arriba con su moto), de romance (por supuesto, cuando los dos protas se enamoran junto al río; o ese medio final en el coche, cuando están juntos por última vez), de escenas moviditas (el lío que se monta en el barco al que han ido todos a bailar cuando aparece la guardia real), y de drama (ese final tan cojonudo en la ruda final de prensa donde, por cierto, hay un periodista que dice que es del periódico "ABC" y otro de "La Vanguardia", jejeje).

    ¿Que hay cosas que se podrían mejorar? Pues claro, que decimos que la peli está bien, pero tampoco es para mear y no echar gota. Aunque, por suerte, por muy en blanco y negro que sea, y por mucha fama que tenga, "Vacaciones en Roma" es de esas películas que da gusto ver una tarde de domingo. Es simpática, amable y encantadora. De las que le puedes poner a tu chica, reacia por lo general a ver "pelis viejas", y pasar los dos un rato de lo más entretenido.

    domingo, 19 de agosto de 2012

    CINE A DESCUBRIR: "EN LA BOCA DEL MIEDO"

    TÍTULO: EN LA BOCA DEL MIEDO

    DIRECTOR: JOHN CARPENTER

    REPARTO: SAM NEILL, JÜRGEN PROCHNOW, JULIE CARMEN, CHARLTON HESTON, FRANCES BAY

    DURACIÓN: 95 min.

    AÑO: 1994

    GÉNERO: TERROR

  • EL DR. JEKYLL DICE:
  • John Carpenter es un director tan sorprendente como irregular o, como se diría en una jerga más coloquial, alguien que sirve tanto para un roto como para un descosido. Se ha puesto al frente de proyectos de bajo presupuesto que le han permitido dar rienda suelta a su creatividad ("El príncipe de las tinieblas - Prince of darkness, 1987", "Están vivos - The live!, 1988"), así como de producciones más caras que, por diversos motivos, no han logrado contar con el beneplácito del público ("Golpe en la pequeña China - Big trouble in little China, 1986", "Memorias de un hombre invisible - Memoirs of an invisible man, 1992"). Sin embargo, a mediados de los noventa, Carpenter realizó una de sus obras más logradas, recuperando no sólo el espíritu de sus primeros largometrajes -en los que primaba muchísimo más el suspense por encima de los golpes de efecto a base de costosos efectos visuales-, sino logrando imprimir a cada secuencia un ritmo endiabladamente atractivo gracias, en buena parte, al interesante libreto escrito por el productor y ocasional guionista Michael de Luca.

    John Trent (Neill) es un detective privado especializado en casos de poca envergadura que, por lo general, suelen guardar relación con la localización de personas desaparecidas. John acepta un caso que le propone Jackson Harglow (Heston) el dueño de una importante editorial, en el que le pide que localice a uno de sus escritores de mayor éxito: Sutter Cane (Prochnow). Cane ha desaparecido sin dejar ni rastro, justo antes de entregar la copia de su última obra, y coincidiendo con una extraña oleada de violencia entre los fans de la serie de novelas de terror escritas por el novelista. Será entonces cuando John, acompañado de una joven ayudante llamada Linda (Carmen), se desplace hasta un pequeño pueblo que aparece en todas las novelas de Cane, con el fin de encontrar alguna pista que le guíe hasta el desaparecido escritor.

    "En la boca del miedo" se combinan dos géneros que, rara vez, suelen funcionar debidamente juntos: cine y literatura. Por supuesto, no nos estamos refiriendo a las adaptaciones de obras literarias, sino a la combinación de ambas temáticas en un mismo largometraje. Si bien, sí existen antecedentes reconocidos de films en los que dicha temática ha dado resultados muy positivos ("Misery - Misery, 1990"), por ejemplo, como apuntamos, no suele ser muy corriente. Sin embargo, en "En la boca del miedo", el punto de partida no puede ser más prometedor. No obstante, ya hemos comenzado afirmando que el film se caracteriza por tono de suspense que Carpenter le imprime con su puesta en escena pero, ¿cómo lo consigue? A continuación lo comentamos.

    Para empezar, Carpenter acierta de lleno al desarrollar la historia al tiempo que la van viviendo sus personajes principales. Es decir, que no se le facilita información previa al espectador, ni se le dan a conocer detalles vitales del argumento para que, junto con el investigador al que encarna de forma muy convincente Sam Neill, el público se vaya topando poco a poco con los mismos enigmas que el presonaje principal. Esto es una decisión de lo más positiva ya que, desde el comienzo en el que el dueño de la editorial propone el caso a Trent (con la consecución de un escalofriante incidente), hasta el mismo momento en que Trent llega al pueblo en compañía de Linda, el espectador ya intuye que va a suceder algo importante (atención a lo que sucede en la recepción del hotel tras ser atendidos por una -aparentemente- cálida ancianita).

    Del mismo modo, Carpenter logra otro éxito en la puesta en escena gracias a una fantástica labor de dos departamentos fundamentales en la realización de cualquier película: la dirección artística y el maquillaje. Por lo que respecta a la primera, "En la boca del miedo" carecería de ese añadido de suspense y terror de no ser por la fantástica labor de Peter Grundy, capaz de convertir un apacible pueblo en un lugar infernal, y de recrear las fantasías del escritor en un mundo aparentemente real (la iglesia negra, por ejemplo). En lo que concierne al segundo, es más que evidente que la labor de todo el equipo de maquillaje, quienes crearon toda una serie de criaturas deformes y monstruosas que pueblan tanto la imaginación del escritor como el mundo en el que se adentra el detective. Asimismo, hay que destacar la música co-compuesta por el propio Carpenter (algo casi siempre presente en sus largometrajes), que resulta ser mucho menos histriónica de lo habitual (ver los excelentes títulos de crédito a ritmo de las rotativas de un periódico) y acompaña al personaje de forma excelente desde el comienzo hasta su apocalíptico final.

    En resumidas cuentas, "En la boca del miedo" está lejos de ser ni el mejor film de Carpenter ni, mucho menos, del género. Sin embargo, sí que resulta lo suficientemente interesante como para que el espectador quede enganchado por un prometedor comienzo que, si bien se va desinflando a grandes pasos conforme avanza la película, contiene el suficiente encanto como para guardar un buen recuerdo de ella.

    MR. HYDE DICE:

    Me encantó "En la boca del miedo". La vi en una sesión de videoteca en la que le hacían un monográfico a John Carpenter (aunque supongo que eso a vosotros os da lo mismo) y, aunque aquella sala era cutre a más no poder, "En la boca del miedo" me enganchó a lo bestia, de principio a fin. Igual lo que os digo ahora es un poco empezar la casa por el tejado pero, como suele pasar con muchísimas pelis de miedo, "En la boca del miedo" es una película que empieza muy bien... para acabar regular. Eso sí, en medio de todo ello, tiene momentos de cagancho del bueno, de suspense y de misterio de los que te dejan recuerdo.

    A mí no es que me chifle el cine de John Carpenter. Sé que muchos lo consideran un maestro del cine de terror y todo eso, pero yo más bien tengo la impresión de que el tío especializado en hacer películas cutronas a más no poder, con unos presupuestos que parece que lo haya rodado en su casa de verano y que, de vez en cuando, se gasta un huevo de millones en hacer una cosa más cara que, por desgracia para él, se acaba metiendo un mamporro de la leche ("2013: Rescate en L.A. - Escape from L.A., 1996", por ejemplo). Eso sí, también reconozco que el pollo tiene pelis que están de lo más chulas aunque, no sé si será coincidencia o no, son de las que ya tienen sus añitos: "1997: Recate en Nueva York - Escape from New York, 1981"o "La cosa (el enigma de otro mundo) - The thing, 1982" o "Starman - Starman, 1984", por poner unos ejemplos más. Pero bueno, os cuento todo este rollo porque, cuando vi "En la boca del miedo", no me esperaba que fuera gran cosa pero, mira tú por dónde, resulta que me parece una de sus pelis más curradas.

    En mi -nada- humilde opinión, "En la boca del miedo" tiene algo que no tiene ninguna de las otras pelis que he visto de John Carpenter, a excepción de la primera parte de "La noche de Halloween": intriga. Todas las demás son a base de fantasmas, monstruos, muertos vivientes y cosas por el estilo. En cambio, desde el principio de "En la boca del miedo" (pedazo de susto que te llevas en el momento en que el editor y el detective están almorzando e un café), ya te empieza ese gusanillo del misterio con una historia estupenda, que se va haciendo cada vez más grande (no os perdáis cuando el detective y la otra chica llegan a ese hotel tan raro y empiezan a compararlo con lo que ha escrito el novelista en sus libros), hasta que todo acaba explotando.

    Y ahí, queridos amigos, es donde llega la cagada. Se vé que lo quieren hacer todo de forma que vaya creciendo la intriga y el suspense (sobretodo para demostrar cómo es que el detective se está volviendo tarumba con las cosas que se va encontrando por ahí) que, al final, "En la boca del miedo" acaba siendo más cansina de lo que suponías. No hay más que ver los intentos desesperados del pobre detective por salir de ese poblacho inmundo y como, con cada intento, no hace más que volver al sitio del que había salido. Por supuesto, cuando ya empiezan a aparecer los monstruos mutantes esos y las cosas raras de personas deformes que dan asquete, la cosa ya pierde casi todo el interés que había tenido al principio. Pero, el final del todo (lo que el de arriba suele llamar "clímax") consigue que, después de tanto tío raro circulando por ahí, la cosa se enderece un poco más. Así, cuando "En la boca del miedo" acaba, con lo que te quedas es con lo guapa que ha estado toda la parte de misterio e investigación del detective, y un poco menos con la ida de pinza que le da al pollo con todo lo que pasa en el pueblo ese de mala muerte en el que acaban. Al menos, eso es lo que me pasó a mí y, por eso mismo, os aconsejo que la veáis.